TRATADO SOBRE FUEGO CÓSMICO ALICE ANN BAILEY -MAESTRO TIBETANO (Djwhal Khul)
páginas 612-626, editorial Kier.
La aparición del cuerpo egoico y su composición
c. La aparición del cuerpo egoico y su composición general, a fin de que el estudiante comprenda que la evolución afecta también a ese cuerpo y no sólo a las formas del hombre en los tres mundos.
Los efectos del proceso son interdependientes y, a medida que el yo inferior se desarrolla o que la personalidad se hace más activa e inteligente, se obtienen resultados en el cuerpo superior.
Debido a que estos efectos son acumulativos y no efímeros, los resultados inferiores, el cuerpo egoico similarmente se hace más activo y la manifestación de su energía aumenta.
Al finalizar el período evolutivo en los tres mundos se ve un constante intercambio de energía; la luz irradia sobre las formas inferiores, que reflejan la irradiación superior;
el cuerpo egoico es el Sol del sistema inferior, y sus cuerpos reflejan sus rayos así como la luna refleja la luz del sol solar. Similarmente, el Sol egoico -por medio de la interacción- brilla con mayor intensidad y gloria.
En los niveles superiores tiene lugar una interacción similar, durante un corto periodo de tiempo, entre la Mónada y su reflejo, el Ego, pero sólo en el próximo sistema solar esta interacción será llevada a una lógica conclusión.
Habiendo considerado, por lo tanto, muy brevemente estos tres tópicos, podemos ahora seguir estudiando el proceso seguido por el Ego cuando trata de manifestarse en los tres mundos. Esforcémonos por interpretar mentalmente los procesos en términos de energía y de fuerza.
El Antiguo Comentario dice: “Cuando la Chispa toca los cuatro pabilos, y cuando el Fuego espiritual en su triple esencia se encuentra con aquello que es combustible, surge la Llama. Fulgurando tenuemente al principio parece acercarse a la muerte, pero los pabilos arden y fulguran reteniendo el calor. Éste es el primer ciclo, y se denomina la rueda fulgurante.
El fulgor se acrecienta en una pequeña llama, y los cuatro pabilos arden pero no se consumen, pues el calor no es suficiente. La luz de estos tres fuegos es tan tenue que no ilumina la caverna. Sin embargo, Aquel que se acerca y vigila, siente la llama y el calor esenciales. Éste es el segundo ciclo, y se denomina la rueda que da calor.
La pequeña llama se convierte en una lámpara encendida. El fuego arde, el humo prevalece porque los pabilos arden intensamente y el calor es suficiente para destruirlos rápidamente. La lámpara ubicada en medio de la oscuridad, hace que se manifieste la densa oscuridad; la luz y el calor se perciben. Este tercer ciclo se denomina la rueda iluminada.
Los cuatro pabilos y la llama parecen ser uno; se ha desvanecido casi todo el humo porque lo que más se ve es la llama. La caverna se ilumina, aunque la lámpara todavía es aparente. El cuarto ciclo se denomina la hora de la rueda ígnea.
El ciclo final llega cuando la lámpara misma se ha consumido, destruida por la intensidad del calor. Aquel que vigila, viendo realizado el trabajo, aventa el punto central de fuego, produciéndose una repentina llamarada. Los pabilos nada son -la llama es todo. La Ciencia Sagrada dice que éste se denomina el ciclo de la rueda consumida.”
En esta simbología arcana está oculto (en términos de energía y de actividad radiante) todo el secreto de la energía egoica y del impulso que hace sentir su presencia en la sustancia de los planos inferiores; el estudiante debería interpretar las frases que anteceden tanto macrocósmica como microcósmicamente.
En toda manifestación el impulso originador viene del primer aspecto que se halla oculto en el corazón del loto egoico, pero dicha Entidad actúa de acuerdo a la ley;
en las primeras etapas (los primeros tres ciclos) el proceso tiene lugar bajo la Ley de Economía, ley de la sustancia misma;
en los dos ciclos finales esta ley se fusiona (aunque no es reemplazada, pues aún es muy poderosa) con la Ley de Atracción, la ley fundamental del Yo divino.
La incomprensión de esto ha dado lugar a la confusión que existe en las mentes de muchos metafísicos respecto a lo que se manifestó primero, si el deseo o la voluntad, y a la diferencia que existe entre ellos, y también entre impulso y propósito, instinto e intención.
En las primeras etapas el hombre reencarna regido por la Ley, de Economía; sin embargo, aunque el aspecto voluntad está detrás del proceso, durante un largo período de tiempo la atracción de la sensación y reflejo en la conciencia, el deseo, produce el renacimiento. Dando la sensación una cualidad de la materia o sustancia, el Yo al principio se identifica con la sensación.
Luego, cuando el Yo empieza a identificarse consigo mismo y a reconocer la naturaleza del no-yo, la Ley de Atracción y de Repulsión se hace más activa, desplegándose la voluntad y el propósito conscientes.
Debe recordarse aquí que existe una gran diferencia, en tiempo y espacio, entre el Logos o Macrocosmos y el Hombre o Microcosmos.
El hombre corriente viene a la encarnación por medio del impulso egoico, basado sobre el deseo y la relación entre el segundo y el tercero o el Yo y el no-yo. El hombre traerá oportunamente (por medio de la evolución) la revelación del primer aspecto, y el impulso egoico (basado en la comprensión mental consciente del propósito en consideración) será el factor dominante, demostrándose por medio de una definida voluntad de actuar.
En relación con el Logos, la primera etapa ha sido dejada muy atrás; la manifestación logoica se basa en la voluntad y el propósito y también en la actividad consciente inteligente. La razón de esto consiste en que el Logos y también los Logos planetarios están en el sendero de iniciación cósmica. En consecuencia, aunque el impulso originador viene del punto central, al principio no se evidencia.
En el momento de la individualización, el delineamiento confuso de una forma tal como la descrita anteriormente hace su aparición en niveles mentales, y (aunque todavía no ha sido reconocido por los estudiantes) se hace evidente que en los niveles mentales ha transcurrido un período destinado a prepararse para el inminente acontecimiento.
Debido a la actividad de los Ángeles solares, los doce pétalos han tomado forma gradualmente, ya que el punto de fuego eléctrico en el corazón ha empezado a hacerse sentir, aunque todavía no se haya localizado.
Entonces. los tres primeros pétalos se configuran y se cierran sobre el punto vibrante o “joya”, regido por el poder de la Ley de Atracción. Uno por uno otros nueve pétalos toman forma a medida que las vibraciones empiezan a afectar a la sustancia solar, siendo cada uno de los tres tipos de pétalos influenciados por uno de los Rayos mayores; éstos a su vez lo son por la fuerza proveniente de centros cósmicos.
Como ya se ha mencionado, dichos pétalos forman un capullo, estando cada uno herméticamente cerrado.
Únicamente pueden observarse tenues vibraciones que palpitan en el capullo, apenas perceptibles como para testimoniar que es un organismo viviente.
Puede verse sombrío y confuso al “circulo no se pasa”, el límite que ha de circunscribir la actividad de la Conciencia incipiente.
Es un ovoide o esfera, muy pequeño todavía.
El proceso de formación del loto egoico se ha ido desarrollando silenciosamente desde el momento en que el hombre animal inferior y los cuatro principios inferiores, alcanzaron un punto en que la energía (generada por él) podía empezar a hacerse sentir en niveles mentales.
Cuando el fuego (el triple fuego de la sustancia misma) de las envolturas inferiores, ya preparadas, se hace radiactivo, la aparición nebulosa del tercer subplano del plano mental comienza a organizarse como resultado de la atracción descendente que ejerce lo inferior sobre lo superior y de la respuesta del aspecto Espíritu a la irradiación o atracción de la materia.
Pero la individualización, tal como la entendemos, todavía no se ha efectuado.
Este proceso de radiactividad de lo superior, abarca un largo período en que los Ángeles solares actúan en Su propio plano y los Pitris inferiores también en los Suyos; un grupo produce el núcleo del cuerpo egoico, y el otro el receptáculo para la vida de Dios o la Mónada en los tres mundos.
Luego llega un momento preestablecido en la vida del Logos planetario en que Sus centros se activan en forma particular, el cual coincide con la encarnación de las Mónadas y su descenso en los tres mundos.
Se forma un triángulo en el sistema (pues los tres siempre producen los siete); mediante la liberación de la triple energía se coordina el trabajo de los Pitris solares y lunares, y el jiva correspondiente se apropia de los tres átomos permanentes que aparecen en la base del loto egoico.
La individualización ha tenido lugar y el trabajo de unificación se ha completado; el cuarto reino de la naturaleza es un ‘hecho consumado; la Mónada se ha revestido de cuerpos materiales, apareciendo el ente autoconsciente en el plano físico.
Si leemos lo que expone H. P. B. sobre las tres primeras rondas de nuestro esquema terrestre, considerando que se refiere al período de condensación del cuerpo causal en el nivel mental y abarca el periodo de tiempo que conduce a la aparición del hombre en la cuarta ronda, tal como es en la actualidad, puede arrojarse alguna luz sobre este difícil tema. Podrá observarse que los lotos egoicos están agrupados, y cada uno forma parte de un grupo. A su vez estos grupos forman parte de un loto más vasto que personifica la conciencia de una Entidad mayor, cuya “joya” puede encontrarse en el segundo subplano.
A su vez todos pueden dividirse en siete grupos fundamentales. Estos siete grupos o conjuntos de lotos egoicos, forman los siete tipos de conciencia de esas Entidades que son los siete centros de fuerza de nuestro Logos planetario. Estos siete, a su vez también se sintetizarán en niveles superiores, en tres centros superiores, hasta que toda la energía y fuerza que ellos representan es reunida y absorbida por el centro que corresponde al centro más elevado de la cabeza del Logos planetario. Cada Logos personifica a un tipo de energía cósmica y cada uno de Sus centros personifica a una de sus siete diferenciaciones de ese tipo de energía.
Cada uno de estos siete nuevamente se manifiesta por medio de grupos egoicos, los cuales también están compuestos por esos puntos de energía que llamamos Egos.
Tales innumerables grupos egoicos forman un todo radiante y entrelazado, aunque son diversos y diferentes en lo que respecta a su grado de desarrollo y color secundario.
Así como los pétalos del loto egoico de los jivas encarnantes se abren con distintos colores y en diferentes períodos, así también los grupos egoicos se desarrollan diversamente en cuanto a tiempo y secuencia.
Esto le da una apariencia maravillosa.
Así como el Maestro puede (estudiando el grupo o el loto mayor del cual forma parte) asegurarse de la condición en que se encuentran los entes humanos que constituyen el grupo, de la misma manera el Logos planetario puede hacerlo por medio de la identificación consciente (observen los términos) de la condición de los diversos grupos por cuyo intermedio Su trabajo puede ser realizado.
Será evidente así para el estudiante que la aparición de los Jivas encarnantes en el plano físico será regida: Primero, por el impulso basado en la voluntad-propósito de la Vida que anima al conjunto de grupos pertenecientes a cualquier subrayo o a uno de los siete grupos mayores.
Segundo, por el impulso basado en la voluntad, coloreada por el deseo, de la Vida que anima al grupo egoico de un hombre.
Tercero, por el impulso basado en el deseo del Ego por manifestarse en el plano físico.
A medida que madura la identificación de un hombre con su grupo, el impulso del deseo se modifica, hasta que oportunamente es sustituido por la voluntad grupal.
Si se medita sobre esto se evidenciará que los Egos no vienen a la encarnación uno por vez, sino de acuerdo al impulso grupal y por lo tanto en forma colectiva. Ésta es la base del karma colectivo y del karma familiar.
El impulso individual que lógicamente es una reacción al impulso grupal, es el resultado del karma personal.
Aunque se haya arrojado alguna luz sobre el tema de la reencarnación, quizá se ha dicho demasiado para acrecentar su magnitud y complejidad. El hombre común está limitado a emplear el cerebro físico y, por lo tanto, es incapaz de pensar en términos grupales.
El impulso egoico, en cualquier grupo o unidad grupal, se hace sentir por una palpitación o acceso de energía que emana del punto central. Esta actividad central la produce la actividad del Logos planetario quien actúa por intermedio de Ios grupos que se encuentran en Sus centros y, de acuerdo con el centro estimulado, así serán afectados los grupos correspondientes.
No nos podemos extender más sobre esto, pues el tema es estupendo y se halla más allá de la comprensión del hombre; solo es necesario que comprenda que en esta cuestión él depende del Logos planetario. En consecuencia, del centro grupal surge el anhelo de emprender una renovada actividad, y ésta se propaga por todo el loto grupal hasta que los entes que responden a la vibración de ese rayo particular “despiertan” en sentido oculto.
Durante todo el tiempo (en lo que se refiere a los jivas) éste ha sido el primer aspecto de fuerza, pasando desde un punto central a otros puntos centrales.
En cada caso los núcleos positivos son afectados por el surgimiento del fuego eléctrico o energía. Cada punto implicado responde con una contracción primaria, seguida por un despliegue de energía que va hacia afuera o que se expande. Cada Entidad involucrada pronuncia una PALABRA. Este sonido se expande hasta convertirse en un mántram y los Ángeles solares vibran en respuesta. Aquí deben tomar nota de un punto muy interesante.
a. El primer aspecto actúa por medio de la Palabra de Poder.
Habiendo pronunciado la Palabra el primer aspecto, representado por el fuego eléctrico en el centro del loto, se sumerge en una pasividad y se convierte en una abstracción, en lo que respecta al ente autoconsciente
El trabajo ha comenzado, la vibración necesaria ha sido iniciada y todo el proceso prosigue entonces de acuerdo a la ley.
Los Angeles solares emprenden su actividad y hasta que su trabajo no haya alcanzado una etapa muy elevada, el aspecto Espíritu debe, en el cuerpo causal, convertirse en la analogía del Observador Silencioso.
A medida que los Ángeles solares continúan pronunciando el mántram, base de su trabajo, los Pitris lunares responden a ciertos sonidos de ese mántram (no a todos al principio), extrayendo de esos sonidos la fórmula bajo la cual su trabajo debe proseguir.
De esta manera la Palabra es la base del mántram y el mántram es la base de la fórmula. En cada encarnación se necesitan formas más refinadas; por lo tanto, las fórmulas son más complicadas y los sonidos, sobre los cuales están basadas, más numerosos. Con el tiempo las fórmulas se completan y los Pitris lunares no responden ya a los sonidos o mántram entonados en el plano mental. Esto indica la etapa de perfección y demuestra que los tres mundos ya no ejercen una atracción descendente para el jiva implicado.
El deseo de manifestarse y obtener experiencias inferiores ya no influye, quedando sólo el propósito consciente.
Solo entonces puede ser construido el verdadero Mayavirupa; entonces el Maestro pronuncia el mántram para Sí Mismo, y construye sin fórmulas en los tres mundos.
En el momento que el hombre comienza a hollar el Sendero de Probación, los mántram de los Ángeles solares empiezan a desvane-cerse, y lentamente (a medida que se abren los pétalos del circulo interno) surge la verdadera Palabra, hasta que los tres pétalos que forman el santuario se abren y la chispa central es revelada.
Entonces la Palabra es plenamente conocida, y de nada sirven los mántram y fórmulas. Así se revela la belleza del esquema.
Al tratarse del Logos planetario, la Palabra emitida en niveles cósmicos se convierte en mántram en los planos etérico cósmicos, pues Él está en situación de crear conscientemente en esos niveles; sin embargo, actúa por medio de fórmulas en los planos físico densos de Su esquema, nuestros tres mundos de esfuerzo.
Retomando el tema de los jivas reencarnantes: Cuando se ha dado el impulso inicial la vibración palpita a través de los pétalos, y la actividad se inicia en aquello que responde a la nota de esa Palabra.
Los Angeles solares dirigen la vibración y se origina el mántram para ese tipo particular de Ego.
Finalmente, la vibración llega hasta la unidad mental en la base del capullo del loto, y los Pitris lunares entran en actividad. Empiezan a desarrollar sus fórmulas para el tipo particular de vehículo requerido. f. Actividad de los Pitris. La actividad conjunta de los Pitris solares y lunares en el proceso seguido por el Ego reencarnante, es el próximo tópico que consideraremos.
El Ego, impulsado por el deseo de obtener experiencia física, ha hecho el movimiento inicial, y una vibración emanada desde el centro del capullo del loto llega hasta los pétalos del loto, en consecuencia ha vibrado con sustancia dévica o materia vitalizada por los Agnishvattas.
Debido a que son energetizados para que entre en actividad (de acuerdo con el grupo afectado), la vibración aumenta y se emite un sonido dual. Dicho sonido constituye la base del mántram sobre el cual se funda el ciclo de encarnación del Ego.
La vibración que pulsa a través del círculo externo de pétalos (pues los dos círculos internos y los tres pétalos centrales no responden todavía) llega al triángulo formado por los tres átomos permanentes, vivifica a las tres espirillas inferiores y causa una ligera respuesta en la cuarta, dejando a las tres superiores aletargadas.
En cada ronda ha sido “creada” una de las espirillas, y en la presente cuarta ronda (por la creación de la cuarta espirilla), pudo venir a la existencia el cuarto reino o reino humano.
La palabra “creación” debe ser comprendida esotéricamente y significa la aparición en manifestación activa de alguna forma de energía. Sólo en la próxima ronda la quinta espirilla será un ente activo funcionante, en un sentido incomprensible hasta ahora.
Los estudiantes deben recordar que esto se aplica principalmente a la humanidad individualizada en este globo, siendo también aplicable a la cadena anterior; sin embargo, los entes que vienen desde la anterior a la cuarta cadena o cadena terrestre, son mucho más evolucionados que la humanidad de la tierra, y su quinta espirilla se está despertando para emprender una actividad organizada en la actual ronda. En la Naturaleza todo se superpone.
Por lo tanto, cuando esta vibración proveniente de la Voluntad central, ha llegado al triángulo atómico, indica que todo el loto está dirigiendo su fuerza hacia abajo, y durante el período de manifestación la afluencia de energía egoica se dirige a lo inferior y en consecuencia se aparta de lo superior.
En esta etapa muy poca energía egoica se dirige a la Mónada, pues no ha generado aún suficiente fuerza ni es todavía radiactiva en lo que concierne al aspecto Espíritu.
Sus actividades, durante la mayor parte del tiempo, son principalmente internas y autocentradas, o están dedicadas a despertar los átomos permanentes y no a abrir los pétalos. Esto debe tenerse muy en cuenta. El trabajo de los Angeles solares es triple, consiste en: 1. Dirigir la vibración hacia el triángulo atómico. Aquí debe recordarse un hecho muy interesante. Los tres átomos permanentes o los tres puntos del triángulo, no mantienen siempre la misma posición respecto al centro del loto, sino que de acuerdo al grado de desarrollo así será la posición de los átomos y la captación de la fuerza que afluye. En las primeras etapas, el átomo físico permanente es el primero en recibir dicha afluencia, haciéndola pasar a través de su sistema al átomo astral permanente y a la unidad mental.
La fuerza circula cuatro veces alrededor del triángulo (nuestra ronda es la cuarta) hasta que hace contacto nuevamente con la unidad mental y la energía se centraliza en la cuarta espirilla de la unidad mental.
Sólo entonces comienzan su trabajo los Pitris lunares y se establece la coordinación de la sustancia que formara la envoltura mental, actuando luego con el cuerpo astral y, finalmente, con el cuerpo etérico.
En una etapa posterior de la evolución del hombre (en la que se halla hoy el hombre común) primeramente se hace contacto con el átomo astral permanente, y al circular la energía a través de él, llega a los otros dos.
En la etapa del hombre intelectual avanzado, la unidad mental ocupa el principal lugar. En este caso existe la posibilidad de alinear los tres cuerpos, lo que más tarde será un hecho consumado. La quinta espirilla en los dos átomos inferiores aumenta su vibración.
Como ya se sabe, hay únicamente cuatro espirillas en la unidad mental, y en el momento en que está plenamente activa es posible la coordinación del antakarana. Entonces se producen cambios en el loto egoico y se abren los pétalos, dependiendo parcialmente de la vibración y del despertar de las espirillas.
El estudiante debe recordar que tan pronto como la unidad mental se convierte en el ápice del triángulo atómico, se produce una condición donde la fuerza futura penetrará simultáneamente por los tres átomos a través de los tres pétalos abiertos del círculo externo, entonces el hombre habrá alcanzado una etapa bien definida en la evolución.
Dirigir y aplicar la fuerza a los átomos es la tarea de los Pitris solares. A medida que progresa la evolución su correspondiente trabajo se hace más complejo, pues los pétalos se van abriendo y el triángulo gira más rápidamente. 2. Pronunciar el mántram que hará posibles las 777 encarnaciones. Cada cifra de esta triplicidad representa: a. Un ciclo de manifestación egoica. b. Un sonido particular que permitirá al Ego expresar algún subrayo del rayo egoico. c. Los tres círculos de pétalos que se abren como resultado de las emanaciones. d. El grupo particular de manasadevas que forman el cuerpo causal del Ego involucrado. Por consiguiente, los sonidos mántricos se basan en guarismos y por medio del mántram (que aumenta en volumen, profundidad y cantidad de sonidos involucrados a medida que pasa el tiempo) la fuerza es dirigida, los correspondientes pétalos son impulsados a la actividad y los Pitris lunares se hacen conscientes de la tarea de preparación para cualquier encarnación. 3. Construir lo que hace falta para completar el cuerpo causal.
En las primeras etapas este trabajo es comparativamente insignificante, pero cuando se ha alcanzado la tercera etapa de desarrollo y el hombre manifiesta carácter y capacidad, su trabajo aumenta rápidamente, ocupándose de perfeccionar el cuerpo egoico, o de expandir la conciencia egoica si se prefieren términos metafísicos. Esto se lleva a cabo por el material que proporciona el yo inferior. Cuando la Personalidad inferior se va haciendo gradualmente radiactiva, dichas irradiaciones son atraídas por el ego positivo y absorbidas en su naturaleza por la actividad de los Angeles solares.
Estas tres actividades constituyen el trabajo principal de los Pitris solares en lo que concierne al hombre. Cuando involucra al grupo y no al individuo, su trabajo reside en ajustar las unidades egoicas a sus grupos y hacerlas conscientes del mismo, pero esto sólo es posible en las etapas finales de la evolución cuando el trabajo del grupo más elevado de los Agnishvattas ha sido bien realizado.
El grupo medio, que forma los nueve pétalos, es siempre el más activo. Los Pitris trabajan vinculados con el grupo inferior, quien transmite la energía directamente al triángulo atómico, que a su vez lo recibe del grupo medio.
No es posible dar más detalles sobre esto pues el trabajo de los Agnishvattas es grande y complicado y, en ciertos detalles, difiere en los distintos esquemas.
Quienes trabajan en los esquemas de Urano, Neptuno y Saturno lo hacen en forma algo distinta a aquellos que actúan en el esquema de Venus, Vulcano, Marte, Mercurio, Júpiter, la Tierra y el esquema exotérico de Saturno, haciendo lo mismo los Manasadevas de la ronda interna.
Se observará que tenemos nuevamente una triplicidad de grupos que representa una triplicidad de fuerza, y aquí hay una insinuación.
En la lista central de esquemas, el grupo medio y el inferior de Agnishvattas están activos.
En los otros, el grupo superior y el del medio son los que dominan, porque estos planetas, los más esotéricos y sagrados de la manifestación, se ocupan sólo de los egos que se hallan en el Sendero y, por lo tanto, están grupalmente activos.
Esto podría esperarse de Urano, Neptuno y Saturno, pues constituyen los esquemas planetarios sintetizadores y proporcionan condiciones aptas únicamente para la etapas muy avanzadas. Son los planetas “cosechadores”.
Respecto a estos Egos existe mucha confusión en las mentes de los estudiantes debido a que no han comprendido (como lo señala H. P. B.) ( ) que La Doctrina Secreta se ocupa principalmente del esquema planetario de nuestra Tierra; tiene muy poco que impartir respecto a los demás esquemas y a los métodos para desarrollar la autoconciencia. El procedimiento general en los niveles mentales es el mismo, pero como cada esquema personifica un tipo de fuerza particular, la peculiaridad de esa fuerza colorará toda su evolución y los Agnishvattas harán el trabajo que les corresponde.
No es posible establecer cuál es la coloración particular del Rayo que personifica a nuestro esquema, pues es uno de los más recónditos misterios que se revela en la iniciación; los estudiantes deben recordar que los fundamentos expuestos aquí no se refieren específicamente a nuestro esquema. En la literatura ocultista moderna se expone mucho acerca del proceso seguido para lograr la perfección de los Egos que han elegido permanecer con la Jerarquía de nuestro planeta y seguir sus métodos de desarrollo (desde el chela hasta el adepto).
Pero prácticamente nada se ha dicho sobre los muchos egos que alcanzan cierta etapa elevada de evolución en nuestro esquema y luego son transferidos a uno de los tres esquemas sintetizadores, pasando primero a ese esquema que es el polo opuesto del nuestro, y de allí al esquema sintetizador.
Numéricamente son más que los que permanecen dentro del esquema de la Tierra.
Cualquiera sea el esquema sintetizador que los atraiga, indica el comienzo de su recorrido hacia uno de los tres senderos cósmicos.
El trabajo de los Manasadevas se lleva a cabo en todo el sistema, teniendo lugar una constante circulación y transmisión de energía y de unidades de fuerza que personifican esa energía.
Esta transmisión se hace posible en cualquier esquema cuando el cuarto reino o humano llega a ser radiactivo; realmente esto marca el principio del periodo de oscuración.
Venus es un ejemplo. Metafísicamente señala el punto en que los Logos comienzan a desprenderse de Sus cuerpos físico densos o de los tres mundos del esfuerzo humano.
Como hemos visto, los tres grupos de Agnishvattas vinculados con la evolución del hombre en el nivel mental, tiene cada uno una función específica, y el grupo más inferior se ocupa principalmente de transmitir la fuerza o energía a los tres átomos permanentes. Cuando éste emite dos veces el sonido del mántram egoico se producen cambios y los Pitris lunares (que se ocupan de los tres vehículos inferiores) inician su trabajo, facilitándoles la clave los Angeles solares. Los Pitris lunares personifican la sustancia de los cuerpos inferiores del hombre, así como los Pitris solares se sacrifican para darle su cuerpo egoico y su conciencia, constituyendo la sustancia en su aspecto dual.
Los Pitris lunares en sus grados superiores son la energía positiva de la sustancia atómica y en los inferiores el aspecto negativo de la misma. En relación con el hombre puede considerarse que son de tres categorías:
a. El grupo superior, recibe la energía proveniente de niveles superiores y anima a las espirillas de los tres átomos permanentes. b. El grupo medio, por ser la energía positiva atrayente, construye y forma el cuerpo del hombre en los tres planos. c. El grupo inferior, es el aspecto negativo de la sustancia energetizada y la materia de las tres envolturas. En Conexión con el sistema solar personifican al aspecto Brahma, y son el producto de ciclos anteriores donde se realizó la actividad consciente, pero sólo adquirieron autoconciencia ciertas entidades cósmicas que pasaron por la sustancia consciente y le dieron esa potencialidad que permitirá a la sustancia atómica -después de muchos kalpas- desarrollar la autoconciencia.
En relación con un planeta, se los denomina con un nombre misterioso que no puede ser revelado, pues encierra el misterio del esquema que precedió al nuestro y del cual el nuestro es una copia.
Hay Pitris que trabajan en relación con un planeta y con un sistema solar, así como existen aquellos que trabajan en Conexión con el reino humano. Personifican la energía de la sustancia tal como se manifiesta en un sistema, un esquema y un ciclo humano.
A nuestro particular esquema terrestre están también vinculados esos Pitris lunares que alcanzaron en la cadena lunar su actual etapa de actividad. Son grupos dévicos que no han pasado (como los Agnishvattas) por la etapa humana, pero deben hacerlo; su actual experiencia en relación con la Jerarquía humana tiene esa finalidad.
Se ha de recordar que la ley fundamental que rige el desarrollo exotérico establece que ninguna vida puede dar más de lo que ha poseído, y la posesión de los distintos atributos de Conciencia, desde el átomo hasta un Logos solar, es el resultado de largos ciclos de adquisiciones.
Por consiguiente, los Pitris solares pueden dar al hombre su conciencia y los Pitris lunares la conciencia instintiva de sus vehículos. Conjuntamente en todos los reinos de la naturaleza, en este planeta o en cualquier otra parte, proporcionan a los Logos planetario y solar la suma total del aspecto conciencia de Sus respectivos cuerpos.
Esto sucede en cada esquema del sistema, pero en la cadena terrestre se ha creado un estado particular de cosas debido al fracaso planetario coincidente con la cadena lunar, siendo la causa de que actualmente se estén equilibrando las fuerzas en esta cadena.
En la cuarta cadena de cada esquema se inició el trabajo de los Pitris solares en conexión con el hombre. También entraron en actividad los Pitris de sus cuerpos debido al impulso proporcionado por los Angeles solares. La materia de esas envolturas ha pasado por tres cadenas y tres rondas y vibra con una nota sintonizada... Para expresarlo en otras palabras, la tercera puede emitirse con claridad y lógicamente le sigue la quinta o dominante. La pronunciación simultánea de la tercera y la quinta, basada en la nota clave planetaria, produce el efecto de un triple acorde o un cuarto tono, un sonido complejo. Me refiero al acorde de la jerarquía humana como un todo. Dentro de la jerarquía existe una diversidad de notas basadas en el acorde jerárquico, el cual produce los numerosos acordes y las notas egoicas, que a su vez producen la manifestación objetiva.
Ahora podemos delinear la progresión de la energía egoica cuando desciende de los niveles abstractos a los átomos permanentes. En cada plano el trabajo es triple, y puede clasificarse de la manera siguiente:
1. La respuesta, dentro del átomo permanente, a la vibración iniciada por los Pitris solares o expresado en otras palabras, la respuesta del grupo superior de los Pitris lunares al acorde del Ego. Esto afecta definitivamente de acuerdo con la etapa de evolución del Ego involucrado, a las espirillas del átomo.
2. La respuesta de la sustancia a la vibración atómica sobre el plano particular involucrado. Esto concierne al segundo grupo de Pitris cuya función consiste en reunir, alrededor del átomo permanente, la sustancia sintonizada con cualquier nota particular. Actúan de acuerdo a la Ley de Atracción magnética y constituyen la energía atractiva del átomo permanente. En menor escala cada átomo permanente ocupa (respecto a la sustancia de las envolturas del hombre) una posición relativa a la que ocupa el sol físico respecto a la sustancia del sistema, constituyendo el núcleo de fuerza atractiva.
3. La respuesta a la sustancia negativa implicada y su modelamiento en la forma deseada por medio de la energía dual de los dos grupos superiores de Pitris.
a.
Sustancia atómica, Tal diferenciación no es totalmente exacta y podría llegarse a una idea más fiel del concepto subyacente si se sustituyeran las palabras “sustancia y esencia” por la de “energía”.
El término Pitris aplicado al tercer grupo no es correcto.
Los verdaderos Pitris lunares son los del primer grupo superior, porque personifican un aspecto de la voluntad inteligente de Brahma o Dios en la sustancia.
El tercer grupo es literalmente el de los Constructores menores, siendo fuerzas ciegas e incoherentes sujetas a la energía que emana de los dos grupos superiores. Esotéricamente estos tres grupos se dividen en: a.
Pitris que ven, pero no tocan ni manejan. Como todos tienen el don de oír ocultamente, se conocen como los “Pitris que poseen el oído abierto”; trabajan influenciados totalmente por el mántram egoico.
Si se estudian estas diferenciaciones mucho podrá extraerse acerca de un grupo muy importante de trabajadores dévicos que solo vienen a la manifestación en la cuarta ronda como una triplicidad coordinada, a fin de proporcionar vehículos para el hombre; la razón de esto se halla oculta en el karma de los siete Logos, pues energetizan la cuarta, quinta y sexta Jerarquías.
En la primera ronda de cada esquema estos tres grupos Obtienen cierta etapa de necesario crecimiento, y personifican la evolución más elevada del aspecto sustancia. Sólo los átomos de sustancia, más elevados y perfectos, aquellos que han sido partes integrantes de las formas evolutivas superiores, encuentran su camino hacia los vehículos de los hombres
|
|