DEL LIBRO:TRATADO SOBRE MAGIA BLANCA

O

EL CAMINO DEL DISCÍPULO

ALICE BAILEY-MAESTRO TIBETANO (DJWHAL KHUL)

 

 

REGLA 14-2


REGLA CATORCE

El sonido aumenta. Se acerca la hora del peligro para el alma valerosa. Las aguas no han dañado al creador blanco y nada puede ahogarlo ni mojarlo. Ahora amenaza el peligro del fuego y de las llamas, sin embargo se observa tenuemente el humo que se eleva. Que él, después del ciclo de paz, acuda nuevamente al Ángel solar.

 

 

EL USO DE LAS MANOS

Al tratar sobre el manejo de las fuerzas, es de valor dar una breve información respecto al uso de las manos en este trabajo. Uno de los Maestros ha dicho: "Sólo mediante la mano armada o preparada, ya sea para conquistar o perecer, el místico moderno puede tener la esperanza de lograr su objeto". Diré algunas palabras respecto a las manos, pues en estas frases hay más enseñanza oculta de lo que parece.

 

En uno de los libros antiguos, accesible para la instrucción de discípulos, se encuentran estas palabras:

 

"La mano armada es una mano vacía y esto protege a su poseedor de las acusaciones de sus enemigos. Es una mano libre de la mácula de los cuatro males simbólicos el oro, la lujuria, el puñal y el dedo incitador".

 

 

Estas palabras son muy significativas, y sería beneficioso estudiar brevemente el tipo y la cualidad de las manos que caracterizan a los discípulos. En las distintas enseñanzas esotéricas las manos juegan un gran papel, debido a que son, por cuatro razones:

 

1. El símbolo de la adquisición.
2. Centros de fuerza.
3. Las que esgrimen la espada.
4. Empleadas en forma altruista:
a. Instrumentos de curación.
b. Medios para hacer girar ciertas llaves.

 

Viéndolas como símbolos de adquisición, debe recordarse que el hombre común las emplea para "asir y retener" y adquirir lo que quiere para sí y para satisfacer sus deseos egoístas. En el hombre espiritual las manos todavía son el símbolo de la adquisición, pero sólo toman lo que necesitan para ayudar al grupo y liberar inmediatamente lo adquirido para ese fin. El iniciado no retiene nada para sí; el salvador de la raza puede utilizar todo lo que está acumulado en el divino depósito, pero no para sí mismo, sino para quienes trata de ayudar.

 

A. Como centros de fuerza las manos desempeñan un papel muy importante, y esto es poco comprendido. Es un hecho oculto que las manos de un discípulo (una vez que ha alcanzado tal adquisición, basada en el trabajo grupal altruista) se convierten en trasmisores de energía espiritual. La "imposición de las manos” no es una frase trivial ni está limitada solamente a las operaciones del apostolado de cualquier fe. La “imposición de las manos", ocultamente, puede ser estudiada bajo cuatro aspectos:

 

1. En la curación. En este caso la fuerza que fluye a través de las manos viene de una fuente dual y por medio de dos centros etéricos, el bazo y el corazón.

 


2. En la estimulación de un centro específico. La energía empleada en este caso viene de la base de la columna vertebral y de la garganta y debe ir acompañada de palabras apropiadas.

 


3. En el trabajo de vincular al hombre con su ego. La fuerza empleada aquí debe ser recibida desde tres centros etéricos, el plexo solar, el cardíaco y el centro entre las cejas.

 


4. En el trabajo grupal. Aquí se utiliza la energía que emana del ego por medio del coronario, el centro laríngeo y la base de la columna vertebral.

 

 

Es evidente, por lo tanto, que la Ciencia de las Manos es muy real y el discípulo tiene que conocer la naturaleza de las fuerzas de los diferentes centros, su trasmisión y unificación y entonces, por un acto de la voluntad, hacerlas pasar a través de los chakras de las manos.

 

Las manos hacen su trabajo directamente a través de la proyección de un constante flujo una vez que las corrientes fusionadas han sido extraídas o indirectamente por la manipulación.

 

Mediante el conocimiento de la Ley un discípulo puede utilizar no sólo las corrientes que fluyen a través de los centros de su propio cuerpo, sino también combinarlas con las corrientes planetarias o cósmicas, que se encuentran en su medio ambiente.

 

Esto lo hacen frecuente e inconscientemente los oradores, quienes magnéticamente utilizan las manos en cierta medida, y los efectos vistos por un clarividente son a veces asombrosos. Cuando este trabajo se hace conscientemente se agrega un factor más potente al equipo de cualquier chela.

A este respecto debe tenerse en cuenta que es una cuestión muy abstrusa, y que ciertas fuerzas de rayo pasan por la línea de menor resistencia, unas de izquierda a derecha, otras de derecha a izquierda. Ciertos centros trasmiten sus energías por la mano derecha y otros por la izquierda. Por lo tanto, se requiere mucho conocimiento para trabajar científicamente.

 

 

No tengo tiempo para considerar en detalle el significado de las manos cuando esgrimen la espada, excepto indicar que la espada como símbolo representa muchas cosas:

 

1. La afilada espada de doble filo, es la facultad discriminadora que llega hasta las raíces del ser del chela y separa lo real y verdadero de lo irreal y falso. Es esgrimida por el ego desde el plano mental y mencionada como "la Espada de frío acero azul".

 


2. La espada de la renunciación, o esa hacha de doble hoja que el chela aplica voluntariamente a lo que él considera que puede mantener apartado de su meta. Es aplicada principalmente a las cosas del plano físico.

 


3. La espada del Espíritu, es esa arma que en las manos del discípulo derriba, ante los ojos del grupo al cual sirve, los obstáculos que se encuentran en el camino del progreso grupal. Solamente es manejada sin peligro por quienes han entrenado sus brazos para esgrimir otras espadas, y en las manos de un iniciado es un factor sumamente poderoso.

 

 

El Antiguo Comentario, al que se ha hecho referencia muchas veces, dice:

"El acero es necesario para la trasmisión del fuego. Cuando la fuerza del hombre interno está unida a la energía transmitida a través de los chakras de la palma de la mano, desciende por la brillante hoja y se funde con la fuerza del Uno, que es el TODO. Así es consumado el Plan".

 

Y así, podría agregarse, aumenta la energía de la unidad por la fuerza del Todo mayor.

Se dice en los libros ocultistas y también en La Doctrina Secreta, que todos los iniciados deben ser curadores; por lo tanto, todos los iniciados emplean las palmas de las manos en el trabajo de curación.

 

Sólo quienes han esgrimido la espada, se atreven a dejar la espada y permanecer con las manos vacías, elevadas en bendición. Sólo "la mano armada" puede ser utilizada sin peligro en el trabajo de salvación; sólo quienes han "tomado el reino del Cielo por la fuerza" y son conocidos ocultamente como "los Seres violentos" pueden tomar de la provisión celestial y emplearla en el trabajo de curación.

 

 

Esto debe tenerse muy en cuenta. La verdadera fuerza curativa puede fluir únicamente a través de quienes en cierta medida están unidos a la Jerarquía, directa o indirectamente (por derecho de iniciación o por ser un discípulo avanzado), y son utilizados en el aspecto interno por algún adepto o sanador avanzado.

 

Un hombre debe conocer su condición antes de poder curar correctamente.

 

Esto no es aplicable a esos sanadores que son trabajadores inconscientes, pues son potentes trasmisores de prana o vitalidad solar. Son legión y hacen mucho bien, aunque a veces la energía que trasmiten sirva para estimular erróneamente.

 

 

En lo que concierne al empleo de las manos para hacer girar las llaves, haré simplemente una sugerencia. Las manos de quienes han aprendido el "arte de los centros", la significación de las manos en el servicio, el manejo de la espada y las cuatro posiciones en que las manos se dedican al servicio grupal, son las que pueden hacer girar la llave de la puerta de la iniciación.

 

 

Estudien, por lo tanto, el tipo de fuerza que manejan usualmente, conozcan la línea de rayo de donde proviene la energía, y llegarán así a un conocimiento más verdadero de ustedes mismos y de su capacidad interna; averigüen asimismo el tipo de energía que les puede faltar y cómo pueden perfeccionar su equipo.

 

 

B. La cualidad de la fuerza utilizada depende necesariamente del rayo del cual puede emanar. Me piden que diferencie las palabras tipo y cualidad. Diría que el tipo de fuerza indica el aspecto vida, mientras que la cualidad señala el aspecto concien-cia, y ambas son aspectos de la entidad o ser, que constituye la encarnación de un rayo.

 

El tipo se manifestará principalmente mediante lo que podríamos llamar dirección dinámica y por su poder de producir un efecto. Esto por supuesto tiene que ir unido a una correcta cualidad y habilidad en la acción. La cualidad le indicará su poder de acercamiento atractivo. Tiene un aspecto más magnético que el tipo.

 

 

Los estudiantes pueden llegar a conocer la cualidad de la fuerza que utilizan, observando lo que atraen hacia sí, tanto en las circunstancias y en las personas, como en sus reacciones ante lo que el estudiante pueda decir o hacer.

 

En el tipo prevalece más el aspecto voluntad, en la cualidad se encuentra principalmente el aspecto deseo. Es una verdad profunda aquella de que, según los deseos de un hombre, así serán las formas de vida que como imán, atraerá hacia sí.

 

C. La fortaleza de una fuerza especial nos lleva nuevamente a la regla que estamos estudiando, porque involucra en sí, el factor de verdadera persistencia, y hemos visto anteriormente que la emergencia a la vida funcional y de actividad de cualquier forma, depende de la persistente atención de su creador.

 

 

La energía puede ser utilizada dinámica o constantemente, y los efectos de estos dos modos de aplicación de la energía, difieren. Uno es principalmente utilizado en trabajo destructivo, y éste es el método dinámico. Hay, por ejemplo, ciertas palabras dinámicas de poder que cuando son empleadas por los Creadores Destructores, efectúan la destrucción de formas. Con dichas palabras los aspirantes no tienen nada que hacer.

 

 

El trabajo importante es aprender el significado de la persistencia y de la fortaleza.

 

Literalmente es esa persistencia en el tiempo, y la fortaleza está más allá del poder de resistir, soportar, mantenerse firme y seguir adelante, sin amilanarse.

 

 

Estudien por lo tanto con atención los tipos dinámicos, la cualidad magnética y la persistente fortaleza de las fuerzas que constituyen el equipo de cada uno. Cuando puedan manejar, ya sea destructiva o constructivamente, egoísta o altruistamente, de acuerdo al Plan universal, o al plan egoísta y personal, trabajarán conscientemente, y entonces a sabiendas seguirán el sendero de la derecha o el de la izquierda.

 

D. La rapidez de la fuerza utilizada depende de estos tres factores previos. La rapidez en este sentido no tiene relación esencial con el tiempo, aunque es difícil encontrar otra palabra para usarla en su lugar. Se relaciona con el mundo de los efectos a medida que emana desde el mundo de las causas.

 

Tiene quizás, esencialmente, una relación con la verdad, porque cuanto más verdadero es un impulso y cuanto más clara es la comprensión del propósito subjetivo, tanto más automáticamente será seguido por el correcto impacto y dirección de la fuerza.

 

 

Tal vez la rapidez podría traducirse más correctamente por las palabras "correcta dirección” porque allí donde hay correcta dirección, verdadera orientación, exacta comprensión de propósito y reconocimiento del tipo de fuerza requerida, entonces hay un efecto instantáneo.

 

 

Cuando el alma haya registrado la cualidad deseada y posea la fortaleza del Eterno y la persistencia de Aquel que ha sido desde el principio, el proceso de expresión de la fuerza y la relación entre causa y efecto, serán espontáneos y simultáneos y no correlativos. Esto difícilmente puede ser comprendido por quienes aún no poseen la conciencia del Eterno Ahora. Pero este efecto espontáneo y simultáneo es la clave de todo el trabajo mágico, y estas cuatro palabras tipo, cualidad, fortaleza y rapidez abarcan la historia del Mago Blanco.

 

 

No me atrevo a dar nada más, ni me es permitido hablar con mayor claridad. Muy pocos están aún capacitados para ser magos, y pocos quizás afortunadamente han despertado los siete centros para trabajar libremente en los siete planos y con los siete tipos de energías de rayo.

 

 

Quisiera señalar que estos cuatro aspectos de energía pueden ser estudiados por el aspirante en su propia naturaleza. En el plano físico él es aparentemente la causa iniciadora, y a medida que trabaja con estas energías ellas provocarán respuesta y reacción de quienes sienten su impacto y demuestran su efecto. Por lo tanto, ¿no es verdad que trabajamos y vivimos en un mundo de fuerzas?

 

No es necesario algún campo distante o dominio especial en el cual vivir, aprender y trabajar, pues habitamos en un mundo de fuerzas y energías; nosotros mismos constituimos unidades de fuerza o energía, y manejamos fuerza, sabiéndolo o no, durante las veinticuatro horas del día. El campo de nuestro entrenamiento ocultista es el mundo, y también el mundo de nuestras peculiares circunstancias y medio ambiente.

 

EL RECORRIDO DEL CAMINO

Hemos visto, a medida que consideramos esta regla, que en el trabajo mágico el aspirante ha alcanzado el punto culminante de la objetividad. Se esfuerza por llegar a ser un creador mágico y llevar a cabo dos cosas:

1. Crear de nuevo su instrumento o mecanismo de contacto, a fin de que el Ángel solar tenga un vehículo adecuado para la expresión de la Realidad. Hemos observado que esto involucra correcto tipo, cualidad, fortaleza y rapidez.

 


2. Construir esas formas subsidiarias de expresión en el mundo externo mediante las cuales la energía encarnada, fluyendo a través de las envolturas nuevamente creadas, puedan servir al mundo.

 

 

En el primer caso, el aspirante se ocupa de sí mismo, trabajando dentro de su propia circunferencia, aprendiendo así a conocerse, a modificarse a sí mismo y a reconstruir su aspecto forma. En el otro caso, está aprendiendo a ser un servidor de la raza, y a construir esas formas de expresión que encarnarán las nuevas ideas, los principios emergentes y los nuevos conceptos que deben regir y perfeccionar nuestro progreso racial.

 

 

Recuerden que ningún hombre puede ser un discípulo, en el sentido que el Maestro da a esta palabra, si no es un precursor.

 

Responder a la verdad espiritual, experimentar placer en ideales avanzados y aceptar con agrado las verdades de la nueva era, no constituye el discipulado. Si fuera así, las filas de los discípulos se llenarían rápidamente, y esto desgraciadamente no es el caso.

 

Lo que caracteriza al aspirante, que está en el umbral del discipulado aceptado, es la capacidad de comprender las próximas realizaciones que se hallan ante la mente humana; es el poder, moldeado en el crisol de la extraordinaria experiencia interna, de ver la visión inmediata y captar esos conceptos que la mente necesariamente debe revestir, dando al hombre el derecho de ser un trabajador reconocido del plan (reconocido por los Grandes Seres, si no lo es por el mundo); es el logro de esa orientación espiritual, mantenida firmemente aunque haya perturbación externa en el plano físico de la vida que significa para Quienes observan y buscan trabajadores, poder confiar a un hombre algún pequeño aspecto del trabajo emprendido por ellos; es la capacidad de sumergirse, perdiendo de vista al yo inferior personal, en la tarea de guiar al mundo bajo el impulso del alma, lo cual eleva a un hombre desde el rango de místico aspirante hasta el de ocultista práctico, aunque místicamente orientado.

 

 

Este trabajo intensamente práctico, en el que estamos comprometidos, es de tal proporción que ocupará la atención y el tiempo de un hombre, incluso toda su vida de pensamiento, y lo conducirá a una expresión eficiente en su tarea personal (impuesta por las limitaciones kármicas y las tendencias heredadas), y a una firme aplicación en el trabajo creador y mágico.

 

 

El discipulado es una síntesis de arduo trabajo, desenvolvimiento intelectual, constante aspiración y orientación espiritual, además de cualidades poco comunes de positiva inofensividad y el ojo abierto que ve a voluntad en el mundo de la realidad.

 

 

Al discípulo deben hacérsele notar ciertas consideraciones que para mayor claridad detallaremos. Para llegar a ser un adepto le será necesario al discípulo:

1. Investigar el Camino.
2. Obedecer los impulsos internos del alma.
3. No prestar atención a algunas consideraciones mundanas.
4. Vivir una vida ejemplar para los demás.

Estos cuatro requisitos podrán parecer fáciles de realizar, en la primera superficial lectura, pero si se estudian cuidadosamente será evidente por qué un adepto es "la rara eflorescencia de una generación de investigadores". Consideraremos cada uno de estos cuatro puntos:

 

1. Investigar el Camino. Uno de los Maestros ha dicho que toda una generación de investigadores puede producir un solo adepto. ¿Por qué será así? Por dos razones:

Primero, el verdadero investigador es aquel que aprovecha la sabiduría de su generación; es el mejor producto de su período particular y, sin embargo, permanece insatisfecho y con el anhelo interno de adquirir sabiduría. Para él existe algo de mayor importancia que el conocimiento y algo superior a la experiencia acumulada de su propio período y tiempo. Sabe que tiene que dar un paso adelante y lo hace para obtener y agregar algo a lo ya adquirido por sus colegas. Nada lo satisface, hasta que encuentra el Camino, y nada sacia el deseo desde el centro de su ser, excepto lo que se halla en el Hogar del Padre. Es lo que es, porque habiendo probado todos los caminos menores, los ha encontrado deficientes, y habiéndose sometido a muchos guías, sólo ha encontrado "ciegos conductores de ciegos". No le queda mas que convertirse en su propio guía y hallar por sí solo el camino al hogar. De esa soledad que es el sino de todo verdadero discípulo, nace ese conocimiento y confianza en sí mismo, que lo capacitará a su vez para ser un Maestro. Esta soledad no es debida al espíritu de separatividad sino a la condición del Camino mismo. Los aspirantes deben tener presente esta diferencia.

Segundo, verdadero investigador es quien posee ese valor poco común, que permite a su poseedor permanecer erguido y emitir su propia clara nota en medio del alboroto del mundo. Es aquel que, mediante el ojo entrenado, ve más allá de las nieblas y las miasmas de la tierra, hasta ese centro de paz que preside todos los acontecimientos terrestres, y mediante el oído atento y entrenado (habiendo captado un susurro de la Voz del Silencio), se mantiene a tono con esa alta vibración y, por consiguiente, está sordo a las seductoras voces menores. Esto nuevamente trae soledad y produce el alejamiento que sienten las almas menos evolucionadas cuando están en presencia de otras más avanzadas.

Una situación paradójica tiene lugar cuando se le indica al discípulo que investigue el Camino, y sin embargo nadie se lo señala. Quienes conocen el Camino no deben hablar, pues saben que el sendero es construido por el aspirante, así como la araña teje su tela desde el centro de su propio ser. Únicamente de este modo llegan a florecer como adeptos aquellas almas que en una generación dada han "apisonado a solas el lagar de la ira de Dios" o que en otras palabras han expiado a solas su karma y han aceptado inteligentemente la tarea de recorrer el sendero.

2. Obedecer los impulsos internos del alma. Hacen bien los instructores de la raza en enseñar al neófito la práctica de la discriminación y entrenarlos en la ardua tarea de distinguir entre:

a. El instinto y la intuición.
b. La mente superior y la inferior.
e. El deseo y el impulso espiritual.
d. La aspiración egoísta y el incentivo divino.
e. El impulso emanado de los señores lunares y el desenvolvimiento del Señor solar.

No es tarea fácil o halagadora, descubrirse a sí mismo y encontrar que quizás hasta el servicio prestado y nuestro anhelo de estudiar y trabajar, tuvieron un origen básicamente egoísta, o se han basado en un deseo de liberación o desagrado por los deberes cotidianos. El que trata de obedecer los impulsos del alma debe hacer un análisis exacto y honesto de sí mismo, cosa realmente rara en estos días. Que se diga a sí mismo "tengo que ser veraz con mi propio Ser" y, en la intimidad y en el secreto de su propia meditación, tratar de no pasar por alto falta alguna, ni disculparse nada a sí mismo. Que aprenda a diagnosticar sus propias palabras, actos y móviles, y a llamar a todas las cosas por su verdadero nombre. Sólo así se entrenará en la discriminación espiritual y aprenderá a reconocer la verdad en todas las cosas. Sólo así llegará a la realidad y conocerá el verdadero Ser.

3. No prestar atención a las prudentes consideraciones de la ciencia y sagacidad mundanas. Si el aspirante necesita cultivar la capacidad de caminar solo, si debe desarrollar la facultad de ser verídico en todas las cosas, tiene también que cultivar el valor. Con frecuencia necesita estar continuamente en contra de la opinión mundial y de la mejor expresión de esa opinión. Debe aprender a hacer lo que le corresponde, tal como lo ve y conoce, a pesar de la opinión deliberada de los hombres más grandes y mencionados de la tierra. Debe depender de sí mismo y de las conclusiones a que llega en sus momentos de comunión e iluminación espirituales. Es aquí donde fracasan la mayoría de los aspirantes. No hacen todo lo que pueden; no actúan a conciencia como les dicta su voz interna; no realizan las cosas que se ven incitados a hacer en sus momentos de meditación y no pronuncian las palabras que su mentor espiritual, el yo, les urge pronunciar. En el conjunto de estos detalles no realizados es donde se ven los grandes fracasos.

No hay trivialidades en la vida del discípulo, y una palabra inexpresada o una acción incumplida, puede ser el factor que impide a un hombre llegar a la iniciación.

4. Vivir una vida ejemplar para los demás. ¿Es necesario que me extienda sobre esto? Me parece que no debería hacerlo, pero sin embargo es aquí donde fracasan los hombres. Después de todo ¿Qué es servicio grupal? Sencillamente una vida de ejemplo. El mejor exponente de la Sabiduría Eterna es aquel que vive cada día la vida del discípulo, esté donde esté, aunque no la vida donde quisiera vivirla. Quizás la cualidad que produce el mayor número de fracasos entre los aspirantes a adeptos, es la cobardía. Los hombres fracasan donde están, porque encuentran siempre alguna razón que les hace creer que deberían estar en otra parte. Huyen, casi sin darse cuenta, de las dificultades, de las condiciones inarmónicas, de las ocasiones que presentan problemas, y de las circunstancias que exigen una acción elevada, produciéndose para extraer lo mejor del hombre, siempre que las enfrente. Huyen de sí mismos y de los demás, en lugar de vivir la vida.

El adepto no pronuncia palabra que pueda herir o perjudicar. Por lo tanto, ha debido aprender el significado de las palabras en medio del torbellino de la vida. No pierde el tiempo compadeciéndose o justificándose a sí mismo, porque sabe que la ley lo ha colocado en el lugar donde mejor puede servir, y porque ha aprendido que las dificultades son siempre provocadas por el hombre mismo y resultado de su actitud mental. Al deseo de justificación lo considera una tentación que debe evitar. Comprende que cada palabra pronunciada, cada acto realizado, cada mirada y cada pensamiento, tienen su efecto sobre el grupo, ya sea para bien o para mal.

Por lo tanto ¿no es bien evidente por qué tan pocos triunfan y tantos fracasan?

EL DESPERTAR DE LOS CENTROS

Hablando más técnicamente y por lo tanto justificando el uso de la palabra instrucciones, en relación con este tratado para aspirantes y discípulos, debe tenerse en cuenta cuidadosamente, que la tarea principal del aspirante es el manejo de las energías, tanto en él como en el mundo de los fenómenos físicos y de la exteriorización. Esto abarca por lo tanto una comprensión de los centros y su despertar. Pero la comprensión debe venir primero y el despertar mucho después, en la correlación del tiempo. Este despertar se realiza en dos etapas:

Primero, etapa donde mediante la práctica de una vida disciplinada y la purificación de la vida de pensamiento, los siete centros son automáticamente puestos en una condición de correcto ritmo, vitalidad y actividad vibratoria. Esta etapa no implica peligro si no se le permite al aspirante en conexión con los cen-tros pensamiento alguno dirigido, con lo cual quiero significar que le está prohibido concentrar su mente sobre algún centro, y no puede tratar de despertarlos o energetizarlos. Debe abocarse al problema de purificar los cuerpos en los cuales se encuentran los centros, que son principalmente el astral, el etérico y el físico, recordando siempre que el sistema endocrino y las siete glándulas principales, son especialmente exteriorizaciones efectivas de los siete centros principales. En esta etapa el aspirante hace todo el trabajo alrededor de los centros y se ocupa de su material ambiental y de la sustancia viviente que los circunda totalmente. Esto es lo único que la mayoría puede emprender sin peligro. El conjunto de los aspirantes del mundo se han comprometido alcanzar esta etapa, donde deben permanecer durante largo tiempo.

Segundo, tenemos la etapa donde los centros, mediante el trabajo efectivo de las etapas anteriores, llegan a ser lo que esotéricamente se llama "liberados dentro de la prisión" y pueden ahora convertirse (bajo la adecuada dirección de un instructor) en tema de los métodos definidos, a fin de despertarlos y vitalizarlos variando los métodos según el rayo de la personalidad y el rayo egoico del aspirante. De allí la dificultad del tema y la imposibilidad de dar reglas generales.

Es interesante aquí observar que este método, que nada tiene que ver con el entrenamiento personal, el primero de un largo período de purificación y energetización científica, es empleado por la jerarquía guiadora que permanece detrás de los asuntos mundiales. Ellos han trabajado constantemente para clarificar la materia del mundo y efectuar una purificación mundial en gran escala. Ésta constituye la primera etapa de trabajo para la mayoría, y sólo fue posible cuando el hombre se convirtió en una entidad verdaderamente pensante, en amplia escala, durante los últimos siglos. Esta purificación continúa ahora en todos los sectores de la existencia humana, porque la humanidad, o más bien las tres quintas partes, se encuentra hoy en el sendero de probación. Por medio de los movimientos para el bienestar y la elevación de la humanidad y la difusión de la obra de sanidad, el trabajo avanza en el plano físico, por las conmociones políticas que revelan los abusos, mediante el descontento económico que, después de todo, es un esfuerzo por cambiar lo indeseable para dar al ente humano condiciones de vida que conduzcan a pensar, y de allí a ser controlados por el alma, a través de la propaganda religiosa y los esfuerzos de las numerosas organizaciones y grupos de todo el mundo, que mantienen en la mente de los hombres lo que se puede llamar simbólicamente "la esperanza del Cielo" (empleando la palabra "cielo" como símbolo de perfección y pureza), y el trabajo de esta etapa avanza firmemente. Tanto éxito ha tenido, que ahora las inmundicias e impurezas que rodean al alma mundial y mantienen a la humanidad apartada de su verdadera expresión, son conocidas y reconocidas, y hay por consiguiente un constante impulso hacia el mejoramiento. Todo ha sido llevado a la superficie, y el resultado parece aterrador e incontrolable para quienes sólo ven la superficie. Pero por debajo fluye poderoso el profundo río de la pureza y de la verdad.

El éxito del movimiento mundial hacia la vida pura y la destrucción de eso que lo impide, se evidencia en el trabajo de la segunda etapa que ahora está en proceso de iniciarse. La Jerarquía, por primera vez en la historia del mundo, puede trabajar directamente con los centros en el cuerpo de la humanidad. Tenemos así la formación del Nuevo Grupo de Trabajadores del Mundo que, en su totalidad, constituye el centro cardíaco y el "centro entre las cejas" del cuerpo etérico de la familia humana. A través de uno, la vida espiritual puede empezar a fluir y vitalizar todos los centros, y a través del otro, la visión puede ser vista y los mundos internos ser presentidos y conocidos.

Quisiera puntualizar aquí otros dos asuntos, y así aclarar toda la situación. Existe mucha confusión respecto al tema de los centros y mucha enseñanza errónea, que desvía a la mayoría y causa muchas interpretaciones equívocas.

Primero, quiero establecer que no debería intentarse trabajo alguno, tal como el esfuerzo de despertar los centros, mientras el aspirante sepa que existen impurezas definidas en su vida, o que el cuerpo físico se halla en malas condiciones o enfermo. Tampoco debe ser emprendido cuando la presión de las circunstancias externas es tal, que no hay lugar ni oportunidad para un trabajo tranquilo e ininterrumpido. Para realizar un trabajo inmediato y enfocado sobre los centros, es esencial disponer de horas de aislamiento y estar libre de interrupciones. Recalco esto con insistencia para demostrar al estudiante ansioso que en este período de la historia hay muy pocos cuyas vidas permiten esta reclusión. Sin embargo, es una circunstancia muy beneficiosa y no debe lamentarse. Sólo uno de cada mil aspirantes está en la etapa en que debería empezar a trabajar con la energía de sus centros, y quizás aun estimo que es demasiado optimista. Es mucho mejor que el aspirante sirva, ame, trabaje y se discipline a sí mismo, dejando a sus centros desarrollarse y desenvolverse con más lentitud y por lo tanto con menos peligro. Se desarrollarán inevitablemente, y el método más lento y seguro es (en la mayoría de los casos) el más rápido. Desarrollo prematuro implica mucha pérdida de tiempo y trae, con frecuencia, la simiente de prolongados trastornos.

La excesiva estimulación de las células cerebrales es necesariamente uno de los resultados de la fusión, por un acto de voluntad, de los fuegos que circulan en el cuerpo humano. Tal estímulo puede provocar la locura o destruir la estructura celular del cerebro y, mediante la excesiva actividad de la vida celular, puede también inducir a la fricción interna entre ellas y producir tumores y abcesos cerebrales. Esto debe repetirse constantemente.

El objetivo subyacente en todo trabajo de laya yoga (o con los centros) está basado en el hecho de que la energía de las células que componen el cuerpo o el aspecto materia (llamado en La Doctrina Secreta y en Tratado sobre Fuego Cósmico "fuego por fricción"), debe ser fusionada con el fuego de la conciencia. Este último es energía presente en la materia y, sin embargo, diferente del fuego de la materia misma, que subyace en el sistema nervioso, y debido a lo cual produce sensibilidad y percepción. Como bien saben, es causa de la respuesta al contacto y confiere la capacidad de registrar impresiones. Este fuego es llamado técnicamente "fuego solar" y cuando se fusiona con el fuego de la materia y con el "fuego eléctrico" del más elevado aspecto divino, entonces el ser del hombre llega a su plena manifestación y el gran trabajo es consumado. Pero es una empresa muy peligrosa cuando es inducida, antes de estar el mecanismo preparado para realizarla.

Esta triple fusión puede ser emprendida sin peligro, únicamente por una persona altamente organizada y perfecta, y por quien haya adquirido la capacidad de enfocar su atención en la cabeza y, desde dicho punto, puede dirigir todo el proceso de fusión. Implica la capacidad de retirar la conciencia en el cuerpo etérico y al mismo tiempo mantener con pleno conocimiento un punto de contacto en la cabeza y, desde ese punto, dirigir al autómata, el cuerpo físico. Presupone, en caso de tener éxito, ciertas condiciones etéricas en el cuerpo. Una de éstas es el proceso de quemar o destruir (parcial o completamente) cualquier obstáculo que se encuentre en la columna vertebral que podría impedir la libre ascensión del fuego en su base, llamado comúnmente fuego kundalini, mantenido estático, latente y en potencia en el centro más bajo. Ésta es "la serpiente dormida que debe ascender y desenroscarse".

Cada centro de la columna vertebral está separado del de abajo y del de arriba por una red protectora entrelazada, compuesta de una curiosa mezcla de sustancia etérica y gaseosa. Ésta tiene que ser quemada y disipada antes de poder actuar libre-mente los fuegos del cuerpo. Existe una completa malla de nadis y centros y constituye la sutil contraparte de los sistemas nervioso y endocrino. Un poco de clara reflexión sobre esto demostrará la necesidad de un cuidado excesivo, porque evidentemente hay un efecto directo sobre el mecanismo externo y éste a su vez afectará definidamente lo que los sicólogos llaman "conducta". Existen cuatro de estas "redes" circulares entrelazadas, que se hallan entre los cinco centros en el centro de la base de la columna vertebral, a saber 0/0/0/0/0/, y tres se encuentran en la cabeza. Estos tres dividen la cabeza y forman una serie de cruces de la forma siguiente:

Este símbolo se parece mucho al pabellón militar de Gran Bretaña, que siempre ha tenido un significado esotérico para el estudiante, e indica un punto en la evolución racial. Esta cruz en la cabeza separa el centro ajna (el centro entre las cejas) del cen-tro coronario, porque está detrás de ese centro de la frente y, al mismo tiempo, forma un escudo protector entre los centros ajna y laríngeo.

Estas redes etéricas son en realidad discos, rotando o girando a velocidadades específicas, que difieren de los diferentes centros y de acuerdo al punto de evolución del sistema de centros involucrados. Sólo cuando estas redes son quemadas por los fuegos ascendentes y descendentes, pueden ser vistos los verdaderos centros. Muchos clarividentes confunden los centros con sus contrapartes protectoras, porque las últimas tienen irradiación y luz propias.

A medida que la vida alcanza una vibración acrecentadamente elevada mediante la purificación y la disciplina, el fuego del alma, que literalmente es el fuego de la mente, hace que los centros también acrecienten su vibración, y esta acrecentada actividad provoca un contacto con las protectoras "redes" o discos de energía pránica que están a cada lado. Así, mediante la interacción, se desgastan gradualmente, de modo que con el tiempo llegan a perforarse, si puedo utilizar un término tan inade-cuado. Muchos aspirantes tienen la convicción de haber despertado el fuego kundalini en la base de la columna vertebral y que, por consiguiente, progresan rápidamente, mientras que lo único que han logrado es quemar o "hacer desaparecer por fricción" la red, en un punto de la columna vertebral. Una sensación de quemadura o de dolor en cualquier parte de la columna vertebral, cuando no se debe a causas fisiológicas en la mayoría de los casos, es producida por la perforación de una de las redes, mediante la actividad de los centros relacionados con ellas. Esto sucede muy frecuentemente en las mujeres en conexión con el centro plexo solar, y en los hombres en conexión con el centro sacro. Ambos centros como resultado del desarrollo evolutivo- sumamente activos y altamente organizados, son la expresión de la naturaleza física creadora y del cuerpo emocional. Por lo tanto, una sensación de quemadura y dolor en la espalda indica generalmente indebida actividad de un centro, que produce resultados destructivos en el mecanismo protector, en vez de señalar superioridad o verdadero desarrollo espiritual. Podría indicar esto último, pero debería recordarse que donde hay verdadero progreso espiritual, el dolor y el peligro son prácticamente eliminados.

Se ha hablado mucho del despertar del fuego kundalini y ha habido demasiada mala interpretación sobre la materia. Permítanme asegurarles que es sumamente difícil despertarlo, y sólo puede hacerse mediante un definido acto de voluntad, intenso enfoque mental y concentrada atención del hombre, ubicado en el trono de la conciencia en la cabeza. La tradición masónica establece claramente la enseñanza, en el hermoso ritual de elevar al Gran Maestro Masón. Sólo cuando hay un quíntuple es-fuerzo unido y después de repetidos fracasos, circulará la vida vivificadora a través de todo el cuerpo que da vida al verdadero hombre.

El segundo punto que quisiera abordar es que todo este trabajo profundamente esotérico, debe hacerse únicamente bajo la dirección de un experto instructor. Se le repite al aspirante que "cuando el alumno está preparado, el Maestro aparece". Entonces se sienta cómodamente y espera, o se concentra para llamar la atención de algún Maestro, porque cree que ya está preparado o es bastante bueno. Lógicamente, de vez en cuando, se aplica un pinchazo espiritual, y esporádicamente se ocupa del trabajo de la disciplina y la purificación. Pero el esfuerzo constante, prolongado y sin desviarse, por parte del aspirante, es muy raro.

Es realmente verdad que en el momento oportuno el Maestro aparece, pero ese momento oportuno depende de ciertas condiciones autoinducidas. Cuando el proceso de purtficación se convierte en un hábito de toda la vida, cuando el aspirante puede, a voluntad, concentrar su conciencia en la cabeza, cuando la luz en la cabeza resplandece y los centros están activos, entonces el Maestro se hará cargo del hombre. Mientras tanto él puede visualizar al Maestro o ver Su forma mental, u obtener mucho beneficio y verdadera inspiración al establecer contacto con la realidad reflejada, que no es el Maestro ni indica la etapa del discipulado aceptado. Por medio de la luz del alma, puede conocerse el alma. "Por lo tanto, busca la luz de tu propia alma y conoce a esa alma como tu director. Cuando se establezca el contacto con el alma, tu propia alma, si puedo expresarlo así, te presentará a tu Maestro. Con la debida reverencia debería repetir nuevamente que el Maestro no está ansioso por conocerte. En el mundo de las almas, tu alma y el alma del Maestro están relacionadas, y conocen la unidad esencial". Pero en el mundo de los asuntos humanos y en el proceso del gran trabajo, debería recordarse que cuando un Maestro adopta un aspirante en Su grupo de discípulos, ese aspirante es, durante un largo tiempo, una responsabilidad y frecuentemente un obstáculo. Los estudiantes a menudo se sobreestiman, aunque lo nieguen; subjetivamente tienen una verdadera simpatía por sí mismos y con frecuencia se preocupan porque los Grandes Seres no les dan ningún signo, ni les indican Su protección. No lo harán, ni necesitan hacerlo hasta que el aspirante haya utilizado plenamente el conocimiento que recibió de los instructores menores, de los libros y de las escrituras del mundo. Los estudiantes deben atender el deber inmediato, preparar su mecanismo para el servicio en el mundo y evitar pérdida de tiempo buscando un Maestro; deben tratar de lograr maestría donde actualmente son derrotados, y en la vida de servicio y esfuerzo podrán alcanzar un punto tal de completo olvido de sí mismos, que el Maestro no tenga obstáculos en acercárseles.

Por lo antedicho se evidencia que no puedo dar instrucciones específicas respecto al despertar de los centros, ni indicar cómo quemar la red etérica que libera la energía. Tal información es demasiado peligrosa y seductora para ponerla en manos del público en general, el cual está impulsado por el deseo de algo nuevo y carece del correcto equilibrio y del desarrollo mental necesario. Sin embargo, ha llegado el momento en que todo el mundo debe reconocer el hecho de que existe un cuerpo de energía subyacente en el sistema nervioso, que la naturaleza de los siete centros, su estructura y ubicación, debería ser comprendida técnicamente, y que las leyes de su desenvolvimiento deben ser ampliamente conocidas. Pero no puede darse nada más que esto. La naturaleza intrincada de esta ciencia de los centros es demasiado grande para ser de utilidad general. La enseñanza a impartirse en cualquier caso particular y los métodos a aplicarse, dependen de muchos factores para que puedan darse instrucciones y una regla general. Deben considerarse el rayo y el tipo, el sexo y el grado de evolución, y también el equilibrio de los centros. Con esto quiero significar que es necesario considerar el desarrollo excesivo en un caso y el escaso desarrollo en otro; si tienen preponderancia las fuerzas de abajo o de arriba del diafragma, o si la principal energía está concentrada en esa distribuidora central, el plexo solar. Deben ser estudiadas la cualidad y brillantez de la luz en la cabeza, porque indican la medida de control del alma, y deben ser cuidadosamente tratadas la relativa pureza de los vehículos y las diferentes "redes" etéricas, como también el grado de vibración de la red y del centro. Deberá establecerse una sincronización, y esto es muy difícil de realizar. Éstos son algunos puntos que el instructor debe observar y, por lo tanto, es evidente que sólo un instructor que haya logrado visión sintética y pueda ver a un hombre "en su totalidad", o como realmente es, podrá dar esas instrucciones que invierten el antiguo ritmo de los centros, destruyen sin dolor ni peligro las envolturas protectoras y elevan el fuego kundalini desde la base de la columna vertebral hasta la salida de la cabeza.

El estudiante encuentra estos instructores cuando ha llevado adelante el trabajo de su vida bajo la dirección del alma, cuando ha captado la teoría de la ciencia de los centros y ha dominado y controlado la naturaleza astral y su correspondiente centro, el plexo solar. El énfasis puesto por el cristianismo sobre el dominio del principio crístico, ha colocado un fundamento seguro para el trabajo a efectuarse. Esta verdad está singularmente verificada en un estudio sobre el número "ocho" que, en conexión con los centros, según se ha dicho, es el número de Cristo. Hay ocho centros contando el bazo, todos múltiplos de ocho, con excepción del centro en la base de la columna vertebral que tiene cuatro pétalos, la mitad de ocho. En nuestros días y a la manera anglosajona de escribir, el número ocho es el símbolo fundamental de todos los centros, porque los pétalos están formados por ochos sobrepuestos. La palabra pétalo es puramente gráfica y un centro se forma sobre este modelo. Primero, un círculo, O; luego dos círculos, tocándose uno y otro, formando por lo tanto un 8. Después, a medida que aumentan los pétalos, es simplemente un crecimiento de dobles círculos, sobrepuestos, uno sobre otro, en ángulos diferentes, hasta llegar al loto de los mil pétalos en la cabeza.

En último análisis, estos centros son dobles en su función. Demuestran el aspecto constructor de forma de la divinidad, y mediante su actividad llevan a la manifestación la forma externa; luego hacia el final del ciclo evolutivo tanto en el macro como en el microcosmos traen a la expresión la fuerza del alma y de la vida y originan la encarnación de un hijo de Dios completamente revelado, con todos los poderes y el conocimiento contenidos en la divinidad.