REGLA
DIEZ
A
medida que las aguas bañan la forma creada, éstas son absorbidas
y utilizadas. La forma acrecienta su fuerza; que el mago continúe
hasta que su trabajo sea suficiente. Que los constructores
externos cesen su trabajo y los constructores internos inicien
su ciclo.
LA
CONSTRUCCIÓN DE FORMAS MENTALES
En esta regla se exponen dos hechos acerca de la forma, que
atañen a todas las formas, y se dan también tres importantes
preceptos en los siguientes términos:
Los
hechos son:
1. La forma absorbe y utiliza las aguas donde está sumergida.
2. Como resultado de esto acrecienta su fuerza.
Los
tres preceptos son:
1. Que el mago continúe construyendo su forma hasta asegurar
que su potencia es adecuada.
2. Luego, que los "constructores externos” cesen su trabajo.
3. Que los "constructores internos" inicien su ciclo.
En
el proceso de construcción de la forma mental vimos que ésta
tuvo que ser oportunamente orientada en la correcta dirección
y encaminada en el sendero apropiado, a fin de desempeñar
la voluntad y el propósito de su creador.
Esto sucede al comenzar el trabajo, y después del proceso
de orientación prosigue el trabajo de construcción, pues la
forma mental aún, no está preparada para una vida independiente.
Existe
una verdadera analogía entre el período de gestación de una
criatura y el de una forma mental.
Un
buen médico no descuida nunca la importancia de la correcta
ubicación de la criatura dentro de la matriz y, análogamente,
cuando hay una posición errónea en el sendero a recorrer para
llegar a la existencia, con frecuencia sobreviene la muerte
y el desastre.
Como
bien saben, esta analogía es muy exacta. El nacimiento va
precedido por la "ruptura de las aguas" (en términos
médicos); una reacción similar tiene lugar antes que la forma
mental produzca los resultados en el plano físico; las aguas
del deseo llegan a ser tan poderosas que causan la precipitación
y la consiguiente aparición de la forma de expresión deseada.
Tomemos
los hechos y analogías tal cual se presentan y estudiémoslos
desde el punto de vista del macro y del microcosmos.
Observemos
que la forma absorbe y utiliza la sustancia en que está sumergida.
Nuestro sistema solar es uno entre muchos, y no el más grande.
Constituye un fragmento de un todo mayor, el cual está formado
de siete partes (o siete sistemas solares), está sumergido
en las aguas del espacio, ha nacido del deseo y, en consecuencia,
es hijo de la necesidad.
Extrae
su vida de aquello que lo circunda.
De todas partes afluyen a nuestro sistema solar corrientes
de fuerzas que emanan de "Aquel de Quien
nada puede decirse" -como se lo describe
en Tratado sobre Fuego Cósmico.
Estas
corrientes encarnan Su voluntad y deseo, expresan Su amor
o capacidad de atracción y se manifiestan como esa gran forma
mental que llamamos nuestro sistema.
Al
margen de esto sería conveniente observar que a esta Existencia
se la denomina "Aquel de Quien nada puede
decirse", no por ser un secreto o misterio,
sino porque es imposible describir Su vida y propósito hasta
no haber completado el período de evolución en nuestro sistema
solar.
Observen
que digo nuestro sistema solar, no simplemente nuestra existencia
planetaria.
Especular sobre la Existencia, que a través de Su vida da
forma a siete sistemas solares, es desperdiciar energía.
En nuestro planeta, sólo las grandes vidas como las de Buda,
los Kumaras y el Logos planetario, comienzan a percibir el
impulso dinámico del gran Todo y, aún ellos, siendo apenas
sensibles a Él, tampoco pueden concebir su tendencia, pues
está más allá de la mente, del amor y de la voluntad.
Pone
en actividad factores para los cuales no tenemos términos,
y también tendencias que aún no han sido ni remotamente imaginadas
en nuestro planeta.
Hemos
creado un término que lo aplicamos al éter.
Hablando
esotéricamente, ésta es la forma moderna de expresar "las
aguas del espacio", es decir, las aguas del deseo, en
las cuales estamos sumergidos.
Están en constante flujo y reflujo, y es la corriente de vida,
constituida por cuarenta y nueve tipos de energía, que fluye
a través del loto egoico cósmico y (irradiando de éste) nutre
con medido sustento a la forma -solar, planetaria o humana-
de la cual es responsable.
Esto
está dilucidado en Tratado sobre Fuego Cósmico.
El
hombre se halla sumergido en las fuerzas que son para él lo
que las aguas del espacio para nuestro sistema solar.
Descubre
que al igual que nuestro sol y sus planetas-satélites, forman
parte de un todo y, así como nuestro sistema es sólo uno de
siete sistemas unidos para formar el cuerpo o expresión manifestada
de una vida, así también el reino humano, del cual
el hombre constituye una parte infinitesimal, es uno de los
siete reinos.
Éstas
son las analogías de los siete sistemas solares en la vida
del Logos planetario.
Cuando
el hombre empieza a percibir la vida del Logos solar, al expresarse
a través de los siete esquemas planetarios, se habrá puesto
en contacto con la conciencia del Logos planetario de nuestro
esquema especial, el cual percibe parcialmente las vibraciones
unidas de las vidas de los siete Logos solares.
Para
precisar más esta analogía, diré que el mismo reino humano
se halla en un estado de conciencia similar al de la unidad
humana, mediante la fuerza subjetiva de su existencia, y desde
el punto de vista de la conciencia provee "las aguas
del espacio", en las cuales el ser humano se reproduce
y crece.
Repito,
enfrentamos en el cuarto reino las expresiones de las mismas
siete fuerzas, y a medida que el hombre reconoce
los siete rayos o tipos, y empieza a trabajar conscientemente
con ellos, da los primeros pasos para trascenderlos y controlarlos
dentro de su campo de acción.
Esto es lo que actualmente está aconteciendo.
El
conocimiento de los siete tipos de rayo está comenzando a
penetrar en los pensadores de la raza, y este conocimiento
fue, en épocas pasadas, prerrogativa de los iniciados de entonces.
En la presentación astrológica está latente esta información,
que conducirá a los discípulos a la comprensión y los pondrá
en relación con los siete esquemas planetarios.
Sin embargo, no se puede esperar un verdadero desarrollo de
la astrología, hasta no estar realmente con nosotros la nueva
era y no haberse realizado la nueva orientación.
La
forma de la humanidad ya se ha completado.
El objetivo de la Jerarquía es ubicarla correctamente dentro
de la matriz de la materia, con sus consiguientes implicaciones.
Observen
estas palabras.
La necesidad en esta época es muy grande, pues
el alma de toda la humanidad está en proceso de nacer.
Hablando
cósmicamente, si se lograra ahora la correcta orientación
de las fuerzas del reino humano, la humanidad manifestaría
en la tierra un propósito, una belleza y una forma, expresiones
plenas de una realidad interna espiritual, en concordancia
con el propósito egoico.
Se
presiente que surgirán otras eventualidades, y por desgracia
pueden acontecer, pero no las consideraremos porque los Hermanos
observadores esperan y creen que los hombres trascenderán
todas las eventualidades indeseables y alcanzarán la meta.
Diré una palabra y haré una insinuación.
La
Jerarquía del planeta es simbólicamente el centro coronario
de la humanidad, y sus fuerzas constituyen las fuerzas del
cerebro.
En el plano físico existe un gran grupo de aspirantes, discípulos
probacionistas y discípulos aceptados, que tratan de responder
al "centro coronario", algunos conscientemente y
otros inconscientemente.
Son extraídos de todos los campos de expresión, pero en una
forma u otra todos son creadores.
Constituyen
a su vez lo que se podría denominar simbólicamente la "glándula
pineal" de la humanidad.
Así
como en el individuo ésta se encuentra generalmente inactiva
y dormida, de la misma manera, en la humanidad, este grupo
de células en el cerebro del cuerpo colectivo está aletargado,
pero sensible a las vibraciones del centro coronario, la Jerarquía
oculta.

Algunas
de las células están despiertas, y deben intensificar su esfuerzo
para despertar a otras.
Los
precursores de la familia humana, los científicos, los pensadores
y los artistas, constituyen el cuerpo pituitario.
Expresan
la mente concreta, pero carecen de esa percepción intuitiva
e idealismo, que los ubicaría (hablando en forma simbólica)
en la glándula pineal; no obstante son inteligentes, expresivos
e investigadores.
El objetivo de la Jerarquía (también simbólicamente)
es hacer tan potente la glándula pineal y por consiguiente
ejercer tanta atracción, que las vidas celulares del cuerpo
pituitario puedan ser estimuladas para lograr una estrecha
interacción.
Esto traerá como resultado una acción tan poderosa que hará
afluir una corriente de nuevas células a la glándula pineal
y, al mismo tiempo, se producirá una reacción tan fuerte que
afectará a todo el cuerpo, trayendo como resultado la ascensión
de numerosas vidas estimuladas, que ocuparán el lugar de aquellas
que hallaron su camino hacia el centro del esfuerzo jerárquico.

Las
"aguas del espacio", donde tiene lugar esta reorientación
y reversión de tendencias, están en violenta agitación.
El
torbellino de deseos contradictorios en que se encuentran
sumergidos los hombres es hoy caótico y tan poderoso, que
las aguas están agitadas hasta sus mismas profundidades.
Los
estudiantes de la historia moderna y del orden social, enfrentan
una situación sin precedentes, la cual corresponde, en el
cuerpo colectivo de la humanidad, a los trastornos en la vida
del aspirante, que preceden siempre la entrada en el sendero
del discipulado.
Por lo tanto, no hay razón para sentir depresión o indebida
ansiedad, sino ardiente deseo de que la transición pueda efectuarse
a su tiempo y en debido orden, y sin demasiada rapidez -lo
cual sería destructivo para los correctos vínculos y asociaciones-
ni tan prolongada que vaya más allá de la tensión que puede
soportar la urdimbre de la humanidad, que ha sido puesta a
pruebas excesivas.
Las nuevas manifestaciones en todos los reinos y épocas, deben
venir a la existencia lentamente y sin peligro.

Las nuevas formas, si finalmente han de soportar
el peso y tomar el impulso necesario que las conduzca a través
de su ciclo de vida, deben ser construidas en silenciosa subjetividad,
para que la construcción sea fuerte y sólida, y el contacto
interno con el creador (humano o divino) y la fiel adaptación
al canon, puedan ser sustanciales e inquebrantables.
Esto
es verdad respecto a un universo, un reino de la naturaleza o
una forma mental, creada por un pensador humano.

Todas
las técnicas de construcción de formas son fundamentalmente
las mismas, y las reglas y realizaciones pueden resumirse
en los aforismos siguientes:
Que
el creador se conozca como el constructor, y no como lo construido.
Que
desista de ocuparse de la materia prima del plano físico y
estudie el canon y los anteproyectos, actuando como agente
de la Mente Divina.
Que
utilice dos energías y trabaje con tres leyes.
Las energías son: la energía dinámica del propósito,
de
acuerdo al Plan,
y
la energía magnética del deseo,
que atrae a los constructores al centro del esfuerzo.
Que
imperen estas tres leyes:
la
ley de limitación sintética,
de
interacción vibratoria
y de precipitación activa.
La
primera se relaciona con la vida, la segunda con la construcción
y la tercera produce la existencia manifestada.
Que
se ocupe primero con los constructores externos, enviando
su llamado a la periferia de su círculo de influencia.
Que
ponga en movimiento las aguas de la sustancia viviente por
medio de su idea e impulso, sometiendo a los constructores
a su propósito y plan.
Que
construya con juicio y destreza, conservando siempre el "sitial
del director" y que no descienda para establecer íntimo
contacto con su forma mental.
Que
proyecte su forma, en tiempo y espacio, mediante la visualización,
la meditación y la destreza en la acción, y produzca aquello
que su voluntad ordena, su amor desea y su necesidad crea.
Que
retire los constructores de la forma externa, y que los constructores
internos de fuerza dinámica la impulsen a la manifestación.
Mediante
el ojo del creador estos constructores internos son llevados
a una actividad funcionante dirigida. Por la palabra del creador
fueron guiados los constructores externos. Por el oído del
creador el volumen de la Palabra mayor vibra a través de las
aguas del espacio.
Que recuerde el orden del trabajo creador.
Las
aguas del espacio responden a la palabra.
Los constructores construyen. El cielo de creación termina
y la forma es adecuada para manifestarse.
Le sigue el ciclo de actuación, y su duración depende de la
potencia de los constructores internos, los cuales constituyen
la forma subjetiva y trasmiten la vida vitalizadora.
Que
recuerde que la cesación de la forma sobreviene al lograrse
el propósito, o cuando la impotencia de la voluntad hace fracasar
el funcionamiento durante el ciclo de ejecución.

Los
estudiantes harían bien en estudiar estos ciclos de construcción
creadora, ejecución y su consiguiente desintegración.
Rigen
tanto para un sistema solar y un ser humano, como para las
formas mentales del pensador creador. El secreto de toda belleza
reside en el correcto funcionamiento de estos ciclos. El secreto
de todo éxito, en el plano físico, reside en la correcta comprensión
de la ley y del orden.
Para
el aspirante, la meta de su esfuerzo es la correcta construcción
de formas en materia mental, recordando que "como el
hombre piensa, así es él", que el control de la sustancia
mental y su utilización para pensar con claridad es esencial
para el progreso.
Esto
se demostrará en la organización de la vida externa, en el
trabajo creador de cualquier índole -ya sea al escribir un
libro, pintar un cuadro, dirigir un hogar, conducir un negocio,
sólida y honestamente, salvar una vida o cumplir con exactitud
el dharma externo, mientras que los ajustes internos prosiguen
en el silencio del corazón.
Para
el discípulo el trabajo se acrecienta.
Debe
comprender el plan y propósito grupales y no simplemente su
propio problema espiritual e individual.
Debe
tener conformidad con el propósito de su ciclo y período de
vida inmediatos y subordinar sus ideas y dharma personales
al servicio y necesidad de ese ciclo.
Debe
adquirir conocimiento, fortaleza y coordinación entre el yo
personal y el alma, de lo cual obtendrá la capacidad de construir
formas y grupos organizados en el plano físico, y mantenerlos
coherentemente unidos.
Esto
no lo hará mediante la fuerza de su propio carácter
y equipo, sino porque éstos le permiten actuar como transmisor
de las energías principales mayores de la vida y servir como
colaborador eficiente en un plan, del cual sólo
percibe un fragmento.
Sin
embargo, trabaja fielmente en la construcción de ese aspecto
del gran plan, y el día que esta construcción haya finalizado
y perciba la totalidad, se dará cuenta que ha construido fielmente
según el diseño y de acuerdo a los anteproyectos contenidos
en las mentes de los arquitectos (los Hermanos Mayores), que
a Su vez, están en contacto con la Mente de la Existencia
una.
La
aplicación práctica de estas verdades es de suma importancia.
No
existe vida tan limitada ni persona que por su situación no
pueda empezar a trabajar inteligentemente y construir formas
mentales, con comprensión de acuerdo a la ley.
No hay día en la vida de un hombre, especialmente si es aspirante
o discípulo, que no pueda trabajar con materia mental, controlar
el uso de su pensamiento, observar el efecto de sus procesos
mentales sobre aquellos con quienes se pone en contacto, y
manejar en tal forma su materia mental o "chitta"
(como la denomina Patanjali) para que él sea cada vez más
útil.

LOS CENTROS, LAS ENERGÍAS Y LOS RAYOS
Esta
regla puede ser estudiada en dos direcciones y así se obtendrán
resultados de valor práctico. Se la puede estudiar desde el
punto de vista del trabajo que realiza el alma, en relación
con su instrumento, el ser humano, y también desde el ángulo
del trabajo de organización y construcción de formas que el
discípulo lleva a cabo en relación con su servicio a la Jerarquía.
Detrás
de la forma externa de un ser humano, como sabemos, está el
alma, responsable de su creación, sostenimiento y utilización.
Detrás de toda actividad para el progreso de la evolución
humana, como también de otros procesos evolutivos, se encuentra
la Jerarquía.
Ambos representan centros de energía; trabajan
en forma creadora de acuerdo a la Ley; pasan de la actividad
subjetiva a la manifestación objetiva, y responden (en la
gran serie de vidas graduadas) a la vitalización y estímulo
de los centros más elevados de energía.
Algunos
de los factores que el discípulo debe aprender a reconocer,
a medida que transcurre su serie particular de vidas, se clasifica
en dos grupos principales, cada uno somete su aspecto forma
bajo siete tipos de energía o influencia.
En
primer lugar tenemos el grupo de fuerzas que concierne estrictamente
al aspecto forma, trabajo de los Constructores externos y
factores predominantes, hasta llegar a la etapa del sendero
de probación.
Éstas
son las fuerzas inherentes a la materia misma; se ocupan de
la naturaleza corporal y podrían enumerarse de la manera siguiente:
1.
Fuerzas físicas. Provienen de la vida de las células que constituyen
el cuerpo.
Esta
vida celular responde a la vida celular del medio ambiente.
No debe olvidarse que el esotérico ve siempre la correlación
de los factores dentro de él mismo y los correspondientes
factores en su medio circundante. Vivimos en un mundo de formas,
las cuales están constituidas por vidas, y estas vidas tienen
su propia influencia emanante y contribuyente. A su vez constan
de tres grupos principales:
a.
Esas emanaciones, que al surgir de las células mismas
y depender de su cualidad, producen efectos buenos o malos,
y densifican o refinan, elevan o rebajan, debido a su influencia,
la vibración física del unido cuerpo celular.
Como bien sabemos, el efecto físico que produce el hombre
de naturaleza burda, bruta y animal, será distinto a los efectos
refinados y embellecedores producidos por el contacto con
un alma madura, actuando en un cuerpo culto, aseado, disciplinado
y purificado.
b. Esas emanaciones, esencialmente
físicas, responsables de esa afinidad química entre un cuerpo
animal y otro, producen la atracción de los sexos.
Es un aspecto del magnetismo animal y la respuesta de las
células al llamado de otras células, actuando de acuerdo a
la Ley de Atracción y Repulsión. Es compartida por el hombre
y los animales, y siendo instintiva, está libre de toda reacción
mental.
c. Esas fuerzas o emanaciones, respuesta de las células
a los ritmos armónicos, dependen, por lo tanto, de que la
célula posea algo de aquello a lo cual responde.
Dichas emanaciones son aún poco comprendidas, pero se evidenciarán
acrecentadamente a medida que avance la raza.
Este
tipo de fuerza es ese algo misterioso que permite al cuerpo
físico, por ejemplo, reconocer como armónico o congénito al
medio ambiente físico circundante.
Es
esa reacción indefinible que hace que dos seres humanos (aparte
de toda atracción sexual, porque las personas del
mismo sexo lo sienten mutuamente) tengan un efecto físico
armónico entre sí.
Esto,
en el plano externo, es la base esotérica de toda relación
grupal, y la comprensión de estas emanaciones permite que
se lleve a cabo el aislamiento y la segregación de razas de
acuerdo al gran plan evolutivo.
Estas
tres podrían describirse como la cualidad de las fuerzas celulares
que actúan totalmente en el plano físico, produciendo un tipo
especial de cuerpo físico, la atracción magnética, entre dos
cuerpos físicos, y los tipos raciales.
Estos
tres factores guían al Manu de la raza en la construcción
de una nueva raza e impresiona con Sus ideas a los Constructores
externos. También guían a un Maestro de Sabiduría cuando construye
voluntariamente Su cuerpo físico, para efectuar Su trabajo
en cualquier momento o lugar.
Estas emanaciones, en la misma medida deberían ser parcialmente
comprendidas por quienes tratan de formar organizaciones y
grupos para un servicio activo en el mundo.
El
discípulo tendría que formularse la pregunta: ¿cuál debería
ser la cualidad vibratoria de las células de ese cuerpo y
de los individuos que lo componen? y ¿cuál la cualidad de
su forma atractiva y del efecto magnético que tendrá en el
mundo? ¿Qué posee el grupo que, mediante sus unidades colectivas,
se pone en relación con otros grupos para armonizarse en sus
relaciones con ellos? Éstos son interrogantes que merecen
cuidadosa atención y debieran ser considerados por quienes
forman grupos.
2.
Fuerzas vitales. A menudo son consideradas por los materialistas
como intangibles, y por lo tanto absolutamente inmateriales.
Pero el esotérico considera el medio etérico como una forma
o aspecto de materia y relativamente tangible como la forma
objetiva externa.
Para
él el éter del espacio, cuyo término necesariamente incluye
la forma etérica de todos los cuerpos, el cuerpo astral o
emocional sensorio y el mental, formados por materia mental,
son todos materiales y también la sustancia del aspecto forma
de la vida.

Para una correcta comprensión, debería observarse
que la vida celular, a la que nos hemos referido anteriormente,
está coordinada, influida y vitalizada por la corriente sanguínea,
ese sistema complicado que compenetra todas las partes
del cuerpo, responsable de su bienestar, lo cual demuestra
de una manera aún no bien comprendida, el hecho de que la
"sangre es la vida". La sangre es un aspecto de
la energía, como lo es la savia en el reino vegetal.
El
sistema nervioso simpático, maravilloso mecanismo de sensación,
está íntimamente relacionado con el cuerpo emocional o astral.
El
contacto se produce por intermedio del plexo solar, así
como la vitalidad, que rige la cualidad de la corriente sanguínea,
efectúa su contacto mediante el corazón. En el corazón
reside el centro de la existencia del plano físico.

El
sistema cerebro espinal funciona en estrecha relación con
la sustancia mental, "chitta", razón por
la cual debemos considerarlo como sigue:
1.
La vida celular ..corriente sanguínea.. centro
cardíaco ... glándula timo.
2.
La vida sensoria..... sistema nervioso...
centro plexo simpático ..... solar ..... páncreas.
3.
La vida mental ..... sistema cerebro espinal
..... centro ajna ..... cuerpo pituitario.
4.
La vida vital ..... siete centros .....
bazo.
Esto, según vemos, rige las manifestaciones del cuaternario
pero hay otros aspectos de la humanidad que se manifiestan
mediante la forma objetiva, completan al hombre y constituyen
los siete de su múltiple existencia objetiva.
5.
Autocondiencia ..... cerebro superior...centro
coronario .... glándula pineal
6.
Autoexpresión ...cerebro inferior....centro
laríngeo ..... tiroides.
7.
Autoperpetuación ..... órganos sexuales ...centro
sacro ..... órganos de reproducción.
8.
Autoafirmación ..... el hombre entero centro
en la base de la columna vertebral. ...renales.
Observarán que se han enumerado ocho factores, y es aquí donde
se equivoca la mayoría de las escuelas.
La
denominación: “vida vital" es comprensible, pero debe
recordarse que se relaciona totalmente con la vitalización
física del hombre, mediante el aspecto inferior de los centros.
Esta vida vital del universo de materia, penetra en
el organismo humano a través del bazo.
Los
centros tienen tres funciones principales:
Primero,
vitalizar el cuerpo físico.
Segundo, desarrollar la autoconciencia en el hombre.
Tercero, trasmitir la energía espiritual e impulsar
a hombre a un estado de existencia espiritual.
El
hombre comparte el aspecto vitalidad con los animales y con
todas las formas creadas, y la realización más importante
de ese aspecto es su aptitud para moverse libremente en un
mundo tridimensional.
El
aspecto autoconciencia es prerrogativa de la familia humana.
Cuando
el hombre haya evolucionado, cuando todas las partes de su
sistema nervioso, su sistema endocrino y sus centros, estén
coordinados y funcionen con ritmo armónico, entonces el aspecto
superior, el espiritual, hará sentir su presencia.
La energía espiritual y no simplemente la conciencia
o energía sensible, afluye a través del hombre,
el instrumento de la Vida divina y custodio de las fuerzas,
que deben ser retenidas y utilizadas en beneficio de los otros
reinos inferiores de la naturaleza.
La
enumeración anterior podría disponerse en el orden siguiente.
Esta
clasificación representa al hombre tal como está destinado
a ser, y no cómo es ahora, mientras lleva a cabo su progreso
evolutivo.
1.
Autoafirmación .....el cuaternario centro en la base (pleno
desarrollo) coordinado ..... de la columna cerebral .....
renales.
2.
Autoexpresión ..... cerebro centro (trabajo creador) inferior
..... laríngeo ..... tiroides.
3.
Vida ..... cerebro superior.. centro autoconsciente .....
coronario ..... glándula pineal.
(personalidad)
4.
Autoperpetuación ..... órganos glándulas sexuales ..... centro
sacro ..... sexuales.
5.
Vida mental ..... sistema cerebro
espinal ..... centro ajna ..... pituitaria.
6.
Vida sensorial ..... sistema nervioso
simpático ..... plexo solar ..... páncreas.
7.
Vida celular ..... corriente sanguínea... centro
cardíaco ..... corazón.
El octavo punto corresponde a la vida vital, que actúa a través
de los siete centros y de todo un sistema de chakras menores
y de los nadis (que sirven de base a los nervios y son el
origen de su existencia, como lo son los centros para las
glándulas), constituye el medio de muchas fuerzas y energías
-algunas esencialmente físicas, otras relacionadas con el
Ánima Mundi, el Alma del Mundo, y aún otras desconocidas,
que recién harán sentir su presencia, posteriormente, en el
programa evolutivo. Entonces expresarán la divinidad, la energía
del Padre o el aspecto superior.
Debería
observarse que la clasificación anterior representa un desenvolvimiento
de segundo rayo, y que al referirse a la autorrealización
corresponde al yo del hombre espiritual.
El
aspecto inferior de la vida vital de Dios es la perpetuación
de la especie, resultado de la vivencia de la Vida encarnada.
El
siguiente aspecto expresa simplemente la etapa en que domina
la conciencia del "yo" y ha alcanzado su consumación
al integrarse la personalidad.
Entonces sobreviene la expresión del yo interno, oculto por
la personalidad mediante una actividad creadora de carácter
intangible.
Tenemos,
finalmente, la afirmación o plena manifestación, de la naturaleza
divina.
Esto
sólo puede ocurrir cuando se ha despertado el centro inferior
de la columna vertebral, cuando la energía de la naturaleza
material es elevada al cielo por un acto de voluntad, y cuando
la naturaleza material, sensible o psíquica, y el aspecto
existencia, se han unificado y comprendido.
Reflexionen
sobre estas palabras porque significan la consumación en lo
que a la humanidad concierne.
El aforismo oculto: querer, saber, osar y callar,
tiene un significado especial aún no revelado y sólo me es
posible dar una simple indicación. Las personas que poseen
conocimiento interno lo comprenderán de inmediato.
Querer.
Esta palabra se relaciona con la última realización, cuando
por un acto de la voluntad del alma, combinada con la del
hombre inferior, se produce la unificación y la comprensión.
Implica el centro en la base de la columna vertebral.
Saber. Esta palabra concierne al centro ajna,
el centro entre las cejas. Hay una insinuación en la frase
"Que la Madre conozca al Padre". Se relaciona con
la boda en los Cielos.
Osar. Esta palabra da la clave de la subordinación
de la personalidad, y tiene una íntima relación con el plexo
solar, el gran centro de distribución del deseo y de las fuerzas
astrales y el principal centro del trabajo de transmutación.
Callar. Esta palabra concierne a la transmutación
de la energía inferior creadora, en la vida superior creadora.
El centro sacro debe permanecer en silencio.
Se
podrá observar que para el discípulo son de suma importancia
los centros siguientes:
1.
El centro ajna, a través del cual se expresa la personalidad
purificada.
2. El centro en la base de la columna vertebral, mediante
el cual se obtiene completo y absoluto control y coordinación,
a través del despertar del fuego purificador.
3. El centro sacro, donde la fuerza fundamental
de nuestro sistema solar específico, la fuerza de
atracción de una forma a otra, es trasmutada, y la
fuerza atractiva del alma ocupa el lugar de la actividad material,
creadora y reproductora.
4. El centro plexo solar, situado en el medio del cuerpo,
por ser el órgano del cuerpo astral y del psiquismo inferior,
reúne todas las fuerzas inferiores y -impulsado por el alma-
las dirige nuevamente hacia sus custodios superiores.
Comprendo
que esta enseñanza es tan profunda como abstracta, pero necesaria
para algunos, y ellos aumentarán a medida que pasa el tiempo.
La
complejidad del tema se acrecienta también por el hecho de
que la enseñanza de cada rayo contiene un acercamiento y método
diferentes para cada una de esas almas que responden a su
impulso característico.
Aquí doy las siete claves para cada método de rayo.
Se
pueden estudiar en relación con las anteriores clasificaciones
y en conexión con las cuatro palabras consideradas.
Debe
recordarse que "querer" es prerrogativa del espíritu,
"saber" es función del alma, "osar" es
el deber de la personalidad y "callar" es el dharma
final o destino del aspecto materia, la naturaleza animal
en su interacción con el alma.

Primer
Rayo: -"Que se reúnan las Fuerzas. Que asciendan al Lugar
Elevado, y desde esa cima, que el alma contemple un mundo
destruido. Entonces que surjan las palabras: ¡«Yo persisto»!".
Segundo
Rayo: -"Que sea atraída toda la vida al Centro, y penetre
así en el Corazón del Amor divino. Entonces, desde ese punto
de Vida sensible, que el alma reconozca la conciencia de Dios.
Que surjan las palabras, resonando a través del silencio:
¡«Nada existe sino Yo»!”.
Tercer
Rayo: -“Que las Huestes del Señor, sensibles a la palabra,
cesen sus actividades. Que el conocimiento termine en sabiduría.
Que el punto vibrante llegue a ser el punto pasivo y que todas
las líneas se conviertan en Una. Que el alma reconozca el
Uno en los Muchos, y que surjan las palabras con perfecta
comprensión: «Yo soy el Trabajador y el Trabajo, el Uno que
Es»".
Cuarto
Rayo: -"Que la gloria externa desaparezca y la belleza
de la Luz interna revele al Uno. Que la disonancia se convierta
en armonía, y desde el centro de la Luz oculta, que hable
el alma: Que resuene la palabra: «La Belleza y la gloria no
Me velan. Permanezco revelado. Yo soy»”.
Quinto
Rayo: -"Que las tres formas de energía eléctrica asciendan
al Lugar de Poder. Que se mezclen las fuerzas de la cabeza,
del corazón y de todos los aspectos inferiores. Que entonces
el alma contemple un mundo interno de divina luz. Que surja
la palabra triunfante: «Yo dominé la energía porque Soy la
Energía Misma. El que domina y el dominado son Uno»”.
Sexto
Rayo: -“Que cese todo deseo. Que la aspiración termine. La
búsqueda ha terminado. Que el alma comprenda que ha alcanzado
su objetivo, y desde ese portal que da a la Vida eterna y
a la Paz cósmica, que resuene la Palabra: «¡Yo soy el buscador
y el buscado. Yo descanso!»”.
Séptimo
Rayo: -“Que los constructores cesen su trabajo. El Templo
está terminado. Que el alma tome posesión de su herencia y
desde el Santo Lugar ordene cesar todo trabajo. Que entonces
en el silencio, entone la Palabra: «El trabajo creador ha
finalizado. Yo Soy el Creador. Nada queda sino Yo»".
Las
fuerzas vitales que atraviesan simplemente la envoltura externa
del éter del espacio, en constante movimiento, son de muchos
tipos.
Uno
de los conceptos, detrás de las teorías astrológicas, es que
el cuerpo etérico de determinada forma constituye parte del
cuerpo etérico del sistema solar y, por consiguiente, es el
medio para la transmisión de las energías solares, las fuerzas
planetarias y los impulsos extrasolares o cósmicos, llamados
esotéricamente "alientos".
Estas
fuerzas y energías de los rayos cósmicos circulan constantemente,
siguen senderos definidos, que a través del éter del espacio
existen en todas partes, y atraviesan por lo tanto constantemente
los cuerpos etéricos de toda forma exotérica.
Ésta
es una verdad fundamental y debe tenerse muy presente, porque
son muchas y variadas sus implicaciones, pero todas conducen
nuevamente a la idea de unidad, y a la unicidad de toda la
manifestación, que se conocerá y comprenderá únicamente en
el aspecto subjetivo.
La
segunda idea fundamental es que la respuesta del vehículo
etérico de todas las formas y su capacidad de apropiación,
utilización y transmisión, depende de la condición de los
centros, los chacras, según se los denomina en Oriente.
Éstos incluyen no sólo los muy conocidos siete centros mayores,
sino numerosos vórtices menores de fuerza, aún innominados
y desconocidos en Occidente.
Dependen
además de la cualidad del vehículo etérico, de su vitalidad
y también de la red entrelazada donde los centros tienen su
lugar, llamada "red" o "cuenco dorado".
Cuando está libre de impedimentos y sedimentos y sus canales
no están obstruidos, entonces los rayos, las energías y las
fuerzas, pueden fácilmente circular libremente por todo el
cuerpo.
Entonces
les es posible utilizar esos centros que responden a sus vibraciones
y trasferirlos a otras formas, a otros reinos o al mismo reino
de la naturaleza.
Aquí reside el secreto de toda curación científica y esotérica.
Los sanadores experimentan con el cuerpo etérico, pero han
adquirido escasos conocimientos.
Poco o nada saben de los centros de su propio cuerpo, por
donde las corrientes magnéticas o de otro tipo, deben fluir;
ignoran la condición de los centros etéricos de las personas
a quienes tratan de curar y la naturaleza de las fuerzas que
desean emplear.
Todo
lo que pueden hacer es disciplinar sus vidas y controlar sus
apetitos, para construir un cuerpo purificado y proveer canales
libres para dar paso a las fuerzas a través de ellos y de
allí a otros.
El
tercer concepto a observarse es que, hasta ahora, las
formas responden principalmente a las fuerzas que les llegan
desde otras formas del planeta y también a las de los siete
tipos básicos de energía que emana de los siete planetas,
y además desde el rayo solar dador de vida.
Las
formas de los cuatro reinos responden a estas numerosas fuerzas,
a estas siete energías y al rayo mencionado. También la familia
humana responde a otras energías y rayos solares -sin embargo
todos están matizados por la fuerza generada dentro del "círculo
infranqueable" solar.
El
trabajo del esoterista y del aspirante, es llegar a comprender
estas fuerzas y aprender así su naturaleza y empleo, potencia
y grado de vibración.
Además debe aprender a reconocer su origen y a distinguir
entre fuerzas, energías y rayos.
El
principiante puede hacer una clara diferenciación entre fuerzas
y energías, reconociendo el hecho de que las personalidades
nos afectan por medio de la fuerza que emana de su aspecto
forma, pero estas mismas personalidades purificadas y alineadas,
pueden ser transmisoras de las energías del alma.
Hablando
en forma general, el trabajo del reino humano consiste en
trasmitir energía a los reinos inferiores de la naturaleza,
mientras que el de la Jerarquía, en su relación con el reino
humano, es trasmitir energía desde el reino espiritual, otros
centros planetarios y el sistema solar. Cuando se amortiguan
estas energías para ser trasmitidas se diferencian en fuerzas.
Los
estudiantes no deben confundirse con la complejidad del tema,
sino aprender ciertas amplias generalizaciones y recordar
que, a medida que extraen de la omniciencia del alma, ocupará
paulatinamente su lugar el conocimiento más detallado.
Los
otros tipos de energía que conciernen a los dos primeros grupos
principales, con los cuales tiene que ver el aspirante, se
relacionan totalmente con el aspecto forma.
El tercer grupo y los siguientes, son:
3.
Energía astral.
4. Energía de la mente concreta inferior, materia mental o
"chitta".
5. Energía de la personalidad.
6. Energía planetaria.
7. Energía solar o Aliento de Vida.
Éstos
se pueden subdividir de la manera siguiente:
3.
Energía astral.
Que
emana de:
a. El cuerpo astral o sensible, del hombre mismo.
b. La familia humana como un todo.
c. El plano astral, en amplio sentido.
d. El "corazón del Sol”.
4.
Energía mental.
Que
emana de:
a. La materia mental individual o "chitta”.
b. La mentalidad de:
1. Toda la familia humana.
2. La raza particular a la que pertenece el hombre.
c. El entero plano mental.
d. La mente universal.
5.
Energía de la personalidad.
Que emana de:
a. La forma coordinada del hombre.
b. Los seres humanos avanzados, los personajes que se destacan.
c. Los grupos, a saber:
1. La Jerarquía del planeta. Subjetivo.
2. El grupo integrante de Místicos. Objetivo.
6.
Energía planetaria.
Que emana de:
a. Los siete planetas. Ésta es la base de la práctica astrológica.
b. La Tierra.
c. La Luna.
7.
Energía solar.
Que emana de:
a. El Sol físico.
b. El Sol, actuando como transmisor de los rayos cósmicos.
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