TRATADO SOBRE FUEGO CÓSMICO ALICE ANN BAILEY -MAESTRO TIBETANO (Djwhal Khul)
páginas 419-425, editorial Kier
II. LA NATURALEZA DE LOS ATOMOS PERMANENTES 1. Propósito de los Átomos Permanentes. Los tres átomos permanentes constituyen en sí mismos centros de fuerza o esos aspectos de la personalidad que mantienen ocultos los fuegos de la sustancia o de la objetividad;
cabe aquí hacer la enfática observación cuando al considerar al triple hombre en los tres mundos, nos referimos a la sustancia (en relación con la manifestación cósmica) considerada como el físico denso. La envoltura causal circunda a estos tres átomos y su finalidad es la siguiente:
Separar una unidad de conciencia egoica de otra aunque, sin embargo, constituye cada una por si misma una parte del cuerpo gaseoso (quinto subplano físico cósmico) en el cuerpo físico del Logos planetario, vida central de un determinado grupo de Mónadas.
Muy poco se ha apreciado este hecho, y merece ser estudiado cuidadosamente.
En la capacidad inherente de responder a la vibración superior se hallan ocultas potencialidades espirituales:
desde el momento de la individualización, hasta ser desechada durante la iniciación, la vida interna desarrolla constantemente dichas potencialidades y logra ciertos resultados definidos utilizando los tres átomos permanentes.
Los vivifica y despierta gradualmente hasta que, en los tres planos, la vida central ha establecido un punto adecuado de contacto, capaz de originar la vibración necesaria en la materia de ese plano.
Los átomos permanentes de cada plano tienen una cuádruple finalidad respecto a la vida central o egoica:
Distribuir cierto tipo de fuerza. Conservar la facultad o capacidad de responder a una vibración dada. Asimilar experiencia y transmutarla en cualidad. Resultado directo del trabajo del Rayo del Ego al actuar sobre el átomo.
Ocultar la memoria de la unidad de conciencia.
Cuando vibran en toda su plenitud constituyen la razón de ser de la continuidad de conciencia del hombre que actúa en el cuerpo causal.
Se ha de establecer cuidadosamente esta diferencia.
Cuando se estudian temas tan difíciles debe recordarse siempre que nos ocupamos del cuerpo físico denso logoico, y que
la unidad mental se halla en la materia gaseosa logoica,
Por consiguiente, durante el proceso evolutivo y a través de la iniciación cuando el hombre alcanza la conciencia de la Tríada espiritual y transfiere su centralización a los tres átomos permanentes de la tríada, puede, con toda facilidad, actuar conscientemente en el cuerpo etérico de su particular Logos planetario.
Establezcan la analogía en el desarrollo microcósmico al observar que el hombre, a fin de actuar conscientemente en su cuerpo etérico individual, tiene que abrirse paso quemando lo que llamamos la trama etérica, y estudien cómo los fuegos de la iniciación hacen algo parecido en el cuerpo etérico planetario y oportunamente en el etérico cósmico.
A medida que cada unidad de conciencia, por medio del esfuerzo autoinducido, llega a la meta y atraviesa “el suelo ardiente”, sólo una porción microscópica de la trama etérica del cuerpo etérico planetario es consumida por el fuego; esto redunda en un definido beneficio para esa gran Entidad, el Logos planetario, debido a la liberación, sin importancia aparentemente, de la fuerza de una de las células de Su cuerpo. Cuando todas las unidades o células de Su cuerpo hayan logrado la realización, también El se liberará de la manifestación densa y muere físicamente. A esta etapa de existencia etérica le sigue otra comparativamente más breve (que abarca el periodo de oscuración planetaria), entonces ya no encarna más.
Si observamos este proceso desde el punto de vista del Logos, el aspecto Brahma desaparece o la vida se retira del átomo físico permanente, abandonando también otras etapas posteriores en niveles cósmicos, de los cuales no nos ocuparemos.
Dichas etapas abarcan el retiro de la vida logoica de los otros dos aspectos.
En un sistema solar la encarnación física del Logos, el aspecto Brahma es aparentemente el más importante, pues constituye su medio de expresión;
sin embargo, tiene mayor importancia el aspecto subjetivo o la vida de deseos del Logos; concierne a lo que Él realiza en esos niveles superiores y planos cósmicos, más allá del conocimiento del Chohan más elevado.
Podría ser de valor indicarles que el Rayo egoico del ente humano que nos preocupa, se manifiesta, respecto a cada uno de los rayos, en forma similar a la manifestación logoica.
Cada uno de los siete Rayos, observados en conexión con el cuerpo causal del hombre se manifiesta como unidad en el primer subplano,
como triplicidad en el segundo y
como septuplicidad en el tercero,
formando así los cuarenta y nueve grupos que más atañen al hombre en evolución.
Según el punto de vista, esta enumeración de los grupos puede aumentar o disminuir, pero para estudiar los aspectos de la mente es suficiente la enumeración anterior.
Durante el transcurso de sus innumerables vidas septenarias y a medida que los cíclicos siete pasan sobre él, el hombre queda bajo la influencia de los siete subrayos de su propio Rayo. Luego comienza a sintetizar y a fusionar los siete en los tres subrayos mayores, volviendo así a la unidad de su propio Rayo egoico. Primero. La etapa septenaria rige el lapso que transcurre entre la individualización y su entrada en el sendero.
Segundo. La etapa ternaria rige el lapso que transcurre hasta la tercera Iniciación.
Tercero. Logra la unidad de su Rayo en la quinta Iniciación, luego conscientemente forma parte del cuerpo del Hombre celestial.
La misma idea puede aplicarse en conexión con el despertar de las fuerzas vitales dentro de los átomos permanentes, considerando cada átomo como el séptimo principio de cada uno de los tres aspectos de la personalidad.
2. El Lugar que Ocupan Los Átomos Permanentes en el Cuerpo Egoico.
a. La importancia que tiene el átomo astral permanente.
Existe un hecho que se debe captar y recalcar en relación con el lugar que ocupa el átomo permanente dentro de la periferia causal y su evolución: el átomo astral permanente constituye en este sistema solar el receptor de cierta influencia de fuerza o energía, siendo estimulado y energetizado en mayor grado que los otros átomos,
lo cual se debe a las razones siguientes:
Primero. El centro de polarización del cuarto reino o humano, se halla en la conciencia astral, considerando a este reino como una unidad expresada.
Inevitablemente, la mayoría de los hombres dirigen y controlan el vehículo físico desde el astral y a través de su naturaleza de deseos. El cuerpo astral se halla en línea directa con la fuerza que proviene de los niveles monádicos 2-4-6 a través del búdico.
Segundo. La meta de la humanidad consiste en llegar a ser Maestro de Sabiduría, o entes conscientes dentro del Cuerpo del Dragón de Sabiduría o de Amor. El hombre lo logra cuando puede actuar conscientemente en el vehículo búdico o cuando el átomo astral permanente es reemplazado por el átomo búdico permanente.
Tercero. El segundo aspecto del Logos (el amor o manifestación de la naturaleza amor del Logos por intermedio del Hijo) se manifiesta en este sistema, el cual
a. es un Hijo de la necesidad o del deseo.
Cuarto. El centro cardiaco se halla en el cuerpo cósmico de AQUEL SOBRE QUIEN NADA PUEDE DECIRSE, y nuestro Logos solar personifica Su fuerza.
Aquí reside una de las claves del misterio de la electricidad.
Los planetas sagrados y ciertas esferas etéricas similares que se hallan dentro del “círculo no se pasa” forman parte del centro cardíaco y constituyen los “pétalos del Loto” o del centro cardíaco de esa gran Existencia ignota
que constituye para el Logos solar lo que Ella a su vez constituye para los Hombres celestiales y especialmente para Su particular Hombre Celestial, quien personifica la fuerza del centro cardiaco logoico.
Por lo tanto, el estudiante serio observará que toda fuerza, energía y cualidad de su vida constituirá lo que denominamos (me veo obligado a emplear una palabra inapropiada y capciosa) AMOR.
Esto explicará el hecho de que la fuerza que actúa a través de ese centro cardíaco cósmico llegará a ser la fuerza predominante de la manifestación de un Logos solar y de un Hombre celestial;
similarmente producirá su analogía microcósmica y sus reacciones reflejas;
de allí la importancia relativa del átomo astral permanente dentro de la periferia causal, el cual está en línea directa con la fuerza activa que emana de la existencia cósmica, penetrando cada vez en menor grado por intermedio del Logos solar de Su sistema de amor y del Logos planetario dentro de un esquema, el Dragón de Amor-Sabiduría.
Cuando esta fuerza está bien controlada y correctamente dirigida constituye un gran agente transmutador que oportunamente convertirá al ente humano en un Maestro de Sabiduría, un Señor de Amor, un Dragón de Sabiduría de grado inferior.
Finalmente, este sistema solar, manifestación física objetiva del Logos, es compenetrado por Su cuerpo astral tal como sucede en la manifestación humana. A medida que el Logos se polariza en Su envoltura astral cósmica y cuando aún no ha logrado la polarización mental cósmica, Su fuerza o naturaleza de deseo constituye el principal incentivo de Su vida, o las vidas subjetivas que subyacen en la forma.
Si el estudiante reflexiona cuidadosamente sobre estos cinco hechos, obtendrá la clave del problema de la existencia tal como la comprendemos, la clave de las causas que producen el calor en el sistema solar, del método de la Ley cósmica de Atracción y Repulsión que rige todas las formas atómicas y de la cuestión del SEXO que se evidencia en todos los reinos de la naturaleza. También le darán la clave de la constitución del divino Hermafrodita.
Por lo tanto, no se ha de olvidar la importancia relativa que tiene el átomo permanente del segundo aspecto de la personalidad dentro de la periferia causal; también debe recordarse que la fuerza que afluye a través de ese átomo, fuerza animadora del cuerpo astral, sigue la línea de menor resistencia y puede considerarse que ejerce una influencia dos veces más fuerte sobre la manifestación física que la que le llega a través de las otras dos.
El Logos ahora se expresa a Sí Mismo a través del Rayo divino, Su segundo aspecto, y este Rayo es la suma total de la radiación de los Señores de Sabiduría, los Hombres celestiales, los Dragones, la Unidad y el Amor.
Dicha fuerza fluye a través de Ellos, que a su vez se revisten con la forma, como lo expresa H. P. B., “El Rayo primordial se convierte en el “vahan” para el Rayo divino”: Sus vidas animan a los átomos de la sustancia cuando la forma es construida con ellos, constituyendo la suma total del magnetismo logoico, o la gran naturaleza de deseo del Logos que va en busca del no-yo, produciendo así el Matrimonio cósmico; es la manifestación cósmica de la atracción sexual, la búsqueda de Su polo opuesto y su Unión mística.
Este proceso es repetido por el microcosmos siguiendo la línea de su ser, y análogamente lo lleva a la encarnación o a la unión mística con la forma. b. El triángulo atómico.
Para el vidente la envoltura causal es una esfera de sustancia vibrante y viviente; dentro de ella pueden verse tres puntos ígneos.
En el corazón de la esfera hay una llamarada de luz central que emite rayos;
estos son siete y actúan sobre dichos puntos o círculos (análogos a los electrones de los átomos de la ciencia) produciendo en esta etapa un gran efecto sobre el átomo astral permanente.
El átomo físico permanente está situado relativamente cerca del centro positivo;
a través de él actúa la fuerza que pasa al átomo astral permanente, formando cinco rayos de luz semicoloreada que al mezclarse con el tono intenso y vívido del átomo astral permanente aumenta su intensidad, hasta que la llamarada es tan fuerte que los dos puntos o electrones parecen fusionarse, produciendo tal intensidad de luz que aparentan disol-verse.
La unidad mental, que ocupa dentro del cuerpo causal un lugar análogo al del planeta más apartado del sol, comienza a vibrar en forma similar, y los otros dos puntos (considerados ahora uno) inician una interacción con la unidad mental, en la que se origina y continúa aplicando un proceso similar hasta que los dos puntos -circulando alrededor de su centro positivo- también se acercan, mezclan, fusionan y disuelven.
El centro positivo de vida reúne o sintetiza los tres puntos, así los tres fuegos de la personalidad repiten en pequeña escala el procedimiento microcósmico observado en la síntesis del fuego eléctrico, del fuego solar y del fuego por fricción, quedando únicamente una unidad flamígera, la cual, por medio del calor combinado de su ser, consume el cuerpo causal y se escapa y regresa a los planos de la abstracción.
De esta manera el hombre es el Sendero mismo y el peregrino en el Sendero, así se quema, constituyendo también el suelo ardiente.
Esta analogía es aplicable al caso del microcosmos, observado desde niveles monádicos cuando se manifiesta como Mónada, Ego y personalidad; el mismo proceso se lleva a cabo en lo que atañe al Hombre celestial y también a un Logos solar.
Si
el cerebro pudiera captar el concepto, percibiría que es el mismo
proceso utilizado en los niveles cósmicos respecto a existencias
tan elevadas como los siete Rishis de la Osa Mayor y ese Ser aún
más elevado, AQUEL SOBRE QUIEN NADA PUEDE DECIRSE.
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