TRATADO SOBRE FUEGO CÓSMICO ALICE ANN BAILEY -MAESTRO TIBETANO (Djwhal Khul)
páginas 533-549, editorial Kier. Agnisuryas - Devas del Plano Astral. Iniciamos aquí el estudio de esos grupos de devas que constituyen la sustancia del plano astral, los Agnisuryas.
Podrían considerarse de la siguiente manera y, empleando términos sinónimos, obtenerse una idea general de su función antes de iniciar su diferenciación en grupos y estudiar su relación con:
1. Las diversas entidades, el alma de los diversos reinos o grupos, como ser los reinos animal y humano y esos superiores al hombre en la escala de la conciencia -el Logos planetario.
2. El hombre mismo.
3. El plano en su totalidad.
Debemos considerar a estos devas:
Primero, como sustancia del plano astral en sus siete grados.
Segundo, como ese aspecto de la manifestación logoica que corresponde al subplano líquido en el plano físico del sistema.
Tercero, como el vehículo del Señor deva Varuna.
Cuarto, como las vidas animadoras de esa materia involutiva del plano astral que llamamos esencia elemental y como la vitalidad que energetiza a los elementales del deseo que existe en todo lo sensible.
Considerados bajo este aspecto, especialmente en relación con el hombre, constituyen la analogía en el plano astral de los “devas de las sombras”, pues el cuerpo de deseo de todos los seres humanos está compuesto de materia del segundo, tercero y cuarto subplanos del plano astral.
Esto es algo que debe ser cuidadosamente considerado y será iluminador establecer la analogía entre el cuerpo etérico o el vehículo de prana, que vitaliza al físico denso y el cuerpo astral del hombre, además del método que se emplea para vitalizarlo.
Quinto, desde el punto de vista del plano físico, como suma total de la actividad material (aunque subjetiva) que produce lo tangible y lo objetivo. Así como el sistema solar es un “Hijo de la necesidad” o del deseo, así el cuerpo físico de todo lo que existe es el producto del deseo de una entidad superior o interior, dentro del sistema.
Sería oportuno señalar aquí las líneas a través de las cuales la energía -ya sea manásica, pránica o astral- penetra en el sistema y llega hasta un plano determinado, encontrando así su camino hacia todas las unidades de conciencia, desde un átomo hasta un Logos solar.
El plano físico denso está energetizado por medio de a.
el cuerpo etérico planetario, y, como consecuencia (por medio del átomo permanente logoico), penetra una afluencia similar de fuerza desde los niveles cósmicos. El plano astral es energetizado por medio de a.
el plano búdico, el cuarto éter cósmico,
El plano mental es energetizado por medio de a.
el plano átmico, el tercer éter cósmico, El estudiante cuidadoso observará que dichos planos podrían ser considerados, en lo que respecta a los tres mundos como que manifiestan dos tipos de fuerza, primero, una fuerza que tiende a la diferenciación tal como en el plano mental (el plano de la inherente separación); y en el plano físico (el plano de la verdadera separación);
segundo, una fuerza que tiende hacia la unidad, como acontece en el plano astral y en el plano de la fundamental armonía, el búdico. Debe recordarse que estamos considerando a la fuerza cuando afluye a través de, o compenetra a, la sustancia dévica. Una sugerencia de la verdad reside en el hecho de que, en la actualidad, el cuerpo astral del hombre es positivo en lo que respecta al plano físico, negativo en lo que concierne al mental y positivo respecto al plano búdico. A medida que la evolución continúa el cuerpo astral llegará a transformarse en positivo respecto al mental, demostrando así que es invulnerable a las influencias de las corrientes mentales y a los procesos separatistas de dicho plano; negativo respecto al plano búdico o receptivo a las fuerzas de ese plano.
Cuando se haya logrado el equilibrio y las fuerzas estén equitativamente balanceadas, el cuerpo astral ha de convertirse en transmisor desde el plano búdico o el cuarto éter cósmico, por intermedio del gaseoso, hasta el físico denso.
Este concepto debe estudiarse en conexión con la consumación por medio del fuego de la trama etérica del planeta, así podrá obtenerse el esclarecimiento.
En el plano astral no existe textualmente una división tal como la encontramos en los planos mental o físico. Ambos se dividen en dos; el mental se dividió en superior e inferior, rupa y arupa, concreto y abstracto, y el físico en niveles etéricos y subplanos densos.
Por consiguiente existe una analogía entre ambos. La razón de que exista una aparente división (considerando aparte la cuestión de los estados de conciencia del ser humano) se debe a la etapa de desarrollo de los grandes devas que personifican y animan al plano, quienes se manifiestan a través de éste como un hombre se manifiesta por medio de su cuerpo. Varuna, el Señor del plano astral, ha realizado un control consciente más unificado que Sus hermanos de los planos mental y físico. Viene a la manifestación vinculado a uno de los Hombres celestiales, el Señor de un Rayo mayor. Los otros dos están vinculados con los Señores de un Rayo menor. Esta información encierra un indicio sugestivo para los estudiantes podríamos justificadamente preguntar ¿si esto es así, por qué aparentemente se manifiesta en forma tan desastrosa con respecto al hombre?
Hay varias razones que lo justifican, una de ellas se funda en que la fuerza que fluye a través del vehículo del gran deva, el plano, es más fuerte que en los otros dos casos debido a Su etapa más avanzada de desarrollo, y también a que el Logos Mismo está polarizado en Su cuerpo astral.
La otra razón consiste en que tiene un vínculo particular con el Regente del reino animal y, como el ser humano no se ha disociado de su naturaleza animal ni ha aprendido a controlarla, también está influenciado por esta tremenda fuerza. Hay otras razones ocultas en el karma de nuestro Hombre celestial, pero bastan las mencionadas.
1. Las funciones de los Agnisuryas. Los devas del plano astral están especialmente vinculados al hombre en la actualidad debido a la polarización astral y al papel que desempeña el deseo y el sentimiento en su evolución.
La conciencia se expande por medio del contacto, por la apreciación inteligente de aquello con lo que se hace contacto y por la comprensión de lo que ha de conseguirse por medio de un contacto específico.
Aquello con lo que ha de hacerse contacto depende de la vibración recíproca y, en consecuencia, el deseo (la búsqueda de sensaciones) y el sentimiento (el reflejo de ese deseo) es de real importancia, poniendo constantemente al hombre en contacto -aunque él no se dé cuenta- con la sustancia dévica de cualquier tipo.
Aunque el hombre haya alcanzado una etapa evolutiva relativamente elevada, la expresión de esa etapa de realización se observa en el tipo de no-yo con el cual hace contacto; únicamente cuando es un iniciado comienza a acercarse y a conocer el significado de la unidad esencial que reside en el corazón del Ser y a comprender la unidad del Alma Universal y la Unidad de esa Vida subjetiva que se oculta detrás de cada forma.
Debe recordarse que el aspecto materia se encuentra en todos los planos; sin embargo, las formas existirán hasta trascender el “círculo no se pasa” solar y evadir el Logos Su actual limitación. Por eso los devas del plano astral asumen un lugar muy importante en los tres mundos.
Anteriormente, los hemos considerado en un aspecto quíntuple, dividiéndolos en cinco grupos. A esta altura del estudio, nos limitaremos a considerar la relación que existe entre los entes autoconscientes tales como el Hombre y el Logos planetario y dicha sustancia dévica. Existe una gran diferencia entre el hombre y su prototipo, un Hombre celestial.
El plano astral desempeña una parte muy real en la evolución del hombre, teniendo una estrecha relación con uno de sus principios. Materia y vibración astral son uno de los factores que controlan la vida de la mayoría de la gente. Para el Hombre celestial la materia astral corresponde a la parte líquida del cuerpo físico del hombre, por lo tanto no constituye para Él un principio.
El plano astral es para el hombre el principal campo de batalla y la zona más intensa de su campo de sensación -la sensación mental esotéricamente comprendida, es por ahora sólo una posibilidad.
El cuerpo astral es el lugar de la vibración más violenta del hombre y las vibraciones constituyen la causa poderosa de su actividad en el plano físico. El hombre debería comprender en la actualidad, que los devas del plano astral controlan casi totalmente lo que hace y dice, y que la meta de su evolución, la meta inmediata, consiste en liberarse de su control a fin de que él, el verdadero Ego o Pensador, pueda convertirse en una influencia predominante.
Para ser más explícitos y a fin de ilustrar esto diré que las pequeñas vidas elementales que forman el cuerpo emocional y la vida positiva de cualquier deva evolutivo vinculado (debido a vibraciones similares) a un hombre determinado le proporciona un cuerpo astral de poder coherente y positivo, que todavía controla prácticamente a la mayoría.
El hombre generalmente hace lo que sus deseos e instintos le sugieren. Si este deva evolutivo es de orden elevado (como en el caso de un hombre altamente desarrollado) la vibración será elevada y los deseos e instintos, en consecuencia, buenos y exotéricamente correctos.
Sin embargo, si el hombre se deja controlar por ellos, es porque permanece bajo la influencia dévica y debe liberarse. Si la vida dévica es de orden inferior, el hombre demostrará instintos bajos y viciosos y deseos viles.
Si estas observaciones son correctamente interpretadas se comprenderá algo de lo que se quiere significar cuando se habla de la evolución dévica como “evolución paralela” a la del hombre.
En los tres mundos las dos líneas de evolución son paralelas, pero conscientemente no deben ser una sola. En los planos de la Triada se las conoce como unidad que produce al divino Hermafrodita u Hombre celestial -los entes humanos autoconscientes personifican los tres aspectos de la divinidad, mientras que las unidades dévicas conscientes personifican los atributos divinos. Ambos, fusionados, forman el cuerpo de manifestación los centros y la sustancia del Hombre celestial.
Grande es el misterio, y mientras el hombre no conozca su lugar dentro del todo consciente, debe reservar su opinión en cuanto a su significado
Por lo tanto será evidente que en vista de la relación existente entre el plano astral, y su trabajo unificado, y el plano búdico, con la consciente armonía que allí se experimenta, el cuerpo astral del hombre clama por un estudio y comprensión más estrechos.
Por su intermedio se hallará un vínculo con el plano búdico y se producirá una actividad armoniosa en el plano físico. Respecto a esto, el estudiante de ocultismo deberá estudiar cuidadosamente: a. El sol físico y su relación con el prana y el cuerpo etérico. b. El sol subjetivo y su relación con el plano astral, con el principio kama-masánico y el cuerpo astral. c. El sol central espiritual y su relación con el Espíritu o atma del hombre. d. El corazón del sol y su relación con los cuerpos mentales, inferior y superior, que producen esa manifestación peculiar denominada cuerpo causal. A este respeto se ha de recordar que la fuerza que fluye desde el corazón del sol actúa a través de un triángulo formado por el esquema venusiano, la Tierra y el Sol. Era de esperar, de acuerdo a la ley, que se formara otro triángulo involucrando a dos planetas; los triángulos varían de acuerdo al esquema implicado.
Cósmicamente, existe una serie muy interesante de triángulos que será descubierta por quien estudie la astronomía esotérica y los ciclos ocultos. Dichos triángulos se originan en el sol central de nuestro grupo particular de sistemas solares, cuya serie involucra a las Pléyades.
Esta realidad no será conocida hasta la última década del siglo actual ni lo reconocerá la ciencia hasta el momento en que ciertas líneas de conocimiento e investigación lleven a los científicos a una comprensión de que existe un tercer tipo de electricidad que siempre equilibra y forma el ápice del triángulo, pero el momento no ha llegado todavía.
Todo lo que se dice aquí está expresado en términos de grupos dévicos y fuerzas dévicas que forman (en su conjunto) una sustancia que responde a una vibración análoga. Ciertos nombres definidos lo expresan esotéricamente. Por lo tanto, es posible transmitir sin ningún peligro, información de carácter incomprensible para el profano en una frase como la siguiente:
“El triángulo de ... y del Grupo... de los Agnisuryas se formó y en el girar de la Rueda se produjo el tercero.” Esto imparte a la mente del ocultista el conocimiento de que en la afluencia de fuerza desde una constelación particular completamente foránea a nuestro sistema, por medio de un esquema planetario específico y a través del cuerpo astral del Logos planetario, se produjo cierta condición que trajo la aparición del tercer reino de la naturaleza, el sensitivo y consciente reino animal. Frases similares encierran también el significado de la relación dévica que existe con la individualización del hombre, pero no es de ningún valor revelarlas; lo anterior sólo se menciona a fin de lograr tres cosas: 1. Demostrar parcialmente la naturaleza y extensión de las fuerzas que fluyen a través de nuestro sistema. 2. Mostrar el estrecho vínculo que tenemos con la evolución dévica. 3. Destacar la naturaleza triangular y la interrelación de todo lo que acontece. Sería conveniente hacer resaltar un punto relacionado con los devas de los planos inferiores (con los cuales el hombre está peculiarmente vinculado). Pueden ser divididos en ciertos grupos, que indican el lugar que les corresponde en la escala de la conciencia. Quizás se pregunten por qué nos ocupamos únicamente de los grupos de devas que se encuentran en los tres mundos. Esotéricamente comprendido, dichos devas (del tipo que estamos considerando) se encuentran sólo en el cuerpo físico denso del Logos -la sustancia de los tres subplanos inferiores del físico cósmico. El Antiguo Comentario al respecto dice lo siguiente: “Las esferas de fuego tratan de ubicarse en los tres inferiores. Se originan por medio de la quinta, sin embargo se fusionan en los planos de la yoga. Cuando las esencias ígneas compenetran todo, entonces ya no existe la quinta, la sexta ni la séptima, sino únicamente las tres que brillan por medio del cuarto.” Por lo tanto, para los propósitos de este estudio, los devas sólo se encuentran en los tres mundos. Más allá de estos tres planos, tenemos los tres aspectos de los tres mayores que se manifiestan por intermedio del cuarto y, en consecuencia, las esferas de los Logos planetarios en el plano búdico. Sintetizan todo lo que ha ido desarrollándose por medio de la manifestación densa. Desde el punto de vista de la filosofía esotérica, el plano físico cósmico, en el cual todo nuestro sistema tiene su lugar, debe ser estudiado de dos maneras: 1. Desde el punto de vista de los Hombres celestiales que abarcan las evoluciones de los cuatro planos superiores, los niveles etéricos. Sobre éstos prácticamente nada podemos saber hasta después de la iniciación, momento en que la conciencia del ser humano es transferida gradualmente a los planos etérico cósmicos.
2. Desde el punto de vista del ser humano en los tres mundos. El hombre constituye la evolución culminante en los tres mundos, así como los Hombres celestiales la constituyen en los cuatro superiores.
En los tres mundos tenemos las evoluciones paralelas, dévica y humana en su gran variedad de grados, lógicamente que la humana nos concierne más íntimamente, aunque ambas evolucionan mediante la interacción.
En los cuatro mundos superiores tenemos a esta dualidad considerada como unidad, considerándose sólo el aspecto de la evolución sintética de los Hombres celestiales.
Sería de gran beneficio para nosotros si pudiéramos comprender algo del punto de vista de los grandes devas que colaboran inteligentemente en el plan evolutivo. Poseen Su propio método de expresar estas ideas, que consiste en el color que puede oírse y sonido que puede verse.
El hombre invierte el proceso, ve los colores y oye los sonidos.
Aquí hay un indicio sobre la necesidad de emplear símbolos porque imparten verdades e instrucciones cósmicas y pueden ser captados por los seres avanzados de ambas evoluciones. Debe tenerse en cuenta, como ya se indicó anteriormente, que:
a. El hombre manifiesta los aspectos de la divinidad. Los devas manifiestan los atributos de la divinidad.
b. El hombre está desarrollando la visión interna y debe aprender a ver. Los devas están desarrollando el oído interno y deben aprender a oír. c. Ambos son todavía imperfectos y el resultado es un mundo imperfecto. d. El hombre evoluciona por medio dei! contacto y de la experiencia. Se expande. Los devas evolucionan disminuyendo el contacto. La limitación es la ley que los rige. e. El hombre aspira a adquirir autocontrol. Los devas se desarrollan cuando son controlados. f. El hombre es inherentemente Amor, Fuerza que produce coherencia. Los devas son inherentemente inteligencia, fuerza que produce actividad. g. El tercer tipo de fuerza, el de la Voluntad, el equilibrio balanceador de los fenómenos eléctricos, ha de actuar equitativamente en ambas evoluciones y a través de ellas, pero en una se demuestra como autoconciencia y en la otra co-mo vibración constructiva. En el Hombre celestial estos dos grandes aspectos de la divinidad están equitativamente mezclados y durante el mahamanvantara los Dioses imperfectos se hacen perfectos. Se destacan estas diferencias amplias y generales porque arrojan luz sobre la relación entre el Hombre y los devas.
Los devas del plano físico, aunque están divididos en los grupos A. B. C. corresponden al grupo de los “Devas de Séptimo Orden”. El séptimo orden está peculiarmente ligado a los devas de primer orden del primer plano. Reflejan la mente de Dios, de la cual el primer orden constituye su expresión y la manifiesta a medida que se ha ido desarrollando desde el plano arquetípico. Dichos devas están directamente influenciados por el séptimo Rayo, y el Logos planetario de ese Rayo trabaja en estrecha colaboración con el Señor Raja del séptimo plano.
Debido a que la meta de evolución de los devas es desarrollar el oído interno, se comprenderá por qué los sonidos mántricos y las modulaciones rítmicas constituyen el método para entrar en contacto con ellos y producir los distintos fenómenos.
Los trabajadores del sendero de la izquierda emplean a estos devas para practicar el vampirismo y la desvitalización de sus víctimas. Actúan sobre los cuerpos etéricos de sus enemigos y, por medio del sonido, afectan a la sustancia dévica, produciendo así los resultados deseados.
El mago blanco no actúa en el plano físico con sustancia física, sino que transfiere Sus actividades a un nivel superior y de allí que manipula deseos y móviles, trabajando por intermedio de los devas de sexto orden.
Los devas de sexto orden corresponden al plano astral y están muy ligados con las fuerzas que producen los fenómenos que llamamos amor, impulso sexual, instinto o anhelo, y móvil impulsor que se manifiestan luego en el plano físico como una actividad determinada.
La vibración positiva, iniciada en el plano astral, produce resultados en el plano físico y es por eso que el Hermano Blanco, si acaso trabaja con los devas, lo hace sólo en el plano astral y con el aspecto positivo.
Como es de esperarse, estos devas de sexto orden están estrechamente vinculados con los de segundo orden en el plano monádico y con el centro cardíaco de determinado Hombre celestial a cuyo Rayo pertenezcan. Están ligados también a las fuerzas dévicas del plano búdico;
en estos tres grandes órdenes de devas tenemos un poderoso triángulo de fuerza eléctrica -los tres tipos de electricidad descritos en los libros de ocultismo. Debe tenerse en cuenta que el tipo de fuerza equilibradora (aún desconocido en la actualidad) fluye desde el plano búdico, encontrándose allí el ápice del triángulo.
Monádico Búdico Astral Estos tres órdenes son (en el actual sistema solar) los más poderosos, especialmente en la presente cuarta ronda.
Influencian particularmente al cuarto reino de la naturaleza y fundamentan la búsqueda del equilibrio, a fin de lograr la armonía, la unión y el yoga, que caracterizan al hombre en todos los niveles; su manifestación inferior la constituye el instinto sexual tal como lo conocemos, y la superior el anhelo de unirse a Dios.
Los devas de sexto orden están influenciados especialmente por el Señor del sexto Rayo del Idealismo Abstracto; este vínculo posibilita el desarrollo de la idea arquetípica hasta llegar al plano físico. La sexta Jerarquía creadora también está especialmente relacionada con este orden particular de devas, y a través de esta influencia dual se produce esa manifestación física definidamente objetiva -un tipo de fuerza actúa por intermedio de la manifestación etérica y otro por intermedio del físico denso. Esto constituye aún un misterio insoluble para el estudiante, pero mucho podrá descubrirse en el significado que encierran los números. Este ángulo del tema debe ser estudiado a fin de desentrañar el verdadero significado de los devas de sexto orden cuyo símbolo es la Estrella de seis puntas, dispuesta en un ángulo particular y en plena manifestación.
La estrella de seis puntas es el signo de que un “Hijo de la necesidad” (ya sea un Dios o un hombre) ha deseado encarnar físicamente.
Los devas de sexto orden, los Agnisuryas, constituyen el factor principal para lograrla. En la sexta ronda dichos devas comenzarán a hacer sentir su presencia en forma más poderosa, pero la fuerza de su vibración será gradualmente dirigida, hacia arriba y no hacia abajo, al plano físico.
Esto involucrará la transmutación del deseo en aspiración y producirá, oportunamente, la liberación del Logos planetario poniendo fin a un manvantara o Su ciclo de encarnación física. Al retirarse la fuerza del deseo también cesa la existencia física del hombre. El Antiguo Comentario expresa esta verdad en las siguientes palabras: “Los de sexto orden se retiran dentro de si mismos; se dirigen a los de quinto orden, dejando solos a los de séptimo orden.” Continuando el estudio sobre estos órdenes dévicos, debemos señalar que los tres órdenes inferiores -el quinto, el sexto y el séptimo- se relacionan estrechamente con la luna. Son los agentes constructores que (trabajando en la materia involutiva de los tres mundos) construyen los tres cuerpos inferiores del hombre encarnante. Constituyen una rama especial de los Pitris lunares, pero debe recordarse que funciona en nuestro esquema particular y está estrechamente ligada a nuestro Logos planetario. Grupos de tales Pitris se encuentran en todos los esquemas donde haya hombres encarnados; otros esquemas difieren algo de los nuestros, ya que el “Misterio de la Luna” está relacionado con una condición esotérica peculiar que concierne a nuestro Logos planetario. Donde el hombre se halle encarnado se encontrarán los Constructores de sus cuerpos, los cuales diferirán en: a.
Grado de vibración.
Además se ha de recordar que en cada ronda cambia la sustancia o evolución dévica; ellos también evolucionan y, por lo tanto, el tema de los devas, en su aspecto dual, como sustancia negativa y positiva que produce objetividad, debe ser estudiado en forma triple si queremos llegar a tener un verdadero concepto. Por consiguiente, los devas -suma total de la sustancia- deben ser considerados desde el punto de vista de: La evolución de la ronda. Un Logos planetario, puesto que forma Su cuerpo de manifestación, un esquema. El reino humano. Si esto no se considera desde dichos puntos de vista se obtendrá un concepto estrecho y erróneo. En el futuro, como podrá observarse mediante el estudio de La Doctrina Secreta, el Logos en Su naturaleza septenaria será visto como el Macrocosmos para el Hombre, mientras que el Microcosmos, el Hombre mismo, será visto también como el Macrocosmos para los tres reinos inferiores. Ésta es simplemente una manera de estudiar la evolución de la Entidad consciente -Dios, el Hombre o la vida inferior- por medio de la sustancia dévica; involucra el estudio de la interacción positiva y negativa. Nuevamente, como dice El Antiguo Comentario:
“Cuando
el Padre se acerca a la Madre, aquello que ha de ser toma forma.
La unión de ambos oculta el verdadero misterio del Ser.
cuando el tres por rotación se convierte en el siete y el diez; cuando los trescientos billones de vidas dévicas repiten la rotación; cuando se llega al punto central y éste revela al tres, al nueve y a la JOYA radiante interna, entonces el circulo de manifestación se habrá consumado y el Uno se convierte nuevamente en el diez, el siete, el tres y el punto.” Aquí reside la clave del matrimonio místico; el estudio de estos pares de opuestos le revelará mucho al estudiante de ocultismo -le revelará el proceso en tiempo y espacio, mediante el cual esta unión y su fruto son consumados, observando la creación resultante del divino Hermafrodita en Su elevado plano. Debemos recordar siempre con claridad que en esta parte del tratado estamos considerando los devas evolutivos, Vida positiva que anima a la materia involutiva o sustancia dévica. Por lo tanto, la analogía del matrimonio místico, Espíritu y materia, puede verse actuando en la sustancia dévica, por medio de la interacción de las vidas dévicas positivas y negativas.
La sustancia misma representa una dualidad esencial; las formas repiten la misma dualidad y, cuando llegamos al hombre, tenemos allí una dualidad más un tercer factor.
Estos tres órdenes de sustancia dévica -el quinto, sexto y séptimo inferiores- constituyen un grupo muy misterioso en lo que se refiere al hombre.
Raras veces se menciona en la literatura ocultista, pero contienen en sí el secreto de nuestra individualización planetaria.
Este grupo tuvo mucho que ver con el “pecado de los sin mente” y está muy estrechamente asociado con el hombre animal. Al poder y al control que ejercían estos pitris puede atribuírsele gran parte de los primeros acontecimientos desastrosos a los cuales se refiere La Doctrina Secreta, como el “pecado” mencionado, y también los “fracasos” iniciales al intentar la construcción de vehículos apropiados para los Espíritus que deseaban encarnar.
También puede hallarse aquí el origen de ese enigmático antagonismo denominado “los senderos de izquierda y derecha”, cuyas condiciones (dentro del cuerpo logoico, siendo por consiguiente parte de la conciencia divina) se originaron en el remoto “espacio de tiempo” en que los hijos de Dios buscaban una forma. También se relaciona con una condición especial existente en el cuerpo astral de nuestro Logos planetario y con Su historia, oculta en la luz astral.
Esto concierne a aquello que el Logos planetario ha de superar y a la mayoría de los problemas que enfrenta el ocultista, incluso el “pecado de los sin mente”, el fracaso de la época atlante, y también ese misterioso “fracaso” de Buda (que tiene un significado planetario, insinuado en La Doctrina Secreta) pueden ser atribuidos a la condición de la sustancia dévica de la cual están construidos el cuerpo astral de nuestro planeta y los cuerpos astrales de todas las formas.
Es uno de los Señores mencionados como señor de menor grado y más “apasionado” que los tres superiores. Ni siquiera ha completado Su trabajo, pues aún no ha controlado plenamente la sustancia dévica en sus distintos grados de vida. La evolución dévica tiene mucho que hacer todavía.
Si este concepto se amplía hasta abarcar el sistema solar, evidenciará que los vehículos astrales de los diferentes Logos planetarios difieren.
Dicha diferencia depende necesariamente de Su vida astral cósmica que afecta directamente al astral del sistema, sub-plano físico líquido del físico cósmico. Esto es algo muy poco comprendido. Como ya sabemos, el cuerpo físico denso del Logos planetario tiene una triple condición -densa, líquida y gaseosa- y el plano cósmico correspondiente actúa directamente sobre cada una.
Algún día se sabrá que las condiciones de los distintos planetas físicos dependen de este hecho. Cuando la naturaleza psíquica del Logos planetario sea comprendida (conocimiento que se adquiere después de la iniciación, pues es parte de la Sabiduría) se encontrará que la naturaleza de los diferentes esquemas, en lo que se refiere a su aspecto acuoso, por ejemplo, está conectada a un estado astral particular.
A medida que el iniciado progresa en sabiduría, comprende intuitivamente la naturaleza esencial de los siete grupos o del Septenario logoico, la cual se refiere a su color o cualidad, el que depende de la naturaleza síquica de un Logos planetario determinado, pudiendo estudiar el iniciado en cierta medida Su naturaleza emocional o de deseo.
Esto conducirá oportunamente a una consideración científica del efecto que dicha naturaleza produce sobre Su cuerpo físico denso y, especialmente, sobre esa parte llamada plano astral, subplano líquido del plano físico cósmico. Un reflejo de ello (o un desarrollo posterior si se prefiere este término) se encuentra en las partes líquidas del planeta físico.
El séptimo subplano del plano físico cósmico puede ser subdividido en siete, constituyendo nuestros siete subplanos físicos. La posesión de este conocimiento permite que el mago realice su trabajo.
Dado cierto fenómeno físico -el peso del agua en un planeta por ejemplo-, un iniciado de grado superior puede hacer deducciones, basándose en ello, sobre la cualidad de la excelsa Vida manifestada por intermedio de un plano. Llega a dicha conclusión a través de un razonamiento que abarca el subplano líquido (sexto) del plano físico del sistema:
a. Al subplano líquido del físico cósmico, nuestro plano astral del sistema.
Lógicamente, el método involucra un vasto conocimiento de la sustancia dévica y exige una comprensión intuitiva de sus órdenes y grupos -las notas clave de esos órdenes y de los planos- y también de la triple naturaleza de la sustancia y además saber cómo trabajar con el tercer tipo de fuerza eléctrica, el tipo de energía que pone al hombre en contacto con los fenómenos foráneos al sistema. De allí que dicha fuerza siga siendo desconocida y, por ahora, sólo los iniciados superiores pueden hacer contacto con ella.
Nuevamente se verá por qué los Agnisuryas son de tan suprema importancia; personifican una fuerza que es una emanación directa del plano astral cósmico, que revela -cuando está tríplemente fusionada- la naturaleza de deseo de nuestro Hombre celestial y de cualquier Logos planetario particular.
En los opuestos, denominados por los teólogos “Cielo e Infierno”, tenemos dos de estos tipos de fuerza, y en este concepto tenemos además una de las claves para el plano astral.
2. Resumen. Antes de entrar a considerar esos devas que se ocupan de la construcción del cuerpo causal del hombre y son el grupo de enlace entre la Triada y el Cuaternario, tanto en el hombre como en el Logos, enumeraremos brevemente los grupos principales de Agnisuryas que se hallan en el plano astral del sistema, pues forman, en su totalidad, el cuerpo de manifestación del gran deva o Señor Raja del piano correspondiente.
Primero. El Señor Raja, gran deva Varuna, Vida central de la sustancia del plano astral de nuestro esquema planetario, que a su vez es la avanzada de la conciencia de ese Deva mayor que personifica a la sustancia del plano astral solar, el sexto subplano del plano físico cósmico, quien, a Su vez, refleja también a Su prototipo, esa gran Entidad cósmica que anima al plano astral cósmico.
Segundo. Los siete grandes devas, fuerza positiva de cada uno de los siete subplanos del plano astral del sistema.
Tercero. Varios grupos de devas, que realizan diferentes funciones, llevan a cabo diversas actividades y producen resultados constructivos. Pueden ser enumerados, teniendo presente que sólo tratamos con algunos de los muchos grupos existentes, habiendo un sinnúmero de ellos cuyo nombre es absolutamente desconocido para el hombre y, si fueran mencionados, serían ininteligibles:
1. Aquellos devas que forman la sustancia atómica permanente de todas las mónadas, ya sea en encarnación física o fuera de ella. Se dividen en siete grupos de acuerdo al Rayo de la Mónada.
2. Aquellos devas que forman el aspecto “líquido” del cuerpo físico de los Logos planetario y solar. Constituyen miríadas, e incluyen a las existencias dévicas desde las que animan al plano astral y a las corrientes astrales de naturaleza religiosa y aspiracional superior, hasta los pequeños espíritus del agua, reflejo de dichas entidades astrales precipitadas en materia física acuosa.
3. Un grupo de devas que constituyen el cuerpo de deseos de esa gran entidad que anima al reino animal. Son la total manifestación kámica (divorciada de la mentalidad) del deseo animal en su aspecto impulsor e incentivador.
4. Ciertos devas que -por ser de tercer orden- constituyen el Cielo del cristiano o creyente ortodoxo común de cualquier credo. Otro grupo -de séptimo orden- constituye el infierno para el mismo tipo de pensador.
5. Aquellos devas que constituyen la vida astral de cualquier forma mental. Nos ocuparemos de esto más adelante cuando estudiemos la construcción de formas mentales.
6. Un misterioso grupo de devas íntimamente relacionados en la actualidad con la expresión sexual de la familia humana en el plano físico. Grupo que en esta oportunidad ha sido impulsado a la existencia, y personifica el fuego de la expresión sexual tal como lo comprendemos, impulso o instinto que se halla detrás del deseo sexual físico.
Dominó en la cuarta raza raíz, época en que las condiciones sexuales alcanzaron una etapa de increíble horror desde nuestro punto de vista.
A dichos devas se los va controlando gradualmente y, cuando el último lemuriano haya pasado a la quinta raza raíz, este grupo, lenta y totalmente, habrá desaparecido del sistema solar. Se halla relacionado con el “fuego” pasional del Logos solar y con uno de Sus centros en particular; dicho centro está paulatinamente entrando en la oscuridad y su fuego será transferido a un centro más elevado.
7. Hay también un grupo de devas vinculados a la Logia de Maestros, cuyo trabajo consiste en construir las distintas formas de aspiración, que puede lograr el hombre común.
Se clasifican en tres grupos, vinculados con la ciencia, la religión y la filosofía, y por intermedio de los grupos de sustancia dévica, quienes dirigen estos tres sectores llegan hasta los hombres. Constituyen uno de Sus canales para trabajar.
El Maestro Jesús se halla especialmente activo en esta línea, trabajando en la línea científica en colaboración con ciertos adeptos, que -mediante la deseada unión entre la ciencia y la religión- tratan de destruir por una parte el materialismo occidental y por otra la devoción sentimental de la mayoría de los devotos de todos los credos.
Esto es posible ahora debido a que está saliendo el sexto Rayo y entrando el séptimo. Los estudiantes deben tener presente cuando estudian los planos -la sustancia y energía de los planos-, que éstos cambian continuamente pues se hallan condicionados por el flujo y el reflujo. La materia de todos los planos circula y, cíclicamente, ciertas partes están más energetizadas que otras; de este modo se halla sometida a una triple influencia o -empleando otras palabras- la sustancia dévica está sujeta a un estímulo cíclico triple:
1. El estimulo de rayo, depende del rayo que se halle en el poder. Es intersistemático y planetario.
2. El estímulo zodiacal, proveniente de fuera del sistema, siendo también cósmico y cíclico.
3. El estímulo solar, impacto de la fuerza o energía que proviene directamente del sol sobre la sustancia de un plano; emana del “corazón del Sol” y es particularmente potente.
Todos los planos se hallan sujetos a esta triple influencia pero, en el caso de los planos búdico y astral, la fuerza de este tercer estímulo es enorme. Los adeptos -trabajando juntos con los grandes devas- utilizan la oportunidad cíclica para lograr resultados definidamente constructivos. 8. Un grupo de devas estrechamente conectado con los misterios de la iniciación. Constituyen lo que se llama esotéricamente el “Sendero del Corazón” y son el puente entre los planos astral y búdico.
De ninguna manera están vinculados con los átomos permanentes del cuerpo causal, pero están totalmente asociados con la hilera central de pétalos del loto egoico o con los “pétalos de amor”.
Por una parte la fuerza interactúa entre los tres pétalos, y por otra sobre los devas que forman el “Sendero del Corazón” los cuales son el puente de materia astral-búdica por el cual los iniciados de cierto tipo místico realizan el “gran acercamiento”.
9. Devas de todo grado y capacidad vibratoria, quienes constituyen todos los tipos de deseo.
10. Los devas de fuerza transmutadora. Constituyen un grupo peculiar de devas que personifican los “fuegos de transmutación” y tienen varios nombres, como por ejemplo: Las
hogueras de purificación. Por ahora resulta imposible e igualmente inútil enumerar otros; se ha considerado conveniente llevar al conocimiento de los estudiantes estos innumerables tipos de sustancia dévica debido a la importancia primordial que tiene el cuerpo astral en los tres mundos.
Dominando estas vidas dévicas, “transmutando el deseo” en aspiración y por medio de los fuegos purificadores del plano astral, el hombre oportunamente adquirirá conciencia búdica.
El reconocimiento del poder purificador de los fluidos ocultos -agua y sangre- ha hecho que los cristianos (aunque erróneamente interpretado) den tanta importancia a ambos.
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