CURACIÓN ESOTÉRICA

TRATADO SOBRE LOS SIETE RAYOS, Volumen 4

Alice A. Bailey & Maestro Tibetano (Djwhal Khul)

 

www.maestrotibetano.es

 

 

 

Los Siete Métodos de Curación

 

 

Páginas 506-521

 


Los Siete Métodos de Curación


SERÁ EVIDENTE que si las técnicas, o los siete métodos de curación -relacionados como lo están con las energías de los siete rayos-, fueran impartidas con toda exactitud, resultaría raro verdaderamente encontrar un curador competente que pudiera emplearlas en este período intermedio de los asuntos mundiales.

 

Estamos saliendo de una era y entramos en otra y lógicamente trae dificultades hasta ahora no reconocidas.

 

Por primera vez en la historia humana, la humanidad es suficientemente inteligente como para comprender las implicaciones de tales acontecimientos y posee bastante previsión como para visualizar, imaginar y planear para el nuevo futuro.

 

Por otra parte, el rayo del alma del aspirante común rara vez ejerce un control tal, que proporcione la adecuada iluminación y potencia de rayo, y hasta que éste no controle, tales métodos y técnicas de rayo, que determinan el empleo y dirección de las energías de rayo, serán inútiles.

 

 

Esto no debe producir desaliento, sino una actitud expectante, particular-mente en lo que concierne a los estudiantes y lectores jóvenes. Después de todo, este lapso entre la expectativa y la posibilidad es excesivamente bueno.

 

Tanto se ha impartido en el último siglo acerca del trabajo mágico, que ya no seria conveniente ampliarlo. Se dieron a conocer tantos mántram de Palabras de Poder y se difundió tanto el empleo del OM, que puede traer como resultado grandes perjuicios, que aún no se han producido.

 

El grado relativamente inferior de evolución del estudiante común y del investigador, ha servido de protección, y muy poco -bueno o malo- de lo que han intentado hacer se ha puesto en movimiento.

 

 

Con frecuencia se han efectuado curaciones (por lo menos temporarias), debido en gran parte a que el paciente es susceptible a sugestionarse y a confiar en el curador.

 

Ninguna de estas curaciones pueden atribuirse esotéricamente a los métodos científicos del ocultismo.

 

 

A pesar de tal protección, o más bien debido a ella, no comunicaré en la actualidad Palabras de Rayo como las que emplea el iniciado entrenado cuando se dedica al trabajo de curación.

 

Estas Palabras deben ir acompañadas por el empleo entrenado de la voluntad espiritual, pero (en lo que concierne al hombre común y al curador) hasta el aspecto más inferior de la voluntad permanece aún sin desarrollar, y sólo se expresa la propia voluntad (determinada por el deseo egoísta). Por consiguiente, perdería tiempo si diera instrucciones sobre estas líneas.

 

 

 

He creído necesario explicar esto, para no despertar la indebida expectativa de que impartiré lo misterioso y hasta ahora desconocido.

 

Sólo trato de sentar las bases para una futura estructura del conocimiento, cuando sea inteligente y correcto y no haya peligro en impartir los “Puntos de enfoque”, las “Palabras organizadoras” y las “Intenciones expresadas” del curador ocultista correctamente entrenado. También trato de generar una sabia e investigadora expectación que los inducirá a emplear lo poco que puedo impartir y las palabras simbólicas que pueda dictar, y así prepararse para una mayor comprensión posterior.

 

Mientras tanto, puedo enseñar ciertas cosas que serán de provecho y quizás acrecienten las dificultades percibidas y comprendidas, pero no obstante probarán ser útiles para señalar el terreno que se deberá abarcar antes de que el curador llegue a curar en forma correcta y permanente.

 

Este capítulo en realidad será muy breve, comparado con los otros de este tomo. Consistirá simplemente en una serie de’ afirmaciones resumidas y condensadas, que constituirá el libro de texto para el curador, un libro de asesoramiento, que puede con-sultar, las cuales se dividen en tres acápites:

 

I. Las Energías de los Siete Rayos.
II. Los Rayos a que pertenece el Curador y el Paciente.
III. Las Siete Técnicas de la Curación.

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Estas afirmaciones completan el Tomo IV del Tratado sobre los Siete Rayos y contienen mucha información para el discípulo-iniciado, y también especialmente para el aspirante inteligente; harán que su trabajo de curación sea más eficaz, aunque únicamente expliquen el trabajo preliminar y las reglas elementales. Es innecesario agregar que el curador debe perfeccionarse en esta actividad inicial y -a medida que trabaja- puede penetrar (sólo y sin ayuda) en los más profundos significados de esta fase de la Sabiduría Eterna.

 

 

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1. LAS ENERGÍAS DE LOS SIETE RAYOS

Quince afirmaciones.

1. Los siete rayos contienen y expresan todas las energías que circulan a través de nuestra forma planetaria.

 

 

2. Las siete energías de rayo son las siete fuerzas que componen en conjunto el rayo primario de Amor-Sabiduría. Es el segundo rayo de nuestro sistema solar y el que predomina en cada expresión planetaria, en el sistema solar. Los siete rayos son, todos, rayos subsidiarios de este gran rayo cósmico.

 

 

3. No importa a qué rayo pertenezca el curador, siempre deberá trabajar por medio del segundo subrayo de ese rayo -el rayo de Amor-Sabiduría de cada rayo. Por su intermedio se vincula o relaciona con los rayos regentes del alma y la personalidad. El segundo rayo tiene la facultad de la omninclusividad.

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4. El segundo rayo y el segundo subrayo de todos los rayos son de expresión dual. El curador debe aprender a trabajar por medio del aspecto amor y no del aspecto sabiduría. Esto exige mucho entrenamiento en la práctica de la diferenciación espiritual.

 

 

5. Los vehículos de la naturaleza forma, pertenecientes a los rayos 2-4-6, son los que debe emplear el curador cuando practica el arte de la curación. Si no cuenta con vehículos o cuerpos que pertenecen a esas líneas de energía básica, no será capaz de curar. Esto pocas veces es comprendido. Sin embargo, es muy raro hallar un equipo que carezca totalmente de salidas para la energía de segundo rayo.

 

6. Los curadores que pertenecen al segundo rayo, o están equipados con un poderoso vehículo de segundo rayo, son generalmente grandes curadores. Cristo, siendo el verdadero exponente de segundo rayo, como nunca se ha conocido en la tierra, fue el más grande curador entre los hijos de Dios.

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7. El rayo del alma condiciona y determina la técnica que debe ser empleada. El rayo al cual pertenecen los vehículos de la personalidad relacionado más estrechamente con el segundo rayo (para el cual todos los subrayos actúan como canales) es aquél a través del cual debe afluir la energía curadora.

 

8. El segundo subrayo del rayo del alma determina el acercamiento al problema de la curación, que enfrenta inmediatamente al curador; esta energía es trasmutada en fuerza curadora cuando pasa a través del adecuado vehículo de la personalidad. Para ser adecuado debe pertenecer a los rayos 2-4-6.

 

9. Este vehículo puede ser el cuerpo mental o el emocional. Debido a que las masas están centradas en la naturaleza astral, la curación generalmente será exitosa si el canal de transmisión del curador es también el cuerpo astral.

 

10. En consecuencia, se forma un triángulo de energías compuesto de:
a. La energía del alma.
b. El vehículo adecuado.
c. El cuerpo etérico, por medio del centro cardíaco o el centro plexo solar.

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11. En el cuerpo etérico se forma un triángulo secundario para la circulación de energía entre:
a. El centro coronario, el centro de recepción.
b. El centro ajna, el centro para dirigir la distribución.
c. El centro que registra -como línea de menor resistencia- la energía del rayo del alma, cualquiera sea de los siete rayos.

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12. Este triángulo secundario está relacionado con el triángulo primario por un “acto de deliberación”. Esta parte de la técnica no la explicaré.

 

13. El curador sincero y experimentado puede (si no posee la fórmula esotérica que produce conexión entre los dos triángulos) hacer mucho para lograr una relación definida, mediante un deliberado acto de fe, y por la firme declaración de su inflexible intención.

 

14. El triángulo mayor afecta al curador y lo convierte en un agente transmisor; el triángulo menor produce efecto sobre el paciente y a través del mismo el curador actúa -en el plano físico.

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15. El procedimiento del curador, por lo tanto, comprenderá tres etapas, previamente al acto consciente de curación:

Primer Procedimiento.

a. El curador, definida y conscientemente, se vinculará con su propia alma.

b. Determinará qué vehículo de su personalidad debe ser empleado, basándose en su reacción a las energías, canalizadas en la línea de los rayos 2-4-6.

c. Por un acto de voluntad relacionará luego la energía del alma, por intermedio del vehículo elegido, con el adecuado centro en el cuerpo etérico; el cardiaco o el plexo solar, preferentemente el primero.

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Segundo Procedimiento.

a. Creará a continuación el triángulo secundario, enfocando su atención en el centro de recepción, el coronario.

b. Luego vinculará el centro coronario, mediante el poder de la imaginación creadora, con el centro entre las cejas, manteniendo allí la energía por ser el agente rector.

c. Se esforzará para reunir en el centro ajna, la energía de ese centro que se halla en su cuerpo etérico, relacionado con el rayo de su alma.

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Tercer Procedimiento.

Luego, deliberadamente, ejecuta el acto de vincular los dos triángulos; una vez realizado esto, está preparado para la acción curativa.

 

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II. LOS RAYOS DEL CURADOR Y DEL PACIENTE

Será evidente, hasta para el lector más superficial, que la variación o la similitud entre los rayos del curador y su paciente constituyen un factor importante; pueden presentarse muchos factores condicionantes y también haber un contraste entre los rayos del alma y de la personalidad de ambos. Por lo tanto, las condiciones pueden ser las siguientes:

1. Que los rayos del alma son idénticos y los rayos de la personalidad distintos.

2. Que los rayos de la personalidad son los mismos, pero no los rayos del alma.

3. Que los rayos son iguales en ambos casos.

4. Que ni los rayos del alma ni de la personalidad son los mismos.

5. Que no se conozca el rayo del alma, pero se evidencie el de la personalidad. El rayo de la personalidad es fácilmente determinado, pero a menudo nada indica cuál es el rayo del alma. Esto es aplicable al curador y al paciente.

6. Que nada se sabe acerca de los rayos de cualquiera de las partes interesadas.

En esta descripción no hago ninguna referencia sobre los rayos de los vehículos mental, astral o físico, aunque tienen un definido y algunas veces decisivo efecto y su conocimiento resulta de utilidad. Cuando el curador entrenado posee este conocimiento, puede utilizar una técnica secundaria, como una ayuda para el método básico, y emplear el vehículo inferior apropiado (ya sea el propio o el del paciente) a través del cual verter una corriente secundaria de energía curadora, aumentando así el trabajo de la corriente primaria. El agregado de esta corriente secundaria implica que el curador posee un conocimiento bastante avanzado, o una exacta información facilitada por el paciente. Esto, como puede suponerse, es muy raro de hallar. La gente puede, mediante un cuidadoso estudio, y la recopilación de ejemplos análogos conocidos, averiguar con muchas probabilidades de éxito, la naturaleza de los dos rayos mayores; sin embargo, sólo un iniciado de determinado grado puede reconocer y trabajar por medio de los rayos de uno de los cuernos inferiores, y por lo tanto estar en condiciones de distribuir simultáneamente la fuerza de curación a través de dos centros. No consideraremos en consecuencia nada más que la relación de los rayos que controlan al curador y al paciente, desde el ángulo del alma y de la personalidad.

 

 

 

 

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