REGLA
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El mago debe reconocer a los cuatro; observar en su
trabajo el tono violeta que evidencian, y así construir la sombra.
Cuando esto ocurre, la sombra se reviste a sí misma y los cuatro
se convierten en siete.
LA
PRECIPITACIÓN DE FORMAS MENTALES
¿Qué
es una precipitación? Podrían darse muchas definiciones y la mayoría
de ellas al expresarlas en palabras pierden mucho de su verdadera
significación, pero podría darse una idea en los siguientes términos:
“Precipitación
es una acumulación de energías ordenadas en cierta forma, a fin
de expresar la idea de algún Pensador creador, y calificada o
caracterizada por la naturaleza de su pensamiento y mantenida
en esa peculiar forma mientras su pensamiento permanece dinámico".
Estas
palabras intentan expresar un símbolo hallado en el mismo libro
antiguo, o más bien resume lo dicho anteriormente, al considerarse
esta regla. En verdad estos símbolos que surgen del remoto pasado
constituyen las herramientas de trabajo, si así puedo expresarlo,
de los Pensadores que guían nuestra evolución racial y planetaria.
Este símbolo especial podría describirse de la manera siguiente:
Un
sol radiante constituye el trasfondo y en el mismo centro de ese
sol aparece un ojo;
proyectándose
hacia abajo, fluyendo a la derecha de ese ojo una corriente de
energía en forma de haz de luz. Irradia hacia fuera, ensanchándose
al final, en un segundo círculo, donde hay una cruz parecida a
la denominada cruz de Malta.
En el centro de la cruz hay otro ojo y dentro del ojo la Palabra
Sagrada.
Entre
los brazos de la cruz y por lo tanto formando otra cruz, está
la Svástica, cuyos brazos surgen detrás de la cruz de Malta.
Al
pie de la página donde se encuentra este símbolo hay cuatro formas
geométricas.
H.
P. B. se refiere a algunas de ellas y las extrajo de esta antigua
lámina.
Son
conocidas pero muy raras veces aplicadas por los esotéricos en
el trabajo creador, ellas son: el cubo, la estrella de cinco puntas,
la estrella de seis puntas y el diamante de ocho lados, sobrepuestos
uno sobre otro.
Constituyen
por lo tanto la base del símbolo. H. P. B. también se refiere
al punto, a la línea y al círculo, pero éstos, con el triángulo,
han sido aplicados exotéricamente a la Deidad y al universo manifestado.
Más adelante esas otras formas serán aplicadas también esotéricamente
a Dios y al hombre. Pero se hará únicamente cuando las verdades
de la Sabiduría Eterna sean reconocidas universalmente.
Las
leyes del pensamiento son las leyes de la creación, y todo el
trabajo creador es llevado adelante en el nivel etérico. Esto
constituye prácticamente una segunda fórmula. El Creador del sistema
solar circunscribe su atención al trabajo efectuado en lo que
llamamos los cuatro planos superiores de nuestro sistema. Los
tres inferiores, que constituyen el plano denso físico cósmico
son objetivos y de precipitación, porque la materia del espacio
responde o es atraída por la potencia de las cuatro vibraciones
etéricas superiores. Éstas, a su vez, son impulsadas a la actividad
por el impacto dinámico del pensamiento divino. Hay procedimientos
similares en lo que al hombre concierne. Tan pronto como un hombre
se convierte en pensador, y puede exponer su pensamiento, desear
su manifestación y energetizar "por el reconocimiento"
de los cuatro éteres, es inevitable una densa manifestación física.
Atraerá, mediante su energía pránica, matizada por el deseo superior
o inferior y animada por el poder de su pensamiento, la materia
de respuesta necesaria para dar forma a su cuerpo.
Mucho
de esto ha sido considerado en Tratado sobre Fuego Cósmico, y
como estas instrucciones están destinadas a desarrollar internamente
al aspirante, me extenderé sobre ello sólo para profetizar que
dentro de cincuenta años el verdadero significado de las precipitaciones
ocupará la atención de los científicos. Los estudiantes ocultistas
deberían estudiar cuidadosamente el tema. Puede ser abordado de
dos maneras. Primero por el estudio del mundo objetivo, donde
se encuentra el aspirante individual. Debe considerar el hecho
de que su cuerpo de manifestación es una precipitación y el resultado
de su potente pensamiento y el deseo y "reconocimiento"
de los cuatro éteres. Debe comprender que esta forma creada por
él persistirá mientras el poder dinámico de su pensamiento la
mantenga en un estado de coherencia, y se disipará (esotéricamente
hablando) "cuando quite sus ojos de ella". Debe también
considerar que su medio ambiente es el resultado del trabajo de
un conjunto de pensadores grupales grupo al cual pertenece. El
origen de este concepto puede buscarse, desde un grupo familiar
hasta los egos que, íntimamente entrelazados, forman un grupo
en el nivel superior del plano mental, y de allí continuar hasta
los siete pensadores mayores del universo, los Señores de los
siete rayos. Estos siete, a su vez, son impulsados a la actividad
por los tres supremos trabajadores mágicos, la manifestada Trinidad.
Estos Tres, a su turno, serán reconocidos como respondiendo al
pensamiento del Creador Uno, el Logos Inmanifestado.
La
palabra "reconocimiento" es una de las más importantes
en el lenguaje ocultista y contiene la clave del misterio del
Ser. Se relaciona con la actividad kármica, y de ello dependen
los señores del Tiempo y del Espacio. Resulta difícil ilustrar
esto en términos sencillos, pero podría decirse que el problema
de Dios Mismo consiste en el triple reconocimiento que Él debe
manifestar:
1.
Reconocimiento del pasado, que necesariamente implica un reconocimiento
de esa materia en el espacio que, mediante asociaciones anteriores,
ya está matizada por el pensamiento y el propósito.
2. Reconocimiento de los cuatro grados de vida que, por asociaciones
anteriores, son capaces de responder ahora a su nuevo pensamiento
y pueden, por lo tanto, efectuar sus planes y trabajar en colaboración
con Él. Ellos subordinan sus propósitos individuales al plan divino.
3. Reconocimiento del objetivo que existe en Su mente. Esto, a
su vez, necesita un enfoque unificado sobre la meta y mantener
el propósito a través de las vicisitudes del trabajo creador,
a pesar del poder de los numerosos Pensadores divinos, atraídos
a Él por similitud de ideas.
Es
inútil tratar de evitar el uso de pronombres personales cuando
se habla gráfica y simbólicamente. Si el estudiante tiene en cuenta
que tal intento de reducir palabras a principios y conceptos cósmicos,
es en sí ridículo, y lo único que puede hacer es presentar un
panorama, entonces no causará ningún daño. Pero el panorama cambia
a medida que prosigue la evolución, y el actual será considerado
mañana como el tosco diseño de una criatura. Entonces será presentado
un nuevo cuadro más sencillo, armonioso y bello, hasta que éste
a su vez se estime inadecuado.
Estos
mismos reconocimientos rigen, en escala menor, las actividades
del Ángel solar, mientras prosigue con el trabajo de encarnación
y manifestación en el plano físico. Debe reconocer la materia
de los tres planos de expresión humana que, por asociaciones anteriores,
ya está matizada por su vibración, y también los grupos de vidas
con los que ha tenido relación y debe trabajar nuevamente. Por
último, a través del pequeño ciclo de una encarnación, debe mantener
constante su propósito y ver que cada vida lleva adelante ese
propósito, hasta una manifestación más plena y consumada.
Además,
el trabajo del ser humano se cumple a medida que éste se esfuerza
en convertirse en un pensador creador. Su trabajo creador tendrá
éxito si puede reconocer la tendencia de su mente a medida que
surge a través de sus actuales intereses, porque éstos tienen
su raíz en el pasado. Tendrá éxito si puede reconocer la vibración
del grupo de vidas, y de acuerdo a dicho pensamiento su trabajo
creador debe proseguir, porque a diferencia de la Deidad en el
sistema solar, él no puede trabajar solo y aparte. ¿Y quién puede
decir si en esas grandes esferas de existencia, en que nuestra
Deidad desempeña Su parte, Él se halla más libre de influencias
grupales cósmicas, que el individuo humano de las impresiones
e impulsos del medio ambiente? Debe reconocer el propósito, por
el cual ha considerado necesario construir una forma mental, y
mantenerlo firme e incólume a través de todo el período de objetividad
A esto se lo denomina atención centralizada y este trabajo creador
es una de las metas aún no reconocida, del proceso meditativo.
Hasta ahora se ha insistido en el logro de una atención enfocada
y en la necesidad cuando esto haya sido alcanzado- de hacer contacto
con el alma, el pensador espiritual. Pero las décadas venideras
verán el surgimiento de la técnica de la creación. Cuando el alma,
la mente y el cerebro, estén unificados y se haya adquirido facilidad
para la unificación, se darán más instrucciones para el arte creador.
Meditación es la primera lección fundamental impartida a los hombres
cuando alcanzan la capacidad de funcionar en el plano mental.
Bajo
el gran ciclo de la rueda del renacimiento "la idea del Ángel
solar logra una definida concreción". (Tratado sobre Fuego
Cósmico, pág. 805.) Cada vida ve claro el propósito inicial, y
el tiempo es, específicamente hablando, la longitud de un pensamiento.
Esta misma verdad fundamental subyace en la creación de todas
las formas en el plano físico, sea una forma mental encarnando
el urgente deseo de adquisición egoísta de un hombre, o esa forma
mental que llamamos grupos u organización y que, animada por un
propósito altruista, es el modo con que un discípulo ayuda a la
humanidad. Fundamenta el trabajo grupal, considerando al grupo
como a una entidad. Si un grupo apreciara el poder de este hecho
y "reconociera" su oportunidad, podría, mediante la
aguda fijeza de propósito y su enfocada atención sobre el objetivo
espiritual, producir milagros en la salvación del mundo. Apelo
a todos aquellos que lean estas palabras, a volver a consagrarse
a sí mismos y a reconocer que tienen la oportunidad de realizar
un esfuerzo unido de utilidad mundial.
Podría
ser útil aquí expresar con sencillez los requisitos necesarios
para manifestar un propósito espiritual, individual o grupal.
Éstos podrían resumirse en tres palabras:
1.
Poder
2. Desapego.
3. No criticar
Muy
a menudo se usan palabras sencillas y, gracias al uso diario,
pierden su real significado y valor esotérico.
Permítanme
expresar algunas ideas referentes a estas palabras, aplicables
únicamente al trabajo creador de magia blanca.
Poder
depende de dos factores para su expresión:
a.
Unidad de propósito.
b. Carencia de impedimentos.
Los
estudiantes se asombrarían si pudieran ver sus móviles como los
vemos nosotros, los que guiamos el aspecto subjetivo de la experiencia.
La mezcla de móviles es universal. Móvil puro es raro, y donde
existe, hay siempre éxito y realización. Tal móvil puro puede
ser totalmente egoísta y personal o altruista y espiritual, y
ambos están mezclados, en diversos grados, en lo que al estudiante
concierne. De acuerdo, sin embargo, a la pureza de intención y
unidad de propósito, así será la potencia.
El
Maestro de Maestros ha dicho: "Si tu ojo es bueno, todo tu
cuerpo estará lleno de luz". Las palabras que Él enunció,
dan el principio subyacente en todo trabajo creador, y podemos
vincular la idea que Él revistió con palabras, en el símbolo que
describí anteriormente en este tratado. ¡Poder, luz, vitalidad
y manifestación! Tal es el verdadero procedimiento.
Es
evidente, por lo tanto, que la unidad manifestada, el hombre,
es exhortado a ser vital en su búsqueda y a cultivar su aspiración.
Cuando esa aspiración es suficientemente fuerte, entonces es instado
a alcanzar la capacidad de "mantener su mente firme en la
luz.". Cuando pueda hacerlo, adquirirá el poder y poseerá
el ojo único que redundará en la gloria de la divinidad inmanente.
Sin embargo, hasta no haber dominado este proceso de desarrollo,
no puede confiársele el poder. El procedimiento es el siguiente:
El aspirante individual empieza a manifestar algo del propósito
del alma, en su vida del plano físico. Transmuta el deseo en aspiración,
y esa aspiración es vital y verdadera. Aprende el significado
de la luz. Cuando ha dominado la técnica de la meditación (y de
esto se ocupan ciertas escuelas que existen actualmente) podrá
manejar el poder, porque habrá aprendido a actuar como un Pensador
divino. Ahora es un colaborador y está en contacto con el Propósito
divino.
Sin
embargo, como bien saben los verdaderos estudiantes, los impedimentos
son legión, pues los obstáculos son innumerables. Tal unidad de
propósito puede ser realizada ocasionalmente en momentos elevados,
pero no permanece siempre con nosotros. Hay impedimentos de naturaleza
física, de herencia y medio ambiente, de carácter, tiempo y condiciones,
de karma mundial, así como también de karma individual. ¿Qué puede
hacerse entonces? Tengo sólo una palabra que decir, y ella es:
persistir. El fracaso jamás impide el éxito. Las dificultades
desarrollan la fortaleza del alma. El secreto del éxito es mantenerse
siempre firme e impersonal.
El
segundo requisito es desapego. El trabajador en magia blanca debe
mantenerse en lo posible libre de identificarse con aquello que
ha creado o intenta crear. El secreto para todos los aspirantes
es cultivar la actitud del observador y del vigía silencioso.
La mayor parte del trabajo mágico queda anulado, porque el trabajador
y constructor de la materia no guardó silencio. Por hablar anticipada
y excesivamente, destruye lo que ha tratado de crear, y el hijo
de su pensamiento nace sin vida. Todos los trabajadores del campo
mundial deben reconocer la necesidad del desapego silencioso,
y el trabajo de los estudiantes que leen estas instrucciones consiste
en cultivar una actitud de desapego. El desapego mental capacita
al pensador para morar siempre en un lugar elevado y secreto,
y desde ese centro de paz llevar a cabo con calma y poder, el
trabajo que se ha propuesto. Trabaja en el mundo de los hombres,
ama, consuela y sirve; no presta atención a la simpatía y antipatía
personales, ni a prejuicios ni apegos; se mantiene fuerte como
una roca y como una mano tendida en la oscuridad, para todos aquellos
con quienes entra en contacto. El cultivo de una actitud personal
de desapego, con una actitud de apego espiritual, cortará las
raíces de la vida del hombre, pero devolverá mil veces todo aquello
que ha cortado.
Mucho
se ha escrito sobre el apego y la necesidad de practicar el desapego.
Ruego a todos los estudiantes, en la urgencia de la situación
actual, que en vez de leer piensen sobre ello y comiencen a practicarlo
y a demostrarlo.
No
criticar es el tercer requisito. ¿Qué puedo decir sobre ello?
¿Por qué es un requisito tan esencial? Porque la crítica (análisis
y en consecuencia separatividad) es la característica sobresaliente
de los tipos mentales y también de las personalidades coordinadas.
La crítica es un potente factor que pone en movimiento la sustancia
mental y emocional, e impresiona fuertemente las células cerebrales
y da origen a las palabras. Por un repentino estallido de pensamientos
de crítica, la personalidad puede ser galvanizada en una potente
pero errónea coordinación, con resultados desastrosos. La crítica
es una facultad de la mente inferior, por lo tanto tiende a dañar
y herir, y ningún hombre puede proseguir en el camino mientras
daña y causa dolor a sabiendas. El trabajo de magia blanca y la
realización del propósito jerárquico se ven obstaculizados fundamentalmente
en las relaciones existentes entre sus trabajadores y los discípulos.
En la tensión de la actual oportunidad no hay tiempo para la crítica,
pues esto sería un obstáculo para sí y para el trabajo.
En
la apremiante situación actual siento la urgencia de exhortar
a todos los que leen estas instrucciones, a olvidar sus simpatías
y antipatías y a trascender los impedimentos de la per-sonalidad
que inevitablemente existen en ellos y en todos los que trabajan
en el plano físico y los obstaculiza. Pido a todos los trabajadores
recuerden que está ya con nosotros el día de la oportunidad, y
que éste tiene su límite. Este actual tipo de oportunidad no durará
eternamente. Las pequeñeces de las fricciones humanas, la incomprensión
entre unos y otros, las pequeñas fallas, originadas en la personalidad
y que después de todo son efímeras, las ambiciones y las ilusiones,
deben todas desaparecer. Si los trabajadores practicaran el desapego
sabiendo que la Ley actúa, que el propósito de Dios debe llegar
a una conclusión final, y si aprendieran a no criticar jamás en
palabra ni en pensamiento, la salvación del mundo debería proceder
aceleradamente y sería anunciada la nueva era de amor e iluminación.
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