REGLA
ONCE 1/3
Aquel
que trabaja con la ley tiene ahora que llevar a cabo Tres
cosas: Primeramente, descubrir la fórmula que confine las
vidas dentro de la muralla esferoidal; luego, pronunciarlas
palabras que le expresen a esas vidas qué deben hacer y dónde
llevar lo que ha sido hecho; finalmente, pronunciar la frase
mística que lo salvaguardará de su trabajo.

ANÁLISIS DE LAS TRES FRASES
Esta
regla es, como ya saben, la última de las que rigen el trabajo
en el plano astral, y la tarea mágica de motivar esas formas
mentales que serán la expresión de algún tipo de energía.
Hemos considerado las diferentes energías con las cuales trabajan
los hombres, y el poder que un hombre puede ejercer mediante
la construcción. de formas mentales. Vimos también cómo un
hombre puede manipular los diversos grados de materia hasta
revestir de materia mental y astral la idea incorporada. Por
lo tanto, es una entidad vital, a punto de materializarse
en el plano físico. Debería observarse que nada puede ya evitar
que surja a la objetividad, excepto el acto expresado, por
la voluntad de su creador, porque siendo la forma vitalizada
por su creador, está siempre sujeta a su voluntad, hasta que
él se desconecta de ella mediante la pronunciación de la "frase
mística". Se supone que su decisión es que surja a la
existencia efectiva y que el trabajo creador sea llevado adelante.
Debe
tenerse en cuenta que este trabajo puede ser consciente o
inconsciente. En la construcción inconsciente de formas mentales,
como en el caso del hombre común, muchas personas nunca producen
lo efectos deseados en el plano físico, fracasando en su propósito.
Sin embargo, esto es algo benéfico mientras el hombre esté
animado por el egoísmo y el odio. Afortunadamente para la
raza humana, pocas personas trabajan con materia mental. La
generalidad trabaja con materia astral o de deseos, y estas
formas son fluidas y variables, y sólo poderosas por lo persistentes.
Existe una base oculta en la afirmación de que al desear una
cosa durante un prolongado período de tiempo se la llega a
poseer. Ésta es la ley que rige el retorno a la reencarnación
del hombre término medio. Faltando la unidad de enfoque de
la materia del plano mental, a medida que es influenciado
por la mente concentrada, estas formas de deseos no hacen
el daño que de otra manera harían. Su efecto es ampliamente
sentido por el creador de estas formas kamamanásicas y no
por quienes lo rodean. Desde el momento que entra el factor
mente y llega a ser dominante, entonces el hombre se hace
peligroso o útil según el caso –peligroso no sólo para él
mismo sino también para quienes lo rodean, o útil para realizar
el plan de la evolución. Entonces él puede crear formas mentales,
capaces de obtener resultados que se manifiestan externamente
y producir efectos tangibles. Teniendo aspiración e impulsos
espirituales, un hombre se puede convertir en verdadero ocultista
y producir resultado organizados y organismos que actúen en
el plano físico. Empleo premeditadamente la palabra "organismo",
pues servirá para comunicar la idea de que cualquier forma
mental es considerada por nosotros como una entidad subjetiva
y existente, revestida de materia sutil y capaz de manifestarse.
Esto es lo que comúnmente se llama "elaborar una idea",
o "llevar a cabo un proyecto"; a veces es llamado
un "descubrimiento", una "invención",
o algo similar. Durante todo el tiempo y sin darse cuenta,
el hombre habla en términos ocultistas, evidenciando una apreciación
interna de los métodos por los cuales todo lo que ha sido
pensado (por Dios o por el hombre) viene a la existencia,.
La
idea encarnada o el pensamiento (siendo la primera potencialmente
mucho más efectiva que el segundo), se ha encaminado hacia el
margen de la manifestación física. Su creador, que en el caso
de un "mago blanco" no está centralizado emo-cionalmente,
es llevado conscientemente a la etapa en la que su propósito y
plan internos pueden ser demostrados. Él mantiene la forma mental
en su conciencia y le da forma y energía mediante el poder de
su propio enfoque mental centralizado.

En
la regla que estamos considerando, se dice que el aspirante
debe realizar tres cosas:
1.
Averiguar la fórmula que cristalizará esa forma que él ha
construido en modo muy similar a como los arquitectos, o constructores
de puentes, reducen la forma empleada a una fórmula matemática.
2.
Pronunciar ciertas palabras que darán vitalidad a la forma
y de esa manera conducirla al plano físico.
3.
Expresar la frase que separe la forma mental de su aura y
así evitar el drenaje de sus energías.
Se
observará que la fórmula tiene relación con la forma mental,
las palabras de poder con el objetivo para el cual la forma
ha sido construida, y la frase mística concierne al corte
del eslabón magnético que une al creador con su creación.
Por lo tanto una corresponde a la forma, otra al alma incorporada
en la forma (cuya característica inferior es deseo, el reflejo
del amor) y la última al aspecto vida con el cual el creador
dotó a su creación. Por consiguiente enfrentamos nuevamente
las eternas triplicidades espíritu, alma y cuerpo. Debería
recordarse que las Reglas de la Magia, según las entiende
el verdadero esoterista, son tan verdaderas, respecto a un
universo creado, un sistema solar o un planeta, como lo son
respecto a una diminuta creación mental de un chela o aspirante.
La primera reacción de un estudiante común al leer el párrafo
anterior, es pensar inmediatamente en la naturaleza del cuerpo,
cuando expresa algún tipo de energía. De modo que lo que se
observa es la dualidad, y eso que utiliza la cosa está presente
en su mente. Sin embargo, una de las principales necesidades
ocultistas en la actualidad, es esforzarse por pensar en términos
de la Realidad una, que es la Energía misma, y en nada más.
Por eso es de valor recalcar en nuestras discusiones sobre
este tema tan abstruso, el hecho de que espíritu y energía
son términos sinónimos e intercambiables. Sólo cuando esto
sea comprendido podremos llegar a una reconciliación entre
ciencia y religión, y a una verdadera comprensión del mundo
de fenómenos activos que nos rodea y en el cual nos movemos.
Los
términos orgánico e inorgánico, son en gran parte responsables
de la gran confusión y la marcada diferencia que existe en
las mentes de muchas personas, entre cuerpo y espíritu, vida
y forma, y han conducido a negar la identidad esencial de
la naturaleza de ambos. El mundo en que vivimos es considerado
por la mayoría como realmente sólido y tangible, pero poseyendo
algún poder oculto que está dentro de él, que produce movimiento,
actividad y cambio. Está expresado con crudeza, ló-gicamente,
pero es suficiente para resumir esta actitud ignorante.
El
científico ortodoxo se ocupa mucho de las estructuras, relaciones,
composición de las formas y de la actividad de las partes
componentes de las formas y sus interrelaciones y dependencias.
Los elementos y productos químicos, las funciones y partes
que desempeñan y sus mutuas interacciones al componer las
formas en todos los reinos de la naturaleza, son el tema de
sus investigaciones. La naturaleza del átomo, de la molécula
y de la célula, sus funciones, las cualidades de sus manifestaciones
de fuerza y sus diversos tipos de actividad, la solución del
problema referente al carácter y naturaleza de sus energías
–enfocadas o localizadas en diferentes formas del mundo natural
o material—, requieren la consideración de las mentes más
capaces en el mundo del pensamiento. Sin embargo, los interrogantes
¿qué es la Vida? ¿qué es la Energía? o ¿cuál es el proceso
de Ser y la naturaleza del Ser?, permanecen sin respuesta.
El problema del por qué y para qué, es considerado como infructuoso
y especulativo, casi insoluble.
Sin
embargo, para la razón pura y mediante el correcto funcionamiento
de la intuición, estos problemas pueden ser resueltos y estas
preguntas contestadas. Su solución es una de las revelaciones
comunes y uno de los logros de la iniciación. Los únicos verdaderos
biólogos son los iniciados en los misterios, porque tienen
una comprensión de la vida y su propósito, y están tan identificados
con el principio vida, que piensan y hablan en términos de
energía y sus efectos, y todas sus actividades, en conexión
con el trabajo de la Jerarquía planetaria, están basadas en
unas pocas fórmulas fundamentales que conciernen a la vida,
cuando se hace sentir a través de sus tres diferenciaciones
o aspectos: energía, fuerza, materia.
Debería
observarse aquí que tal como el hombre se comprende a sí mismo,
puede alcanzar una comprensión de aquello que es la suma total
de lo que llamamos Dios. Esto es una gran verdad oculta, pero
cuando es llevada a la acción, conduce a una revelación que
hace que el actual "Dios desconocido" sea una realidad
reconocida. Permítaseme ilustrar:
El
hombre se conoce a sí mismo como un ser viviente y llama muerte
a ese proceso misterioso, cuando se retira ese algo que comúnmente
se designa como el soplo de vida. Cuando éste se retira, la
forma se desintegra, La coherente fuerza vitalizante se ha
retirado y esto produce la separada disgregación de los elementos
esenciales de lo que hasta entonces había sido considerado
como el cuerpo.
Este
principio de vida, la esencia básica del ser y factor misterioso
y elusivo, es la correspondencia en el hombre de lo que llamamos
espíritu o vida en el macrocosmos. Así como la vida mantiene unida
la forma en el hombre, la anima, la vitaliza y la impele a la
actividad y hace de él un ser viviente, así la vida de Dios –como
la llama el cristiano— efectúa el mismo propósito en el universo
y produce ese coherente, viviente y vital conjunto que llamamos
sistema solar.

Este
principio vida en el hombre se manifiesta en forma triple:
1. Como voluntad directiva, propósito e incentivo fundamental.
Ésta es la energía dinámica que pone al ser en funcionamiento,
lo trae a la existencia, fija el término de su vida, lo conduce
a través de los años y se abstrae al final de su ciclo de
vida. Es el espíritu manifestándose en el hombre como la voluntad
de vivir, de ser, de actuar, de proseguir, de evolucionar.
En su aspecto inferior trabaja a través del cuerpo o na-turaleza
mental, y en conexión con el físico denso se hace sentir a
través del cerebro.
2. Como fuerza coherente. Es esa cualidad esencial y significativa
que hace ser diferente a cada hombre, y produce esa manifestación
compleja de disposiciones de ánimo, deseos, cualidades, complejos,
inhibiciones, sentimientos y características, que producen
la psicología especial de un hombre. Es el resultado del intercambio
entre el aspecto espíritu o energía, y la naturaleza material
o corporal. Constituye el hombre distintivo subjetivo, su
colorido o nota individual, que es lo que fija el grado de
actividad vibratoria de su cuerpo, produce su particular tipo
de forma y es responsable de la condición y naturaleza de
sus órganos, de sus glándulas y su aspecto externo. Esto es
el alma y –en su aspecto inferior— actúa mediante su naturaleza
emocional o astral, y en conexión con el físico denso, mediante
el corazón.
3.
Como actividad de los átomos y células de que está compuesto
el cuerpo físico. Es la suma total de esas pequeñas vidas
que componen los órganos humanos y comprende a todo el hombre.
Éstos tienen vida propia y una conciencia que es estrictamente
individual e idéntica. Ese aspecto del principio vida actúa
por medio del cuerpo etérico o vital, y en conexión con el
mecanismo sólido de la forma tangible mediante el bazo.
No
es posible, por supuesto, dar las palabras y frases mántricas
mencionadas en esta regla. Serían profundamente incomprensibles
para todos, excepto para los iniciados, y por lo tanto no
es necesario que ocupen nuestra atención. Debe tenerse en
cuenta que mucho de lo que se da en estas instrucciones se
anticipa al pensamiento moderno, y tanto estas instrucciones
como las del Tratado sobre Fuego Cósmico, serán plenamente
comprendidas a fines de este siglo.
Consideremos
esta regla, frase por frase, para llegar a una de las interpretaciones
más fáciles para el aspirante común. Todas estas reglas pueden
ser leídas desde el punto de vista del hombre inteligente
y le significarán muy poco; pueden ser leídas desde el punto
de vista del aspirante y entonces trasmitirán ciertas ideas
prácticas que serán susceptibles de aplicación diaria y podrán
ser elaboradas en el crisol de la experiencia de la vida.
Llegarán a tener sentido a medida que el aspirante aprenda
a manipular las energías, a trabajar en la materia mental
y a colaborar creativamente con el Propósito subyacente en
el plan evolutivo. Desde el punto de vista del discípulo,
estas reglas contienen ciertas poderosas instrucciones y lo
conducirán a una comprensión del proceso del trabajo creador
en la naturaleza, que está necesariamente oculto para la mente
del aspirante. Con respecto a la comprensión del iniciado,
estas palabras llevan órdenes definidas que sólo pueden ser
interpretadas correctamente por su intuición iluminada. De
los grados más elevados de inteligencias no es necesario que
nos preocupemos. Por lo tanto, consideraremos esta regla únicamente
desde el punto de vista del aspirante común, dejando otras
interpretaciones para los individuos cuyo equipo interno les
permita comprender.
I. Averiguar la fórmula que confine las vidas dentro de su
muralla esferoidal.
Como
ya se sabe, todas las formas en la naturaleza están compuestas
de miríadas de diminutas vidas, teniendo cierta medida de
percepción, ritmo y coherencia, de acuerdo con la fuerza de
la Ley de Atracción, utilizada por el constructor de la forma.
Esto es verdad tanto respecto al Macrocosmos como al infinito
mundo de vidas microcósmicas contenidas dentro del gran todo.
Sistemas solares embrionarios, que vienen al ser mediante
el impulso del pensamiento divino, primero son fluidos y nebulosos,
de contornos cambiantes y se mantienen débilmente unidos por
el núcleo central de energía –otro modo de expresar la idea
encarnada. A medida que transcurre el tiempo adquieren otras
condiciones, toman formas más definidas, entran en relación
peculiar con formas similares adyacentes, y se ajustan a variables
relaciones de naturaleza interna, con esas formas de imposible
realización en las etapas primitivas. Eventualmente hallamos
un sistema solar como el nuestro y miríadas de otros –un sistema
solar que actúa como un sol con sus planetas que giran y rotan
manteniendo sus diferentes órbitas, sus señaladas y relativas
posiciones, activos como organismos independientes e interdependientes,
y sin embargo presentando al ojo del astrónomo una coherencia,
una unidad y una estructura, única en cada caso y no obstante
funciona de acuerdo a la ley cósmica. Se ajusta a un vasto
propósito concebido y mantenido firmemente en la Mente universal,
que es a su vez un aspecto de esa entidad consciente de grupo
y autoconsciente, autora de su ser y creadora de su forma.
Puede
afirmarse que esta Vida inteligente crea en su meditación (o meditaciones,
si se prefiere, pues qué importan las palabras cuando son inútiles
para expresar la realidad tal como es) y por consiguiente en su
mente reflexiva, lo que llamamos una forma mental.

Esta
forma mental tiene cuatro características principales:
1.
Es traída a la existencia mediante, el uso consciente de la
Ley de Atracción.
2.
Es formada por un infinito número de entidades vivientes que
son atraídas por la mente del divino Creador, entrando en
relación entre sí.
3.
La forma es la exteriorización de algo que su Creador:
a.
Ha visualizado.
b.
Ha construido inteligentemente, "matizado" o "calificado",
a fin de cumplir el propósito para el cual estaba destinado.
c.
Ha vitalizado con la potencia de su deseo y la fuerza de su
pensamiento viviente.
d.
Ha mantenido formado durante el tiempo necesario para efectuar
su trabajo específico.
e.
Ha conectado en sí mismo, por un hilo magnético, el hilo de
su propósito viviente y la fuerza de su voluntad dominante.
4.
Este propósito interno, que se ha revestido de sustancia mental,
astral y vital, es potente en el plano físico mientras:
a.
Permanece conscientemente en el pensamiento de su Creador.
b.
Conserva "su distancia", en sentido esotérico, de
Su Creador. Muchas formas mentales son inútiles por estar
"demasiado cerca" de su Creador.
c.
Pueden ser dirigidas en cualquier dirección deseada, y de
acuerdo a la ley de menor resistencia pueden encontrar su
propio lugar, ejecutar su función deseada y llevar a cabo
los propósitos para los cuales fueron creadas.
Por
lo tanto la "fórmula" puede ser considerada como la
idea que emana del divino Pensador; podría ser definida como el
propósito dinámico, la "cosa" como la ve el Pensador
y la exterioriza en su mente y la visualiza como portadora de
su intención. Las matemáticas que subyacen en la construcción
de un puente, como los puentes de gran envergadura que señalan
las hazañas humanas, nada expresan para el no iniciado, pero para
quienes saben y comprenden, son el puente mismo, reducido a sus
términos esenciales. Son el puente en latencia, y en estas fórmulas
matemáticas subyace oculto el propósito, la calidad, la forma
completa de la estructura y su utilidad eventual. Así sucede con
los conceptos y las ideas que dan nacimiento a una forma mental.
Estas fórmulas ocultas existen en el plano arquetípico que (para
el aspirante) es el plano de la intuición, aunque en realidad
es un estado de conciencia mucho más elevado. Estas fórmulas son
la razón fundamental de un mundo de formas y deben ser conocidas
por quienes están debidamente equipados para trabajar bajo el
Gran Arquitecto del Universo. Simbólicamente hablando, hay tres
grandes libros de fórmulas. Obsérvense las palabras "simbólicamente
hablando" y no las olviden. Tenemos primero el Libro de la
Vida, leído y eventualmente dominado por los iniciados de todos
los grados. Existe luego el Libro de la Sabiduría Divina, leído
por los aspirantes de todos los grados, llamado a veces el Libro
de la Experiencia Conocedora, y también el Libro de las Fórmulas,
que es lectura obligatoria para todos aquellos cuya inteligencia
va despertando a la actividad funcionante. Ahora consideraremos
el Libro de las Fórmulas.

Pantajali
habla de "la nube de cosas cognoscibles” que el alma
percibe conscientemente. El aspirante, cansado del eterno
divagar de sus propios pensamientos inútiles y sin importancia,
procura extraer de los recursos de esa "nube" y
así precipitar sobre la tierra algunos de los pensamientos
de Dios. Trata de trabajar para promover la manifestación
de las ideas del Creador. Para hacer esto debe cumplir ciertos
requisitos iniciales, que pueden ser resumidos brevemente
de la manera siguiente:
1.
Conocer el verdadero significado de la meditación.
2.
Alinear con facilidad el alma, la mente y el cerebro.
3.
Contemplar o funcionar como alma en su propio plano. Entonces
el alma puede actuar como intermediario entre el plano de
las ideas divinas y el plano mental. Se verá aquí que tal
participación en el proceso divino creador actúa como objetivo
de todo verdadero trabajo de meditación.
4.
Registrar la idea recibida intuitivamente por el alma y reconocer
la forma que debe tomar. Estas últimas seis palabras son de
vital importancia.
5.
Reducir la vaga y nebulosa idea a sus esencialidades, eliminando
las vagas imaginaciones y las formulaciones de la mente inferior,
capacitándose así para lanzarse a la actividad y, mediante
la constancia en la contemplación, recibir con exactitud la
visión de la estructura interna o del armazón subjetivo, si
puedo emplear este término, de la forma tal como será.
6.
Cuando el alma registra en forma consciente esto en la mente,
también lo registra conscientemente la mente, la cual se mantiene
firme en la luz y puede considerarse como la reducción de
la fórmula al anteproyecto. No es la fórmula misma, sino el
proceso secundario. De acuerdo a la fuerza, simplicidad y
claridad de la incorporación de la fórmula en una estructura
sencillamente esbozada, así será finalmente el edificio completo
y la consiguiente forma, que confinará dentro de la periferia
externa de la forma misma, las vidas utilizadas en su construcción.
Esto,
en realidad, se asemeja a la etapa de la concepción. Latente
dentro del germen (resultado de la interrelación femenina
y masculina) se hallan todas las potencias y capacidades del
producto final. Latente en la idea que materialmente ha sido
concebida, pero que fue inspirada por el aspecto espíritu,
están ocultas en potencia las formas mentales completadas.
El aspecto materia, representado por la mente, ha sido fecundado
por el aspecto espíritu, y la triplicidad será eventualmente
completada por la forma creada. Pero en las primeras etapas
existe sólo la "fórmula" –la idea concebida, el
concepto latente aunque dinámico. Tiene suficiente potencia
para atraer a sí misma lo esencial para su crecimiento y forma,
pero ¿quién podrá decir si será un aborto, un producto débil
y mediocre, o una creación de verdadera belleza y valor?
Cada
idea exteriorizada posee, por lo tanto, forma, está animada
por el deseo y creada por el poder de la mente. En el plano
del deseo la mente impone sus concepciones a fin de producir
la “idea encarnada", revistiéndola con la forma. Es,
por consiguiente, el campo de gestación. La mente ha sido
previamente el receptor de la idea arquetípica, tal como la
ha captado y visualizado el alma. A su vez el alma es el receptor
de la fórmula, según le fue presentada en el mundo de las
ideas. Tienen así la “idea presentada", la "idea
percibida", la “idea formulada" y la idea desarrollándose
en la manifestación.
Es
conveniente tener en cuenta los siguientes factores que rigen
la idea cuando surge de la Mente Universal y va al mundo,
de las formas tangibles. Éstas son:
1.
Las energías que emanan desde el plano arquetípico. Este plano
es el foco de atención del grupo de Inteligencias más elevadas
de nuestro planeta. Sus conciencias pueden responder y ser
incluyentes en esa esfera de actividad en que la Mente de
Dios se expresa, libre de las limitaciones de lo que entendemos
por forma. Son los custodios de la fórmula, son los matemáticos
que preparan los anteproyectos del gran Plan, calculan los
efectos de las fuerzas con las cuales el trabajo se lleva
a cabo, y de las energías que deben ser manipuladas; tienen
en cuenta los esfuerzos y las tensiones a las que deben estar
sujetas las formas bajo el impacto de la fuerza de la vida;
tratan con los impulsos cíclicos a los cuales deben responder
los procesos evolutivos; conciernen a la relación entre el
aspecto forma y el impulso de la vida.
2.
El estado intuitivo de percepción. En este nivel de conciencia
hallamos a los Maestros de Sabiduría efectuando Su trabajo,
y en esta esfera de influencia trabajan con tanta comodidad
y facilidad, como un hombre de inteligencia normal lo hace
en el plano físico. Sus mentes están constantemente en contacto
con las mentes arquetípicas, custodias de las fórmulas, y
Ellos, tomando los anteproyectos (hablo nuevamente en forma
simbólica), tratan con las especificaciones, buscan a esas
personas adecuadas para controlar el trabajo y reúnen al personal
necesario. Descubren entre Sus discípulos al más apto para
servir de punto focal de información en el plano físico, o
al grupo más apropiado para llevar a la manifestación la parte
deseada del Plan. Trabajan con quienes han sido elegidos,
impresionando en sus mentes esa eterna triplicidad de idea
cualidad forma, hasta que empiezan a surgir los detalles y
puede seguir adelante el trabajo, que es literalmente una
"precipitación".
3.
La actividad del estado mental de la conciencia. En el plano
mental es donde necesariamente se ha hecho gran parte de este
trabajo y hay una razón suficiente para el desarrollo, en
lo que al aspirante concierne, de un intelecto entrenado.
La "nube de cosas cognoscibles" se precipita ante
todo en el plano mental, y una precipitación posterior se
produce cuando discípulos y aspirantes son receptores. Estos
últimos, a su vez, procuran impresionar y guiar a los trabajadores
y aspirantes menores que, kármicamente o por elección, se
hallan dentro de su radio de influencia. De ese modo la "idea"
presentada es captada por muchas mentes y el aspecto fórmula
del gran trabajo ha desempeñado su parte.
Puede
verse que este trabajo es esencialmente trabajo grupal, y por
lo tanto, sólo posible para quienes hayan dominado en parte el
proceso de meditación y pueden "mantener la mente firme en
la luz". En realidad esta luz emana de la Mente Uni-versal,
es de diversas clases, fue generada (esotéricamente hablando)
en un sistema solar anterior y debe utilizarse y desarrollarse
en el actual.

Con
las palabras "la luz de la intuición" se imparte
a nuestras mentes el tipo de energía que encarna el propósito,
la voluntad de Dios, el Plan, tal como lo consideramos. En
las palabras "la luz del alma", tenemos la expresión
que resume el propósito, el plan, la voluntad, de esas entidades
que, encarnadas en la forma humana, actuando a veces fuera
del cuerpo, tienen la responsabilidad de materializar los
divinos conceptos en los cuatro reinos de la naturaleza. El
reino humano es, por exce-lencia, el medio de expresión de
la Mente Universal, y cuando los hijos de Dios sean humanamente
perfectos, los problemas del mundo natural serán resueltos
en gran parte. Los hijos de Dios plenamente conscientes, conscientes
de sí mismos mientras es-tán en la forma humana (pero aún
son muy pocos), constituyen el cerebro de la vida planetaria.
Hay
una verdadera significación oculta en las palabras "arrojar
luz" sobre un problema, una condición o una situación.
En su significado esencial quiere decir la revelación de la
idea presentada, del principio que subyace en la manifestación
externa. El reconocimiento de la realidad espiritual interna
produce la forma externa visible. Ésta es la nota clave de
todo el trabajo simbólico. La tarea de comprobar las fórmulas
y trazar los planos o diseños subjetivos de impresión intuitiva,
más la intensa actividad en el plano mental, es exclusiva
de la jerarquía planetaria organizada. La segunda fase del
trabajo es llevada adelante por aquellos trabajadores que,
colaborando conscientemente con la Jerarquía, demuestran la
realidad de ese trabajo en los tres mundos de la evolución
humana. Llevan el germen de la idea y el concepto embrionario
a una externa y completa existencia, mediante el proceso del
correcto pensar, el despertar del anhelo y el fomento de la
correcta opinión pública. Así se efectúa la necesaria actividad
física.
Aspirantes,
dirigentes de grupos y pensadores de todas partes del mundo,
pueden estar dispuestos para este trabajo siempre que sus
mentes estén abiertas y enfocadas. De acuerdo a la sencillez
de su acercamiento a la verdad, la claridad de su pensamiento,
su influencia grupal y su estado de percepción incluyente,
y a su poder de soportar el prolongado esfuerzo, así se asemejará
la forma externa a la idea interna y a la realidad espiritual
subjetiva.
Trato
de poner de manifiesto que el lector común de estas instrucciones
nada tiene que hacer con las fórmulas. Captadas y comprendidas
por los grandes Conocedores que están tras el proceso evolutivo,
son responsables de su actividad funcional. La Jerarquía de Maestros,
los iniciados mayores y los discípulos, prosiguen firmemente con
ese trabajo; pero de acuerdo a la Ley ello depende de quienes
deben producir las formas externas en el plano físico. Si fracasa
la respuesta, habrá demora o construcción incorrecta; si cometen
errores, habrá pérdida de tiempo y de energía, y nuevamente demora;
si pierden interés y dejan de trabajar o se interesan principalmente
en sus propios asuntos y personalidades, el Plan tendrá que esperar,
y la energía disponible para resolver los problemas humanos y
guiar a la humanidad, deberá encontrar salida en otras direcciones.
Nada es estático en el proceso creador; la energía que fluye en
el palpitar de la Vida una, y en su rítmica y cíclica actividad
–que nunca finaliza ni descansa—, es utilizada en alguna parte
y halla su camino en al-guna dirección, a menudo (cuando el hombre
falta a su deber) con resultados catastróficos. El problema de
los cataclismos, la causa del constante y acrecentado peligro
de los insectos, por ejemplo, se relaciona con el influjo de energía
no utilizada ni reconocida, factible de correcta orientación y
propósito, y sirve al progreso del Plan si los aspirantes y discípulos
del mundo asumen sus responsabilidades grupales, sumergen sus
personalidades y logran verdadera realización. La humanidad debe
ser más activa e inteligente en el cumplimiento de su verdadero
destino y obligaciones kármicas.

Cuando los hombres estén universalmente en armonía con los custodios
del plan, y sus mentes y cerebros sean iluminados por la luz de
la intuición, del alma y de la mente universal, y cuando puedan
entrenarse a sí mismos para responder inteligentemente a los impulsos
oportunos que cíclicamente emanan del aspecto interno de la vida,
entonces habrá un constante ajuste entre la vida y la forma y
un rápido mejoramiento de las condiciones mundiales. Es interesante
recordar que el primer efecto de la respuesta a las fórmulas,
de los hijos más avanzados de los hombres, según traducidas y
trasmitidas por los Conocedores, será el establecimiento de correctas
relaciones entre los cuatro reinos de la naturaleza, y también
entre unidades y grupos de la familia humana. Se está dando un
paso en esta dirección. Las relaciones entre las cuatro esferas
de actividad que llamamos humana, animal, vegetal y mineral, no
están actualmente bien ajustadas, porque la energía de la materia
es principalmente el factor regente. En el reino humano la actuación
de esta energía se manifiesta en lo que llamamos egoísmo. En el
reino animal se demuestra en lo que llamamos crueldad, y no se
puede criticar allí donde sólo existe el sentido instintivo y
temporario de responsabilidad. En el reino vegetal estos ajustes
equívocos se demuestran durante el período planetario de abuso
y enfermedad.

¿Les
sorprende esto? La enfermedad tiene sus raíces principalmente
en los desajustes y en las fuerzas mal dirigidas del reino
vegetal; éste afecta a los reinos animal y mineral y por consiguiente
al humano. La demostración de esto se halla aún muy lejana,
pero cuando sea comprendido, los investigadores deberán enfocar
la atención en ese reino de la naturaleza y la extirpación
de las enfermedades encontrará eventualmente su solución.
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