TRATADO SOBRE FUEGO CÓSMICO ALICE ANN BAILEY -MAESTRO TIBETANO (Djwhal Khul)
páginas 557-570, editorial Kier. a. El Quinto Principio. Los Angeles solares son los Pitris, los Agnishvattas, los grandes devas de la Mente, los constructores del cuerpo del Ego y productores de la individualización o logro de la conciencia. Algunas afirmaciones amplias y generales fueron expuestas a fin de abocarnos a esta materia estupenda y práctica, en un esfuerzo por vincular con el pasado y el futuro al actual sistema solar en su aspecto manásico fundamental. La parte que ahora abordaremos concierne al desarrollo de los divinos Manasaputras, considerados como un todo colectivo conteniendo a la Mente divina y también a la Mónada individual que responde a Su vida y forma parte del cuerpo de estos Dhyan Budas.
a. Considerados cósmicamente. Aquí tiene cabida una frase oculta. Encierra la clave del misterio de los quíntuples Dhyanes:
“Los Tres superiores cíclicamente al unísono trataron de conocer y ser conocidos. Los Tres inferiores (sin contar al octavo) nada sabían ni veían, sólo oyeron y tocaron. El cuarto no tenía lugar. El Quinto (que es también el cuarto) formó en el punto medio una TAU cósmica, que fue reflejada sobre el Séptimo cósmico.”
H. P. B. afirma que cuando la Mónada se individualiza tiene más conciencia espiritual que la misma en su propio plano, el segundo.
Debe recordarse aquí que los Logos planetarios encarnan sólo físicamente en nuestro sistema; sus cuerpos de individualización se hallan en el planos mental cósmico, por consiguiente, les resulta imposible expresarse plenamente durante la manifestación.
Por lo tanto, durante la manifestación, el hombre es apenas capaz de expresarse a sí mismo plenamente cuando adquiere la “conciencia de los lugares elevados”.
Antes de estudiar este quinto principio debemos señalar que los Manasaputras divinos, en su propio plano, deben ser considerados desde el punto de vista de la encarnación física, mientras que el hombre puede ser considerado desde lo que para él constituye un aspecto espiritual.
La individualización humana o la aparición de los entes autoconscientes en el plano mental, involucra un desarrollo mayor, porque se sincroniza con la apropiación, por el Logos planetario, de un cuerpo físico denso; este cuerpo está compuesto de materia de nuestros tres planos inferiores. Cuando los centros etéricos de los Manasaputras en el cuarto plano etérico cósmico se vitalizan, producen una acrecentada actividad en el plano mental del sistema, el gaseoso cósmico, y la conciencia del Hombre celestial y Su energía vital empiezan a hacerse sentir.
Simultáneamente, de acuerdo a la Ley, la fuerza mental o energía manásica afluye desde el quinto plano cósmico, el mental cósmico. Esta energía dual, al entrar en contacto con aquello que es inherente al cuerpo físico denso del Logos, produce analogías en los centros de ese plano y aparecen los grupos egoicos.
Contienen fusionados en potencia los tres tipos de electricidad, constituyendo ellos mismos fenómenos eléctricos.
Están compuestos de esos átomos o tipos de vidas que forman parte de la cuarta Jerarquía creadora, el conjunto de Mónadas puramente humanas.
Similarmente, esta triple fuerza, producida por la apropiación consciente del Hombre celestial, anima a la sustancia dévica, y el cuerpo físico denso del Logos planetario se manifiesta objetivamente.
Esto es lo que se quiere significar en la enunciación de que los devas se encuentran únicamente en los tres mundos. Afirmación análoga a aquella donde se expresa que la humanidad se halla sólo en los tres mundos, sin embargo, las mónadas humanas, en sus siete tipos, se encuentran en el plano del espíritu -el plano de la dualidad- así como también las mónadas dévicas.
Los estudiantes deberían recordar que estos temas esotéricos pueden expresarse de doble manera: En términos de los tres mundos, o desde el punto de vista del cuerpo físico denso logoico. En términos de fuerza o energía, o desde el punto de vista del cuerpo logoico pránico o de vitalidad, los cuatro éteres cósmicos.
Lo que comprendemos por quinto principio sólo es la expresión en el plano causal de esa fuerza o energía que emana del cuerpo causal logoico en el quinto plano cósmico, por intermedio de la analogía logoica de la unidad mental. (Dichas analogías implican un concepto mucho más avanzado que el que puede tener un iniciado en la actualidad.) En la quinta ronda, el significado interno será más evidente para el discípulo. A medida que la voluntad logoica se transmuta gradualmente en deseo, produciéndose así la encarnación física, tiene lugar un enorme descenso de fuerza vitalizadora desde el quinto plano cósmico hasta llegar a nuestro quinto plano, el mental.
Esta fuerza es la que, en el exacto momento cíclico, en tiempo y espacio y en los tres mundos, produce ciertos acontecimientos, Su cuerpo físico denso.
El primero es la apropiación, por el Logos, de ese vehículo físico denso y el surgimiento a la manifestación del Sol físico y de los planetas físicos.
Aunque desde nuestro ángulo esto abarca un período de tiempo inconcebiblemente vasto, para el Logos es sólo el breve período de gestación que sufren todos los cuerpos.
Otro acontecimiento importante lo constituye la apropiación, por los distintos Prajapatis u Hombres celestiales, de sus cuerpos físicos -también en distintas épocas de acuerdo a su etapa evolutiva.
Esto por lo general sucede primero a los tres, luego a los siete. Una idea del significado de esta diferencia se podrá vislumbrar cuando se estudie el proceso de la encarnación del ego. Por lo tanto, ¿ qué encontramos? Ante todo, el impulso o la voluntad de ser que emana del plano mental; luego, deseo que emana del plano astral, produciendo la manifestación en el físico denso.
Esta idea debe extenderse a los tres Logos o Aspectos logoicos, entonces tenemos la clave del misterio de los nueve Sephiroth, la triple Trimurti. Puede además observarse el otro acontecimiento -la apropiación, por las Mónadas individuales de sus cuerpos de manifestación, en un período aún posterior en tiempo y espacio.
La afluencia de esta fuerza de energía, que emana del quinto Principio logoico, da lugar a dos cosas: La apropiación, por el séptuple Logos, de Su cuerpo físico denso. La aparición de los cuerpos causales de las Mónadas humanas, en el quinto plano del sistema. La encarnación para la Vida mayor. La individualización para las vidas menores. Debe reflexionarse sobre esto. Será evidente para todos los pensadores por qué el quinto principio hizo vibrar el tercer aspecto para que entrara en actividad autoconsciente.
b. Considerados hilozoísticamente. Continuando nuestra consideración del quinto Principio logoico, lo analizaremos en su aspecto hilozoísta. Hemos visto que puede ser, considerado como la fuerza, la energía o la cualidad que emana de la unidad mental logoica en el plano mental cósmico; necesariamente esto tiene un efecto definido en el quinto plano del sistema y en el quinto subplano del plano físico, el gaseoso.
Antes de tratar en detalle el tema de los Agnishvattas, tres puntos deben tenerse en cuenta. Primero, se ha de recordar que todos los planos de nuestro sistema, considerados como sustancia dévica, forman las espirillas en el átomo físico permanente del Logos solar. Esto ha sido ya señalado antes, pero es necesario que volvamos a insistir sobre este punto.
Toda conciencia, toda memoria y toda facultad están depositadas en los átomos permanentes. Aquí estamos tratando de esa conciencia; sin embargo, el estudiante debe tener en cuenta que en los subplanos atómicos se centraliza la conciencia logoica (por muy alejada que esté de la Realidad).
Este átomo permanente del sistema solar, que tiene la misma relación con el cuerpo físico logoico que el átomo permanente humano con el del hombre, es un receptor de fuerza y, por lo tanto, recibe emanaciones de fuerza de otra fuente foránea al sistema.
Una idea de la naturaleza ilusoria de la manifestación, tanto humana como logoica, puede extraerse de la relación que existe entre los átomos permanentes y el resto de la estructura.
El cuerpo físico humano no puede existir separado del átomo permanente. Igualmente las formas y los reinos difieren de acuerdo a la naturaleza de la fuerza que fluye a través de ellos.
En el reino animal lo que corresponde al átomo permanente, responde a la fuerza de carácter involutivo que emana de un grupo determinado.
El átomo permanente humano responde a la fuerza que emana de un grupo en el arco evolutivo y del Rayo de un Logos planetario particular, en Cuyo cuerpo la Mónada humana tiene un lugar definido.
Segundo, por lo que antecede, será evidente que en este período de afluencia y desarrollo manásicos nos concierne la adquisición de la plena vitalidad y la entrada en actividad de la quinta espirilla logoica; esta vitalización se manifiesta en la intensa actividad del plano mental y en la triple naturaleza de los fenómenos eléctricos que en él se observa.
Esto se halla en proceso de manifestación durante el transcurso de la evolución. Tratamos aquí del aspecto sustancia y consideramos a la energía en sus diversas manifestaciones. La respuesta de la sustancia dévica a la afluencia de fuerza en el plano mental tiene un triple efecto en conexión con el Logos o el Septenario:
1. Produce una actividad muy acrecentada, en los centros logoicos, en el cuarto éter cósmico, debido a la acción refleja que se siente arriba o abajo del plano de actividad.
2. Estimula los esfuerzos de las especies más desarrolladas del tercer reino, produciéndose en ello un efecto dual, pues aparece el cuarto reino de la naturaleza en el plano físico y las Tríadas se reflejan en los cuerpos causales que se encuentran en el plano mental.
3. Como ya se ha dicho, el físico denso está ligado y coordinado con los cuerpos etéricos de los Logos solar y planetario. En consecuencia los tres planos inferiores se sintetizan con los cuatro superiores, y los devas de un mahamanvantara anterior o ciclo solar, entran en conjunción con aquellos que pertenecen a un nuevo orden y esperaban las condiciones adecuadas. La encarnación física del Logos se completa. Los tres reinos inferiores, que son negativos a la fuerza superior, la atracción mutua de ambos y su interacción, traen a la existencia al cuarto reino o humano. Los tres fuegos: de la mente, del Espíritu y de la materia se unen, iniciándose el trabajo de la plena autoconciencia.
Por último, el estudiante debería reflexionar muy cuidadosamente sobre el significado de los números tres, cuatro y cinco en la evolución de la conciencia.
Hasta ahora, la numerología ha sido estudiada principal y correctamente desde el aspecto sustancia, pero no desde el punto de vista de la energía consciente.
Los estudiantes, por ejemplo, consideran generalmente a la Tríada como el triángulo formado por los átomos permanentes manásico, búdico y átmico;
el cubo representa al hombre material inferior
y la estrella de cinco puntas frecuentemente se interpreta en forma materialista.
Todos estos puntos de vista son necesarios y deben preceder al estudio del aspecto subjetivo, pero el énfasis se pone más bien sobre lo material; sin embargo, el tema debe ser estudiado sicológicamente.
Los números citados en este sistema solar, son los más importantes desde el punto de vista de la evolución de la conciencia.
En el sistema anterior, los números seis y siete encerraban el misterio.
En el próximo sistema, serán el dos y el uno. Esto se refiere al desarrollo síquico. Permítaseme ilustrar:
La estrella de cinco puntas en el plano mental significa (entre otras cosas) la evolución, por medio de los cinco sentidos, en los tres mundos -factibles también de una quíntuple diferenciación- del quinto principio, la adquisición de la autoconciencia y el desarrollo de la quinta espirilla.
En el plano búdico, cuando este número resplandece en la iniciación, significa el pleno desarrollo del quinto principio o cualidad -el ciclo completo del Ego en los cinco Rayos regidos por el Mahachohan- la asimilación de todo lo que ha de aprenderse respecto a ellos y la obtención no sólo de la plena autoconciencia, sino también de la conciencia del grupo al cual pertenece el individuo. Implica también el pleno desenvolvimiento de cinco pétalos egoicos, quedando dos, los cuales se abrirán antes de la iniciación final.
Durante las iniciaciones que se llevan a cabo en el plano mental la estrella de cinco puntas aparece resplandeciente sobre la cabeza del iniciado.
Significa que las tres primeras iniciaciones se reciben por intermedio del vehículo causal.
Se ha dicho que las dos primeras se llevan a cabo en el plano astral, lo cual es correcto, pero ha dado lugar a una mala interpretación.
Se sienten grandemente en los cuerpos físico, astral y mental inferior, controlándolos.
Debido a que se siente el efecto principal en esos cuerpos, el iniciado puede interpretarlo como que ha tenido lugar en los planos correspondientes, pues el efecto es muy vivido y estimula ampliamente al cuerpo astral.
Debe recordarse siempre que las iniciaciones principales se reciben en el cuerpo causal o -cuando están desvinculadas de ese cuerpo- en el plano búdico.
En las dos iniciaciones finales, que liberan al hombre de los tres mundos y lo capacitan para actuar en el cuerpo vital logoico y a manejar la fuerza que anima a ese vehículo, el iniciado se convierte en la estrella de cinco puntas, que desciende sobre él, se fusiona con él y se lo ve en el centro de la misma.
Este descenso lo produce la actividad del Iniciador, que maneja el Cetro de Poder, poniendo al hombre en contacto con ese centro en el Cuerpo del Logos planetario del cual es una parte, ello se efectúa conscientemente.
Las dos iniciaciones llamadas sexta y séptima tienen lugar en el plano átmico; la estrella de cinco puntas “resplandece desde dentro de sí misma” según una expresión esotérica, y se convierte en la estrella de siete puntas, la cual desciende sobre el hombre, entonces él penetra en la Llama.
La iniciación y el misterio de los números conciernen principalmente a la conciencia, pero no fundamentalmente a la “capacidad de actuar en un plano” ni tampoco a la energía de la materia, como podría deducirse de lo que expresan tantos libros ocultistas.
Se ocupan de la vida subjetiva, la vida como parte de la conciencia y autorrealización de un Logos planetario o Señor de un Rayo, y no de la vida en la materia tal como la comprendemos El Hombre celestial funciona en Su vehículo pránico, encontrándose allí Su conciencia en lo que a nosotros atañe en este sistema; trabaja conscientemente por intermedio de Sus centros.
Resumiendo: Hay una etapa en la evolución de la conciencia en que el tres, el cuatro y el cinco se mezclan y fusionan perfectamente. De esto surge una confusión debido a dos causas, siendo ambas el punto de realización individual del estudiante.
Interpretamos y matizamos las afirmaciones de acuerdo al estado de nuestra conciencia interna. H. P. B. menciona esto cuando trata de los principios; también la interpretación de estos números varía de acuerdo a la clave empleada. Se entra en el reino espiritual o quinto, cuando las unidades del cuarto reino han conseguido vitalizar la quinta espirilla en todos los átomos del triple hombre inferior; cuando han desarrollado tres de los pétalos egoicos y están en proceso de desarrollar el cuarto y el quinto y cuando van adquiriendo conciencia de la fuerza pránica del Hombre celestial. c. Los Ángeles solares y el quinto principio. Podemos estudiar ahora a las Entidades relacionadas con ese quinto principio y el efecto que produce sobre la evolución de la conciencia. En lo que al hombre se refiere, los Ángeles solares o Agniswhattas, producen la unión de la Tríada espiritual o Yo divino, con el Cuaternario o yo inferior. En lo que se refiere al Logos solar o planetario, producen condiciones por las que el etérico y el físico denso se convierten en una unidad.
Representan un tipo peculiar de fuerza eléctrica; su trabajo consiste en mezclar y fusionar y, sobre todo, son los “fuegos transmutadores” del sistema y esos agentes a través de cuyos cuerpos flamígeros pasa la vida de Dios cuando desciende de lo superior a lo inferior y cuando asciende de lo inferior a lo superior.
Los grupos más avanzados están relacionados con esa parte del centro logoico coronario que corresponde al corazón, y aquí reside la clave del misterio de kama-manas.
Los ángeles kámicos son vitalizados desde el centro “cardíaco” y los ángeles manásicos desde el centro logoico coronario, por intermedio del punto, dentro de ese centro, conectado con el corazón.
Estos dos grupos predominantes son la suma total de kama-manas en todas sus manifestaciones. Los ángeles solares forman tres grupos que se relacionan con el aspecto autoconciencia y están energetizados y relacionados con la quinta espirilla del átomo permanente logoico, funcionando como una unidad.
Un grupo, el más elevado, está vinculado con el centro logoico coronario ya sea solar o planetario. Actúa con los átomos permanentes manásicos y representa la voluntad de ser en la encarnación física densa. Su poder se siente en el subplano atómico, y en el segundo subplano constituye la vida y sustancia de dichos planos.
Otro grupo está definidamente relacionado con los cuerpos causales de todos los egos y es de principal importancia en este sistema solar. Viene desde el centro del corazón y expresa esa fuerza.
El tercer grupo, que corresponde al centro laríngeo, demuestra su poder en el cuarto subplano por intermedio de las unidades mentales. Es la suma total del poder del Ego para ver, oír y hablar (o emitir sonido) en sentido estrictamente esotérico.
Aquí se dará una indicación para aquellos que tienen el poder de ver. Estas constelaciones se relacionan con el quinto principio logoico en su triple manifestación: Sirio, dos de las Pléyades y una pequeña constelación que debe ser reconocida por la intuición del estudiante. Las tres rigen la apropiación por el Logos, de Su cuerpo denso. Cuando el último pralaya finalizó y el cuerpo etérico se hubo coordinado, se formó en los cielos, de acuerdo a la ley, un triángulo que permitió la afluencia de fuerza produciendo vibración en el quinto plano del sistema.
Ese triángulo persiste aún y es la causa de la continua afluencia de fuerza manásica; está vinculado con las espirillas de la unidad mental logoica, y mientras persista Su voluntad de ser, la energía continuará afluyendo. En la quinta ronda se hará sentir su máxima potencialidad.
Considerando a las Entidades que dieron el principio manásico al hombre, debemos recordar que son los seres que en manvantaras anteriores lograron la realización y -en esta ronda- esperaron el momento exacto para entrar, a fin de continuar su trabajo. Un caso similar puede verse en la entrada -durante la época atlante- de Egos provenientes de la cadena lunar. La similitud no es exacta, ya que una condición particular prevalecía en la luna, y un propósito kármico particular los trajo a todos en esa época.
Se ha de recordar aquí que en la Luna, el quinto principio de manas incubó normalmente y se desarrolló gradualmente el instinto hasta fusionarse imperceptiblemente con manas, que es de naturaleza similar; en la ronda actual debido a una condición peculiar fue necesario un estímulo foráneo al planeta y este grupo especial de Pitris efectuó una transición de lo inferior a lo superior mediante un descenso de energía, por conducto del Primario de la Tierra, proveniente de un centro fuera del sistema.
Las tres rondas centrales, tanto en los planos como en los principios, son las más importantes para la evolución de los entes autoconscientes de este sistema, y este afán por lograr la perfección del tres, del cuatro y del cinco señala, tanto para el Logos planetario como para el hombre, el ciclo de madurez.
Los ciclos anterior y posterior indican el progreso hacia la madurez y la cosecha de los frutos de anteriores experiencias. Las tres Aulas podrían ser consideradas desde este ángulo y ubicar el periodo central en el Aula del Aprendizaje.
En todos los planetas dichos manasadevas trabajan siempre en tres grupos, pero variando los métodos empleados de acuerdo a la etapa de evolución del planeta en cuestión y el karma de su Señor planetario.
Su método de trabajo en la Tierra puede ser estudiado en La Doctrina Secreta y tiene un interés muy significativo para los hombres en la actualidad. Los tres grupos deben ser cuidadosamente considerados desde el punto de vista de su trabajo oculto, y son insinuados en las frases siguientes:
a.
Aquellos que rehusaron encarnar.
El segundo grupo, el intermedio, puede subdividirse en dos grupos menores: a.
Aquellos que implantan la chispa de manas, formando así nuevamente cinco. Estas afirmaciones han sido aceptadas en su valor intrínseco, pero se presta poca atención a su verdadero significado.
Mucho se aprovecharía si el lector estudiara el tema desde el punto de vista de la energía y de la interacción magnética. Quienes rehusaron encarnar o energetizar con su vida las formas ya preparadas, actuaban de acuerdo a la Ley y su oposición a encarnar en estas formas se fundaba en la repulsión magnética. No podían energetizar las formas proporcionadas porque implicaba oponerse a aquello que esotéricamente es similar. La vida menor no era negativa a la Vida mayor. Allí donde fue implantada la Chispa tenemos la receptividad del aspecto negativo a la fuerza positiva y por lo tanto el progreso del trabajo.
En todos los casos, tenemos sustancia dévica de una polaridad energetizada por otra polaridad con el objeto de producir -por mutua interacción- un equilibrio de fuerzas y obtener un tercer tipo de fenómeno eléctrico.
El tema de la llegada de los Señores de la Llama será dilucidado de ahora en adelante con el título de “Individualización”.
Aquí tratamos únicamente del trabajo que realizan estas fuerzas chohánicas desde el ángulo del sistema y del cosmos.
Estas entidades solares, siendo Esencias inteligentes liberadas, estuvieron en un pralaya de naturaleza secundaria cuando llegó su momento de reaparecer en la manifestación.
Cuando se emitió la PALABRA que produjo en la Tríada el deseo por autoexpresarse y cuando el sonido de la manifestación inferior se hubo mezclado con ella y elevado a los Cielos, como lo expresan los libros esotéricos, se produjo un efecto que evocó una respuesta de ciertas constelaciones afines;
éstas liberaron energía que se introdujo en el sistema solar, trayendo consigo aquellos ángeles solares que “descansaban en el Corazón de Dios hasta que el momento fuera llegado”.
Su aparición en el plano mental causó la unión del Espíritu con la materia y de esta unión nació una Entidad autoconsciente, el Ego. En niveles cósmicos, tiene lugar un proceso análogo en relación con estas maravillosas Entidades, como ser el Logos solar y la Vidas septenarias.
Cuando la energía de un ser humano que trata de encarnar desciende desde el plano de intenso propósito, el plano mental, al vehículo físico en el quinto subplano o gaseoso, un estímulo algo análogo tiene lugar en el cuerpo logoico.
Un proceso parecido también se efectúa en relación con esta energía del cuerpo humano al estimular la vida de una célula individual: ello provoca la relativa colaboración inteligente en el trabajo grupal y la capacidad de ocupar su lugar en el cuerpo colectivo.
Lo mismo pasa con las mónadas humanas, las células del cuerpo logoico.
Cuando la ciencia reconozca este hecho (lo cual demorará todavía algún tiempo) pondrá su atención sobre las esencias volátiles del cuerpo, principalmente en el centro cardíaco y su relación con estos elementos gaseosos. Se hallará que el corazón no sólo es la máquina que hace circular los fluidos de la vida, sino que también genera cierto tipo de esencia inteligente, factor positivo en la vida de la célula. De esto puede obtenerse alguna idea respecto al proceso microcósmico, porque la individualización de los entes se realiza por un acontecimiento macrocósmico que produce efectos en el microcosmos.
Es necesario insistir aquí sobre un último punto. Esotéricamente comprendido, los cinco Kumaras o cinco Hijos de Brahma, nacidos de la Mente, son los que personifican esta fuerza manásica en nuestro planeta; pero sólo reflejan (en la Jerarquía de nuestro planeta) la función de los cinco Kumaras o Rishis, Señores de los cinco Rayos que se manifiestan por intermedio de los cuatro planetas menores y el planeta sintetizador.
Estos cinco Kumaras constituyen los canales para esta fuerza, y uno de Ellos, el Señor del planeta Venus, personifica en Sí Mismo la función de la quinta Jerarquía.
Esto explica la actividad de Venus en el momento de la individualización en esta ronda. En la próxima ronda, esta quinta Jerarquía utilizará del mismo modo a nuestro esquema terrestre, entonces veremos a manas, en plena fructificación, actuando sobre la familia humana.
Esta quinta Jerarquía de Agnishvattas, en sus muchos grados, personifica el “principio Yo”, produce la autoconciencia y construye el cuerpo de realización del hombre.
En tiempo y espacio y, en el plano mental, constituye el Hombre en su fundamental esencia, capacitándolo para construir su propio cuerpo de causas, desarrollar su propio loto egoico y liberarse gradualmente de las limitaciones de la forma que ha construido, y así entrar -a su debido tiempo- en la línea búdica de energía.
En otras palabras, por medio de su trabajo el hombre puede llegar a ser consciente sin necesidad de utilizar el vehículo manásico, pues manas sólo es la forma por la cual se da a conocer un principio superior.
La vida de Dios es influenciada cíclicamente por diferentes Jerarquías o fuerzas, las cuales construyen temporalmente su vehículo, la pasan a través de su sustancia, le dan de esta manera cierta cualidad o coloración y, por este medio, acrecientan su capacidad vibratoria hasta que, oportunamente, la vida se libera de las limitaciones jerárquicas.
Entonces regresa nuevamente a su fuente eterna con lo que ha adquirido durante sus experiencias, más la energía acrecentada, resultado de sus diversas transiciones. Tengamos cuidadosamente presente que los Rayos son el aspecto positivo en manifestación y descienden a la materia negativa, la sustancia dévica o jerárquica, causando así ciertos indicios de actividad.
Las Jerarquías constituyen el aspecto negativo respecto a los Rayos y responden al impulso de los mismos.
Pero, dentro de cada Rayo y de cada Jerarquía, en el actual sistema, existe también una fuerza dual. Los Hijos de Dios son bisexuales. La sustancia dévica, por ejemplo, también es dual, pues los devas evolutivos son la energía positiva del átomo, de la célula o de la forma subhumana, mientras que los electrones o vidas menores dentro de la forma son negativos.
En esto y en la función de la quinta Jerarquía se halla oculto el enigma de los Manasaputras: nada más puede revelarse acerca de ello.
El secreto de budi, el sexto principio o crístico, que concierne a estos Hijos de Dios, y el secreto de la Quinta Jerarquía, vehículo receptor de budi, no pueden ser mencionados fuera de los círculos iniciáticos. Uno oculta la posibilidad del desarrollo del Ego y el otro el karma de los Hombres celestiales, los cinco Kumaras.
El quinto principio de manas está personificado en los cinco Kumaras y, si el estudiante analiza el significado de los primeros cinco pétalos que se abren en el loto egoico, puede considerarse al borde del misterio.
El quinto Rayo, el Rayo del quinto Kumara, responde poderosamente a la energía que fluye a través de la quinta Jerarquía. Como el estudiante de ocultismo ya sabe, el Señor del quinto Rayo mantiene ese lugar en la enumeración septenaria, pero de acuerdo a la quíntuple clasificación ocupa el tercer lugar o el del medio.
1.
El Señor cósmico de Voluntad o Poder
Debe meditarse sobre esto y tener presente Su estrecha vinculación como transmisor de fuerza dentro de la cadena lunar, la tercera cadena, en relación con el tercer reino o reino animal, y la tercera ronda.
Uno de los símbolos que puede encontrarse en los registros arcaicos en lugar de Su nombre o descripción es una estrella de cinco puntas invertida, con el Triángulo luminoso en el centro.
Se observará que los puntos involucrados en este símbolo suman ocho -representan ese estado peculiar de conciencia que se produce cuando la mente es el matador de lo Real. Aquí se oculta el secreto del avitchi planetario, así como el tercer esquema principal puede ser considerado como el avitchi del sistema; en un tiempo la Luna mantenía una posición análoga en relación con nuestro esquema. Esto debe ser interpretado en términos de conciencia y no de lugar.
Ciertas cosas sucederán en el punto medio de la quinta ronda. La quinta Jerarquía ascenderá a su pleno poder. Esto precederá al Día del Juicio y marcará una etapa de tremenda lucha, pues el vehículo manásico “manas” (que ellos personifican) luchará contra el traslado de la vida interna (budi). Por lo tanto, se desarrollará en una escala racial, involucrando a millones de seres simultáneamente, repetición de la misma lucha librada por el hombre que trata de trascender la mente y vivir la vida del Espíritu.
Éste será el Armagedón final, el Kurukshetra planetario, seguido por el Día del Juicio en el que serán expulsados los Hijos de Manas y regirán los Dragones de Sabiduría.
Esto sólo significa que aquellos que posean un principio manásico ya sea superpoderoso o subdesarrollado, se los considerará fracasados y tendrán que esperar un período más conveniente para evolucionar, mientras que a quienes vivan la vida búdica, la cual acrecienta su fuerza -hombres espirituales, aspirantes, discípulos de diversos grados, iniciados y adeptos- se les permitirá seguir el curso natural de la evolución en el esquema actual.
El misterio de Capricornio se halla oculto en estos cinco y en las palabras bíblicas “los corderos y las cabras”. El cristiano se refiere a ello cuando dice que el Cristo reinará en la tierra mil años, durante los cuales será aprisionada la serpiente.
El principio crístico triunfará por el resto del manvantara y la naturaleza material inferior y la mente entrarán en la pasividad hasta la próxima ronda en que se presentará una nueva oportunidad para algunos de los grupos descartados, aunque la mayoría será mantenida en suspenso hasta otro sistema.
Algo similar volverá a tener lugar en la quinta cadena pero, como esto se relaciona con un centro del Logos planetario del que sabemos muy poco, no es necesario extendernos sobre él.
Las cadenas planetarias personifican a los centros y, a medida que éstos se van despertando y son estimulados, permiten venir a la encarnación física a ciertos tipos de manasaputras.
El tipo regido por la energía de la quinta cadena es poco conocido, pues está todavía evolucionando en el quinto esquema, de manera que considerarlo sería perder tiempo.
Se relaciona con el desarrollo del quinto pétalo egoico de un Logos planetario en Su propio plano y, por consiguiente, con la actividad de la quinta espirilla.
Cuando llegue la hora, estas unidades de energía, provenientes de otro esquema, “entrarán” en una corriente de energía cósmica que pasará a través de un triángulo particular del sistema, en la misma forma que los egos entraron en esta ronda.
Debería observarse aquí que los ángeles solares, relacionados con la quinta Jerarquía, son naturalmente un factor potente en la evolución del quinto reino o espiritual; posibilitan esto porque no sólo tienden un puente sobre la separación que existe entre el cuarto y el tercer reinos, sino que lo hacen también entre el cuarto y el quinto. Es necesario que sigamos considerando esta cuestión del quinto principio por dos razones: Primero, porque para nuestro propósito, el tema ha sido bastante dilucidado anteriormente en una de las partes de este tratado; segundo, porque no puedo en este momento revelar totalmente al manas cósmico y a las entidades que llegan con esa influencia.
Lo que ha sido dado en La Doctrina Secreta y los detalles suplementarios suministrados aquí, bastarán para la investigación de los estudiantes de la próxima generación.
Cada generación deberá producir a quienes son capaces de comprobar por sí mismos algún hecho subjetivo; emplearán lo exotérico y conocido como peldaños en el sendero del conocimiento perfecto.
Adquirirán
y divulgarán el conocimiento y, cincuenta años después de realizar
su trabajo, los muchos reconocerán la verdad revelada por los pocos.
Esto se puso en evidencia en el caso de H. P. B. En la actual corriente
de esfuerzo será vindicada La Doctrina Secreta, quedando justificado
su trabajo.
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