TRATADO SOBRE FUEGO CÓSMICO ALICE ANN BAILEY -MAESTRO TIBETANO (Djwhal Khul)
páginas 704-716, editorial Kier. 4. LOS ELEMENTALES DEL FUEGO, LOS CONSTRUCTORES MENORES. a. Introducción. Será evidente que, cuando consideramos los Constructores dévicos, grandes y pequeños, del sistema solar, prácticamente nos hemos limitado a aquellos que son agentes activos en los tres mundos del esfuerzo humano. Hemos considerado brevemente los Constructores que se hallan en el arco evolutivo, las entidades mayores que ya han pasado por el reino humano y, por consiguiente, han dejado atrás esa etapa de evolución de ciclos anteriores, siendo en la actualidad los “agentes solares” de la manifestación humana. Dichas formas de expresión divina representan -en su propio lugar- aspectos de fuerza positiva.
Entraremos ahora a considerar los constructores menores en los tres mundos, aquellos que representan al aspecto negativo de la fuerza y se hallan en el arco involutivo, por lo tanto, son los receptores de energías e influencias. Sobre ellos actúa la energía, y por la actividad de los Constructores mayores son obligados a seguir diferentes direcciones en el espacio, construyéndose con ellos las diferentes formas. La energía que actúa sobre ellos, como bien se sabe, emana del segundo aspecto y, en su totalidad, componen la gran Madre.
Llamaré la atención a los estudiantes sobre el hecho de que dichos constructores menores constituyen literalmente un ‘‘mar de fuego” sobre el cual tiene efecto el gran aliento o AUM. Cada chispa de fuego o átomo, se vitaliza (por la acción de la Palabra) con una nueva vida y se impregna de diferente tipo de energía.
Al unirse la vida de la sustancia atómica con la vida que causa la cohesión de los átomos y forma cualquier clase de vehículo, puede verse la manifestación del “Hijo de Dios”.
Aquí reside la dualidad esencial de toda manifestación; dicha dualidad es luego suplementada por la vida de Aquel que emite la Palabra. De esta manera tiene lugar la encarnación cósmica tomando parte los tres factores. Esto ha sido suficientemente tratado en páginas anteriores.
Mucho de lo que se diga será expuesto adoptando un sistema de clasificación, y la única forma que los estudiante podrán controlar la exactitud aproximada de lo impartido consistirá en meditar cuidadosamente sobre:
a.
La Ley de Correspondencia o Analogía.
Los estudiantes deben recordar que tratamos con sustancia involutiva o materia atómica. Dicha materia es sustancia viviente, siendo cada átomo una pequeña vida que palpita con la vitalidad del tercer Logos. Estas vidas, por ser energía negativa, responden a su polo opuesto y (de acuerdo a la Ley de Atracción y Repulsión) con ellas pueden construirse formas que expresan el segundo aspecto.
Oportunamente, las mismas formas se hacen a su vez negativas y responden a otro tipo de fuerza, convirtiéndose en receptores de la vida del primer Logos cuando han llegado al cuarto reino o humano.
Este tratado intenta comprobar que en el cuarto reino se unen los tres fuegos: a. El Fuego por fricción, o el Aspecto negativo Brahma, el tercer Aspecto.
El hombre en los tres mundos, consciente o inconscientemente, recapitula el proceso logoico y se convierte en creador, trabajando en la sustancia por medio de su energía positiva.
Quiere, piensa, habla, produciendo formas mentales. La sustancia atómica es atraída por el que habla. Las pequeñas vidas que componen esa sustancia están obligadas (por la energía del pensador) a adoptar formas que en sí mismas son activas, vitales y poderosas. Lo que el hombre construye puede ser una creación benéfica o maléfica de acuerdo al deseo, móvil o propósito subyacentes. Es esencial esforzarse por llevar a la práctica lo que aquí se imparte, siendo inútil que el hombre estudie los grupos de los constructores menores, sus funciones y denominaciones si no comprende que está íntimamente relacionado con muchos de ellos, pues él mismo es uno de los grandes constructores y un creador dentro del esquema planetario.
Los hombres deberían recordar que por medio del poder del pensamiento y la palabra hablada, producen efectos sobre otros seres humanos que actúan en los tres planos de la evolución humana, y también sobre el entero reino animal.
Los pensamientos separatistas y maléficos del hombre son en gran parte responsables del salvajismo de los animales feroces y de la cualidad destructiva de algunos procesos en la naturaleza, incluso ciertos fenómenos tales como las plagas y el hambre.
No tiene valor para el hombre conocer el nombre de los que forman la “hueste de la voz”, a no ser que comprenda su relación con dicha hueste y se dé cuenta que tiene la responsabilidad de convertirse en un creador benefactor, de actuar de acuerdo a la ley del amor y de no ser impulsado a realizar el acto creador por el deseo egoísta de la actividad incontrolada.
b. Elementales del plano físico. Se ha de recordar que los devas que hemos considerado son quienes originan el impulso y manipulan la energía en su propio grado y plano. Vinculados a ellos tenemos, por lo tanto, los receptores de fuerza, o la multitud de vidas de naturaleza elemental que forman la suma total de la materia de un plano.
Son arrastradas por las olas de energía debido al impulso del Aliento, como resultado de la acción vibratoria, hacia todas las formas conocidas del plano físico. En consecuencia, en conexión con la manifestación en el plano físico, los devas pueden clasificarse en tres grupos:
1. Los que transmiten La voluntad de Dios. Originan la actividad en la sustancia dévica. Éstos son los constructores mayores en sus distintos grupos.
2. Los que manipulan la energía iniciada. Son los millares de trabajadores que emplean la fuerza, quienes a su vez transmiten el impulso a la esencia elemental, los constructores de categoría inferior que se hallan, igual que los del primer grupo, en el arco evolutivo.
3. Los que reciben la fuerza, suma total de la sustancia viviente de un plano. Dichas vidas son maleables en manos de los constructores de categoría superior.
Los tres grupos a considerar son: 1.
Los elementales de la materia más densa. Al estudiar estos tres grupos, debemos tener en cuenta que no nos ocupamos de los transmisores sino de los manipuladores y de los receptores de energía.
Los elementales de la materia densa. Estos trabajadores y constructores se ocupan de la parte tangible y objetiva de la manifestación. En su totalidad, forman literalmente aquello que el hombre puede tocar, ver y establecer contacto físicamente. Al considerar estos temas, nunca debemos disociar en nuestras mentes los diferentes grupos en sentido demasiado literal, pues todos se interpenetran y mezclan, de la misma manera que el cuerpo físico de un hombre está compuesto de materia densa, líquida, gaseosa y etérica.
La diversidad en la unidad puede verse por doquier. Cuando el estudiante ocultista analiza las formas subhumanas de existencia debe recordar constantemente este hecho. Hay un peligro muy evidente en todas las clasificaciones pues tienden a formar divisiones rígidas e inamovibles, mientras que la unidad lo compenetra todo.
Entre los devas manipuladores de los niveles más inferiores del plano físico denso, se hallan ciertas formas subterráneas de existencia, mencionadas en los libros antiguos y ocultistas.
En las entrañas de la tierra habita una evolución de naturaleza peculiar muy semejante a la humana. Tienen cuerpos peculiarmente burdos que podrían ser considerados casi físicos, según entendemos dicho término. Moran en colonias o grupos en las grutas centrales, muchos kilómetros debajo de la superficie de la tierra, regidos por un gobierno apropiado a sus necesidades.
Su trabajo está estrechamente relacionado con el reino mineral, y controla a los “agnichaitas” de los fuegos centrales. Sus cuerpos están constituidos de tal manera que pueden resistir mucha presión, y no precisan la libre circulación de aire como el hombre, ni se resienten por el gran calor que hay en el interior de la tierra.
Poco puede decirse sobre estas existencias, pues están relacionadas con las partes menos vitales del cuerpo físico del Logos planetario, encontrando su analogía microcósmica en los pies y piernas del hombre. Constituyen uno de los factores que posibilitan la actividad progresiva revolucionaria de un planeta.
Aliados a ellos hay varios grupos de entidades de tipo inferior, y el lugar que ocupan en el esquema de las cosas sólo puede ser descrito como relacionado a las funciones planetarias más burdas.
De nada serviría extendernos sobre estas vidas y su trabajo; no es posible al hombre entrar en contacto con ellos de ninguna manera ni tampoco sería deseable. Cuando hayan cumplido su ciclo evolutivo, en un ciclo posterior ocuparán su lugar en las filas de ciertos cuerpos dévicos, relacionados con el reino animal.
Comúnmente se supone que todas las hadas, gnomos, silfos y espíritus de naturaleza similar se encuentran únicamente en materia etérica, pero no es así. Poseen también cuerpos de sustancia gaseosa y líquida; el error ha surgido debido a que lo único que se puede observar objetivamente es la estructura etérica, y estas pequeñas y atareadas vidas frecuentemente protegen sus actividades físico densas por medio del espejismo, extendiendo un velo sobre su manifestación objetiva. Cuando prevalezca la visión etérica entonces podrán ser vistos, pues el espejismo, tal como lo entendemos, es sólo un velo que cubre lo tangible.
En esta oportunidad, los estudiantes deben recordar que todas las formas físico densas, ya sea un árbol, un animal, un mineral, una gota de agua o una piedra preciosa son en sí mismas vidas elementales construidas de sustancia viviente con la ayuda de manipuladores vivientes, que actúan dirigidos por arquitectos inteligentes. En consecuencia será evidente por qué no es posible establecer divisiones en conexión con este particular grupo inferior.
Un hermoso diamante, un majestuoso árbol o un pez en el agua, después de todo, sólo son devas. El reconocimiento de esta vivencia esencial constituye el hecho básico de toda investigación ocultista y el secreto de toda magia benefactora. En consecuencia no tengo el propósito de ocuparme más específicamente de estas formas inferiores de vida divina excepto comunicar dos hechos a fin de solucionar dos problemas que han preocupado a menudo al estudiante medio: primero, lo concerniente al propósito de la vida de los reptiles y, segundo, la conexión específica que tiene la evolución de la aves con el reino dévico.
El secreto del reino de los reptiles es uno de los misterios de la segunda ronda, habiendo un profundo significado relacionado con la expresión “las serpientes de sabiduría”, aplicada a todos los adictos a la buena ley.
El reino de los reptiles ocupa, no por una razón arbitraria, un lugar interesante en todas las mitologías y en las formas antiguas de comunicar la verdad. Es imposible extendernos sobre la verdad que subyace oculta en la historia kármica de nuestro Logos planetario y revelada a los iniciados de segundo grado como parte de la enseñanza impartida.
El segundo gran impulso u oleada de vida, iniciado por nuestro Logos planetario cuando entró en conjunción con la primera oleada, constituyó la base de esa actividad que denominamos energía evolutiva, dando por resultado un gradual desenvolvimiento o revelación, de la forma divina.
La serpiente celestial, nacida del huevo, se manifestó e inició sus ondulaciones adquiriendo fortaleza y majestad, procreando, por su inmensa fecundidad, millones de “serpientes”.
El reino de los reptiles en ciertos aspectos es el más importante del reino animal, si puede hacerse una afirmación aparentemente tan contradictoria, pues toda vida animal pasa por él durante la etapa prenatal, o vuelve a él cuando la forma está en avanzado estado de descomposición.
El vinculo no es estrictamente físico sino también psíquico. Cuando la verdadera naturaleza y el método kundalínico o fuego serpentino, sean conocidos, será mejor comprendida esta relación y la historia de la segunda ronda tendrá más importancia.
El secreto de la vida -no la vida del Espíritu sino la vida del alma, que será revelado cuando verdaderamente se encare y estudie la “serpiente de la luz astral”- se halla oculto en la etapa de la serpiente.
Uno de los cuatro Señores Lipika, que se encuentra más cerca de nuestro Logos planetario es llamado “La Serpiente Viviente”, y Su emblema es una serpiente azul con un solo ojo formado por un rubí.
Los estudiantes que desean ampliar un poco más la simbología pueden vincular esta con el “ojo de Shiva” que ve, conoce y registra todo, como lo hace el ojo humano en menor grado; todo es fotografiado en la luz astral, así como el ojo humano recibe las impresiones en su retina.
Este mismo concepto lo imparte frecuentemente La Biblia cristiana, cuando se refiere al reconocimiento hebreo cristiano del ojo de Dios que todo lo ve.
Si se estudia el tema del tercer ojo y su relación con la columna vertebral y se investigan las corrientes que circulan por ella, serán evidentes la prácticabilidad y el valor de las indicaciones dadas.
El tercer ojo constituye uno de los objetivos de la vivificación kundalínica, hallándose en la zona de la columna vertebral, primeramente el centro en la base de la misma, el hogar del fuego durmiente, luego, el triple canal a través del cual correrá ese fuego en el transcurso de la evolución y, finalmente, en la cúspide de la columna, y encima de todo eso el pequeño órgano llamado glándula pineal, que cuando está vivificado causa la apertura del tercer ojo y revela las bellezas de los planos más elevados y sutiles.
Todo este proceso físico síquico es posible para el hombre debido a ciertos acontecimientos que se presentaron a la Serpiente celestial en la segunda ronda o ronda de la serpiente. Para que se produjeran dichos acontecimientos fue necesaria la formación y evolución de esa familia peculiar y misteriosa que denominamos reptiles.
Estas formas de vida divina están muy íntimamente relacionadas con el segundo esquema planetario, responden a la energía que emana de ese esquema y llegan a la tierra por conducto del segundo globo de la segunda cadena. Un grupo especial de devas (vinculados a determinado sonido abierto de la Palabra planetaria) trabaja con la evolución de los reptiles.
Debería observarse que esta evolución en los planos etéricos afecta más al hombre que al plano físico.
Si el estudiante se aboca a la consideración de estos hechos, a la investigación de las traducciones mitológicas y escrituras sobre la serpiente de todos los países, y se vincula todo este conocimiento al relacionado con esas constelaciones celestiales que tienen el apelativo de serpiente (tales como el Dragón) podrá obtener mucha iluminación.
Si tiene suficiente intuición se le podrá impartir conocimiento que esclarecerá la relación que existe entre el cuerpo físico y sus centros con la naturaleza síquica.
El reino de las aves está específicamente aliado a la evolución dévica. Sirve de puente entre la evolución puramente dévica y otras dos manifestaciones de vida.
Primero. Algunos grupos de devas que desean pasar al reino humano, habiendo desarrollado ciertas facultades, pueden hacerlo por medio de dicho reino; ciertos devas que desean entrar en comunicación con los seres humanos pueden hacerlo por medio del reino de las aves. Esta verdad se insinúa en La Biblia cristiana; la religión cristiana representa a los ángeles o devas frecuentemente como que tienen alas. Estos casos no son numerosos porque el método generalmente empleado por los devas consiste en trabajar para lograr gradualmente la individualización por la expansión del sentimiento, pero cuando ocurre como en los casos anteriores, dichos devas pasan varios ciclos construyendo, en el reino de las aves, en respuesta a una vibración que finalmente los llevará a la familia humana. De esta manera se habitúan a emplear una forma grosera sin las limitaciones e impurezas que engendra el reino animal.
Segundo. Muchos devas salen del grupo de vidas pasivas en el esfuerzo de llegar a ser vidas manipuladoras por medio del reino de las aves y, antes de convertirse en hadas, silfos, gnomos u otros duendes, pasan cierto número de ciclos en dicho reino.
No será evidente para el lector casual por qué suceden los dos acontecimientos mencionados, ni los estudiantes ocultistas podrán comprender con exactitud la verdadera conexión que existe entre las aves y los devas, a no ser que se aboquen al estudio de “el ave o cisne fuera de tiempo y espacio”, y el papel que las aves desempeñan en los misterios. Aquí tiene la clave el estudiante. También debe recordar que todo tipo de vida desde un Dios hasta el más insignificante de los devas menores o constructores, debe pasar por la familia humana en un momento u otro.
Como H. P. B. lo ha señalado, aves y serpientes están estrechamente relacionadas con la sabiduría, en consecuencia, con la naturaleza síquica de Dios, de los hombres y de los devas. El estudio de la mitología revelará ciertas etapas y relaciones que aclarará más este tema.
Los elementales y los devas menores de la materia líquida. Un ejemplo muy interesante de la interpretación de toda la materia viviente de la creación puede verse en la atmósfera que envuelve nuestro planeta, la cual contiene:
a. Humedad, o esas esencias vivientes que son los elementales líquidos. b. Sustancia gaseosa, o esas vidas que están vinculadas a todas las esencias ígneas y volátiles, resultado del calor. c. Materia etérica, o las categorías más inferiores de los devas de los éteres. La conjunción de esta importante triplicidad produce lo que respiramos y aquello en que vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. Para el estudiante reflexivo el aire está lleno de símbolos, pues constituye una síntesis y el puente entre los estratos superiores e inferiores de la manifestación. Primero debemos centrar nuestra atención sobre esas vidas que constituyen a través de toda la manifestación la suma total de todo lo acuoso y líquido y, al considerarlo, debemos recordar que estamos realizando una de las investigaciones más esotéricas y ocupándonos de cuestiones que están muy estrechamente vinculadas con la evolución del hombre. Los innumerables grupos de devas del agua que pertenecen al tipo manipulador han sido burdamente clasificados por escritores mitológicos bajo los términos de ondinas, sirenas y otras expresiones, pero su diversidad es enorme; esto lógicamente se observará si se recuerda que toda el agua sobre la tierra (océanos, mares, ríos, lagos y arroyos) excede a la parte seca o tierra y cada gota de humedad es en sí misma una pequeña vida, cumpliendo su función y recorriendo su ciclo. Las formas míticas referidas, sólo son esas miríadas de vidas construidas en una forma por medio de la cual un deva evolucionante trata de expresarse.
La extrema importancia de este tema puede ser expresada en ciertas afirmaciones que darán al estudiante una idea de la cuidadosa atención que debe ponerse, y oportunamente se pondrá, sobre el tema de las vidas dévicas de la manifestación acuosa.
Como ya se ha dicho, el conjunto de estas vidas es mayor que el de aquellas que forman la suma total de la tierra sólida, tal como entendemos el término, aunque no exceden al número de vidas que forman la parte gaseosa de la manifestación; dicha parte gaseosa se encuentra en la atmósfera interpenetrando la materia densa y llenando en gran parte las cavernas interiores del planeta.
El parecido microscópico con la Gran Vida del planeta se evidencia en el hecho de que ambas formas sólo son envolturas o armazones externos que protegen una “bóveda” interna; ambas son huecas, tienen sus extremos positivo y negativo, sus polos por así decirlo, llevándose a cabo en su interior muchas cosas que afectan a las evoluciones externas.
Uno de los planetas más esotéricos, Neptuno, rige a los “devas de las aguas”; el Señor deva que lo rige es Varuna, el Raja del plano astral, siendo una emanación de ese planeta. Los estudiantes hallarán de profundo interés estudiar la estrecha relación que existe entre: 1. El sexto plano, el plano astral, y el sexto subplano del plazo físico, el subplano líquido. 2. El sexto subplano de cada plano en el sistema solar y su relación recíproca. He aquí una de las razones por la cual los hombres que poseen un tipo de cuerpo físico relativamente inferior, con un cuerpo astral que contiene algo de materia del sexto subplano, responden a cosas elevadas y tienen aspiraciones espirituales. La influencia que emana del sexto subplano del plano búdico evoca una respuesta recíproca de la materia del sexto subplano en otros cuerpos, y el sexto principio de budi, de acuerdo a la Ley de Analogía, intensifica esa vibración.
Algunas de Sus influencias y energías afectan en forma prominente a la esencia dévica de la materia de este sexto subplano, y les llega por conducto del Señor Raja Varuna.
Este conocimiento es, astrológicamente, de valor práctico porque permitirá al hombre comprender la naturaleza de su propio cuerpo físico, y sobre todo de su cuerpo astral. Esotéricamente el tipo de materia astral en el cuerpo de un hombre decide la calidad de la sustancia acuosa de su cuerpo físico.
En ocultismo, no hay disociación de las naturalezas físico-psíquicas, pues la segunda determina la primera. En consecuencia el planeta Neptuno tiene una estrecha relación, de acuerdo a la Ley de Analogía con el sexto plano o astral -el plano de la parte líquida del cuerpo físico logoico-, con el sexto subplano del plano físico, la parte líquida del cuerpo físico humano y del físico planetario, y también con el sexto tipo de energía o fuerza, o sea el sexto rayo, produciendo sobre ellos un profundo efecto.
El esquema mayor que rige Neptuno forma un triángulo en el sistema con el sexto esquema y otro más, algo de mucho interés para los astrólogos esotéricos. Está simbolizado por el tridente que sostiene el dios Neptuno; cada diente simboliza los triángulos conectados entre sí por tres líneas de fuerza.
Este planeta tiene también una relación vital con el sexto principio logoico o budi y, por consiguiente, con el sexto principio del hombre. Ningún hombre empieza a coordinar los vehículos búdicos hasta hallarse bajo la influencia neptuniana en una vida u otra. Cuando esto sucede, el horóscopo de la personalidad demostrará que la influencia neptuniana predomina en alguna parte.
El esquema neptuniano rige uno de los tres senderos de retorno, y reúne en sí oportunamente a todos esos Egos que han logrado la realización, manipulando principalmente el sexto tipo de energía que generalmente se denomina devoción.
También la influencia neptuniana preside y hace posible la segunda Iniciación, donde el iniciado produce resultados en el cuerpo astral, siendo sus centros astrales objeto de la atención del Hierofante. Este tipo particular de energía fluye a través de tres centros:
a.
Ese particular centro de la cabeza vinculado al centro del corazón.
El planeta Neptuno, lo mismo que el logos planetario del sexto rayo, controla los centros astrales del hombre. Esta afirmación tiene mucho significado esotérico macrocósmico. Cuando se recuerde que todos los centros -humanos y divinos- están compuestos de esencia dévica, inmediatamente se evidenciará la relación que existe entre esta influencia y los devas, y su efecto reflejado sobre el hombre.
Cuando se descubra el misterio del mar y el enigma de su “desecación” o absorción esotérica, se revelará oportunamente el significado que subyace en: a.
El impulso sexual, interpretado macrocósmica y microcósmicamente.
Cuando el estudiante medite sobre estos pensamientos, deberá tener presente que Neptuno es uno de los planetas principales o sintetizadores, es decir un planeta “absorbente” o “abstrayente”, y que está vinculado con el proceso mediante el cual se obtiene con el tiempo la perfección. El Hijo llega así a la perfección y finaliza la encarnación cósmica.
Existe además un vínculo esotérico muy estrecho entre el hecho que subyace detrás de las palabras bíblicas “el Espíritu de Dios se movía sobre la haz de las aguas” y la actividad legítima y ordenada de la gran Madre cuando construye los cuerpos bajo el impulso del deseo. La verdadera relación que existe entre el plano astral y el plano físico será evidente sólo cuando los estudiantes tengan presente que el plano astral del sistema solar es el sexto subplano del plano físico cósmico y constituye la suma total de la sustancia líquida del cuerpo físico logoico.
Cuando esto es comprendido, se inicia el trabajo de la esencia dévica, evidenciándose el factor deseo o movimiento astral y su acción refleja sobre el cuerpo físico a través del sexto subplano; se observará la gran Madre abocada activamente, influenciada por el deseo, al trabajo de construir, nutrir y producir el calor y la humedad que harán posible la manifestación. La Madre es el más grande de los devas y está muy vinculada a los devas de las aguas, pues la humedad ese esencial para toda vida.
Por consiguiente, el sexto principio o el aspecto amor (principio crístico) y el sexto plano están relacionados; existe una interacción de energía entre el cuarto éter cósmico o energía búdica y el sexto plano o energía astral.
Los devas de ambos planos pertenecen esencialmente a grupos regidos por la influencia neptuniana, por eso el plano astral puede, y eventualmente podrá, reflejar directamente al búdico.
Los devas constructores mayores que se hallan en el segundo plano del sistema solar, el plano monádico o el segundo éter cósmico, dirigen las energías de los devas manipuladores del cuarto éter cósmico, el plano búdico.
Los devas manipuladores del cuarto éter cósmico, en el transcurso de la evolución, desarrollan el plan en perfecta objetividad, por medio de la sustancia viviente de los devas menores del plano líquido o astral.
Cuando lo hayan realizado obtendrán dos resultados: primero, el plano astral reflejará perfectamente al plano búdico y, segundo, el plano físico producirá, por medio de la fuerza del agua o deseo, el vehículo más apropiado para la expresión micro y macrocósmica. La simbología del sistema circulatorio del hombre revela todo esto al esoterista. Cuando el sistema sanguíneo, con sus dos tipos de canales (arterias y venas) y sus dos tipos de constructores (glóbulos rojos y blancos), sea estudiado desde el punto de vista esotérico, se verificarán muchas cosas de naturaleza revolucionaria.
Las leyes del sendero de salida y del sendero de retorno, con los dos grupos de vidas dévicas concernientes, serán comprendidos por el hombre. Aquí puede hacerse otra indicación.
En el cuerpo físico del hombre, en relación con el sistema circulatorio, encontramos en los tres factores, corazón, arterias y venas, la clave que revela los tres tipos de devas, el triángulo del sistema que ellos representan y las tres formas en que se expresa la divinidad.
Existe una circulación en el sistema y también planetaria, y se lleva a cabo en todas partes por medio de la sustancia dévica, tanto macro como microcósmicamente.
Los devas del sexto subplano físico pueden ser divididos en tres grupos y éstos en siete y en cuarenta y nueve, correspondiendo así a todos los grupos del sistema solar. Dichos grupos (en su naturaleza esencial) responden mejor a “lo que “está arriba que a lo que está abajo”, lo cual es una forma ocultista de expresar la íntima relación que existe entre los devas del fuego y los del agua y también de negar la relación que existe entre los devas del agua y los de la tierra. Expresado esotéricamente, los devas del agua se liberan por la acción de los devas del fuego
Los devas del agua por sí mismos encuentran la forma de prestar servicio realizando el gran trabajo de nutrir la vida animal y vegetal del planeta; su meta consiste en pertenecer a ese grupo superior de devas denominados gaseosos o devas del fuego.
Estos, al poner en acción su fuego sobre las aguas, producen la secuencia siguiente, evaporación, condensación y la eventual precipitación que -por su constante actividad- nutre toda vida sobre la tierra.
Puede observarse cómo actúan las leyes psíquicas del amor en el reino dévico y en el humano; primero, el retiro del grupo o segregación de la unidad (lo que se denomina individualización en el reino humano y evaporación en el reino acuático). Luego la condensación o amalgamación del ente en un grupo nuevo o superior, a esto lo llamamos condensación para los devas de las aguas e iniciación para el hombre;
finalmente, el sacrificio del grupo de átomos humanos o dévicos para bien del todo.
De esta manera rigen las leyes de servicio y de sacrificio en el segundo aspecto divino en todos sus sectores grandes o pequeños. Tal es la ley.
Aunque en el reino humano, el amor significa cumplir la ley, se llega a esto por el sendero del sufrimiento y del dolor, y todo aquel que verdaderamente ama y sirve a la humanidad es tendido en la cruz hasta que predomine el sexto principio, y el sexto tipo de materia de sus cuerpos esté completamente sometido a la energía superior. En el caso de los devas, amar es cumplir la ley sin dolor o sufrimiento. Constituye para ellos la línea de menor resistencia porque son el aspecto madre, el factor femenino de la manifestación; el sendero fácil para ellos es dar, nutrir y curar.
Por lo tanto, los devas de las aguas se dedican totalmente a servir a los reinos animal y vegetal y, mediante los fuegos transmutadores, será eliminado todo aquello que sujeta al sexto subplano; por medio de la “destilación y evaporación” esotéricas, estos devas formarán oportunamente parte del grupo gaseoso ígneo y se convertirán en esos fuegos que son la base de la divina alquimia.
Hablando en forma general, se ha de recordar que los devas terrestres de materia densa se transforman, en el transcurso de la evolución, en devas del agua, y oportunamente encuentran su camino al plano astral o líquido cósmico;
los devas de las aguas del plano físico llegan por medio del servicio al subplano gaseoso y luego al cósmico gaseoso, trasformándose en devas del plano mental.
Esto constituye literal y esotéricamente la transmutación del deseo en pensamiento.
Los devas gaseosos se convierten con el tiempo en devas del cuarto éter y, después de largos eones, llegan al cuarto éter cósmico o plano búdico. Por lo tanto, estos tres grupos están cósmicamente relacionados con:
1. El plano astral cósmico y la constelación donde se origina la energía emocional y de deseo. 2. El plano mental cósmico y la constelación de Sirio. 3. El plano búdico cósmico y la constelación de las Pléyades. De esta manera, todo el proceso puede desarrollarse si el hombre estudia cuidadosamente su propia naturaleza y la ley de analogía.
Los devas del subplano gaseoso. Cuando se trata de los elementales o devas menores, regidos por los devas manipuladores de este extenso grupo, tratamos de los devas del fuego y de las esencias ígneas de naturaleza sustancial, que pueden verse en la manifestación de miriadas de formas. Algunas de las subdivisiones de este grupo son conocidas por el estudiante como: Las Salamandras, o las vidas ígneas que pueden ser vistas por los clarividentes saltando sobre las llamas de una hoguera o de un volcán; este grupo puede, de acuerdo al color, ser subdividido en cuatro: rojo, anaranjado, amarillo y violeta, el último de los cuales se aproxima muy estrechamente a los devas del cuarto éter.
Los Agnischaitas, término aplicado a las vidas ígneas, suma total del plano de la sustancia, como se ha visto en la primera parte de este tratado, y también a las minúsculas esencias que componen los fuegos de la manifestación. Cuando se comprenda y estudie la naturaleza de la electricidad del plano físico y su verdadera condición, será revelada la realidad de la existencia de los Agnichaitas. Cuando la raza obtenga la clarividencia, lo cual sucederá seguramente en un gran porcentaje antes de finalizar esta raza raíz, dichos devas se revelarán y el hombre comprenderá que está trabajando con vidas ígneas y que él mismo se halla estrechamente aliado a esas vidas por medio de los fuegos de su propio cuerpo. La clarividencia que se está desarrollando en esta raza raíz es totalmente física y, de acuerdo a la ley, su desarrollo es inevitable porque en la raza raíz Aria el hombre -en la actual cuarta ronda- llega a adquirir la plena autoconciencia. Ello involucra la visión física completa y el perfecto empleo de los tres sentidos del plano físico: oído, tacto y vista. En la próxima raza raíz prevalecerá la clarividencia astral, aunque no será universal, y de este modo se logrará más fácilmente contacto con el plano búdico. En las primeras razas raíces de la próxima quinta ronda, habrá una recapitulación de las actividades de esta ronda hasta que, en la quinta raza raíz, se verá la suma total de lo realizado en la misma. Entonces los hombres comenzarán a manifestar la clarividencia mental. Así los ciclos se mezclan y superponen a fin de que a ninguna unidad de vida, aunque pequeña y sin importancia, le falte la oportunidad.
Estos Agnichaitas del tercer subplano están particularmente influenciados por la energía saturnina. Son los grandes fundidores de la sustancia, y la transmutación de metales es posible por medio de ellos. Tienen con el reino mineral una relación análoga a la que los devas acuáticos tienen con los reinos vegetal y animal.
Evidentemente están relacionados con el centro laríngeo de un Logos planetario o de un Logos solar, y por medio de su actividad se hace posible la transmisión del sonido a través del aire.
Sorprendería a los estudiantes e inventores si se dieran cuenta que el rápido desarrollo actual de las comunicaciones inalámbricas se debe a un grupo de vidas dévicas ígneas quienes han hecho contacto con la vibración humana, lo cual no había sucedido hasta ahora.
Así como cada plano tiene siete subplanos, también cada subplano puede subdividirse, formando a su vez cuarenta y nueve fuegos en cada plano, o los trescientos cuarenta y tres fuegos del sistema solar.
Aquí tenemos la clave del misterio del “cuarto entre los tres” que a veces desconcierta a los estudiantes de los registros ocultos. Hay muchas maneras de leer las cifras 3 4 3, pero el único método que puede insinuarse aquí es el ocultista, el cual consiste en reconocer los tres planos superiores, los tres planos inferiores y el lugar de reunión, el cuarto plano, que se halla entre ellos.
Este cuarto plano ha sido denominado esotéricamente “el lugar de reunión.
Cuando se recuerde que la meta de estos devas gaseosos consiste en alcanzar el cuarto éter cósmico o plano búdico, y que ellos (en sus grupos mayores y menores) constituyen los fuegos macro y microcósmicos internos, podrá obtenerse una idea respecto al verdadero significado de la eventual unificación de las dos líneas evolutivas, pues la meta del hombre consiste también en alcanzar el plano búdico.
Por lo tanto, ciertos grupos de la actual quinta raza raíz están entrando en contacto con la quinta división de esencias dévicas del tercer subplano; el resultado de dicho contacto puede observarse en el estímulo de la respuesta vibratoria manifestada al descubrirse la comunicación inalámbrica y el radio.
Paralelamente podrá percibirse una vibración acrecentada de las espirillas humanas, lo cual hará que, antes de finalizar esta ronda, entre en plena actividad la quinta espirilla del átomo físico permanente humano. Por consiguiente, el trabajo que en la actualidad ha de realizar el Mahachohan en relación con el séptimo rayo (que momentáneamente actúa como síntesis de los cinco tipos de energía regidos por Él) puede resumirse de la manera siguiente:
Primero. Emplea el séptimo tipo de energía a fin de que el ente humano acreciente el reconocimiento de la sustancia más sutil del plano físico. El séptimo rayo es un factor importante para producir la objetividad. La energía del Logos planetario del séptimo esquema predomina en el séptimo plano; es el rayo donde la sustancia dévica y el Espíritu pueden encontrarse y adaptarse mutuamente con más facilidad que en cualquier otro rayo, con excepción del tercero. En la actualidad, por medio de cualquiera de sus sentidos, el hombre tiene plena conciencia en los tres subplanos inferiores; está predestinado a lograr igual conciencia en los cuatro superiores. Esto debe llevarlo a cabo estimulando la sustancia dévica que compone sus cuerpos. Ello se realizará mediante la voluntad dinámica de los devas transmisores cuando energetizan a los devas manipuladores, afectando así a las miríadas de vidas menores que componen el cuerpo del hombre, y también por la acrecentada respuesta del hombre inmanente o pensador, al establecer ellas contacto con su cuerpo. Esta acrecentada percepción se logrará por el despertar de la quinta espinilla, por el desarrollo del quinto pétalo del loto egoico y por la apertura gradual del tercer ojo, iniciándose la actividad uniforme de cinco factores: el centro en la base de la columna vertebral, los tres canales de la columna vertebral y la glándula pineal.
Estos factores involucran la actividad de la esencia dévica, más la resultante percepción del pensador. Luego sigue el empleo consciente de los poderes incipientes. De esta manera la estrecha interrelación e interdependencia de las dos líneas de evolución se hacen extraordinariamente evidentes.
Segundo, el Mahachohan trabaja específicamente en la actualidad (en colaboración con el Manu) con los devas del subplano gaseoso; esto se halla vinculado al trabajo destructor que han de efectuar al finalizar la actual raza raíz, a fin de liberar al Espíritu de las formas que lo restringen. Por consiguiente, puede esperarse que entren en actividad las erupciones volcánicas en lugares inesperados y en las actuales zonas sísmicas y volcánicas. Antes de finalizar el siglo tendrán lugar graves acontecimientos en California y Alaska. El trabajo del Mahachohan puede ser observado por el efecto que los devas del fuego kundalínico producen sobre el hombre Éstos constituyen un grupo peculiar de Agnichaitas que han alcanzado esa etapa de evolución que les permite separarse de su grupo y formar otro, conectado con cierto fuego en los cuerpos del hombre.
Dicho fuego, debido a su actividad actual y a la orientación de dicha actividad, es responsable de la reacción contraria al matrimonio físico y del deseo evidenciado por los hombres altamente evolucionados para evadir la relación matrimonial y limitarse a crear en los planos mental y astral.
Esto se debe a la actual tendencia de los devas manipuladores de los órganos genitales inferiores a trasladarse al centro laríngeo y funcionar allí, empleando la fuerza del fuego kundalínico para llevarlo a cabo.
Todo ello está regido por la ley de evolución, pero en el intervalo entre la causa y el efecto esperado puede producirse mucho daño al evadir la ley y verse el consiguiente sufrimiento.
Por lo tanto, debido a la violenta reacción actual contra las leyes que protegen a la civilización, se ha decidido que la naturaleza de los devas, su función y el lugar que ocupan en el esquema de las cosas sean parcialmente revelados al hombre, debiendo divulgarse la estrecha relación y dependencia que tiene el hombre sobre ellos.
Al mismo tiempo no debe darse información respecto al método para establecer contacto ni las palabras por las cuales pueden ser controlados.
El laxismo en las relaciones matrimoniales, debido a esta causa particular, se observa únicamente entre las personas altamente evolucionadas y entre los pensadores independientes de la raza.
Un laxismo similar entre las masas y los tipos inferiores de la humanidad se basa en una razón diferente; la promiscuidad imperante se debe a cierto desarrollo de la naturaleza animal en su manifestación más inferior. Ambas causas deberían ser consideradas por aquellos que sienten de corazón las necesidades actuales de la civilización. Así podrán colaborar con el Mahachohan en el tan necesario trabajo de trasladar la fuerza desde un centro inferior a otro superior e impedir (por medio del conocimiento) el libertinaje incidental. Esto evitará la profanación del gran amor o impulso sexual inmanente en la naturaleza.
El rayo del ceremonial ha sido llamado a menudo “el ritual matrimonial del hijo”, porque en este rayo el Espíritu y la materia debieran encontrarse y unirse.
Este hecho debería tenerse en cuenta en los próximos cien años, pues se producirán grandes cambios en las leyes del matrimonio.
La indiferencia actual traerá inevitablemente una reacción, y las leyes serán más rigurosas a fin de proteger a la raza durante el período de transición. Dichas leyes no tendrán por finalidad dificultar más la disolución de las relaciones matrimoniales, sino un efecto contrario; la nueva generación será debidamente instruida y protegida, no permitiéndose contraer matrimonio en forma indiscriminada y precipitada; tampoco se permitirá a la juventud contraer precipitadamente obligaciones matrimoniales.
No es necesario extendernos más sobre esto, los hombres sólo aprenden solucionando sus propios problemas, y todo lo que se nos permite, a quienes trabajamos internamente, es hacer una insinuación o indicación.
Otro aspecto del trabajo del Mahachohan en la actualidad está relacionado con el sonido y, en consecuencia, con las devas particulares que estamos considerando.
Por la mala dirección de los hombres y su desarrollo desequilibrado, los sonidos de la tierra, como ser los de las grandes ciudades, de las fábricas y de los instrumentos de guerra, han producido una condición muy grave entre los devas gaseosos, que ha de ser contrarrestada en alguna manera;
los futuros esfuerzos de la civilización estarán dirigidos a producir una revolución contra los males de la vida hacinada, fomentando el anhelo de volver a la naturaleza y a los espacios abiertos.
Una
de las cosas principales del futuro será la tendencia a eliminar
los ruidos, debido a la acrecentada sensibilidad de la raza. Cuando
el hombre controle y utilice la energía del agua y del átomo, se
revolucionarán nuestras actuales fábricas, métodos de navegación
y transporte, tales como navíos y ferrocarriles. Esto tendrá un
potente efecto no sólo sobre los hombres sino también sobre los
devas.
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