TRATADO SOBRE FUEGO CÓSMICO ALICE ANN BAILEY -MAESTRO TIBETANO (Djwhal Khul)
Páginas 133-138, editorial Kier
1.
En la cabeza. II. El despertar del Kundalini.
Debemos tener presente que tratamos con la contraparte etérica de la columna vertebral, no con la estructura ósea a la cual denominamos espina dorsal o columna vertebral.
Por lo general este hecho no lo tienen en cuenta suficientemente quienes tratan dicho tópico. Se ha dado preponderancia a los tres canales que componen esta triple columna vertebral.
Estos canales tienen importancia respecto al sistema nervioso del hombre, pero en relación con el tema que estamos estudiando no son tan importantes como el canal etérico que los encierra. Por lo tanto, se ha recordar que tratamos estrictamente con
a. el canal etérico, b. el fuego que asciende por éste, c. la conjunción de este fuego con el fuego irradiante y energetizador del cuerpo físico, en un punto situado entre los omóplatos, d. la ascensión conjunta hacia la cabeza, e. su fusión oportuna con el fuego manásico, que energetiza los tres centros localizados en la cabeza.
I. EL KUNDALINI Y LOS TRES TRIANGULOS El fuego que energetiza el triángulo de la cabeza es la analogía superior del triángulo de prana situado en la parte media del cuerpo y tiene su reflejo inferior en la base de la columna vertebral. En consecuencia, en el ente humano tenemos tres triángulos importantes:
1.
En la cabeza: el triángulo formado por los tres centros mayores,
2.
En el cuerpo: el triángulo de prana formado por
3.
En la base de la columna vertebral: el triángulo formado por los
tres centros inferiores
La fusión de los fuegos de la materia con los de la mente da por resultado la energetización de todos los átomos de materia que componen el cuerpo.
Éste es el secreto de la enorme resistencia que poseen los grandes pensadores y trabajadores de la raza.
También estimula enormemente los tres centros superiores del cuerpo -cabeza, corazón y laringe-, y electrifica esta zona del cuerpo.
Los centros superiores forman entonces un campo de atracción para el descenso del tercer fuego, el del Espíritu, entrando en extraordinaria actividad el centro de múltiples pétalos, situado en la cúspide de la cabeza, el centro coronario sintético, suma total de todos los centros.
El estímulo correspondiente a los centros del cuerpo es duplicado por la vivificación consiguiente del Loto de múltiples pétalos, punto de reunión de los tres fuegos, del cuerpo, de la mente y del Espíritu. La unificación con el Ego se produce cuando está plenamente estimulado, iniciándose la combustión; esto se repite en los vehículos sutiles, trayendo la consumación final y la liberación del Espíritu. La fusión de los fuegos de la materia es el resultado del crecimiento evolutivo, cuando la acción del tiempo permite un desarrollo lento y normal.
La conjunción de ambos fuegos viene efectuándose desde los comienzos de la historia del hombre, y produce esa vigorosa salud de que goza quien lleva una vida limpia y posee ideas elevadas.
Una vez que los fuegos de la materia han ascendido (unidos) algo más por el canal etérico de la columna vertebral, se ponen en contacto con el fuego de manas a medida que irradia del centro laríngeo. Es esencial pensar aquí con claridad, pues será necesario dilucidar algo este tema tan abstruso. 1. Los tres centros mayores de la cabeza (desde el punto de vista físico) son: a. el centro alta mayor, b. la glándula pineal, c. el cuerpo pituitario.
2. Forman un triángulo manásico después de unirse con los fuegos de los dos triángulos inferiores, por ejemplo, al sintetizarse. 3. Pero el triángulo puramente manásico, antes de esta fusión, está formado por a. el centro laríngeo, b. la glándula pineal, c. cl cuerpo pituitario. Esto ocurre durante el período en que el ente humano posee aspiraciones en forma consciente y aplica la voluntad en el aspecto evolutivo, dando así un carácter constructivo a su vida.
El otro fuego de la materia (el doble fuego) es atraído hacia arriba. mezclándose con el fuego de la mente al efectuarse la unión en el centro alta mayor.
Dicho centro está situado en la base del cráneo, habiendo una pequeña separación entre este centro y el punto en el canal de la columna vertebral de donde surgen los fuegos de la materia.
Parte del trabajo del hombre que está desarrollando su poder mental, consiste en construir un canal provisorio en materia etérica para eliminar dicha separación.
Este canal es el reflejo de Antakarana ( ) en la muerte física, puente que el Ego ha de construir entre el mental inferior y el superior -entre el vehículo causal en el tercer subplano del plano mental y el átomo manásico permanente en el primer subplano.
Tal es el trabajo que están realizando inconscientemente todos los pensadores avanzados. Una vez construido este puente, el cuerpo del hombre se coordina con el cuerpo mental y se fusionan los fuegos de la mente y de la materia.
Ello completa el perfeccionamiento de la vida de la personalidad; como se dijo anteriormente, este perfeccionamiento lleva al hombre al portal de la iniciación -lo cual es la señal de que se ha realizado el trabajo, y marca el fin de un ciclo de menor desarrollo y el comienzo de la transferencia de todo el trabajo a una espiral más elevada.
Debemos recordar que los fuegos en la base de la columna vertebral y en el triángulo del bazo son fuegos de la materia. Esto no ha de olvidarse, tampoco debemos confundirlos.
No tienen efecto espiritual y conciernen únicamente a la materia donde están situados los centros de fuerza. Dichos centros son dirigidos por la mente o manas, o por el consciente esfuerzo del ente inmanente; pero éste no puede realizar su intento hasta que los vehículos (por los cuales trata de expresarse) y los centros rectores y energetizantes respondan adecuadamente.
Sólo durante el transcurso de la evolución, y una vez que la materia de esos vehículos esté suficientemente energetizada por sus propios fuegos latentes, podrá el ente realizar su tan ansiado propósito.
De allí también la necesidad de que el fuego de la materia ascienda a su propio lugar y resucite de su largo entierro y aparente envilecimiento, antes de poder unirse con su Padre en el Cielo, el tercer Logos, la Inteligencia de la materia misma. Aquí la analogía también es exacta. Incluso el átomo del plano físico tiene su meta, sus iniciaciones y su triunfo final.
Más adelante, en las dos partes inmediatas, trataremos otras facetas de este tema, tales como la relación de los centros y del fuego del Espíritu con manas, y la eventual fusión de los tres fuegos.
En esta sección nos limitamos a estudiar la materia y el fuego y no debemos desviarnos del tema para evitar confusiones.
II. EL DESPERTAR DE KUNDALINI La forma de despertar este fuego, concentrado en la base de la columna vertebral, el procedimiento progresivo a adoptarse –de acuerdo al Rayo-, su fusión con el fuego pránico y la consiguiente progresión mutua constituyen, para la mayoría, hechos pasados.
Afortunadamente, para la raza, el trabajo se realizó sin ningún esfuerzo consciente.
Ahora debe efectuarse la segunda fusión con el fuego de manas.
Hasta ahora los hombres solo han logrado hacer pasar el fuego hacia arriba por uno de los canales de la triple columna; en consecuencia, en sus dos terceras partes, el efecto producido en la generalidad todavía se limita a estimular los órganos de procreación de la raza.
Unicamente cuando el fuego circula libremente, ascendiendo por otro canal, tiene lugar la total fusión con el fuego de manas, y sólo cuando asciende geométricamente por Ios tres -actuando en forma simultánea y vibrando uniformemente despierta plenamente el verdadero fuego kundalínico y, por lo tanto, puede efectuarse la tarea de purificación, al quemarse la trama limitadora y las partículas separadoras.
Una vez realizado esto, los tres canales se transforman en uno; de ahí el peligro.
Nada más puede exponerse sobre este tema. Quien aplica sus esfuerzos en controlar los fuegos de la materia (con verdadero peligro) juega con fuego, lo cual puede literalmente destruirlo.
El hombre nunca debiera mirar atrás, sino elevar los ojos al plano donde mora su Espíritu inmortal; entonces, mediante la autodisciplina, el control de la mente y el refinamiento definido de sus cuerpos materiales, el sutil y el físico, se capacitará para llegar a ser el vehículo del divino nacimiento y participar en la primera lniciación.
Cuando el Cristo-niño (como los cristianos lo expresan tan bellamente) haya nacido en la caverna del corazón, entonces el huésped divino podrá controlar conscientemente los cuerpos inferiores materiales mediante la mente consagrada.
Sólo cuando budi asuma acrecentadamente el control de la personalidad, por medio del plano mental (de allí la necesidad de construir el Antakarana), la personalidad responderá a lo que está arriba y los fuegos inferiores ascenderán y se fusionarán con los dos superiores.
Únicamente cuando el Espíritu, por el poder del pensamiento, controla los vehículos materiales, la vida subjetiva asume el lugar que le corresponde. El Dios interno brilla y resplandece hasta que la forma se pierde de vista y “el sendero del justo brille cada vez más hasta que el día sea con nosotros”.
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