TRATADO SOBRE FUEGO CÓSMICO ALICE ANN BAILEY -MAESTRO TIBETANO (Djwhal Khul)
páginas 681-703, editorial Kier. Los pétalos y los centros etéricos.
Sólo queda señalar la estrecha relación que existe entre el desarrollo de los pétalos de los lotos egoicos y los centros etéricos del hombre.
A través de los centros fluye la energía psíquica. Los estudiantes deberían tener cuidadosamente presente los dos hechos siguientes:
Primero, como ya sabemos, el prana vitaliza el cuerpo etérico. La energía pránica estimula la actividad animal y el desarrollo del plano físico, y afecta principalmente a los átomos del cuerpo físico teniendo un triple efecto sobre la sustancia del mismo: a. Conserva la salud animal del cuerpo. b. Construye y erige en el cuerpo, por medio de su energía y sus corrientes de fuerza, lo que se necesita para reemplazar el desgaste y la deterioración diaria. c. Es el medio por el cual el hombre entra en contacto físico con sus semejantes. El magnetismo físico depende amplia, aunque no totalmente, del prana.
Los centros etéricos son los vórtices de fuerza formados de materia etérica debido al impulso astral trasmitido por conducto de los centros astrales.
Dichos centros a su vez trasmiten una energía aún superior y, de esta manera, la afirmación de que los centros etéricos son la fuente de la energía psíquica del hombre es técnicamente verídica, siendo por lo tanto afectados por el desarrollo de los pétalos.
A su vez cada pétalo es una especie de centro de fuerza, y la energía que emana de ellos afecta a los centros etéricos y produce el verdadero tipo de energía psíquica.
La energía que fluye desde el Ego se siente muy poco en las primitivas etapas de desarrollo. El hombre sigue su sendero por medio del instinto animal y racial, y puede recibir sin peligro el estímulo que emana de sus centros grupales y la fuerza impulsora común inherente a la forma y a las primitivas oleadas de vida anteriores. Sólo cuando ha alcanzado una etapa relativamente avanzada (en comparación con la del hombre animal) esa fuerza egoica o psíquica fluye a través de sus centros de tal manera que produce resultados en la conciencia -los cuales oportunamente él percibirá en su cerebro físico.
No me refiero aquí al psiquismo animal corriente desplegado por los animales superiores y por algunos miembros de las razas post lemurianas.
Este tipo de conciencia es inherente a los átomos y parte constituyente del “alma del mundo”, siendo inconsciente e incontrolado, y no tiene cabida en esta enseñanza. Aquí me refiero al psiquismo consciente desplegado por la humanidad avanzada, discípulos e iniciados de todas las categorías, resultante de la afluencia de energía egoica a través de los centros etéricos (principalmente en cinco de ellos), de tal manera que la conciencia del cerebro físico se da cuenta de ella y también de a.
su propósito,
Como ya sabemos, los centros con los cuales el estudiante está relacionado, a.
el coronario, son los únicos que deberían ser considerados. El trabajo que se ha de realizar consiste en transferir la fuerza o energía de los centros inferiores -el de la columna vertebral y el del plexo solar- a los tres centros superiores.
Se presume que ya ha transferido o está en proceso de transferir la energía de los órganos genitales al centro del deseo, el plexo solar, a fin de ayudarla a ascender al centro laríngeo.
El centro del bazo, por ser el vehículo del prana, está especialmente desarrollado de acuerdo a la ley evolutiva y su energía no es transferida a otro centro, sino que es distribuida conscientemente.
Cuando se despierta la analogía que se halla en el centro coronario, éste se convierte en órgano de curación esotérica, por su intermedio el sanador (por un acto de voluntad) absorbe prana y vitalidad de los éteres y luego los exhala sobre el sujeto que va a ser curado, por un acto de curación compasiva.
En conexión con los centros etéricos, deberíamos señalar el hecho de que el centro superior de la cabeza es de estructura dual y constituye un loto de noventa y seis pétalos ubicado entre las cejas y un loto de doce pétalos ubicado en la cima de la cabeza, con un vórtice secundario de noventa y seis pétalos.
El significado del número de pétalos es muy profundo. En todos los casos tenemos el número doce, lo cual demuestra una relación definida con los lotos síquicos básicos en los niveles egoicos.
Doce multiplicado por ocho representa los doce pétalos de cada caso, mientras que en el número ocho se halla oculta la idea de dualidad en a.
el cuatro del cuaternario, Debemos observar también que el doce está vinculado a tres centros, a.
el coronario superior, Si el estudiante analiza esto y vincula las tres hileras de pétalos del loto de doce pétalos, puede hallar iluminación. No es posible dar más indicaciones en esta etapa.
Sólo cuando los centros etéricos -los dos centros de la cabeza y el centro del corazón- están plenamente activos con sus doce pétalos completamente abiertos, entonces la hilera central de pétalos del loto egoico (la cuarta o hilera interna) se abre.
El significado de las cuatro hileras en el loto egoico y las ocho hileras de doce pétalos en los lotos etéricos del plano mental es de gran importancia. Los centros con los cuales el hombre tiene que ver son necesariamente cinco en esta etapa, debido a los siguientes hechos, los cuales deben ser estudiados si el hombre quiere despertar sus centros de acuerdo al plan y seguir sin peligro la línea del verdadero desarrollo psíquico:
La energía parte del quinto plano, el mental, en lo que se refiere al hombre.
Por intermedio del quinto principio el hombre puede trabajar conscientemente para su propio desarrollo.
El sendero de evolución es quíntuple para el hombre, abarcando los cinco planos del desarrollo humano, estando dividido en cinco etapas en lo que respecta al Ego. Aunque el actual es el segundo sistema solar, o Su segundo ciclo egoico principal, desde el punto de vista de los ciclos egoicos del Logos, sin embargo es el quinto visto desde otro ángulo, el de los ciclos menores. Corresponde al quinto período de la evolución humana, en el cual el hombre recorre el Sendero. El Logos está hollando ahora el Sendero cósmico.
La quinta espirilla está en proceso de despertar. Esto ha de efectuarse antes que la interacción de energía entre el loto egoico y los centros etéricos sea tan poderosa que despierte al cerebro físico del hombre y lo haga consciente de las corrientes internas. Ello tiene lugar generalmente cuando el quinto pétalo ya está formado.
Lo precedente puede encararse en forma más amplia desde el punto de vista de los cinco Kumaras. Debe recordarse que el conjunto de centros etéricos de cualquier grupo de hombres forma los centros de fuerza o diminutas “unidades de energía” en los pétalos más grandes de su centro grupal. También forma los pétalos de cualquier centro planetario determinado, y el conjunto de dichos pétalos forma esos centros mayores de energía que denominamos “centros planetarios”, los cuales a su vez son los centros de fuerza del Logos.
En relación con ello el misterio es tan profundo que si el estudiante no evita formularse un concepto demasiado matemático y materialista, se desorientará.
Los centros etéricos del hombre no se hallan ubicados en el mismo plano que los centros etéricos de un Logos planetario, sino en el plano del cuarto éter cósmico, el plano búdico del sistema, y sólo cuando el hombre ha recibido la iniciación final su energía se incorpora a ese centro planetario en su propio plano.
Los centros etéricos del Logos planetario son transmisores y transmutadores de fuerza, y tienen con él la misma relación que los centros físicos con un ser humano. Los centros físico densos, por ejemplo, la boca, son transmisores de algún tipo de energía que surge del cerebro o voluntad humana.
Es un secreto del conocimiento ocultista la comprensión de la fuerza, su transmisión y los efectos que produce la fuerza liberada sobre los planos superiores.
La fuerza o energía afluye desde el Ego.
Actúa por intermedio de los centros etéricos y produce resultados en los tres planos, variando de acuerdo a la edad del alma. Hasta ahora, por falta de alineamiento, la fuerza egoica no llega al cerebro físico tan plenamente como lo hará más adelante, pero si a los centros astrales, siendo frecuentemente la causa de la incontrolada emotividad que se observa en todas partes.
La sustancia astral está aún insuficientemente organizada, y cuando es despertada por la energía egoica actúa violentamente.
Dos corrientes contrarias de fuerza actúan sobre la sustancia astral: primero, la egoica y, segundo, esa vibración iniciada durante incontables épocas en el plano físico, latente en la sustancia misma, resultado de un sistema solar anterior. Esto produce las acciones y reacciones violentas que se observan en cada vida.
No es posible dar más datos sobre el desarrollo de los pétalos y su conexión con los centros etéricos. Sin embargo, pueden hacerse tres indicaciones de importancia práctica respecto a este estupendo tema, y si se reflexiona debidamente sobre ellas, puede llevar a la iluminación a los que están preparados.
La primera es que los centros etéricos se hacen activos en un sentido cuadridimensional (o se transforman en ruedas que giran sobre sí mismas) cuando el aspirante ha cumplido con ciertos requisitos, quien debe entonces dedicarse a desarrollar el quinto y sexto pétalos, o los dos finales de la segunda hilera, y esforzarse en llevar a cabo dos cosas en relación con su triple naturaleza inferior: a. Alinear sus tres cuerpos de manera de formar un canal directo de contacto entre el Ego y el cerebro físico. b. Esforzarse por estabilizar el cuerpo astral y la mente, y procurar obtener ese equilibrio emocional que se produce por el consciente “equilibrio de fuerzas”.
Debe estudiar las leyes de transmutación y la alquimia divina, que le hará conocer el proceso de transmutar la fuerza inferior en superior, transferir su conciencia a los vehículos superiores y manipular corrientes de energía a fin de que su propia naturaleza se transforme.
Entonces se convertirá en un canal por el cual fluirá la luz del Ego y descenderá la iluminación de budi para salvar a la raza e iluminar a aquellos que van dando tumbos en la oscuridad.
Debe demostrar en el plano físico las leyes de la radiactividad en su propia vida, la cual ha de empezar a irradiar y a afectar magnéticamente a los demás.
Quiero significar con esto que comenzará a influenciar a aquello que está aprisionado en otros, porque llegará -por medio de sus poderosas vibraciones- al centro oculto de cada uno.
No me refiero aquí al efecto físico o magnético que muchas almas, poco evolucionadas, tienen sobre otras, sino a esa irradiación espiritual a la cual sólo responden y comprenden quienes están adquiriendo conciencia del centro espiritual dentro del corazón.
En esta etapa, el hombre es reconocido como el que habla ocultamente de “corazón a corazón”. Se convierte en un estimulador del centro cardiaco del semejante, y despierta e impulsa a los hombres para que actúen en bien de los demás.
La segunda indicación es que cuando el aspirante llega a ser progresivamente radiactivo y la energía del Dios interno se demuestra acrecentadamente por medio de la personalidad inferior, las “irradiaciones de calor” se hacen tan poderosas que se obtienen resultados muy definidos de naturaleza personal y ambiental. Algunos de estos resultados pueden ser enumerados de la manera siguiente:
La trama etérica que separa del plano astral la conciencia física inferior del cerebro, inicia un largo proceso de destrucción, produciéndose las primeras “roturas” en la trama.
A través de éstas el estudiante percibe los planos internos, se hace consciente en el cerebro físico de los acontecimientos internos y puede (si es un discípulo) hacer contacto con su Ego (y por medio del Ego) con su Guru. Esto marca un desarrollo muy importante.
El centro superior de la cabeza acrecienta su actividad y puede recibir destellos de iluminación desde los planos superiores. Al principio esto sucede sólo ocasionalmente, y luego con mayor frecuencia a medida que pasan los años y las “roturas” son más numerosas.
Los diferentes triángulos se vivifican y acrecientan su actividad en debida progresión geométrica, mientras que el centro entre los omóplatos, el punto donde convergen ciertos fuegos, entra en actividad.
Esto marca una etapa definida en el proceso de transferir los fuegos a centros superiores.
Generalizando, este período de transferir el calor o energía de los centros inferiores a los superiores puede ser dividido en dos partes:
primero, cuando la energía de los cuatros unificados en la parte inferior del cuerpo (debajo del diafragma) es transferida a los, centros ubicados en la parte superior del torso.
Dichos centros son tres, el corazón, la garganta y el centro entre los omóplatos. Debemos señalar aquí que el centro laríngeo está situado en la parte inferior de la garganta y pertenece al torso y no a la cabeza. Debe mencionarse también que el centro entre los omóplatos no es un centro “sagrado”, sino que es de naturaleza provisional, y lo crea el aspirante mismo durante el proceso de transferencia.
Segundo, cuando la energía de los seis centros inferiores, a.
el laríngeo, son -en debido orden, de acuerdo al rayo y subrayo del hombre- transferidos a las analogías dentro del centro de la cabeza.
Los siete centros de la cabeza son el reflejo en el microcosmos de esas “mansiones preparadas en los Cielos” que reciben la séptuple energía de la Mónada. Constituyen las cámaras que han sido preparadas por la energía inferior, las cuales han de ser recipientes del “alma o energía síquica superior”.
Tercero, podría resumirse esto diciendo que, a medida que el aspirante progresa, no sólo equilibra los pares de opuestos sino que le es revelado el secreto que oculta el corazón de su hermano.
Llega así a ser una fuerza reconocida en el mundo, de quien puede confiarse que se dedicará a servir. Los hombres se dirigen a él en pos de ayuda y apoyo dentro de su línea de actividad, y empieza a emitir su nota a fin de que no sólo escuchen los seres humanos sino también los devas. Esta etapa la realiza por medio de la literatura, las conferencias y la enseñanza, y también por medio de la música, la pintura y el arte. Llega a los corazones de los hombres de una manera u otra, convirtiéndose en un auxiliar y servidor de su raza. Deben enumerarse aquí dos características más de esta etapa. El aspirante conoce el valor oculto del dinero cuando se dedica a servir. No busca nada para sí mismo, salvo aquello que puede prepararlo para el trabajo a realizar; considera el dinero y lo que con éste puede adquirirse como algo que debe ser empleado para los demás y un medio para llevar a cabo los planes del Maestro tal como él los percibe. El significado oculto del dinero es poco comprendido, sin embargo, constituye una de las más grandes pruebas a través de las cuales debe pasar el hombre, y define el lugar que ocupa en el sendero de probación, pues concierne a su actitud y a la forma de manejar aquello que todos los hombres buscan para gratificar sus deseos. Sólo quien no desea nada para sí mismo puede ser el receptor de la esplendidez financiera y el dispensador de las riquezas del universo. En los casos en que la riqueza aumenta, sólo trae penas, dificultades, descontento y abuso.
En esta etapa la vida del aspirante se convierte también en “un instrumento de destrucción”, en el sentido oculto del término. Donde quiera que vaya, la fuerza que fluye a través de él, proveniente de los planos superiores y de su propio Dios interno, produce a veces resultados peculiares en su ambiente. Actúa como estimulante tanto del bien como del mal, estimulando análogamente a los pitris lunares que forman los cuerpos de sus semejantes y al suyo propio, quienes acrecientan su actividad y adquieren excesivo poder.
Este factor es utilizado por Aquellos que actúan internamente para realizar ciertos fines deseados.
Esto a menudo causa momen-táneamente la caída de almas avanzadas, las cuales no pueden resistir la fuerza que fluye a ellas, o sobre las mismas, desviándose por la hiperestimulación temporaria de sus centros y vehículos.
Esto puede observarse tanto en los grupos como en los individuos. Pero cuando los Señores lunares del yo inferior han sido previamente subyugados y controlados sucede lo contrario, entonces el efecto de la fuerza y de la energía, con las cuales entran en contacto, consistirá en estimular la respuesta de la conciencia del cerebro físico y de los centros de la cabeza al contacto egoico.
Entonces esta fuerza que de otra manera sería destructiva se convierte en un factor estimulante, bueno y útil que pueden utilizarlo Aquellos que saben hacerlo, a fin de conducir al hombre a una mayor iluminación.
Estas etapas han de tener lugar en los tres planos inferiores y en los tres cuerpos de acuerdo al Rayo y subrayo particulares. De esta manera el discípulo continúa realizando su trabajo, y también lleva a cabo las pruebas y el entrenamiento a que está sometido, hasta que las dos hileras de pétalos se abren y la tercera comienza a formarse; dirigiendo correctamente la energía y manipulando inteligentemente las corrientes de fuerza, el discípulo es conducido al Portal de la Iniciación, egresando del Aula del Aprendizaje e ingresando al Aula de la Sabiduría -donde gradualmente se hace “consciente” de las fuerzas y poderes que están latentes en su propio Ego y su grupo egoico.
Allí adquiere el derecho a utilizar la fuerza del grupo egoico, porque ya se puede confiar que la empleará únicamente para ayudar a la humanidad.
Después de la cuarta Iniciación se le puede confiar parte de energía del Logos planetario y participar de ella, permitiéndole llevar adelante los planes de este Logos para la evolución. e. La iniciación y los pétalos.
Poca información se permite dar en la actualidad al público en general respecto a la relación que existe entre los pétalos y su desarrollo por medio de la iniciación.
Solamente es posible impartir ciertos enunciados que contienen a.
insinuaciones para dirigir correctamente la energía,
Los estudiantes deben recordar que el objetivo de todo instructor, verdaderamente ocultista, no consiste en dar información, sino en enseñar a los aspirantes a emplear energía mental. Por lo tanto se evidenciará por qué se emplea invariablemente este método de instrucción.
Lleva implícita una indicación dada por el Instructor, quizás la correlatividad de ciertas analogías conjuntamente con sugerencias acerca de los orígenes de la luz. Esto significa que el discípulo ha de reconocer que: a. Vale la pena seguir la insinuación. b. La meditación es el sendero que conduce a la fuente de luz; la insinuación aludida constituye la “simiente” para la meditación. c. Los hechos dispares y sin correlación en vez de prestar ayuda constituyen una amenaza para el conocimiento. d. Cada aspecto de la verdad, progresivamente aplicado, ha de ser asimilado y agregado a la experiencia del estudiante. e. A no ser que las analogías estén de acuerdo en sentido atómico, personal, planetario y cósmico, debe desconfiarse de ellas.
f. Al estudiante no se le imparte mucha información hasta que se haya convertido en discípulo, y menos aún hasta después de ser un iniciado juramentado. La razón de ello concierne a la energía, su aplicación, uso y abuso de la misma.
Continuaremos ahora con nuestro estudio acerca de los pétalos de la iniciación.
Cada una de las tres hileras de pétalos de loto está estrechamente relacionada con una de las tres Aulas.
A esto nos hemos referido anteriormente. Gran parte del trabajo relacionado con la primera hilera de pétalos es parte de la experiencia en el Aula de la Ignorancia.
La etapa más importante consiste en la organización y preparación para el desarrollo, siendo lo que más atañe al hombre. El acto de la apertura de los pétalos es más breve, se produce por la afluencia de calor o fuego solar, dando lugar así a un nuevo acceso de energía, que tiene lugar en nuestro esquema terrestre por medio de la colaboración del Mahachohan, del Chohan del grupo egoico de un hombre y del Ego particular involucrado. Puede ser de utilidad la clasificación siguiente: I. Pétalos de Conocimiento. Primera hilera.
II.
Pétalos de Amor. Segunda hilera.
III.
Pétalos de Voluntad o Sacrificio. Tercera hilera En la etapa que estamos considerando (de formación y desarrollo de la primera hilera de pétalos) la influencia egoica sentida al principio es pequeña, pero cuando los tres pétalos, mediante la energía acumulada y almacenada en el ego durante las actividades de la vida personal, se hallan suficientemente activos y vivos, tiene lugar entonces una forma de iniciación que es un reflejo (en un plano inferior) de las grandes iniciaciones manásicas.
La energía de la hilera externa de pétalos permite que se separe de la hilera siguiente y se abra. Esta triple energía se hace interactiva, alcanzándose así una etapa muy significativa. Esta serie de iniciaciones raras veces es percibida en la conciencia del cerebro físico, debido a la etapa relativamente incipiente en que se hallan los cuerpos y a la falta de respuesta de la materia cerebral.
Sin embargo, son iniciaciones de carácter definido aunque de menor importancia, e involucran principalmente la demostración (dentro de la vida personal del hombre) de un inteligente reconocimiento de sus relaciones grupales en la tierra.
Dicho reconocimiento frecuentemente es de carácter egoísta como, por ejemplo, el que demuestra el trabajador sindicado, pero indica la interacción grupal. Un proceso similar tiene lugar cuando ya se ha formado la segunda hilera de pétalos y está por abrirse. Entonces colaboran el Instructor del Mundo, el Maestro y el Ego implicado, pues dichas iniciaciones menores están relacionadas con la naturaleza amor, la organización astral o emocional, y el reconocimiento (por el hombre en su vida personal) de algún tipo de amor altruista, amor por algo, persona o ideal, que conduce a realizar un esfuerzo altruista y a negar al yo inferior. Esto nos conduce al tercer grupo de pétalos, los pétalos de la voluntad o del sacrificio, y a su desarrollo basado en el propósito inteligente y el amor puro. La fuerza de este grupo recurre a un factor diferente, el factor Manu, como también a la fuerza del Bodhisattva, y el efecto deseado se logra por medio de la plena colaboración del Ego totalmente despierto, ayudado por su propio Maestro (si está evolucionado en un ciclo donde el esfuerzo jerárquico para la humanidad adopta la forma que tiene actualmente) y el Manu.
Oportunamente (después de la segunda Iniciación) el Señor del Mundo vendrá como factor -el Señor del poder mundial- que se expresará plenamente como amor.
Por lo tanto, hablando en términos generales, puede decirse que los grupos egoicos en los cuales se están formando y desarrollando los pétalos de conocimiento quedan bajo la influencia primaria del Mahachohan;
aquellos en quienes el aspecto amor o la segunda hilera de pétalos se está abriendo, quedan bajo la influencia primaria del Bodhisattva, desarrollándoseles los de conocimiento, paralelamente al trabajo que realizan;
mientras que aquellos cuya tercera hilera se está abriendo son dirigidos por la energía del Manu, coordinándose los otros dos tipos de fuerza. Será evidente para el lector atento que aquí se halla oculto el secreto por el cual el Mahachohan mantiene su cargo durante más tiempo que Sus dos Hermanos, desempeñándolo durante un periodo mundial completo.
La clave para estos ciclos está oculta en los siguientes conceptos: El Bodhisattva y el Manu cambian con mayor frecuencia de cargo y pasan a otro trabajo, puesto que cada uno de Ellos personifica un tipo de fuerza triple, mientras que el Mahachohan es el punto focal de cinco tipos de energía, siendo a su vez cada una de naturaleza triple. En cada caso, donde se desarrollan los pétalos, se generan ciertos tipos de fuerza; primeramente se enfrentan, asimilan y emplean en forma inconsciente, finalmente con plena inteligencia. En el Aula de la Ignorancia la fuerza de la energía de Brahma (la actividad y la inteligencia de la sustancia) es la que más se enfrenta, y en ella el hombre debe aprender el significado de la actividad basada en a.
la energía innata,
En el Aula del Aprendizaje el estudiante es consciente de, y emplea la energía del segundo aspecto en la construcción de la forma, en las relaciones sociales, en la familia y en otras afiliaciones grupales. Obtiene el verdadero conocimiento del sexo y sus relaciones, pero aún considera a esta fuerza como algo que ha de ser controlado y no como que ha de ser consciente y constructivamente empleado.
En el Aula de la Sabiduría el iniciado llega a conocer el primer gran aspecto de la energía, el empleo dinámico de la voluntad en el sacrificio; entonces se le confía la clave del triple misterio de la energía. En las aulas anteriores era consciente de esta energía en su triple aspecto. En las tercera, cuarta y quinta Iniciaciones se le proporcionarán las claves de los tres misterios.
Entonces se le entrega la clave del misterio presentido en la primer aula, el misterio de Brahma, y puede liberar las energías ocultas en la sustancia atómica. Se pone en sus manos la clave del misterio del sexo o de los pares de opuestos; entonces puede liberar las fuerzas ocultas en todas las formas. Se le revela la clave para el misterio del sacrificio y el secreto de los Observadores Silenciosos del cosmos, aprendiendo a liberar las energías ocultas del aspecto voluntad. Se le enseña la dínamo del sistema solar, si así puede expresarse, y se le revela la complejidad de su mecanismo.
Los tres misterios fundamentales del sistema solar son los siguientes: 1. El misterio de la Electricidad. El de Brahma. El secreto del tercer aspecto. Latente en el sol físico. 2. El misterio de la Polaridad, o del impulso sexual universal. El secreto del segundo aspecto. Latente en el Corazón del Sol, es decir, en el Sol subjetivo. 3. El misterio del Fuego mismo, o la fuerza dinámica central del sistema. El secreto del primer aspecto. Latente en el Sol central espiritual.
Los tres misterios mencionados, en un sentido particular, están bajo la jurisdicción de ciertos grandes Señores o Existencias, quienes tienen a su cargo revelar el misterio a los iniciados que ya están preparados y que se hallan bajo Su influencia durante las etapas finales del Sendero.
Existen tres claves para desentrañar el misterio de la electricidad; cada una de ellas está en posesión de uno de los Budas de Actividad, quienes tienen la prerrogativa de controlar las fuerzas eléctricas del plano físico y el derecho de dirigir las tres corrientes principales de este tipo de fuerza en conexión con nuestro globo actual.
Estas tres corrientes atañen a la sustancia atómica, con la cual están construidas todas las formas. En relación con nuestra cadena, existen tres Entidades misteriosas (de las cuales nuestros tres Pratyeka Buddhas constituyen únicamente los reflejos en la tierra) que desempeñan una función similar en relación con las fuerzas eléctricas de la cadena.
En el esquema existen tres Existencias que colaboran con el Logos planetario quienes sintetizan Su tercer Aspecto y en consecuencia realizan una tarea similar a la realizada en el sistema solar por los tres aspectos de Brahma.
El misterio de este triple tipo de electricidad tiene gran vinculación con los Constructores menores y con la esencia elemental en un aspecto particular -el más inferior y el más recóndito para la comprensión del hombre, pues encierra el secreto de lo que “subyace” o “se halla detrás” de todo lo objetivo. Secundariamente concierne a las fuerzas contenidas en los éteres, las cuales energetizan y producen la actividad que despliegan los átomos. Otro tipo atañe al fenómeno eléctrico que encuentra su expresión en la luz, controlada en cierta manera por el hombre en los fenómenos tales como las tormentas eléctricas y los relámpagos, en la aurora boreal y en los terremotos y toda actividad volcánica. Todas estas manifestaciones se basan sobre algún tipo de actividad eléctrica y tienen que ver con el “alma de las cosas” o con la esencia de la materia. El Antiguo Comentario dice: “La vestidura de Dios se abre por la energía de Sus movimientos revelando al verdadero Hombre; sin embargo queda oculto para aquel que conoce el secreto del hombre tal como existe en su propio autorreconocimiento.” El misterio de la electricidad concierne a la “vestidura” de Dios, así como el misterio de la polaridad concierne a Su “forma”. En el misterio de la Polaridad se manifiestan tres tipos de fuerza, siendo evidente que los dos misterios tienen que ver con las seis fuerzas. Estos tres tipos de fuerza son manipulados por los Budas de Amor, quienes por medio de Su sacrificio se ocupan del problema del sexo o del “acercamiento magnético” en todos los planos. El Buda a quien nos referimos y que entra en contacto con Su pueblo durante la Luna llena de Wesak, es uno de los tres que están relacionados con nuestro globo, habiendo ocupado el lugar de Aquel que pasó a realizar un trabajo superior en conexión con la cadena, pues existe la misma graduación jerárquica como la vinculada a los Budas de Acción. Un grupo podría ser considerado como los divinos Carpinteros del sistema planetario, el otro como los divinos Armadores de sus partes, siendo Los que unen la diversidad y construyen con ello la forma debido a la influencia magnética que manejan. Las actuales ideas referentes al Sexo deben ser transmutadas y elevadas de su actual significado inferior a su verdadera significación. El Sexo -en los tres mundos- tiene que ver con el trabajo de los Pitris lunares y los Señores solares. Significa esencialmente el trabajo de construir formas con sustancia y su energetización por el aspecto espiritual, y también la elevación del aspecto materia por la influencia del espíritu, pues ambos desempeñan su legítima función colaborando y produciendo -mediante su unión y fusión- al Hijo en toda Su gloria.
Este método de interpretación es aplicable además a todas las existencias que se manifiestan en cualquier plano del sistema y del cosmos. En el concepto del Sexo se hallan encerrados ciertos factores que podrían ser enumerados de la manera siguiente: a.
Atracción mutua. El resultado final de estas sucesivas etapas consiste en que los tres aspectos han desempeñado su función (su dharma) en el plano físico y los tres han expresado cierto tipo de energía.
El aspecto Padre se manifiesta cuando es impartido el impulso inicial, la expresión eléctrica positiva, el germen del Hijo creado, cuya Vida está personificada en el Hijo. Muy poco se ha comprendido el significado oculto de las palabras “El que Me ha visto, ha visto al Padre, pues, Yo y Mi Padre somos Uno”, pronunciadas por el Cristo al responder a la demanda de “Señor muéstranos al Padre”. La Madre, o aspecto negativo, construye y nutre, cuida y quiere al Hijo por medio de las etapas prenatal e infantil, y permanece a su alrededor durante las etapas posteriores, proporcionándole la energía de su propio cuerpo y actividad de acuerdo a Su necesidad.
El Hijo, la energía combinada del Padre y de la Madre, personifica a ambos aspectos y a toda la serie dual de cualidades, pero posee Su carácter propio, una esencia que constituye Su naturaleza peculiar y una energía que Lo impele al cumplimiento de Sus propios fines y proyectos y que, oportunamente, hará que repita los procesos de 1.
la concepción, tal como lo hizo Su Padre. Cuando nos ocupamos del misterio del Fuego, nos enfrentamos con esa misteriosa energía que proviene de fuera del sistema, base de la actividad de la Madre y de la Vida del Hijo.
El Hijo en todos sus actos “se convierte en el esposo de Su madre”, como dicen las antiguas Escrituras. Ésta es una frase enigmática, a menos que se la interprete como una combinación de energías. Sólo cuando el Hijo ha llegado a la madurez y sabe que es esencialmente lo mismo que el Padre, puede desempeñar conscientemente la función de Su Padre y producir y perpetuar aquello que es necesario para el sostenimiento de la generación cósmica. La electricidad cósmica de la sustancia, la de la forma y la de la Vida misma deben fusionarse y mezclarse antes de que el Hombre verdadero (Logos o ser humano) se conozca a sí mismo como creador.
En esta etapa el hombre conoce algo de la electricidad de la sustancia y está adquiriendo algún conocimiento de la electricidad de la forma (aunque todavía la denomina magnetismo), pero nada sabe de la realidad eléctrica de la vida misma.
Sólo cuando la “joya en el Loto” está por revelarse, o la tercera hilera de pétalos está por abrirse, el iniciado comienza a comprender el verdadero significado de la palabra “vida” o espíritu. Debe desarrollar plenamente la conciencia antes de que pueda comprender ese gran algo energetizador, de los cuales los otros tipos de energía constituyen nada más que su expresión.
Quedan sólo dos puntos más para tratar, vinculados a los pétalos y a la iniciación.
Primero, debería observarse que los términos “conocimiento, amor y sacrificio” significan ocultamente mucho más que su significado aparente. Cada hilera de pétalos representa a una de estas tres y también personifica los tres aspectos de la existencia en mayor o menor grado.
Estas tres palabras explican la manera con que se expresan las tres grandes cualidades que (desde el punto de vista del pasado, presente y futuro) caracterizan la naturaleza de todas las entidades que se manifiestan -Dioses, hombres y devas.
Desde el punto de vista del factor central de la manifestación -el hombre- debería comprenderse que el conocimiento era inherente al sistema solar anterior, siendo la facultad de la cual tiene que valerse, pues, está disponible para su uso. Constituye la energía oculta del Logos planetario que debe aprender a enfocarla y aplicarla por intermedio de su cerebro físico. Amor es la facultad ingénita en el presente, siendo la energía oculta del Logos planetario que puede disponer, enfocar y aplicar por medio de su centro cardiaco. Sacrificio es la facultad que le corresponderá en el futuro, y enfocará y aplicará inteligentemente por medio del centro más elevado de la cabeza.
Esto depende del desarrollo de la conciencia y, por lo tanto, del reconocimiento del propósito esotérico de su grupo y de las existencias planetarias.
Como esto involucra lo que se denomina “un acto solar y lunar de abnegación”, significa también comprender correctamente la energía solar y lunar, llevando a ambos grupos a una etapa de actividad colaboradora. Por consiguiente, se refiere a la naturaleza de la Joya en el loto; sólo cuando los tres pétalos de sacrificio de las tres hileras están abiertos, se libera este tipo particular de energía.
Los Señores lunares de los tres cuerpos han sido controlados y su vibración sincronizada, a fin de estar preparados para el gran acto de sacrificio en el proceso final de la renunciación.
Los señores solares, en sus tres grupos principales también están preparados para el sacrificio final que implica lo que se llama la “ruptura entre el sol y la luna”.
Esto da por resultado la ruptura del vínculo magnético entre el verdadero hombre y la sustancia vibratoria sensible con la cual están formados sus tres cuerpos.
Ya no es sentida la necesidad de encarnar, se rompen las cadenas del karma y el hombre queda liberado. Los “Señores lunares vuelven a su propio lugar” o -como lo expresa el cristiano- “Satán es atado por mil años”; esto significa únicamente que la paz praláyica es el sino de dichas entidades hasta volver la oportunidad manvantárica.
El sacrificio final comprende también la desaparición del triángulo inferior o la ruptura del vínculo entre los tres átomos permanentes en la parte inferior del cuerpo causal o loto egoico, y la unidad central de energía.
La energía de estos átomos se libera mediante el intenso calor producido por la unión de los tres fuegos, siendo reabsorbida en el depósito general del espacio interplanetario. El triángulo ardiente se pierde de vista en la llama general y las esencias dévicas, que temporalmente lo formaban, cesan su actividad. También los Angeles solares completan su sacrificio inicial con otro sacrificio final, ofrendándose a sí mismos en el altar ardiente. El cuerpo causal se destruye completamente.
Los cuatro grupos inferiores de Pitris solares retornan al corazón del sol subjetivo o a ese recóndito centro del sistema de donde provinieron, mientras que los tres grupos superiores son llevados (por la fuerza y la energía generadas en la hoguera ardiente y en la llama, y mediante el estímulo producido por la llamarada de la joya central) directamente al sol central espiritual, para permanecer allí hasta otro kalpa en que se les pida Su sacrificio, esta vez como Logos planetarios.
El estudiante debe recordar que cuando piensa en los Pitris debe hacerlo siempre en términos de grupo. Los Pitris que formaron el cuerpo egoico de un ser humano no forman, solos o aislados, los Logos planetarios.
Constituyen los cuarenta y nueve grupos de fuegos solares mencionados que se relacionan con el gran trabajo y se convierten en cuarenta y nueve Logos planetarios en conexión con los siete sistemas solares.
En ellos se halla oculto el misterio de los tres que se transforman en los dieciséis -unidos o sintetizados por el decimoséptimo- lo cual es la analogía, en niveles cósmicos, de las esferas séptima y octava. Por ahora esto será prácticamente un misterio insoluble para el hombre.
Los cuatro grupos que hallaron su camino hacia el Corazón del sistema reaparecerán como los cuatro Logos planetarios que constituyen los veintiocho, posibilitando el logro del diez de la perfección en otras manifestaciones de los sistemas.
Los siete tipos de energía solar encuentran el “sendero de retomo” a la fuente central de donde emanaron; el gran sacrificio culmina cuando se rompe el vínculo entre ellos y los señores lunares (de los cuales se habla esotéricamente como que están “muertos o muriendo” en el campo de batalla), quedando liberados a fin de retornar victoriosos.
El significado esotérico de estas palabras en conexión con la energía que se halla detrás, y actuando a través de toda apariencia podría expresarse de la manera siguiente: Conocimiento es correcta comprensión de las leyes de la energía, de la conservación de la fuerza, de las fuentes de energía, sus cualidades, tipos y vibraciones. Significa comprender: a.
Las diferentes claves de la vibración. El hombre fue aprendiendo todo esto en las diversas aulas por medio de la experiencia práctica, abarcando el placer y el dolor, haciéndosele comprender en las iniciaciones finales no sólo la existencia de dichas fuerzas sino también cómo manejarlas y manipularlas. Conocimiento es: correcta dirección de las corrientes de fuerza, primero en los tres mundos del esfuerzo humano y luego en el sistema solar.
Amor es correcta comprensión del uso y propósito de la forma y de las energías implicadas en la construcción y utilización de la misma y de su eventual desintegración al ser reemplazada. Involucra la comprensión de las Leyes de Atracción y de Repulsión, de la interacción magnética entre todas las formas, grandes y pequeñas, de las relaciones grupales, del poder energetizante de la vida unificadora y del poder de atracción que ejerce una unidad sobre otra, ya sea átomo, hombre o sistema solar. Significa que se han de conocer todas las formas, los propósitos y relaciones de las mismas; concierne a los procesos de construcción en el hombre mismo y en el sistema solar, para lo cual es necesario desarrollar esos poderes que convertirán al hombre en un Constructor consciente, un Pitri solar en el próximo ciclo.
Una de las grandes revelaciones en la iniciación es: revelar al iniciado el centro cósmico particular de donde emana el tipo de fuerza o energía con el cual él -el iniciado- estará relacionado cuando se convierta, a su debido tiempo, en un Pitri solar o divino manasaputra, para una humanidad futura.
Por lo tanto, debe poseer no sólo conocimiento sino también la energía del amor que le permitirá vincular los tres superiores y los cuatro inferiores de una futura raza de hombres en un período distante e individualizarse gracias al sacrificio de su propio principio medio plenamente consciente. Sacrificio significa algo más de lo ya indicado. Implica los factores siguientes: a.
Conocimiento de los propósitos e intenciones del Logos planetario. Cuando se consideran estos y otros factores, es evidente que la energía liberada, en sacrificio a dichos planes e intenciones, abarca un campo tan vasto de sabiduría que jamás podrá imaginárselo el hombre común.
Trata de los propósitos y planes de los Observadores Silenciosos en los tres planos -los cinco y los siete- y la fuerza dinámica de los grandes Ángeles destructores en todos los planos que eventualmente -mediante la manipulación de las tres formas de energía- darán fin a todo lo que existe.
Estos ángeles constituyen un grupo misterioso de Vidas foháticas, que hacen sonar las trompetas de la destrucción y, mediante las notas emitidas, producen esa desintegración que liberará a la energía encerrada en las formas.
El segundo punto es muy breve. Se refiere a la hilera interna de pétalos, o a ese conjunto de tres pétalos o corrientes de energía giratoria que rodean inmediatamente a la “joya en el loto”.
Cada uno de estos tres pétalos está relacionado con una de las tres hileras y se van formando a medida que cada una de ellas se abre.
Constituyen por lo tanto la síntesis del conocimiento, del amor y del sacrificio y se vinculan estrechamente, por medio del tipo de fuerza que fluye a través de ellos, con uno de los tres centros superiores del Logos planetario del rayo particular a que pertenece un hombre. Esta unidad central de triple fuerza debe ser enfrentada de manera especial, en la iniciación.
En la primera, segunda y tercera Iniciaciones, uno de los tres pétalos se abre, permitiendo que se despliegue cada vez más el punto central eléctrico.
En la cuarta Iniciación, la joya (habiéndose revelado completamente) debido a su llameante luz, intenso calor irradiante y tremenda emisión de fuerza, produce la desintegración de la forma que la circunda, la desintegración del cuerpo causal, la destrucción del Templo de Salomón y la disolución de la flor de loto.
El trabajo del Iniciador, respecto a esto, es muy interesante. Por medio del Cetro de Iniciación y de ciertas Palabras de Poder, produce resultados de naturaleza coordinadora, transmutadora y liberadora.
Por medio de la acción del Cetro, tal como ha sido manejado en las dos primeras Iniciaciones, las dos hileras externas se abren, la energía de ambas se libera y los dos conjuntos de fuerza personificados en los seis pétalos se coordinan e interactúan.
Esta etapa de reajuste de pétalos sucede a la denominada anteriormente “desarrollo” y tiene que ver con la acción simultánea de las dos hileras de pétalos.
La interacción entre ambas es total y la circulación de las corrientes va perfeccionándose. El Cetro es aplicado a lo que podría llamarse el pétalo “clave”, de acuerdo al rayo y subrayo a que pertenezca un hombre. Lógicamente esto difiere en relación a la unidad de fuerza implicada.
Es interesante observar aquí que así como la sustancia del pétalo es sustancia dévica y la energía de los pétalos y la energía de ciertos manasadevas (una de las tres categorías superiores de Agnishvattas), el iniciado es influenciado (esta palabra no es totalmente apropiada para explicar satisfactoriamente el tipo de servicio dévico que aquí se necesita) por un gran deva que representa el equilibrio de la vibración sustancial producida por los esfuerzos del iniciado, ayudado por los adeptos que lo presentan, los cuales representan uno de los dos polos de fuerza, la cual es temporariamente estabilizada por el Iniciador. Estos tres factores, 1.
el deva representante, forman, durante un breve segundo, un triángulo de fuerza con el iniciado en el centro.
A través de ellos circula el tremendo poder, el “fuego de los Cielos”, que es descendido desde la tríada superior por medio del Cetro eléctrico.
Esta aplicación de fuerza extraegoica es en sí misma de triple naturaleza; está simbolizada por los tres agentes protectores y la triple naturaleza del Cetro mismo. Emana, en sentido primordial, del Logos planetario del rayo a que pertenece un hombre y procede de uno de los centros planetarios correspondientes al centro coronario, al cardíaco o al laríngeo de un ente humano.
Dicha energía se aplica a la hilera correspondiente de pétalos y al pétalo correspondiente de la hilera de acuerdo a la iniciación recibida y a los rayos primario y secundario. Podrá observarse aquí una estrecha relación entre los pétalos y los centros del nivel etérico del plano físico y se verá (cuando se ha realizado el trabajo necesario) cómo es posible obtener una transmisión directa de fuerza desde los planos superiores a los inferiores, en el siguiente orden:
a. Desde el centro logoico, el Logos planetario, a la Mónada en su propio plano. b. Desde esa Mónada, a una de las tres hileras de pétalos, de acuerdo al aspecto o rayo correspondiente. c. Desde la hilera de pétalos, considerada como una unidad, a uno de los pétalos de la hilera, según la cualidad y tipo de fuerza, empleando al pétalo como agente transmisor. d. Desde el pétalo particular en el cual está centrada momentáneamente la fuerza, a uno de los átomos permanentes, también de acuerdo al rayo y tipo de fuerza.
e. Desde el átomo permanente vía el triángulo atómico y los centros mental y astral, a uno de los centros superiores del cuerpo etérico particularmente implicado.
f. Desde el centro etérico al cuerpo físico.
Hemos expuesto aquí brevemente el proceso de transmisión de fuerza desde la Mónada al hombre en el plano físico y, por lo tanto, será evidente el énfasis puesto continuamente sobre la necesidad de lograr pureza corpórea (en los tres cuerpos) y sobre el alineamiento de esos cuerpos, a fin, de que la fuerza pueda afluir ininterrumpidamente.
Los efectos de este descenso de fuerza pueden ser considerados de dos maneras, material o psíquicamente.
El efecto material, o el resultado de este estímulo sobre las formas y los átomos de las formas, consiste en hacerlas radiactivas o liberar la energía de la sustancia. Constituye la liberación de la energía aprisionada dentro de la forma, y se relaciona con el aspecto Brahma y la evolución de la materia misma. Afecta a los cuerpos lunares y, por lo tanto, está vinculado con los Pitris o Señores lunares, lo cual debilita su aferramiento sobre los constructores menores, sometiéndolos cada vez más a las corrientes de fuerza provenientes de los Ángeles solares, produciendo una situación que oportunamente hará regresar a los Pitris lunares de cualquier categoría al punto central de la sustancia de fuerza.
En sentido síquico el resultado de la afluencia lo constituye la estimulación de la conciencia y la adquisición (por medio de ese estímulo) de los poderes psíquicos latentes en el hombre.
Sus tres centros físicos superiores, la glándula pineal, el cuerpo pituitario y el centro alta mayor son afectados y el hombre se hace síquicamente consciente en el cerebro físico de las influencias, acontecimientos y poderes superiores. Según el rayo involucrado así será el centro afectado. Será reemplazada la fuerza de los Señores lunares, que ha logrado mantener en estado pasivo a estos tres órganos, por la energía que verterán los Ángeles solares. Todo ello está también estrechamente relacionado con la triple energía del cuerpo físico, que produce efectos en la columna vertebral, elevando de su base al fuego kundalínico, haciéndolo ascender por el triple canal de la columna, también de acuerdo al rayo y aspectos implicados.
Nada más puede decirse sobre ello, pues los peligros de un conocimiento prematuro sobre esta línea son mucho mayores que los peligros de la ignorancia.
Baste señalar que los fuegos de los centros inferiores -los de debajo del diafragma- en el momento de alcanzar la segunda iniciación, generalmente han ascendido al centro entre los omóplatos;
en el transcurso de la segunda iniciación se elevan hasta la cabeza,
entonces entran en actividad todos los fuegos del torso. Sólo queda
por efectuarse su centralización, a fin de establecer la necesaria
interacción geométrica entre los siete centros de la cabeza, para
luego enfocarlos en el centro más elevado, antes de la liberación
final.
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