TRATADO SOBRE FUEGO CÓSMICO ALICE ANN BAILEY -MAESTRO TIBETANO (Djwhal Khul)
páginas 550-556, editorial Kier. 3. LOS ANGELES SOLARES - LOS AGNISHVATTAS. Observaciones de Introducción. Iniciamos aquí el estudio de los Agnishvattas o devas del Fuego en el plano mental, introduciéndonos así en el maravilloso tema relacionado con nuestra evolución planetaria; contiene uno de los significados más esotéricos para el hombre, pues dichos Angeles solares conciernen a la propia naturaleza esencial del sol y constituyen el poder creador mediante el cual trabaja.
Esto es de máximo interés e importancia para todo propósito práctico y para elucidar la evolución espiritual del hombre, y merecería ser una de las partes del tratado más ampliamente estudiada.
El hombre siempre se interesa profundamente en sí mismo y, antes de llegar a desarrollarse debidamente, debe comprender científicamente las leyes de su propia naturaleza y la constitución de su propia “manera de expresarse”. También ha de comprender algo de la interrelación de los tres fuegos a fin de poder “resplandecer” en el futuro.
La cuestión de estos Dhyanes del Fuego y su relación con el hombre es un misterio muy profundo, y todo el tema está tan entretejido de leyendas intrincadas que desespera a los estudiantes lograr la deseada y necesaria claridad mental.
No será posible todavía disipar completamente las nubes que velan el misterio central, pero quizás por medio de la apropiada clasificación y síntesis y una precavida amplificación de los datos impartidos, las ideas del estudiante consciente puedan ser menos confusas.
Hay dos enunciaciones en La Doctrina Secreta que el lector ocasional pasa por alto, pero si se medita debidamente sobre ellas, encierran mucha información Observemos las dos enunciaciones:
1. Se requieren dos principios vinculadores. Para ello es necesario el fuego espiritual viviente del principio medio proveniente de los estados quinto y tercero del Pleroma. Dicho fuego es propiedad de los Triángulos.
2. Estos Seres son Nirvanas de un Mahamanvantara anterior.
Hemos considerado algo respecto a los devas de tendencia evolutiva burdamente agrupados y también sobre los Pitris lunares. Éstos se dividen en cuatro grupos y se ocupan de la construcción del cuerpo físico dual del hombre, de sus cuerpos astral y mental inferior, energetizados por la fuerza de los Pitris a través de los átomos permanentes.
Pero para los propósitos de la naturaleza subjetiva del hombre, deben ser estudiados los tres grupos -etérico, astral y mental inferior.
El trabajo de los Agnishvattas (los principios autoconscientes, los Constructores o erectores del cuerpo egoico en los niveles mentales superiores) consiste en unificar los tres principios superiores -atma, budi, manas- y los tres inferiores, y así llegar a ser en realidad el principio medio del hombre. Ellos mismos tienen su origen en el principio medio logoico. De esta manera se completa el Siete esotérico. Como sabemos el cuerpo físico en su más densa manifestación, considerado esotéricamente, no es un principio.
Los devas de los niveles mentales inferiores, en lo que respecta al hombre, trabajan por intermedio de la unidad mental y, generalizando, están divididos en cuatro grupos, siendo, en efecto, la primera condensación del triple cuerpo inferior del hombre. Forman parte de su cuerpo lunar.
Se hallan directamente vinculados con las esencias espirituales más elevadas y representan la manfestación de fuerza más inferior que emana del plano mental cósmico, vinculándose con la Jerarquía humana por medio de las undades mentales.
Constituyen los devas gaseosos del cuerpo físico Logoico. No nos ocuparemos de ellos muy detalladamente aquí, pues a medida que estudiemos el tema del quinto principio se irán aclarando ciertos puntos; se obtendrán más datos del trabajo que realizan, en conexión con el hombre, a medida que prosegumos. Mayor información sólo traería complicaciones.
Comprendamos con toda claridad qué es lo que estamos tratando: Vamos a considerar:
1. Ese quinto estado de conciencia llamado plano mental. 2. La sustancia de ese plano tal como existe en su aspecto dual, rupa y arupa. 3. Las vidas que animan a la materia, especialmente en su relación con el hombre. 4. Los Egos o entes autoconscientes que constituyen el punto medio en la manifestación. 5. La construcción del cuerpo causal, la apertura del Loto egoico y la construcción de esos grupos que llamamos egoicos. 6. La individualidad de esas Existencias denominadas a.
Agnishvattas,
Existe gran confusión en la mente de los estudiante respecto a la diferencia existente entre los Agnishvattas que encarnaron en el hombre, y aquellos que simplemente fueron responsables de la implantación de la chispa manásica o mental en el hombre animal. Esto nos introduce en el tema de la individualización y de la encarnación de ciertas existencias espirituales, a quienes -cuando poseen cuerpo- se los denomina Avatares, Budas de Actividad o manifestaciones directas del Logos.
Todo el misterio se halla oculto en la relación que existe entre las Mónadas individuales que forman los diversos centros en el cuerpo de un Logos planetario y la Entidad autoconsciente de ese Logos planetario.
El estudiante debe recordar el hecho de que el plano mental es el primer aspecto del cuerpo físico denso del Logos planetario, siendo el plano búdico un plano etérico cósmico y donde se encuentran los centros etéricos de un Hombre celestial.
Desde el plano búdico (en sentido planetario o solar) provienen la vitalidad y el impulso que energetizan al vehículo físico denso a fin de realizar una actividad coherente e intencionada; por consiguiente, en el plano mental es donde primero se siente este impulso y se establece el contacto entre ambos.
Aquí hay un indicio que servirá a un propósito si se medita sobre él.
El estudiante debería estudiar el lugar y el propósito del plano mental y su relación con el Logos planetario y el Logos solar.
A medida que investiga más estrechamente la naturaleza de su propio cuerpo etérico, debe ampliar ese conocimiento hasta los niveles superiores esforzándose por comprender la constitución de la esfera mayor de la cual es una parte.
Cuando la naturaleza de sus centros y la acción efectiva sobre su propio cuerpo físico denso sean mejor captadas, llegará a comprender más plenamente el correspondiente efecto producido en el cuerpo del Logos.
En el plano mental (reflejo en los tres mundos de los estados tercero y quinto del Pleroma) se siente toda la fuerza de la vitalidad etérica.
Un indicio respecto a su significado se podría hallar en el hecho de que el cuerpo etérico del hombre recibe prana y lo trasmite directamente al cuerpo físico;
la vitalidad de la estructura física se ha de medir en gran parte por la condición y acción del corazón.
El corazón hace circular la vitalidad hacia las miríadas de células que constituyen el cuerpo físico denso; se observa algo análogo en el hecho de que estos devas del fuego son “el Corazón del cuerpo Dhyan chohánico”, porque su energía procede del sol espiritual así como la energía de los devas pránicos del cuerpo etérico viene del sol físico.
Esta energía de los Agnishvattas se manifiesta en el plano mental, el subplano gaseoso del físico cósmico, así como la energía de los centros etéricos del cuarto subplano etérico se manifiesta primero y potentemente en la materia gaseosa del cuerpo físico. A esto se debe que los Hijos de la Sabiduría, que personifican el principio búdico, la fuerza de la vida o el aspecto amor, sean conocidos en el quinto plano como principios autoconscientes;
budi emplea a manas como vehículo; los escritores esotéricos frecuentemente hablan en térmnos de vehículo. El Ego o la Entidad autoconsciente es en esencia y en verdad Amor-Sabiduría, pero se manifiesta principalmente como conciencia inteligente.
Debemos estudiar cuidadosamente la afirmación concerniente a kama-manas que trata de las condiciones que producen la indvidualización, permitiendo venir al Ser autoconscientemente a esas Mónadas que procuran expresarse plenamente. La afirmación es la siguiente:
Sólo cuando el centro cardiaco de un Hombre celestial (cada uno en su correspondiente ciclo y cada uno cíclicamente diferente) se vitaliza y alcanza cierta capacidad vibratoria es posible que las Mónadas, de acuerdo a la ley, se individualicen.
Repito, sólo cuando el triple cuerpo físico denso de un Logos planetario (tal como lo expresan nuestros tres mundos, los planos mental, astral y físico denso) ha alcanzado la vibración correspondiente y repetido el desarrollo cíclico del mahamanvantara anterior, se produce ese contacto vibratorio que hace que los grupos egoicos en el plano mental resplandezcan.
Ello da lugar a la manfestación de los impulsos del corazón del Hombre celestial, y de esta manera impele a la objetividad a esas Mónadas (energetizadas por la vida del Corazón) que forman diversos centros. En El Antiguo Comentario se dice:
“Cuando el Corazón del Cuerpo palpita con energía espiritual y cuando su contenido séptuple vibra por el impulso espiritual, la corriente se extiende y circula, y la divina manifestación se convierte en Realidad; el Hombre divino encarna.”
En el plano físico la analogía la constituye el estímulo de la vida que se siente entre el tercero y cuarto mes del período prenatal, cuando el corazón del niño vibra con vida y la existencia individual se convierte en posibilidad.
Esta vibración de vida emana del alma de la madre (analogía del Pleroma o alma universal) y coincide con el despertar de la tercera espirilla del átomo físico permanente del niño.
Debe tenerse presente que así como en cada ronda todas las etapas precedentes son rápidamente recapituladas, y en el período prenatal, durante el proceso formativo, el feto recapitula la historia de los reinos precedentes, del mismo modo puede verse un procedimiento similar en el sistema solar.
Cuando cierto punto ha sido alcanzado y los tres planos inferiores vibran o son energetizados, la encarnación cósmica se convierte en una posibilidad;
el “Corazón” despierta ocultamente y nace el “Hijo de Dios”, la expresión del deseo y del amor del Logos.
La encarnación cósmica de ciertos excelsos Seres llega a la consumación, y uno de sus indicios es la aparición de grupos egoicos en niveles mentales y la individualización resultante.
El método y el tiempo pueden variar de acuerdo a la naturaleza de cualquier Logos planetario particular, pero para todos y cada uno el “Corazón del Cuerpo” ha de vibrar con la vida que despierta, antes que la respuesta venga desde lo inferior.
Los Pitris lunares también han de llevar a cabo su trabajo en nuestro esquema y sistema antes que los ángeles solares, vibrando ante la expectativa, tomen posesión de las formas preparadas por su esfuerzo y las estimulen para adquirir vida autoconsciente y existencia separada.
Así los cuatro grandes esquemas en el sistema solar, los vehículos para cuatro de los Logos planetarios (que constituyen el Cuaternario logoico), han de alcanzar cierta etapa de capacidad vibratoria y de conciencia antes de que un acontecimiento similar pueda ocurrir en toda su magnitud en el sistema solar, sintetizándose los cuatro inferiores y los tres superiores.
El corazón logoico vibra y la respuesta llega de todos los esquemas, debido a que tres espirillas vibran en cada uno de ellos, pero el Hijo de Dios no es todavía plena y cósmicamente autoconsciente.
Cuando llega la respuesta, los centros despiertan. Un centro logoico responde plenamente al estímulo del corazón, y es Venus, quien está pasando por la última ronda.
El estudiante comete un error si disocia nuestro sistema solar del anterior y considera que el pralaya, al finalizar este mahamanvantara, será la última y total consumación de todas las cosas.
En el sistema precedente, el plano físico cósmico alcanzó cierta capacidad vibratoria, y los devas de las hogueras internas llegaron (relativamente hablando) a obtener un alto grado de evolución; entonces resplandecieron los “fuegos de la materia”.
Ciertas Existencias alcanzaron la autoconciencia en el sistema anterior, son los “nirvanas” de los cuales habla H. P. B.
Como es de esperar, están caracterizados por la inteligencia activa, realizada y desarrollada por medio de la evolución materialista durante un mahamanvantara anterior.
Son los Manasadevas y, en su totalidad, los vehículos de la Mente divina, las fuerzas dhyan-chohánicas, el conjunto de los Ah-hi. Ciertas eventualidades son posibles debido a que en el actual sistema solar está predominando la vibración del plano astral cósmico, la cual llega por medio del cuarto éter cósmico (donde se hallan, como anteriormente se ha indicado, los centros etéricos de los Logos planetarios) y de nuestro plano astral del sistema.
Los “Hijos del deseo”, logoicos o humanos, pueden aprender ciertas lecciones, pasar ciertas experiencias y agregar la facultad de amor-sabiduría a la inteligencia previamente adquirida.
Nuestro Logos solar y los Hombres celestiales están polarizados en el plano astral cósmico, y el efecto que produce Su energía vital al afluir a través del “Corazón” del sistema, puede observarse en la actividad que despliega el plano astral y en la parte que el sexo y la pasión desempeñan en la evolución del hombre.
Al finalizar este mahamanvantara habrá nirvanas preparados para manfestarse en el tercer sistema venidero, y constituirán, en esencia, “amor inteligente activo”, debiendo esperar hasta que los cinco planos inferiores del sistema hayan alcanzado la etapa vibratoria que les permitirá entrar en dicho sistema, así como los nirvanas del actual sistema debieron esperar que los tres planos inferiores fueran capaces de vibrar en respuesta.
Estamos hablando aquí en términos de Hombres celestiales.
En el esquema terrestre su analogía se halla oculta en el advenimiento de los Egos en la tercera ronda, en la tercera raza raíz y en la tercera cadena.
La individualización, tal como la entendemos, no fue posible hasta lograr el “tercer estado del Pleroma”, ya sea universalmente en lo que se refiere al Hombre celestial o en conexión con la unidad humana.
Si se considera este tema de abajo hacia arriba el animal del tercer reino es el que debiera individualizarse.
Viéndolo de arriba hacia abajo es el quinto reino, el espiritual, que anima al tercero y produce el cuarto o el reino humano autoconsciente.
Esta enumeración debería ser estudiada porque encierra un misterio y aunque el verdadero significado oculto no será revelado hasta la tercera Iniciación mayor, ni totalmente comprendido hasta la quinta, sin embargo, siempre puede afluir la luz sobre tema tan difícil.
Del mismo modo, en el próximo sistema solar, la individualización (término inadecuado para ser aplicado a un estado de conciencia inconcebible aún para un iniciado de tercera Iniciación) no será posible hasta la segunda o la sexta etapa del Pleroma.
Entonces, la conciencia resplandecerá en el plano monádico, que constituirá el plano de la individualización. Todos los estados de conciencia inferiores a ese nivel elevado serán para el Logos lo que es para Él ahora la conciencia de los tres mundos. Así como el cuerpo físico del hombre no es un principio en la actualidad, todos los planos inferiores al cuarto éter cósmico tampoco son considerados un principio por el Logos.
Nuestros Angeles solares o devas del fuego actuales, ocuparán entonces una posición análoga a la de los Pitris lunares en la actualidad, pues todos formarán parte de la conciencia divina y, sin embargo, serán esotéricamente considerados como que se hallan “por debajo del umbral” de la conciencia.
El hombre tiene que aprender a controlar, guiar y utilizar las sustancias dévicas de las cuales están compuestos sus cuerpos inferiores; esta meta implica el desarrollo de la plena autoconciencia, lograda por intermedio de los ángeles solares o constructores y vitalizadores del cuerpo egoico; mediante éstos la autoconciencia se convierte en una realidad.
En el próximo sistema solar, tampoco representarán el tipo de conciencia a que aspira el hombre, pues tendrá que aspirar a más grandes realizaciones y, nuevamente en sentido oculto, “apoyando sus pies sobre ellas” las logrará aún mayores.
En el actual sistema solar, debe ascender apoyando sus pies sobre la serpiente de la materia. Dominando la materia se eleva y se convierte en una serpiente de sabiduría.
En
el próximo sistema solar, ascenderá por medio de la “serpiente de
sabiduría”, y dominando y controlando a los Agnishvattas logrará
algo que ni aún la mente iluminada del más elevado Dhyan Chohan
puede concebir.
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