TRATADO SOBRE FUEGO CÓSMICO ALICE ANN BAILEY -MAESTRO TIBETANO (Djwhal Khul)
páginas 472-476, editorial Kier
2. La Ley de Cohesión. Es una de las leyes subsidiarias de la Ley de Atracción cósmica.
Es interesante notar que esta ley se manifiesta en modo triple en el actual Sistema de Amor:
En el plano de la Mónada, se manifiesta como ley de cohesión, ley de nacimiento, si podemos usar este término, resultando la aparición de las Mónadas en sus siete grupos. El amor es la fuente y la Monada de amor el resultado.
En el plano búdico se manifiesta como ley de control magnético. Se demuestra como el aspecto amor-sabiduría, que irradia del ego y, oportunamente, reúne en sí la esencia de toda la experiencia adquirida por medio del Ego, a través de las vidas de la personalidad, y controlada completamente desde el plano búdico.
El magnetismo y la capacidad de demostrar amor son esotéricamente expresiones sinónimas.
En el plano astral se manifiesta como amor demostrado a través de la personalidad.
Todas las ramificaciones de la ley de atracción que se manifiestan en este sistema, se demuestran como fuerza que une internamente, tiende a la coherencia, da por resultado la adhesión y conduce a la absorción.
Todos estos términos son necesarios para dar una idea general de la cualidad fundamental de esta ley; es una de las más importantes del sistema si es permitido establecer diferencias; podríamos denominarla la ley de coalición.
En el sendero de involución controla el primer acopio de materia molecular que se halla por debajo del subplano atómico.
Constituye la base de la cualidad de atracción que pone en movimiento a la moléculas y las reúne en conglomerados necesarios. Es el compás de los subplanos. El subplano atómico establece el grado de vibración; lo mismo puede decirse en otras palabras, que la Ley de Cohesión fija la coloración de cada plano. Debe recordarse siempre cuando tratamos estos fundamentos abstractos que las palabras sólo oscurecen el significado, sirven de sugerencia y no como aclaración.
La Ley cósmica de Atracción controla todas las leves subsidiarias en la manifestación, así como la Ley de Síntesis rige el pralaya y la oscuración; la Ley de Economía trata de la actuación general, por la línea de menor resistencia, del esquema logoico.
Durante la manifestación tenemos mucho que hacer con la Ley de Atracción, y al estudiarla encontraremos que cada ley subsidiaria no es más que una diferenciación de esa Ley.
Esta segunda ley del sistema rige especialmente al segundo plano y al segundo subplano de cada plano.
Será de interés estudiarlo y establecer la analogía subyacente, recordando siempre que lo único que puede hacerse es indicar ciertas cosas y líneas de pensamiento que, si se siguen, podrán conducir a la iluminación.
El segundo Rayo y la segunda Ley están estrechamente aliadas y resulta interesante comprender que es en el segundo subplano del plano monádico donde la mayoría de las Mónadas tienen su morada;
hay una pocas Mónadas de poder o de voluntad en el subplano atómico, pero no son numerosas, forman simplemente un núcleo que se halla en preparación evolutiva para el 3er. Sistema, el de poder.
La mayoría de las Mónadas de amor están en el segundo subplano;
en el tercer subplano pueden encontrarse cierto numero de Mónadas de actividad, pero no tan numerosas como las Mónadas de amor.
Son las que fracasaron en el 1er. sistema.
Como ya se sabe, existe un canal directo entre los subplanos atómicos de cada plano.
Esto es más o menos aplicable a cada subplano y al subplano superior que numéricamente le corresponde, por lo tanto, hay un canal directo y muy amplio entre el segundo subplano de cada plano, capacitando a las Mónadas de amor a vincularse con facilidad peculiar con todos sus vehículos cuando están compuestos de materia del segundo subplano.
Después de la iniciación, el cuerpo causal se encuentra en el segundo subplano del plano mental y entonces comienza el control monádico.
Las Mónadas de amor regresan (después de vivir en los tres mundos y de haber alcanzado su meta) al segundo plano de donde originaron, siendo también la meta de las Mónadas de actividad que han de desarrollar el aspecto amor.
En los cinco mundos de la evolución humana ambos grupos de Mónadas deben controlar la materia atómica y la molecular, y esto se realiza utilizando plenamente (lo más plenamente posible en este segundo sistema) el aspecto voluntad o poder.
El “Reino de Dios sufre la violencia, y el violento lo toma por la fuerza” o por la Voluntad o poder.
No es la Voluntad como la conoceremos en el último sistema, sino la Voluntad como es conocida en el actual sistema y debe ser utilizada al máximo por la Mónada evolucionante en su lucha por controlar cada subplano atómico.
Las Mónadas de poder tienen que luchar más denodadamente, de allí el hecho frecuentemente evidente que las personas que pertenecen a lo que denominamos Rayo de poder, tienen a menudo tantas dificultades y por lo general no son queridas.
Deben construir en los seis planos el aspecto amor, el cual no es muy prominente en su desarrollo.
Se ha dado un indicio respecto al número aproximado de Mónadas que existen:
35
mil millones de Mónadas de amor, haciendo un total de sesenta mil millones de Mónadas humanas.
Las Mónadas de poder, aunque en manifestación, son hasta ahora muy raras en encarnación. Vinieron en gran número al final de la cadena lunar y vendrán nuevamente en plena fuerza numérica en las dos últimas rondas de la presente cadena.
Ahora podemos establecer brevemente la analogía entre la segunda ronda y la segunda raza raíz, demostrando cómo la Ley de Cohesión estuvo especialmente activa en estos períodos.
Una condición nebulosa pronunciadamente volátil caracterizó a la pri-mera ronda y a la primera raza. Su cualidad característica fue el movimiento, acompañado de calor, en forma similar al primer sistema, pero en la segunda ronda y también en la segunda raza se observa una cohesión definida, siendo más claramente reconocibles los contornos de la forma.
Puede verse además con claridad la cohesión, como característica distintiva de nuestro segundo y actual sistema.
Todas las cosas tienden a unirse; aproximación, unificación, atracción simultánea entre dos o más o cosas se verán siempre como principio gobernante, ya sea que consideremos el problema sexual o se demuestre en la organización comercial, en el desarrollo científico, en la industria o en la política.
Bien podríamos decir que la Unificación de los muchos separados es la nota clave de nuestro sistema.
Otra sugerencia puede darse. En el sendero de involución, esta ley rige la unión y la segregación de la materia;
en el sendero de evolución controla la construcción de formas: se ha dicho que la materia del subplano superior constituye la base de un nuevo plano; por consiguiente, tenemos en el subplano atómico un punto en que tiene lugar la fusión, convirtiéndose en un plano de síntesis, del mismo modo que el primer plano o logoico es el plano de síntesis para este sistema. Allí tiene lugar la fusión de la evolución en un estado inconcebiblemente más elevado.
3. La Ley de Desintegración.
Es la ley que rige la destrucción de la forma a fin de que la vida inmanente pueda brillar en su plenitud.
Este es otro aspecto de la Ley de Cohesión -su antítesis (si así puede expresarse), y constituye parte del plan divino como la ley de atracción.
Esta ley terminará conjuntamente con el sistema solar, pues las grandes leyes de atracción, cohesión y amor regirán hasta el devenir. La Ley de Desintegración tiene su analogía en la ley cósmica, pero es casi incomprensible para nosotros.
La Ley de Economía encierra la clave de esta ley.
Cuando la Mónada ha circulado a través de todas las formas desintegradas y alcanzado la sexta Iniciación, vuelve a su fuente primordial monádica y las cinco envolturas menores son destruidas. Luego, las Mónadas mismas no se desintegran, se sintetizan. Esta ley controla solamente el tercer plano y cesa de actuar de esta manera particular cuando ha trascendido el tercer plano. Para la raza ésta es una de las leyes más difíciles de comprender. Algunas de sus actuaciones pueden observarse y en parte ser comprendidas en el sendero de evolución, pero en el sendero de involución o de construcción, la actuación de la ley no es tan evidente para el observador superficial.
En el sendero de involución controla el proceso de la desintegración de las almas grupales;
rige los períodos en que las triadas permanentes son transferidas de una forma a otra; actúa en medio de los grandes cataclismos mundiales, y es necesario recordar que rige no sólo las catástrofes en el plano físico (como las denominamos erróneamente), sino los cataclismos correspondientes al plano astral y a los niveles inferiores del plano mental.
Rige la destrucción en el plano físico, especialmente la que afecta al reino mineral; en el plano astral, controla la desintegración de las formas mentales;
disuelve el vehículo astral cuando es abandonado, y también el mental: su actuación da por resultado la disipación del doble etérico.
Podemos nuevamente correlacionar esta ley con la de Atracción, pues ambas interactúan entre sí. Esta ley destruye las formas y la Ley de Atracción atrae nuevamente a la fuente de origen la materia de esas formas antes de comenzar su reconstrucción. En el sendero de evolución los efectos de esta ley son muy conocidos, no sólo por la destrucción de los vehículos abandonados, mencionados anteriormente, sino por la destrucción de las formas que encierran grandes ideales -formas de control político, formas por las cuales la naturaleza misma evoluciona, además de ésas en que se manifiesta la conciencia individual, las grandes formas mentales religiosas, los conceptos filantrópicos y todas las formas que la ciencia, el arte y la religión adoptan en cualquier época determinada. Oportunamente, todo se destruye debido a la acción ejercida por esta ley. Su actuación es más evidente para la común mentalidad humana en sus manifestaciones actuales en el plano físico.
Podemos trazar la conexión existente entre el plano átmico y el físico (que se demuestra en el plano inferior como la ley de sacrificio y muerte), pero su efecto también puede observarse en los cinco planos. Es la ley que destruye la última envoltura que separa al Jiva perfecto. No ha sido aún aclarado plenamente (porque la ley de analogía no ha sido bien estudiada y en realidad no es muy evidente) que en el tercer subplano de cada plano esta ley actúa en forma especial, causando la definitiva destrucción de lo que tiende a la separación.
Como todo lo que actúa en el sistema, su proceso es lento; el trabajo de desintegración comienza en el tercer subplano y termina en el segundo, cuando la Ley de Desintegración está influenciada por la Ley de Cohesión, y la desintegración ha efectuado aquello que hace posible la cohesión.
La ilustración de esto la tenemos en el plano mental. El cuerpo causal del hombre común está en el tercer subplano y, cuando un hombre se capacita para fusionarse con la Tríada, ese cuerpo causal ha de ser descartado y eliminado.
Bajo la Ley de Sacrificio y Muerte la desintegración empieza en el tercer nivel y es consumada en el segundo, cuando el hombre se fusiona con la Triada, etapa preparatoria de su final fusión con la Mónada.
Otra ilustración de lo mismo puede encontrarse en el plano físico.
Cuando un hombre ha alcanzado el punto en que puede sentir y ver el cuarto éter, está listo para quemar la trama etérica, ubicada en el punto medio entre la materia del tercero y segundo subplanos que componen su cuerpo físico.
Cuando se efectúa esta desintegración el hombre se fusiona con su vehículo astral, estableciendo la consiguiente continuidad de conciencia.
Esta analogía y desintegración pueden establecerse en cada plano, hasta que finalmente en el tercer subplano del nivel atómico, llega la desintegración final, dando por resultado la fusión con la conciencia monádica.
El tercer Rayo, el de adaptabilidad o actividad, tiene una estrecha relación con esta ley.
Mediante la actividad (o adaptación de la materia a la necesidad) la forma llega al ser; es empleada en la actividad y, debido a esa adaptación, se convierte en una forma perfecta, y en el momento de alcanzar la perfección pierde su utilidad; se cristaliza, se rompe y la vida evolucionante escapa en busca de nuevas formas que posean mayor capacidad y sean mas adecuadas. Esto sucede durante la vida del Ego reencarnante en las rondas y razas humanas, en el sistema solar y en todos los procesos Cósmicos.
En la tercera cadena, la cadena lunar, tenemos un interesante hecho relacionado con esto. En dicha cadena el grado de realización del individuo correspondía al de Arhat o cuarta Iniciación -la iniciación que marca la separación final de los tres mundos y la desintegración del cuerpo egoico.
Al finalizar la tercera raza raíz se produjo el primero de los grandes cataclismos que destruyó la forma de la raza e inauguró una nueva, la primera raza definidamente humana, tal como la conocemos. Se encontrará que la analogía es aplicable desde cualquier punto de vista que sea estudiado el tema.
En la tercera subraza también puede observarse la analogía aunque
no es aún evidente para la limitada visión que caracteriza a la
mayoría de nosotros. La estrecha proximidad de un efecto frecuentemente
vela a causa.
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