www.maestrotibetano.esPsicología Esotérica II ( páginas 197-200)

Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul

(Alice A. Bailey)

 

4. EL ANHELO DE LOGRAR UNA VIDA CREADORA

La comprensión de esto nos conducirá a considerar más detalladamente el cuarto punto: el anhelo de lograr una vida creadora mediante el empleo divino de la imaginación.

 

Como hemos visto, es necesario para la humanidad reconocer que existe un mundo de significados detrás del mundo de las apariencias, el de la forma, denominado “mundo aparente”.

 

 

La raza tiene ante sí la revelación inmediata de este mundo interno de significados. Hasta ahora, como raza, nos hemos ocupado del símbolo y no de lo que representa, la apariencia externa. Pero ya hemos agotado totalmente nuestro interés por el símbolo tangible y buscamos -nuevamente como raza- lo que el mundo externo de la apariencia está destinado a expresar.

 

Se habla mucho hoy de la Nueva Era, de la revelación futura, del inmanente salto hacia el reconocimiento intuitivo de lo que hasta ahora ha sido confusamente presentido por el místico, el vidente, el poeta inspirado, el científico intuitivo y el investigador ocultista, al cual no le interesan los tecnicismos ni las actividades académicas de la mente inferior.

 

Pero frecuentemente ante la gran expectativa olvida algo. No es necesario hacer un esfuerzo demasiado arduo o una intensa investigación externa, empleando términos que pueden ser captados por un punto de vista limitado y común.

 

Todo lo que se ha de revelar está dentro y alrededor nuestro. Es la significación de todo lo que está incorporado en la forma, el significado detrás de la apariencia, la realidad velada por el símbolo, la verdad expresada en la sustancia.

Sólo dos cosas permitirán al hombre penetrar en este reino interno de causas y de revelación, y son:

 

Primero, el esfuerzo constante, basado en un impulso subjetivo para crear esas formas que expresarán alguna verdad presentida; mediante ese esfuerzo y por su intermedio, el énfasis cambia constantemente desde el mundo externo aparente, al aspecto interno fenoménico.

 

Por este conducto se produce un enfoque en la conciencia que oportunamente se afirma y se aparta de su actual intensa exteriorización.

 

Un iniciado es, esencialmente, un individuo cuyo sentido de percepción se ocupa de los contactos e impactos subjetivos y no se preocupa predominantemente del mundo de las percepciones sensorias externas.

 

Este interés, cultivado en el mundo interno de significados, no sólo tendrá un pronunciado efecto sobre el buscador espiritual, sino que con el tiempo dará importancia, ya reconocida en la conciencia cerebral de la raza, al mundo de significados como único mundo real para la humanidad. Esta comprensión dará lugar, a su vez, a dos efectos:

 

1. La estrecha adaptación de la forma a los factores significativos que la han traído a la existencia en el plano externo.

2. La creación de la verdadera belleza en el mundo y, por consiguiente, un acercamiento más estrecho al mundo de las formas creadas, a la verdad interna emergente.

 

Podría decirse que la divinidad está velada y oculta en la multiplicidad de formas con sus infinitos detalles, y en la simplicidad de las formas, que oportunamente se verá, llegaremos a una nueva belleza, a un más amplio sentido de la verdad y a la revelación del significado y del propósito de Dios en todo lo que Él ha realizado época tras época.


Segundo, el continuo esfuerzo por llegar a ser sensible al mundo de las realidades significativas y, por lo tanto, crear esas formas en el plano externo que serán la copia fiel de los impulsos ocultos.

 

Esto se efectuará cultivando la imaginación creadora.

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Hasta ahora, la humanidad sabe poco sobre esta facultad que está latente en todos los hombres. Un destello de luz irrumpe en la mente que aspira; un sentimiento de esplendor develado penetra por un instante a través del tenso aspirante que espera la revelación; la súbita comprensión del color, la belleza, la sabiduría y una gloria indescriptibles, se abren ante la conciencia sintonizada del artista, en un elevado momento de dedicada atención y, por un segundo, la vida se ve como esencialmente es. Pero la visión desaparece, se desvanece el fervor y la belleza se disipa. El hombre ha quedado con un sentimiento de congoja, de pérdida y, sin embargo, posee la certeza de un conocimiento y un deseo de expresar, como nunca ha experimentado antes, aquello con lo que ha entrado en contacto.

 

Debe recuperar lo que ha visto y revelado a quienes no han experimentado ese momento secreto de revelación; de algún modo debe expresarlo y revelar a otros la significación que existe detrás de la apariencia fenoménica.

 

¿ Cómo hacerlo? ¿ Cómo recuperar lo que una vez fue suyo y parece haber desaparecido retirándose del campo de su conciencia? Debe comprender que aquello que ha visto y con lo cual ha hecho contacto aún está allí y contiene la realidad; que es él quien se ha apartado y no la visión. El dolor que se sufre en los momentos intensos hay que pasarlo, vivirlo una y otra vez, hasta que el mecanismo de contacto se acostumbre a la vibración elevada y pueda, no sólo sentir y hacer contacto, sino retener y hacer contacto a voluntad con ese mundo oculto de belleza. El cultivo de este poder de penetrar, retener y trasmitir, depende de tres cosas:

1. La voluntad de soportar el dolor de la revelación.

2. El poder de mantener un punto elevado de conciencia en el cual llega la revelación.

 

3. La centralización de la facultad imaginativa sobre la revelación o sobre todo lo que la conciencia cerebral puede traer a la zona iluminada del conocimiento externo. Esto constituye la imaginación o la facultad de crear imágenes, que vincula la mente con el cerebro y produce la exteriorización del esplendor velado.

Si el artista creador medita sobre estos tres requisitos -duración, meditación e imaginación- desarrollará en sí mismo el poder de responder a esta cuarta regla para lograr el control por el alma y sabrá con el tiempo que el alma es el secreto de la persistencia, la reveladora de las recompensas de la contemplación y la creadora de todas las formas en el plano físico.

El empleo de la imaginación creadora y los frutos del esfuerzo, actuarán en los diversos campos del arte humano de acuerdo al rayo del artista creador. Recuérdese que el artista pertenece a todos los rayos; no hay un rayo particular que produzca más artistas que otros. Evidentemente, la forma tomará una expresión espontánea cuando la vida interna del artista sea regulada, produciendo la organización externa de sus formas de vida.

 

El verdadero arte creador es una función del alma; por lo tanto, la principal tarea del artista es alineamiento, meditación y enfoque de su atención en el mundo de los significados. A esto le sigue la tentativa de expresar ideas divinas en formas adecuadas, de acuerdo a la capacidad innata y a las tendencias de rayo del artista en cualquier campo elegido que constituye para él, el mejor medio para realizar su esfuerzo. Esto va acompañado por el esfuerzo realizado constantemente en el plano físico para equipar, instruir y entrenar el mecanismo del cerebro, de la mano y de la voz, mediante los cuales debe fluir la inspiración, para expresar en forma exacta y exteriorizar correctamente la realidad interna.

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La disciplina que esto implica es grande y aquí fracasan muchos artistas. Su fracaso se basa en muchas cosas -en el temor de emplear la mente porque pudiera malograr sus esfuerzos y en la creencia de que el arte creador espontáneo es, y debe ser, principalmente emocional e intuitivo, no impedido ni obstaculizado por una atención demasiado intensa en el entrenamiento mental.

 

Esto se basa en la inercia, que tiene su línea de menor resistencia en el trabajo creador y no trata de comprender la forma en que llega la inspiración, ni cómo es posible la exteriorización de la visión, o desconoce la técnica de las actividades internas, sino que simplemente obedece a un impulso.

 

También indica un desarrollo irregular y desequilibrado, resultado del hecho de que, a través de la especialización o del intenso interés enfocado en un período de vidas, se obtiene la capacidad de hacer contacto con el alma en una sola línea de esfuerzo, pero no la de estar en permanente contacto con el alma. Esto es factible debido a que el artista durante muchas vidas ha estado bajo la influencia de un determinado rayo de la personalidad. De allí la paradoja oculta, anteriormente mencionada, que merece la atención de los artistas.

 

Otro factor sobre el cual se basa a menudo el fracaso, es la vanidad y la ambición externa de muchos artistas. Tienen la habilidad de sobresalir en algún campo y particularmente en uno, evidenciando una mayor capacidad que el hombre común, pero no tienen la habilidad de vivir como alma y su jactanciosa capacidad sólo va en una dirección. Frecuentemente no llevan una vida de disciplina y de autocontrol, pero a su vez tienen creaciones geniales y realizaciones maravillosas en la línea elegida; viven en contradicción con la divinidad expresada a través de la realización artística. La comprensión de la significación y de la técnica del genio es una de las tareas de la nueva sicología.

 

El genio es siempre la expresión del alma en alguna actividad creadora que revela el mundo de significados, de la divinidad y de la belleza oculta, que, velado generalmente por el mundo de los fenómenos, algún día lo demostrará en verdad.








 


 

 

 

 


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