CURACIÓN ESOTÉRICA

TRATADO SOBRE LOS SIETE RAYOS, Volumen 4

Alice A. Bailey & Maestro Tibetano (Djwhal Khul)

 

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Páginas 426-430

LEY V

No existe nada más que energía, porque Dios es Vida. En el hombre se unen dos energías, pero hay otras cinco presentes. Para cada una ha de encontrarse un punto central de contacto.

El conflicto de esas energías con las fuerzas, y de las fuerzas entre sí, producen los males corporales del hombre.

El conflicto entre las primeras y las segundas persiste durante edades, hasta llegar a la cima de la montaña -la primera gran cima.

 

La lucha entre las fuerzas produce las enfermedades, males y dolores corporales que buscan la liberación en la muerte. Las dos, las cinco y también las siete, además de aquello que ellas producen, poseen el secreto. Ésta es la quinta Ley de Curación dentro del mundo de la forma.

 

 

Hasta ahora ha sido imposible dar la temática de esta ley porque recién hoy se puede impartir la enseñanza acerca de la VIDA (y la vida como energía).

 

También la enseñanza acerca de las cinco y de las dos energías que se unen en el hombre la he dado recientemente, por primera vez en forma detallada, aunque fuera insinuada en La Doctrina Secreta.

 

A veces pienso si alguno de ustedes se da cuenta de la épica importancia que tiene la enseñanza que he dado acerca de los siete rayos, como energías en manifestación.

 

Las conjeturas respecto a la naturaleza de la divina Trinidad han estado siempre presentes en las discusiones y pensamientos de los hombres avanzados -y desde los comienzos del tiempo y desde que la Jerarquía inició la milenaria tarea de influir y estimular la conciencia humana- pero la información referente a los siete Espíritus ante el Trono de la Trinidad no ha sido tan común, y unos pocos escritores, antiguos y modernos, han mencionado la naturaleza de estos Seres.

 

Ahora, con todo lo que he dado, concerniente a los siete rayos y a los siete Señores de Rayo, mucho más podrá ser descubierto; estas siete grandes Vidas pueden considerarse y conocerse como las esencias animantes y las energías activas en todo lo manifestado y tangible en el plano físico, así como en todos los planos de la expresión divina; al decir esto no sólo incluyo el plano físico cósmico (compuesto de nuestros siete planos del sistema) sino también el astral y el mental cósmicos.

 

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Por esta ley se espera que el curador acepte ciertas ideas básicas que servirán para desarrollar su comprensión; establece ciertos axiomas amplios y generales que constituirán una sólida base para todo trabajo futuro.

 

El punto principal que se ha de tener en cuenta es que esta ley se refiere totalmente al plano físico (denso y etérico) y a los efectos que produce en el cuerpo físico el conflicto entre las energías y las fuerzas.

 

Las fuerzas son esas energías limitadas y aprisionadas dentro de una forma de cualquier tipo -un cuerpo, un plano, un órgano, un centro-;

 

las energías son esas corrientes de energía dirigida que hacen impacto, desde una forma mayor o más incluyente y desde un plano más sutil, sobre esas fuerzas aprisionadas -si así puedo llamarlas- haciendo contacto con una fuerza vibratoria más burda.

 

 

Una energía es más sutil y poderosa que la fuerza sobre la cual hace impacto o establece contacto; la fuerza es menos potente pero está anclada.

 

En estas dos palabras reside la clave del problema de la relación entre las energías. La energía libre, desde el ángulo del punto de contacto anclado, es en cierta manera menos eficaz (dentro de una esfera limitada) que la energía ya anclada allí.

 

Es esencialmente más potente, pero no tan efectiva. Reflexionen sobre esto Y permítanme ilustrar mi punto.

 

La energía del centro plexo solar (por el prolongado empleo, centralización y hábito) tiene efectos más potentes en la vida del aspirante que la energía del centro cardiaco, que está entrando lenta, muy lentamente, en actividad efectiva.

 

Ampliando la ilustración:

 

las energías de la personalidad condicionan mucho más poderosamente la vida del hombre común que la energía del alma, la cual durante eones ha tratado de aferrarse eficazmente a su punto de manifestación, la personalidad, pero no ha podido hacerlo sino hasta muy tarde en el ciclo de encarnaciones.

 

Sin embargo, en último análisis, la energía del corazón y la energía del alma son infinitamente más poderosas que las del centro plexo solar o la personalidad.

 

No obstante, durante eones, la energía del centro cardíaco y la energía del alma, han carecido de vehículos de respuesta en los tres mundos.

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En cierto modo, esto simplifica el problema del curador, porque lo primero que tiene que decidir es si controla la energía del alma o la de la personalidad, algo que se descubre muy fácilmente.

 

La tendencia de la vida del paciente, su modo de vivir o de servir, la expresión del carácter, todo indica las potencias que controlan su expresión manifestada.

 

Si el hombre es un verdadero aspirante y está tratando conscientemente de hollar el sendero del discipulado, ayudará a descubrirlo, admitiéndolo francamente; pero si las fuerzas de la personalidad no responden al impacto del alma del curador, la personalidad no advertirá la oportunidad y será inconsciente del impacto. Estas condiciones podrá descubrirlas fácilmente el curador.

 

Esta ley es muy extensa y contiene declaraciones importantes. Sería de valor para bien del tema estudiarlas con máximo cuidado y captar su significado y verdadero sentido; dicha comprensión debe ser desde el punto de vista de la conciencia iniciática y no desde el ángulo de la visión del hombre común o no iluminado. Tomemos por lo tanto cada frase por separado y busquemos su significado.

 

Existen siete afirmaciones en esta ley, y gran parte de su importancia es exotéricamente familiar a ustedes, pero ahora pueden ser expuestas en relación con el arte de curar.

 

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1. No existe nada más que energía, porque Dios es Vida.

Esta amplia generalización puede impartir mucho al iniciado. pero seguramente muy poco al pensador común, para quien la vida significa esencial y simplemente aquello que trae a la manifestación una forma, la mantiene en existencia y demuestra constantemente su presencia por algún tipo de actividad, actividad que demuestra su vivencia.

No obstante, aplicarnos erróneamente el término vivencia a la capacidad de una forma para manifestarse y expresar su cualidad y naturaleza.

 

Sin embargo, la vivencia y la cualidad existen independientemente de la forma, y a menudo adquieren mayor expresión y utilidad por la aplicación de la Ley de la Muerte.

 

 

La realidad de la vida prueba la realidad de la divinidad y del origen divino. Esto con frecuencia se pasa por alto, y se hace hincapié sobre el concepto de que la vida evoca y mantiene una forma que ancla la esencia de vida y prueba la realidad de su existencia.

 

La vida de la Fuente Única de todas las formas manifestadas crea relaciones y cualidades esenciales, y aunque esto haya sido afirmado incesantemente, permanece siendo una verdad sin sentido.

 

Sin embargo a medida que los hombres comiencen a reconocer a Dios como energía y a sí mismos como aspectos de esa energía, a trabajar conscientemente con energías y a reconocer la diferencia que existe en tiempo y espacio entre energías y fuerzas, y luego a medida que el alma entre en una mayor actividad funcionante, la realidad de la vida será reconocida en forma nueva y extraordinaria.

 

Debería recordarse que el alma es una energía secundaria, que prueba la existencia de la energía primaria y es responsable de la aparición de un tercer tipo de energía, la tangible y objetiva.

Eventualmente se sabrá que la Vida es capaz de ser invocada por el alma en bien de la forma. He aquí una clave para nuestro tema general.

 

Hasta ahora no se ha obtenido una comprensión más o menos útil del mecanismo de acercamiento al aspecto vida, el antakarana y su agente, la voluntad espiritual.

 

Las primeras sugerencias acerca del empleo del antakarana, y su propósito en relación con la personalidad y la Tríada espiritual, son estudiadas hoy por unos pocos estudiosos en el mundo y su número se acrecentará constantemente a medida que la personalidad y el alma establecen contacto y se fusionan, y reciban la iniciación un mayor número de personas.

 

En consecuencia, el propósito de la existencia del cuarto reino de la naturaleza (como agente transmisor de las energías espirituales superiores a los tres reinos inferiores) irá apareciendo, y los hombres, en formación grupal, iniciarán conscientemente el trabajo de “salvar” -es innecesario decir, en sentido esotérico- a estas otras vidas agrupadas.

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El Macrocosmos, con sus propósitos e incentivos, comenzará por primera vez a reflejarse en el reino humano en forma nueva y poderosa, el cual a su vez se convertirá en el macrocosmos de los tres estados inferiores de vidas conscientes -los reinos animal, vegetal y mineral.

 

Todo esto es un profundo misterio, y sigue siéndolo debido a la falta de desarrollo del cuarto reino. Se ha producido una desviación de la intención original.

Su función y campo de servicio podrían sin embargo ser comprendidos y expresados sólo cuando este aspecto superior, la voluntad, haya sido llevado a una expresión consciente en el género humano, mediante la construcción y utilización del antakarana.

A lo largo del arco iris puede afluir el aspecto vida, y es a lo que Cristo se refirió cuando dijo que Él vino para que haya “vida más abundante” en la Tierra.

 

Siempre hubo vida, pero cuando la conciencia crística está radiantemente presente (como sucede hoy, aunque en pequeña escala) y el número de quienes la expresan es en realidad enorme, se infiere que el antakarana está firmemente establecido; entonces el arco iris puede ser atravesado y cruzado, y también puede afluir, a los reinos subhumanos de la naturaleza, a través de la humanidad, vida abundante en un nuevo e impelente sentido, además de un renovado impulso.

 

Esto evidencia la divinidad, y testimonia en forma destacada el origen divino del hombre, y la esperanza, la salvadora esperanza del mundo.

 

 

La energía y las fuerzas constituyen la suma total de todo lo que es.

Ésta es otra verdad fundamental y trillada, sobre la cual se ha erigido la ciencia del ocultismo, y el arte de curar debe reconocer. En la manifestación no existe nada parecido.

 

La enfermedad es una especie de energía activa, manifestándose como fuerzas que destruyen o producen la muerte.

 

Por lo tanto, si nuestra premisa básica es exacta, la enfermedad es también una forma de la expresión divina, porque lo que conocemos como malo es el reverso de lo que llamamos bueno.

 

¿No restaremos importancia al tema o causaremos una falsa impresión si consideramos al mal (por lo menos en lo que concierne a la enfermedad) como bien, mal aplicado o mal adaptado?

 

¿Me interpretarán mal si digo que la enfermedad es energía que no funciona de acuerdo al plan o como sería de desear?

 

 

Las energías que afluyen son puestas en relación con las fuerzas, dando por resultado buena salud, formas adecuadas y fuertes, y actividad vital; sin embargo, las mismas energías afluyentes, pueden ser puestas en relación con las mismas fuerzas, estableciéndose un punto de fricción, produciendo una zona enferma, dolor, sufrimiento y quizás muerte.

 

Las energías y las fuerzas siguen siendo de la misma naturaleza esencialmente divina, pero la relación establecida produjo el problema. Si se estudia esta frase será evidente que esta definición puede incluir todo tipo de dificultad, y el productor final de la situación (sea buena o mala) es el aspecto relación.

 

Esta afirmación es de gran importancia para toda reflexión.

 

 

 

 

 

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