
LA
SIGNIFICACIÓN DE LAS INICIACIONES
Comenzamos
ahora la consideración de las nueve iniciaciones sólo que esta
vez nos ocuparemos de la relación y los detalles vinculados
con cada una, considerándolas, en lo posible, desde el ángulo
de la Jerarquía y su esfuerzo en bien del progreso evolutivo
de la raza, y no tanto del de la personalidad del discípulo
fusionada con el alma. Debe recordarse desde el principio, que
ningún discípulo puede pasar por la experiencia iniciática si
no es un individuo fusionado con el alma y conscientemente consciente,
en los niveles del alma, de los diferentes acontecimientos,
posibilidades, empresas e implicaciones.
En
los numerosos libros que he dado al mundo mucho he enseñado
sobre la iniciación; he tratado de llevar una presentación más
sensata y razonable de estas grandes crisis en la vida de todos
los discípulos.
Sería
conveniente observar que una iniciación es, en realidad, una
crisis, un acontecimiento culminante, que sólo se produce realmente
cuando el discípulo ha aprendido a ser paciente, resistente
y sagaz, al surgir de las numerosas y menos importantes crisis
precedentes.
La iniciación es un episodio culminante,
debido a la disciplina autoinspirada, a la que el discípulo
se ha obligado a ajustarse.
En
los libros ocultistas se ha dicho mucho sobre el trabajo preparatorio
que debe hacerse y el esfuerzo que tal tarea implica, más la
comprensión de las consecuencias que se inician y expresan a
través del aspirante individual. Pero poco se ha dicho sobre
la verdad más importante, de que la iniciación
admite a un hombre en una zona o nivel de la conciencia divina
-en un plano o más bien en un estado del ser, hasta ahora considerado
como sellado y cerrado.
No
tocaré los efectos de rayo, pues ya han sido considerados, y
porque cada nivel de conciencia, cada fase o zona revelada del
"Camino Iluminado", están abiertos a las almas de
cualquier rayo y categoría de iniciado.
Desde
el punto de vista de la Jerarquía, el iniciado individual no
es importante, sino los grupos que en cada país enfrentan la
iniciación, clasificándose en tres categorías:
1.
Los que han captado la visión y aceptan la realidad de la existencia
de la Jerarquía y la oportunidad ofrecida, pero que sin embargo
no están bien preparados para dar el próximo paso y deben ser
enseñados y preparados para ello. No obstante, son "apartados
para la realización", como se dice esotéricamente, y a
pesar de las fluctuaciones y numerosas vicisitudes del sendero,
eventualmente llegarán a la meta.
2.
Los que están preparándose para una iniciación específica, particularmente
la primera hasta la tercera iniciación (inclusive). Han puesto
sus manos en el arado -otra manera de decir simbólicamente que
están trabajando para sus semejantes, sirviéndolos.
3.
Los que han recibido el entrenamiento necesario y esperan el
momento de la iniciación. Como se ha dicho, las primeras dos
iniciaciones -las del Nacimiento y del Bautismo- no son consideradas
por la Jerarquía como iniciaciones mayores, porque pertenecen
a la categoría de iniciaciones del umbral y son meras fases
de la tercera iniciación (como la llaman los estudiantes de
ocultismo) o preparatorias para ella, que en realidad es la
primera iniciación mayor.
Esto debe tenerse muy en cuenta, pues estas iniciaciones indican
el proceso mediante el cual la personalidad puede fusionarse
con el alma y la energía de la Tríada espiritual hacer sentir
su presencia.
Sin
embargo, en aras de la claridad y debido a que las iniciaciones
del Nacimiento y del Bautismo han sido incluidas en las verdaderas
iniciaciones mayores por los instructores modernos de teosofía
y grupos ocultistas similares, y también, a que la gente está,
por lo tanto, acostumbrada a considerarlas así, se mantendrá
el antiguo método de tenerlas en cuenta.
Debe
tenerse presente la idea de la fusión con el alma -el alma que
mora internamente y culmina en la tercera iniciación, y el control
monádico que toma acrecentadamente posesión de la personalidad
fusionada con el alma. Esta posesión superior se acrecienta
constantemente desde el momento de la tercera iniciación hasta
la séptima, después de la cual podrá observarse una condición
de naturaleza extraplanetaria, sobre la cual poco puede saberse.
Esto produce, por primera vez, un registro o reconocimiento
de la conciencia cósmica.
Consideraremos
ahora una por una, dichas iniciaciones.

Primera
Iniciación. El Nacimiento en Belén.
He
conservado la nomenclatura cristiana que antecede, debido su
familiaridad y porque (hablando simbólicamente) imparte un aspecto
de una mayor.
Así
como el nacimiento de un niño es una entrada en la luz, hablando
literalmente, y el comienzo de un sistema de vida totalmente
nuevo, así cada iniciación sucesiva es, en forma exactamente
similar, una entrada en la luz, involucrando la revelación de
un mundo diferente del hasta entonces conocido y la adquisición
de experiencias totalmente nuevas.
Si los estudiantes mantuvieran cuidadosamente presente esta
simbología y definición, obtendrían un concepto más agudo de
los procesos que tienen por delante. Esto es particularmente
verdad en relación con la primera iniciación; la analogía rige
desde los mismos albores de la historia, en lo que a la humanidad
concierne.
En
la antigua Lemuria, con el advenimiento de las ideas y del mecanismo
mental, la vida animal de grado inferior (que en cierta medida
parecía humana, pero definidamente no poseía mente, era ignorante
y ciega) fue repentinamente consciente de lo que arrojaba luz
en su camino, lo cual significó muy poco para los hombres animales
de esos días, pero acrecentadamente tuvo significación a medida
que transcurrieron los milenios; civilizaciones aparecieron
y desaparecieron; también se desarrollaron razas y desaparecieron.
En
los días lemurianos, la luz de la percepción que moraba internamente
(aunque era una percepción tan distante de la nuestra, lo que
es prácticamente inconcebible) reveló el mundo físico y lo que
en él existía, y que el ser humano de entonces consideraba deseable.
Luego, en la época atlante, esa misma luz que moraba internamente
y la luz de la mente en desenvolvimiento, sirvieron para develar
el mundo de las emociones, y en la segunda mitad de ese período
se revelaron los valores más estéticos; las artes empezaron
a florecer y se registraron el color y la belleza.
En
nuestra moderna raza aria, la luz nos ha revelado el mundo del
pensamiento y nos ha llevado a una síntesis de los sentidos,
desarrollados en anteriores ciclos de la vida humana. Cada una
de estas tres razas tiene en escala racial, en forma misteriosa,
una analogía con las primeras tres iniciaciones.
Hoy,
a medida que entramos en la nueva era, tiene aplicación la simbología
de la cuarta iniciación, la Renunciación;
los
hombres enfrentan la necesidad de renunciar a los valores materiales
para sustituirlos por los espirituales.
El fermento del proceso iniciático continúa minando el materialismo
de la raza humana, revelando cada vez más la realidad subyacente
en el mundo fenoménico (único mundo reconocido por los lemurianos)
y, al mismo tiempo, proporcionando ese campo cultural de experiencia
en el cual los hijos de los hombres, que están preparados para
ello, pueden pasar por las cinco iniciaciones, técnicamente
entendidas. Éste es el factor importante. Por consiguiente,
es nuestro punto de partida.
El
proceso histórico puede revelar, y revelará, la entrada gradual
de la humanidad en "las zonas iluminadas" de conciencia,
siempre en expansión; en dichas zonas el camino del desenvolvimiento
evolutivo ha conducido a la raza humana directamente a la etapa
donde hay muchos, muchos miles (millones si consideramos toda
la humanidad -los que hoy están en encarnación y los que no
lo están por hallarse en los planos internos) que han podido
salir del campo iluminado de los tres mundos y penetrar en otra
zona, donde la luz de la mente puede fusionarse con esa mayor
luz del alma.
Ellos han pasado (en vidas anteriores, aunque no lo recuerden)
por la experiencia y la iniciación del nacimiento y, como resultado
de esto, aquello que puede revelar lo que la mente es incapaz
de iluminar, está ahora desarrollándose y fusionándose dentro
de ellos. La "luz de la vida" ya está disponible,
en un sentido mucho más literalmente verdadero de lo que pueden
percibir en la actualidad, y cada sucesiva iniciación demostrará
con más claridad este hecho.
La Iniciación del Nacimiento ha quedado atrás en la experiencia
de muchos, y esto se demuestra efectivamente en las vidas de
quienes están conscientes y voluntariamente orientados hacia
la luz, ven un mundo más amplio que el de sus propios intereses
egoístas, son sensibles a la vida crística y a la conciencia
espiritual de sus semejantes y visualizan un horizonte y panoramas
de contacto no percibidos por el hombre común; se dan cuenta
de una posible realización espiritual, que es desconocida y
no deseada por aquellos cuyas vidas están condicionadas enteramente
por las emociones o por la mente concreta inferior.
En
esta etapa de desenvolvimiento poseen un sentido de dualismo
consciente, conociendo la realidad de la existencia de ese "otro
algo" que no es el no yo fenoménico, emocional y mental.
La
primera iniciación podría ser considerada como la meta y la
recompensa de la experiencia mística; ésta no es fundamentalmente
una experiencia ocultista en el verdadero sentido del término,
porque raras veces es exactamente comprendida o se prepara conscientemente
para ella, como es el caso de las iniciaciones posteriores,
razón por la cual las primeras dos iniciaciones no son consideradas
mayores.
En
la realización mística hay, lógica y normalmente, un énfasis
puesto sobre el dualismo, pero en la nueva zona de desenvolvimiento
-donde una iniciación tras otra son primeramente visualizadas,
luego se lucha por ellas y después se logra -se obtiene la unidad
y desaparece el dualismo. Por lo tanto, los estudiantes deben
recordar el siguiente y definido concepto esotérico:
El camino místico conduce a la primera
iniciación. Habiendo cumplido su propósito, se renuncia a él,
entonces se sigue el "camino iluminado" esotérico,
que conduce a las zonas iluminadas de los estados superiores
de conciencia.
Como
se ve, ambos caminos son esenciales; actualmente el camino místico
es el de la mayoría, y un grande y creciente número de místicos
surgirá de las masas humanas modernas; paralelamente a éste,
el camino esotérico atrae cada vez más a los intelectuales del
mundo. Su experiencia no es básicamente religiosa, tal como
el clero ortodoxo comprende la palabra. El camino de la ciencia
es profundamente necesario para el género humano, como lo es
el de la religión, pues Dios se encuentra igualmente en ambos
caminos.
El
camino científico conduce al aspirante al mundo de las energías
y fuerzas, el verdadero mundo del esfuerzo ocultista, revelador
de la Mente Universal y la actuación de esa gran Inteligencia
que creó al universo manifestado.
El
"nuevo hombre" que ha llegado al nacimiento en la
primera iniciación, debe hollar y hollará el camino ocultista
o científico, que lo conduce inevitablemente fuera del mundo
del misticismo, llevándolo a la segura y científica percepción
de Dios como vida o energía.
La
primera iniciación marca el principio de una vida y un modo
de vivir totalmente nuevos y señala el comienzo de una nueva
forma de pensar y de percepción consciente.
La vida de la personalidad en los tres mundos ha nutrido durante
eones el germen de esta nueva vida y ha fomentado la diminuta
chispa de luz dentro de la relativa oscuridad de la naturaleza
inferior. Este proceso está llegando ahora a su fin, aunque
en esta etapa no será interrumpido totalmente porque el "nuevo
hombre" tiene que aprender a caminar, hablar y crear; sin
embargo, la conciencia se enfoca ya en otra parte.
Esto
conduce a mucho dolor y sufrimiento, hasta tomar el
iniciado la decisión definitiva, acordar una nueva dedicación
al servicio y estar preparado para recibir la iniciación
del Bautismo. |
Los
miembros del nuevo grupo de servidores del mundo deberían estar
a la expectativa de quienes dan señales de haber pasado por
la experiencia del "nacimiento", y ayudarlos a obtener
mayor madurez.
Deberían suponer que todos los que aman realmente a sus semejantes,
se interesan en la enseñanza esotérica y tratan de disciplinarse
para alcanzar una mayor belleza de la vida, son iniciados y
han pasado por la primera iniciación.
Cuando
descubren a quienes buscan la polarización mental y evidencian
deseo y aspiración para pensar y saber, conjuntamente con las
señales características de haber recibido la primera iniciación,
pueden considerar con toda probabilidad, sin lugar a dudas,
que tales personas han recibido la segunda iniciación o están
á punto de hacerlo.
Entonces sabrán con toda claridad cual será su deber. Mediante
esta aguda observación, por parte de los servidores del mundo,
se van ampliando las filas del nuevo grupo. La oportunidad y
el estímulo son hoy tan grandes que todos los servidores deben
estar alertas, desarrollando en sí mismos la capacidad de registrar
la cualidad que debe ser buscada, ayudando y guiando en tal
forma, que unirán en un grupo cooperador a esos discípulos e
iniciados que deben preparar el camino para el Cristo.
La
primera iniciación debería considerarse como instituyendo una
nueva actitud en las relaciones, lo cual todavía no sucede.
Las relaciones reconocidas hasta ahora, hablando en forma general,
fueron instituidas kármica, física y emocionalmente, siendo
mayormente objetivas y predominantemente conciernen al plano
fenoménico, con sus contactos, deberes, responsabilidades y
obligaciones.
Sin
embargo, las nuevas relaciones que deben ser acrecentadamente
reconocidas son subjetivas y tienen muy pocos indicios
fenoménicos. |
Abarcan
el reconocimiento de quienes deben ser servidos; involucran
la expansión de la conciencia individual hacia una creciente
percepción grupal; conducen eventualmente a responder ansiosamente
a la cualidad jerárquica y a la atracción magnética del ashrama.
Este
desarrollo, en el reconocimiento de las relaciones, conduce
finalmente al reconocimiento de la Presencia de Cristo y a la
relación con Él. No tenemos por qué ocuparnos de la relación
del Logos planetario y Su reconocimiento.
Todas
estas relaciones comienzan en su más veraz significado y con
un objetivo correctamente entendido, en el nacimiento del "nuevo
hombre". Cristo Se refirió a ello cuando dijo: "Salvo
que un hombre nazca de nuevo, no podrá ver el Reino de Dios".
Empleo aquí la terminología cristiana, pero prefiero hablar
del "nuevo hombre" en vez de la frase estrictamente
cristiana "el nacimiento del Cristo Niño en el corazón".
Mediante la piedra angular de las relaciones, los servidores
del mundo harán contacto con los iniciados y los discípulos
aceptados del mundo y descubrirán a esos aspirante que pueden
ser ayudados y entrenados.
Llamaré
la atención sobre otro punto. En el mundo fenoménico del ser
humano común que no ha pasado todavía por la experiencia iniciática
del renacimiento, el énfasis ha estado siempre, y lo está hoy,
sobre la relación dual de los sexos, dando testimonio de ello
las novelas, las obras de teatro, las películas y los asuntos
de los hombres.
La
creatividad se expresa principalmente en la propagación de la
raza, efectuada por la relación masculina y femenina, o por
los polos positivo y negativo de la familia humana.
Esto es correcto y bueno y forma parte del Plan divino. Aunque
los hombres hayan prostituido sus facultades y envilecido sus
relaciones, el plan básico es divino e ideal.
Después de la primera iniciación, toda la relación sexual se
transfiere gradual y constantemente al lugar que corresponde,
como una mera fase natural de la existencia en los tres mundos
y como uno de los apetitos normales y correctos, pero el énfasis
cambia.
La
experiencia y la analogía superiores y aquello de lo cual el
sexo físico es sólo el símbolo, se hace evidente.
En lugar de masculino y femenino, surge la relación magnética
entre la ahora negativa personalidad y el alma positiva, con
la creatividad consiguiente en los planos superiores.
El centro coronario y el centro entre
las cejas (ajna) son los agentes de esta relación y eventualmente
-por medio del cuerpo pituitario y la glándula pineal- condicionan
la personalidad, permitiendo su fusión con el alma.
He
dado mucha información en mis numerosos libros sobre la iniciación,
los rayos y los centros, y no es necesario repetirla; sin embargo,
es imprescindible recopilar y clasificar la información diseminada
a fin de poder estudiarla en su totalidad.
Gran
parte de quienes leen estas instrucciones y estudian mis libros
están en proceso de preparación para recibir una de las iniciaciones,
y todo el tema debería serles, por lo tanto, de sumo interés.
Deben cerciorarse (por lo menos como tentativa) qué iniciación
tienen por delante y luego descubrir todo lo posible sobre la
misma y sus prerrequisitos, esforzándose por aplicar en forma
práctica la información impartida, la cual puede ser verdad
o no, y si lo es, tiene vital importancia para el progreso futuro,
debiendo procurar cierta medida de comprensión.
He
enseñado que la actividad o la inactividad de los centros condiciona
a la personalidad, actuando por medio del sistema endocrino;
que
las energías canalizadas y las fuerzas por ellos generadas,
pueden ser controladas y dirigidas por el alma, el hombre espiritual.
He dicho también que la energía del centro sacro (el centro
más involucrado y activo en el momento de la primera iniciación)
debe ser transmutada y elevada al centro laríngeo, transformando
así el acto creador físico en el proceso
creador que produce lo bueno, lo bello y lo verdadero.
El abecé del conocimiento fundamental es: la transmutación del
sexo. En ese proceso transmutador los hombres han cometido grandes
errores y han abordado el tema desde dos ángulos:
1.
Han tratado de suprimir el deseo natural, esforzándose por destacar
el celibato obligatorio, desviando así con frecuencia a la naturaleza
y sometiendo al "hombre natural" a reglas y reglamentos
que no estaban en la intención divina.
2.
Han tratado de agotar -en el otro extremo- el deseo sexual normal
por medio de la promiscuidad, el libertinaje y las perversiones,
perjudicándose y sentando las bases para las dificultades que
se producirán en muchas encarnaciones futuras.
La
verdadera transmutación es, en realidad, el logro de un correcto
sentido de proporción en relación con cualquier aspecto de la
vida humana y, en lo que respecta a los hombres actualmente,
tiene particular referencia al centro sacro y a las energías
que lo ponen en actividad.
Cuando
el debido reconocimiento del lugar que la vida del sexo debe
ocupar en la vida diaria vaya paralelo a la concentración mental
en el centro laríngeo, ese centro automáticamente llegará a
ser magnético, y atraerá hacia arriba las fuerzas del centro
sacro a través de la columna vertebral, "al lugar de la
construcción creadora"; entonces la vida sexual normal
no se atrofiará y estará regulada y relegada a su correcto lugar,
como una de las facultades o apetitos comunes de los cuales
fue dotado el hombre; la vida sexual es
controlada cuando no se tiene un interés directo y está subordinada
a la ley del país, respecto a su relación con el polo opuesto
-negativo y femenino o positivo y masculino.

Para
el aspirante esto se convierte principalmente en agente que
crea los vehículos necesarios para las almas que encarnan. De
esta manera, por la fuerza del ejemplo, evitando todos los extremos,
aplicando las energías corporales a cosas superiores y aceptando
la ley del país de residencia, los actuales desórdenes y el
abuso del principio sexual, cederán el lugar a la vida ordenada
y al correcto empleo de esta primordial función corporal.
La
vida física puede regularse cuando la personalidad suficientemente
integrada y coordinada y el centro ajna (el centro entre las
cejas) están activos y controlados por el alma. Esto tiene un
efecto inmediato -automáticamente inducido- sobre la glándula
vinculada a dicho centro, que se convierte en una parte equilibrada
del sistema endocrino general, evitándose el desequilibrio anterior.
Simultáneamente
el centro coronario se hace activo,
como resultado de la percepción mental, la meditación y el servicio
del aspirante, lo cual pone en actividad a la glándula vinculada,
la pineal. Todo esto es también el abecé del ocultismo.
Frecuentemente
se omite en la consideración normal, el hecho de que la creciente
actividad de esos dos "puntos de luz en la cabeza",
se relacionan básicamente con lo que ocurre en los centros sacro
y laríngeo, mientras prosigue el proceso transmutador, y las
energías del centro sacro se reúnen en el centro laríngeo, pero
sin retirar toda la energía del centro inferior; de esta manera
se mantiene en forma apropiada su actividad normal.
Entonces entran en la correspondiente actividad los dos centros
de la cabeza, se afectan recíprocamente los elementos negativo
y positivo y brilla la luz en la cabeza; se establece una línea
de luz entre los centros ajna y coronario que permite la libre
interacción, por lo tanto entre el cuerpo pituitario y la glándula
pineal.
Cuando
existe esta línea de luz y hay una relación inobstruida entre
los dos centros y las dos glándulas, entonces es posible la
primera iniciación.
Cuando
esto tiene lugar, no debe inferirse por ello que la tarea de
transmutación, llevada a cabo entre los centros inferior y superior
y la relación entre los dos centros de la cabeza, se ha concluido
y establecido plena y finalmente.
La línea de luz sigue siendo tenue e inestable,
pero existe. La energía liberada en la primera iniciación y
distribuida a los centros sacro y laríngeo (por conducto del
centro coronario, en lento despertar) lleva el proceso de transmutación
a una conclusión exitosa y estabiliza la relación dentro de
la cabeza. Este proceso puede insumir varias vidas de esfuerzo,
que va intensificándose constantemente por parte del iniciado
discípulo.
De
este modo se inicia el trabajo de reforma mágica, y es aquí
donde ejerce influencia el séptimo rayo (que rige a la primera
iniciación); una de las funciones de este rayo consiste en unir
el alma y el cuerpo, lo superior y lo inferior, la vida y la
forma, el espíritu y la materia.
Ésta es la tarea creadora que enfrenta el discípulo, empeñado
en elevar las energías del centro sacro al centro laríngeo y
en establecer una correcta relación entre la personalidad y
el alma.
Así como el antakarana debe ser construido y establecido como
puente de luz entre la Tríada espiritual y la personalidad fusionada
con el alma, también un puente similar o analogía se establece
entre el alma y la personalidad y, en conexión con el mecanismo
del discípulo, entre los dos centros de la cabeza y las dos
glándulas dentro de la cabeza.

Cuando
esa línea de luz ha relacionado los aspectos espirituales superior
e inferior, y cuando los centros sacro y laríngeo están verdaderamente
alineados y relacionados, el iniciado discípulo se transforma
en un trabajador creador de acuerdo al Plan divino y en un "exponente
mágico" del divino trabajo de construcción; entonces él
es una fuerza constructiva, que manipula conscientemente la
energía en el plano físico, creando formas como expresiones
de la realidad. Éste es el verdadero trabajo de magia.
En
el trabajo creador, como pueden ver, tres energías son por lo
tanto llevadas a un actividad relacionada:
1.
La energía concentrada en el centro ajna, que indica la vida
de la personalidad.
2. La energía concentrada en el centro coronario, como resultado
de la actividad del alma.
3. La energía del séptimo Rayo de Orden Ceremonial o Magia,
que hace posible la verdadera actividad creadora de acuerdo
al Plan divino.
Nada
espectacular tengo que decir sobre la primera iniciación; el
iniciado discípulo sigue su trabajo en la débilmente iluminada
"caverna del nacimiento espiritual"; debe continuar
su lucha para revelar a la divinidad, principalmente en el plano
físico -simbolizado para nosotros en la palabra "'Belén",
que significa la "casa del pan";
debe aprender la función dual de "elevar
hacia la luz las energías inferiores" y, al mismo tiempo,
"hacer descender las energías superiores a la expresión
corporal". Así se convierte en un mago blanco.
En
esta iniciación ve, por primera vez, cuáles son las energías
mayores que debe llevar a la expresión, y esta visión está resumida
en El Antiguo Comentario en las siguientes palabras:
"Cuando
el Cetro de la Iniciación desciende y toca la parte inferior
de la columna vertebral, se produce una elevación; cuando los
ojos se abren a la luz, lo que debe descender a la forma es
entonces percibido. La visión es reconocida. Se asume la responsabilidad
del futuro. La caverna se ilumina y aparece el nuevo hombre".
Que
esto sea verdad para quienes leen estas palabras, es la plegaria
y el deseo de su amigo y consejero.
|