CURACIÓN ESOTÉRICA

TRATADO SOBRE LOS SIETE RAYOS, Volumen 4

Alice A. Bailey & Maestro Tibetano (Djwhal Khul)

 

www.maestrotibetano.es

 

 

 

Los rayos del curador y del paciente

 

 

Páginas 510-521

 

II. LOS RAYOS DEL CURADOR Y DEL PACIENTE

Será evidente, hasta para el lector más superficial, que la variación o la similitud entre los rayos del curador y su paciente constituyen un factor importante; pueden presentarse muchos factores condicionantes y también haber un contraste entre los rayos del alma y de la personalidad de ambos. Por lo tanto, las condiciones pueden ser las siguientes:

1. Que los rayos del alma son idénticos y los rayos de la personalidad distintos.

2. Que los rayos de la personalidad son los mismos, pero no los rayos del alma.

3. Que los rayos son iguales en ambos casos.

4. Que ni los rayos del alma ni de la personalidad son los mismos.

5. Que no se conozca el rayo del alma, pero se evidencie el de la personalidad. El rayo de la personalidad es fácilmente determinado, pero a menudo nada indica cuál es el rayo del alma. Esto es aplicable al curador y al paciente.

6. Que nada se sabe acerca de los rayos de cualquiera de las partes interesadas.

En esta descripción no hago ninguna referencia sobre los rayos de los vehículos mental, astral o físico, aunque tienen un definido y algunas veces decisivo efecto y su conocimiento resulta de utilidad. Cuando el curador entrenado posee este conocimiento, puede utilizar una técnica secundaria, como una ayuda para el método básico, y emplear el vehículo inferior apropiado (ya sea el propio o el del paciente) a través del cual verter una corriente secundaria de energía curadora, aumentando así el trabajo de la corriente primaria. El agregado de esta corriente secundaria implica que el curador posee un conocimiento bastante avanzado, o una exacta información facilitada por el paciente. Esto, como puede suponerse, es muy raro de hallar. La gente puede, mediante un cuidadoso estudio, y la recopilación de ejemplos análogos conocidos, averiguar con muchas probabilidades de éxito, la naturaleza de los dos rayos mayores; sin embargo, sólo un iniciado de determinado grado puede reconocer y trabajar por medio de los rayos de uno de los cuernos inferiores, y por lo tanto estar en condiciones de distribuir simultáneamente la fuerza de curación a través de dos centros. No consideraremos en consecuencia nada más que la relación de los rayos que controlan al curador y al paciente, desde el ángulo del alma y de la personalidad.

No me es posible tomar cada uno de los rayos de ambos, curador y paciente, ni trazar la técnica apropiada, que se aclarará si se considera el sinnúmero de dificultades que se presentan cuando los dos rayos, el del curador y el del paciente, establecen relación. En el libro Discipulado en la Nueva Era se dan los rayos a que pertenece un gran número de discípulos. Podrían, como ejercicio experimental, tomar los diversos rayos, como han sido asignados, y colocar a cada uno de esos discípulos en el lugar del curador o del paciente, y ver qué centros podrían ser em-pleados en el caso de alguna enfermedad (cada una localizada en un lugar distinto del cuerno humano), y luego decidir qué método, modo o procedimiento sería conveniente que el curador aplicara. Al mismo tiempo deben recordarse dos cosas: primero, que estas personas son miembros de un Ashrama de segundo rayo; segundo, son discípulos, por lo tanto sus rayos son evidentes y obvios para el curador, lo cual ayuda mucho. Además podrían determinar qué energía de rayo debería emplearse en el proceso de curación, a través de qué centro suyo, si usted fuera el curador, y el discípulo el paciente, debería trabajar, o si está en condición de utilizar una técnica secundaria. Después de haber trabajado y curado imaginativamente, buscar entre sus amigos y conocidos, a quienes usted cree que poseen iguales condiciones de rayo y -si están enfermos o indispuestos- procurar ayudarlos en la misma forma como lo hizo con un paciente imaginario; luego observe lo que acontece. Evitar el empleo de una técnica secundaria, porque se está más propenso a error cuando se emplean los tres vehículos inferiores respecto a las dos expresiones mayores de vida.

Lo que resta de este tema quizás pueda ser esclarecido por ciertas afirmaciones que serán más claras a medida que la sicología esotérica emerja en las futuras décadas como un definido tema educativo.

1. El curador debería averiguar cuáles son sus rayos, y luego proseguir con su trabajo, basado en esa información. Cuando no posee este conocimiento deberá abstenerse de curar.

2. Cuando no puede llevar a cabo el trabajo de curación -porque carece de este conocimiento- debe limitarse a la tarea de actuar como canal para que afluya al paciente la energía de amor.

3. El curador hallará más fácil, en la mayoría de los casos, descubrir sus rayos, o por lo menos uno de ellos, que conocer los rayos del paciente. Existen dos razones para esto:

a. El hecho de que desea curar y ayudar, indica que ha avanzado cierta medida en el camino espiritual. Dicho progreso es necesario para descubrir correctamente la cualidad de rayo. Un pequeño estudio de sí mismo y de los posibles rayos presentes, podrán mostrarle con el tiempo, la naturaleza de las energías que lo controlan.

b. El paciente, si es una persona evolucionada, quizás no busque su ayuda, pero solucionará su propio problema a través del alma y del Ashrama, si está afiliado a alguno. Si no es evolucionado, será más fácil descubrir el rayo de la personalidad que el del alma, y por lo tanto proporcionará el punto de contacto.

4. El curador, habiendo determinado satisfactoriamente el rayo o rayos que lo condicionan, deberá prepararse para la tarea de curación durante, por lo menos, cinco horas de cuidadosa preparación, relacionada con su mente, el mecanismo pensante. No quiero significar cinco horas de consecutivo control mental y reflexión, sino un período de pensamiento tranquilo, en el cual -cuando es posible- el curador estudia al paciente, y se familiariza con:

a. El problema de la enfermedad y su particular naturaleza.

b. Su localización en el cuerpo físico.

c. El centro involucrado y (cuando es un discípulo iluminado) su condición.

d. La gravedad de la enfermedad y la probabilidad de lograr la curación.

e. El peligro o no de muerte.

f. La condición sicológica del paciente.

g. Los rayos del paciente, si ello es factible; éstos, si se conocen, condicionarán su acercamiento.

5. Así preparado, el curador enfoca su atención en su propio rayo. Cuando posee un conocimiento general y no específico de su propio rayo o rayos y los del paciente, el curador puede continuar suponiendo que uno o ambos pertenecen a los rayos 1-3-5-7 ó 2-4-6, y actuar sobre esta suposición general. Es útil poseer un conocimiento especifico y particularizado, pero donde éste no existe y determinados rayos no pueden ser asignados, a menudo puede determinarse si la tendencia general del carácter va hacia la línea del amor o de la voluntad, y luego actuar de acuerdo. El problema entonces reside en la relación entre el curador y el paciente, ya sea de personalidad a personalidad, de alma a alma, o de personalidad a alma y viceversa.

6. Cuando la relación se establece entre personalidad y personalidad (y ello será más común), la energía con la cual el curador trabajará es simplemente la del prana planetario; su efecto será estimular los procesos naturales del cuerpo físico y (en colaboración con la naturaleza y de acuerdo al karma del paciente) fortificar de tal manera su vehículo físico que pueda expulsar la enfermedad o ser ayudado para enfrentar con confianza el proceso de la muerte, y con calma e inteligente comprensión entrar en los reinos más sutiles del ser.

7. Cuando la relación se establece entre el alma del curador y la personalidad del paciente, el curador trabajará con la energía de rayo, derramando su propia energía de rayo a través del centro que está controlando la zona enferma. Cuando las almas del curador y del paciente actúan en colaboración, puede producirse la mezcla de dos energías o (cuando están presentes rayos similares> el fortalecimiento de una energía y un gran aceleramiento del trabajo de curación o disolución.

8. El curador siempre debe recordar que su tarea es curar -de acuerdo a la ley kármica- o ayudar en el proceso de disolución, logrando, por lo tanto, una forma superior de curación.

9. A no ser que el curador sea un iniciado elevado y pueda trabajar con pleno conocimiento de las circunstancias y condiciones prevalecientes, no podrán ocurrir curaciones súbitas ni dramáticamente ser detenida la enfermedad. Si esto sucede se deberá a tres cosas:

a. Al destino del paciente, que no le ha llegado la hora.

b. A la interposición del alma del paciente, que, en último análisis, es el agente del karma.

c. A la ayuda del curador, que resultó suficientemente adecuada como para proporcionar al paciente la necesaria confianza y mayor fortaleza para efectuar su propia curación.

10. Nadie cuyo karma indica que ha llegado su hora, ha regresado de las “puertas de la muerte”; entonces termina el ciclo de vida en el plano físico, a no ser que sea un trabajador del Ashrama, un discípulo de cierta categoría, cuyo trabajo y presencia son aún necesarios en la tierra, para terminar su tarea asignada. Entonces el Maestro del Ashrama puede agregar Su conocimiento y energía a la del curador o a la del paciente, postergando temporariamente su partida. Ni el curador ni el paciente pueden depender de esto, pues no conocen las circunstancias que lo justifique plenamente.

11. Existen ciertos requisitos elementales o condiciones necesarias en que el curador debería trabajar:

a. En lo posible, completo silencio en la habitación del enfermo.

b. Un mínimo de personas en la habitación del paciente, según nos dicta la lógica. Los pensamientos y las formas mentales de los presentes pueden causar distracción o ser distraídos y así desviar las corrientes de curación; por otra parte algunas veces pueden ser de gran ayuda en el trabajo del curador.

c. Repito, el paciente -cuando es posible- debería estar decúbito dorsal, o de costado, para que los centros a lo largo de la columna vertebral enfrenten al curador. En algunos casos (y el mismo curador debe determinarlo) debería permanecer en tal posición que el curador pueda mantener sus manos encima de la zona enferma, pero en ningún caso debe tocar el cuerpo del paciente.

12. Cuando se ha logrado quietud, paz y silencio, el curador comenzará a aplicar la técnica apropiada. La quietud, la paz y el silencio mencionados no sólo se refieren a las condiciones físicas, sino a los estados emocional y mental del curador y del paciente, así como a los de los presentes, lo cual no siempre es fácil de obtener.

Cuando el curador no conoce las técnicas apropiadas o no comprende las fórmulas dadas posteriormente en esta instrucción, puede recopilar sus propias técnica y reglas, después de un minucioso estudio de estas instrucciones de curación, las que contienen material y sugerencias suficientes para tal acción.

 

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III. LAS SIETE TÉCNICAS DE CURACIÓN

Tendré que dar las técnicas en forma de siete antiguas afirmaciones simbólicas o fórmulas; extraídas del Libro de las Reglas para Discípulos Iniciados. No me atrevo aún a dar la simple aplicación física de estas técnicas de rayo, porque sería demasiado peligroso. Cuando se las emplea y comprende correctamente tienen una terrible fuerza y -en malas manos- podrían causar un real daño.

 

Recordaré aquí que los iniciados de la Logia Negra curan o producen la muerte y la enfermedad, y emplean técnicas muy similares; la diferencia estriba en que sólo pueden trabajar con los rayos de la personalidad del curador y paciente, y debido a que son más poderosos, en el plano físico, que los Miembros de la Gran Logia Blanca, su trabajo frecuentemente es muy eficaz. Cuando el curador espiritual puede trabajar con las energías de la luz, raras veces es tan eficaz físicamente.

 

Los Miembros de la Logia Negra, o los curadores que trabajan bajo su influencia, son, sin embargo, totalmente incapaces de trabajar sobre un paciente que está, en lo más mínimo, orientado espiritualmente y por lo tanto es controlado por su alma; tampoco pueden trabajar a través de un curador espiritualmente orientado.

 

Cuando ellos intentan hacerlo, son combatidos por la energía proveniente del Ashrama, hacia el cual el curador o el paciente se dirige o con el cual está afiliado, aunque su lugar se halle únicamente en la periferia.

 

Cuando concierne al hombre común ignorante, el peligro de la interferencia “negra” es nula; las fuerzas oscuras no se interesan por ninguna persona que no sea importante, salvo aquellas cuya potencia e influencia pueden servir sus fines.

 

Su trabajo maligno sólo es posible realizarlo en el momento (o ciclo) en que el hombre decide si emprenderá una vida espiritual, si permanecerá estático donde se encuentra, o si penetrará deliberadamente (lo cual es excesivamente muy raro) en el sendero del egoísmo puro que conduce a la Logia Negra.

 

Algunos discípulos a principios del próximo siglo tomarán estas técnicas o afirmaciones mágicas, relativas al trabajo curador, y las interpretarán y dilucidarán, siendo susceptibles de tres significados. Los modernos estudiantes pueden interpretar la más inferior de ellas, si reflexionan adecuadamente y viven espiritualmente. He aquí las siete afirmaciones.

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LAS SIETE AFIRMACIONES

1. La técnica de primer rayo.

Que venga en mi ayuda la fuerza dinámica que rige los corazones de todos los que están en Shamballa, pues merezco esta ayuda. Que descienda hasta el tercero, pase al quinto y se enfoque en el séptimo.

Estas palabras no significan lo que a primera vista parece. El tercero, el quinto y el séptimo se hallan en el primero y provienen del Sol central de la vivencia espiritual.

El superior entonces despierta en aquel que conoce y en quien debe ser curado, y así ambos son uno. Esto es un profundo misterio. La combinación de las fuerzas de la curación efectúan el trabajo deseado; ello puede traer la muerte, esa gran liberación, y restablecer así el quinto, el tercero, el primero, pero no el séptimo.

 

 

Esta dinámica energía de primer rayo es comúnmente empleada por el curador espiritual entrenado cuando percibe que le ha llegado la hora al paciente y se aproxima la liberación.

En los casos en que el rayo del alma, ya sea del curador o del paciente, es el primero, la aplicación de la energía de primer rayo debe pasar de un centro coronario a otro y de allí a la zona enferma y al centro que corresponde a esa zona.

 

Esto puede causar (cuando la curación es posible y kármicamente correcta) un temporario acrecentamiento de la dolencia; ello se debe a que la energía entrante “expele dinámicamente” la simiente o raíces mismas de la enfermedad. Puede haber elevación de temperatura, o un colapso de un tipo u otro, y por eso el curador, el paciente y el médico asistente, deben estar preparados y aplicar las medidas físicas necesarias para la aminoración -medidas aconsejadas por la profesión médica ortodoxa, que contrarrestarán la reacción puramente física.

 

Cuando el primer rayo corresponde a la personalidad, no al alma, el curador debe obrar con gran precaución al aplicar la energía de primer rayo, procediendo muy lenta y gradualmente a través del centro, en la línea 1-3-5-7 más cercana al lugar de la dificultad, pasando la energía a través de ese centro y de allí al centro (cualquiera sea) establecido en el lugar de la enfermedad.

 

Si ese centro particular pertenece a la línea 3-5-7, el curador deberá tener especial cuidado, de lo contrario la energía dinámica de primer rayo destruirá, pero no curará.

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2. La técnica de segundo rayo.

Que descienda la energía curadora trayendo su doble línea de vida y su fuerza magnética. Que la viviente fuerza magnética se retire y complemente a la que está presente en la séptima, oponiendo el cuatro y el seis al tres y al siete, pero sin ocuparse del cinco. El vértice circular e incluyente -descendiendo hasta el punto- perturba, retira y luego suministra, y así se realiza el trabajo.

El corazón gira; dos corazones giran como uno; los doce en el vehículo, los doce en la cabeza y los doce sobre el plano del alma se esfuerzan, colaboran como uno, y así se realiza el trabajo. Dos energías logran su consumación y el tres, cuyo número es un doce, responde al doce mayor. La vida es conocida y los años prolongados.

Si esta antigua afirmación es leída a la luz de cualquier conocimiento que posean (probablemente poseen más de lo que creen), particularmente el conocimiento acerca de los centros, surgirá la más elemental y fácil interpretación.

 

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3. La técnica de tercer rayo.

El curador permanece y teje. Reúne del tres, del cinco y del siete aquello que es necesario para el corazón de la vida. Reúne las energías y hace que sirvan al tercero; así crea un vértice en el cual debe descender el enfermo y con él el curador. Sin embargo, ambos permanecen en paz y en calma. Así el ángel del Señor debe descender al estanque y traer la vida curadora.

Aquí figura el “estanque de las aguas” y puede causar dudas respecto a su significado. Su interpretación elemental se refiere en realidad a la causa central y principal de muchas enfermedades (como hemos visto anteriormente), la naturaleza emocional, el tercer aspecto de la divinidad cuya tarea es ejercer control. Reflexionen sobre esto, porque puede aportar mucha iluminación.

La siguiente técnica de curación es muy extensa y mucho más abstracta. Muy poco podrán comprender de ella; se relaciona. totalmente en lo que a nuestro tema concierne, al hombre mismo y al aforismo: “Hombre conócete a ti mismo.

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4. La técnica de cuarto rayo.

El curador conoce el lugar donde se produce la disonancia. También conoce el poder del sonido, y el sonido que debe ser oído. Conociendo la nota a la cual reacciona el cuarto gran grupo y vinculándola al Gran Nueve Creador, emite la nota que trae liberación, nota que traerá absorción en el uno. Educa el oído de quien debe ser curado; también entrena el oído de quien debe ir adelante. Conoce la modalidad del sonido que trae el toque de curación y además aquello que dice: Partid. Y así se realiza el trabajo.

Esta cuarta técnica es -a falta del verdadero conocimiento de rayo- de general utilidad, porque el cuarto rayo rige al cuarto reino de la naturaleza, el humano.

El curador en esta línea de trabajo (y tales curadores prácticamente no existen en esta época, porque el cuarto rayo no está en encarnación) cura principalmente empleando el sonido o sonidos apropiados. En las primeras etapas, cuando esta técnica comience a aplicarse, la música será ampliamente utilizada por el curador para producir una cura o facilitar el proceso de la muerte o partida. Sin embargo la música consistirá en un acorde repetido constantemente, el cual incluirá la nota de cuarto rayo y la del reino humano. La curación por medio del sonido será la primera que se desarrollará, y se observará ya en el próximo siglo. Más enseñanza sobre esta línea seria inútil hasta que el cuarto rayo vuelva cíclicamente a la manifestación.

 

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5. La técnica de quinto rayo.

Lo que fue dado debe ser aplicado; lo que emerge del método hallará su lugar en el plan del curador; lo que está oculto debe ser visto. Un gran conocimiento surgirá de estos tres, a los cuales busca el curador. A ellos el curador agrega los dos que son como uno, y así el quinto debe desempeñar su parte y los cinco también la suya y funcionar como uno. Las energías descienden, atraviesan y desaparecen, dejando a quien puede responder, teniendo todavía karma para agotar, llevando consigo a aquel que no puede responder y por lo tanto, debe desaparecer análogamente.

El simple y evidente significado del método de quinto rayo de curación es que el curador, trabajando científica y mayormente en niveles concretos, emplea todo lo que puede ayudar a efectuar una cura, comenzando con apropiados cuidados físicos y siguiendo luego métodos más sutiles de curación.

Nuevamente señalaré que la ayuda física puede ser utilizada tan divinamente como los más misteriosos métodos que el curador metafísico actual considera mucho más eficaces.

Así como todo conocimiento moderno, desarrollado en el plano físico por las personalidades de hombres y mujeres de discernimiento y genio, es de utilidad en tiempo y espacio para el discípulo y el iniciado, también lo es para las ciencias médicas. Así como la correcta aplicación de estas variadas ciencias debe ser efectuada por el discípulo o el iniciado, para producir resultados espirituales, también debe serlo cuando el curador trabaja.

 

Todo trabajo se torna espiritual cuando su móvil es correcto, cuando es empleada la inteligente discriminación y el poder del alma es agregado al conocimiento obtenido en los tres mundos.

El dinámico empleo de una de las siete corrientes de la energía, agregado a la sensata comprensión y al trabajo del médico moderno, ayudado por el curador (que trabaja como catalizador), puede producir milagros cuando el destino así lo ordena.

 

El curador metafísico que trabaja únicamente en los niveles más sutiles, se asemeja al trabajador espiritual que constantemente fracasa en precipitar la necesaria ayuda económica en el plano físico.

 

Esto es causado frecuentemente por un sutil -aunque comúnmente no reconocido- sentido de superioridad, con que el curador común y el esotérico consideran el problema (le la materialización, ya sea de la salud física o el dinero.

Reflexionen sobre esto y comprendan que los métodos de quinto rayo llegan hasta el plano físico; allí producen el conflicto, y eventualmente una precipitación física de lo deseado. En lo dicho acerca de las técnicas de quinto rayo, he hecho más insinuaciones y dado mayor información que en cualquiera de las otras.

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6. La técnica de sexto rayo.

El curador clama: Que el poder descienda, hendiendo las aguas. No le importa cómo responden las aguas; a menudo trae tormentosas olas y horrendos y terribles acontecimientos. El fin es bueno. La dificultad terminará cuando la tormenta se calme y la energía haya cumplido su marcado destino. El poder está forzado a penetrar directamente al corazón, y en todo canal, nadis, nervios y bazo, debe hallar un paso y un camino y así enfrentar al enemigo, que ha logrado entrar y se ha aposentado para vivir. El desalojo -despiadado, repentino y total- es emprendido por quien sólo ve el funcionamiento perfecto y no acepta interferencias. Este perfecto funcionamiento abre así la puerta a la vida eterna, o a la vida en la tierra durante poco tiempo.

Esta técnica es curiosamente poderosa y rápida cuando el curador pertenece al sexto rayo; los resultados son drásticos y dolorosos, pero seguros -curación o muerte, y por lo general esta última.

El curador de sexto rayo raras veces es disciplinado o inteligente en esta época, porque está finalizando el ciclo de sexto rayo. Cuando nuevamente el sexto rayo venga a la manifestación, la humanidad habrá progresado mucho en el sendero, y el actual agresivo, demasiado seguro y fanático curador de sexto rayo, no volverá a aparecer.

 

Hoy son mayoría, y su trabajo no es bueno; es bien intencionado, pero la técnica es aplicada ignorantemente, y el fin no justifica la seguridad del curador, decepcionando frecuentemente al paciente.

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7. La técnica de séptimo rayo.

La energía y fuerza deben encontrarse, y así realizar el trabajo. El color y el sonido en ordenada secuencia deben encontrarse y mezclarse, y así puede proseguir el trabajo mágico. La sustancia y el espíritu deben evocarse mutuamente, y pasando a través del centro de quien trata de ayudar, producir lo nuevo y lo bueno. El curador energetiza así con vida, la decadente vida, impeliéndola o anclándola más profundamente en el lugar destinado. Los siete deben ser utilizados y atrás de los siete deberán pasar las energías que requiere la necesidad, creando el nuevo hombre, que por siempre ha existido y por siempre existirá, aquí o allá.

Esta técnica contiene la clave de todas, porque el trabajo del curador de séptimo rayo consiste en unir la vida y la sustancia que ocupará el lugar de la sustancia enferma, trayendo así nueva vida para ayudar a la recuperación.

La gloria de la vida reside en la consumación y en el surgimiento. Ésta es la primordial tarea y recompensa para los verdaderos curadores. Esta técnica de atracción y sustitución será llevada a un punto sutil de expresión científica en la futura nueva era, donde el séptimo rayo dominará nuestro planeta, produciendo lo nuevo y necesario y determinando la cultura, civilización y ciencia venideras.

 

Para finalizar, quisiera decirles las razones por las cuales me abstengo de dar información más detallada y hacer un claro análisis de la fraseología de estas antiguas fórmulas de curación.

 

Aparte de la razón dada previamente, de que los hombres no están aún preparados para impartirles explícitas instrucciones, por ahora cualquier cosa que podría decir parecerá pueril.

Esta curiosa palabra parece describir la posible reacción inmediata. Nos hallamos al borde de la entrada en una nueva era de desarrollo científico, debido al descubrimiento de la liberación de la energía del átomo.

 

Ni siquiera los científicos responsables de este descubrimiento tienen la menor idea de los efectos trascendentes de este importante acontecimiento.

 

Desde el ángulo de la materia y tema de este volumen, se está erigiendo un lenguaje enteramente nuevo relacionado con la energía y la fuerza; la aplicación de este descubrimiento, acerca del tratamiento de la enfermedad, será en un futuro inmediato (desde el ángulo esotérico), considerado casi un milagro.

Este descubrimiento de la liberación del átomo ha sido efectuado por la actividad de primer rayo, en relación con el entrante séptimo rayo, y tiene una análoga situación en la liberación del Maestro, en la quinta iniciación (cuando la puerta de la tumba se abre violentamente) y en el acto de morir, cuando el alma aprisionada halla la liberación.

 

A la luz de los futuros acontecimientos científicos, estas antiguas técnicas serán mucho más claras, y mientras tanto cualquier explicación de su verdadera “importancia energética” no tendrá sentido. La nueva y verdadera terminología arrojará luz sobre las antiguas fórmulas, y con el tiempo verán lo mucho que podrá impartir al curador inteligente de esa nueva generación, lo que parece decepcionante, de ninguna utilidad o significado, e innecesariamente abstruso.

En este período intermedio, entre el pasado y lo que está en camino, no es fácil para un Maestro de Sabiduría hablar o enseñar, particularmente en conexión con el tema de la curación.

 

El cuerpo físico no es aún reconocido como unidad eléctrica; su naturaleza, como energía atómica pura, no ha sido aún verificada; la realidad del cuerpo de energía, el vehículo etérico, no es reconocido actualmente en las enseñanzas de las modernas escuelas de medicina, aunque se ha discutido su realidad; la naturaleza explosiva de la energía, cuando entra en contacto con la fuerza, o la del alma en relación con la sustancia, es totalmente desconocida o velada, en el lenguaje místico.

 

Hasta que llegue el momento en que las nuevas fórmulas científicas y los nuevos acercamientos (que han hecho posible el descubrimiento de la liberación de la energía del átomo) sean más generalmente comprendidos y constituyan un tema familiar de discusión y expresado en lenguaje familiar, la futura ciencia de la curación debe permanecer detrás del velo de un idioma inadecuado y oculto por palabras inapropiadas.

 

Este hecho, como he repetido a menudo, obstaculiza todas las nuevas presentaciones de la verdad; el lenguaje del ingeniero eléctrico o del diseñador de automóviles, por ejemplo, nada significaría al hombre común de hace cien años. Lo mismo sucede con los nuevos temas y los grandes descubrimientos que están en camino y que oportunamente afectarán a todos los sectores de la vida humana, incluso el Arte de Curar.

 


Firmo como el Maestro Djwhal Khul, porque ya se sabe cuál es mi nombre

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