CURACIÓN ESOTÉRICA

TRATADO SOBRE LOS SIETE RAYOS, Volumen 4

Alice A. Bailey & Maestro Tibetano (Djwhal Khul)


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Los Centros,1 y el Sistema Glandular

Es evidente que la enfermedad (cuando no es de origen grupal o resultado del karma planetario o debido a un accidente) surge de la actividad o inactividad de los centros. Ésta es una verdad básica, dada en forma sencilla.

Los centros, como ya saben, rigen el sistema endocrino, que a su vez controla las siete zonas principales del cuerpo físico y es responsable del correcto funcionamiento de todo el organismo, produciendo efectos fisiológicos y psicológicos.

 

La importancia de este sistema glandular no se puede subestimar. Es una réplica en miniatura de la constitución septenaria del universo y el medio de expresión e instrumento de contacto para las fuerzas de los siete rayos, los Siete Espíritus ante el Trono de Dios. Acerca de esta verdad actualmente no reconocida, se construirán los métodos de la medicina y de la curación, en la civilización futura.

Las glándulas constituyen un gran sistema vinculador en el cuerpo; ponen todas las partes del cuerpo físico en mutua relación y también relacionan al hombre con el cuerpo etérico -tanto individual como planetario- y análogamente con la corriente sanguínea, el portador del principio vida a todas las partes del cuerpo.

 

Por consiguiente, existen cuatro agentes principales de distribución en el cuerpo físico; son unidades completas en si mismas, contribuyen a la vida funcional y orgánica del cuerpo, están estrechamente interrelacionadas y producen resultados fisiológicos y sicológicos de acuerdo a su potencia, a la respuesta de los centros a la afluencia superior, a la etapa de evolución alcanzada y a la libre expresión o inexpresión de las energías entrantes. Los cuatro agentes de distribución de energía son:

 

1. El vehículo etérico, con sus miríadas de líneas de fuerza y de energía entrante y saliente

y su respuesta a los impactos de la energía proveniente del medio ambiente, como también del hombre espiritual interno y sus cuerpos sutiles, compenetra todo el cuerpo físico. En él se hallan los siete centros como puntos focales de recepción y distribución; son los receptores de siete tipos de energía, y las distribuyen por todo el pequeño sistema humano.

 

2. El sistema nervioso y sus diversas y entrelazadas directivas.

Es una red relativamente tangible de energías y fuerzas, expresión externa de la red interna, vital y dinámica del cuerpo etérico y los millones de nadis o el prototipo de los nervios que subyacen en el cuerpo sustancial. Esos nervios y plexos y sus innumerables ramificaciones son los aspectos negativos de las energías positivas que condicionan o tratan de condicionar al hombre.

 

 

3. El sistema endocrino es la tangible y exotérica expresión de la actividad del cuerpo vital y sus siete centros. Los siete centros de fuerza se encuentran en la misma zona en que están localizadas las siete glándulas principales, y cada centro de fuerza provee, de acuerdo a la enseñanza esotérica, el poder y la vida de la correspondiente glándula que, en realidad, es su exteriorización.

 

Centros Glándulas
Centro coronario Glándula pineal
Centro ajna Cuerpo pituitario
Centro laríngeo Glándula tiroides
Centro cardiaco Glándula timo
Centro plexo solar Páncreas
Centro sacro Gónadas
Centro en la base de la columna vertebral Glándulas adrenales


Estos tres sistemas están muy estrechamente relacionados y constituyen directivas de energías y fuerzas entrelazadas, esencialmente vitales, energéticas, dinámicas y creadoras, siendo básicamente interdependientes, y de ellas depende toda la salud interna del organismo físico.

Responden primero a cualquiera de los dos cuerpos (emocional o mental), luego a la personalidad integrada y su rayo, y finalmente al rayo del alma, cuando comienza a asumir el control.

 

Son en realidad responsables de la construcción del cuerpo físico y -después del nacimiento- condicionan su cualidad psicológica, y esto a su vez produce el desarrollo del hombre físico. También son los agentes de los tres aspectos divinos de toda manifestación: vida-cualidad-apariencia

 

4. La corriente sanguínea. Portadora del principio vida y de las energías y fuerzas combinadas de los tres sistemas mencionados. Esta idea será algo novedosa para el ortodoxo.

La relación del sistema circulatorio de la sangre con el sistema nervioso, no ha sido aún adecuadamente investigada por la medicina moderna. Sin embargo, mucho se ha realizado para relacionar al sistema glandular con la sangre.

 

Únicamente cuando estos cuatro sistemas interrelacionados sean considerados como un todo integrado y como cuatro aspectos de un sistema vital circulatorio, emergerá la verdad. Sólo cuando sean reconocidos como los cuatro agentes principales distribuidores de los rayos combinados del hombre individual se captará la verdadera naturaleza del fenómeno material. Podría agregar aquí que:


1. El vehículo etérico, desde el ángulo circulatorio, es regido por la Luna, cuando vela a Vulcano.


2. El sistema nervioso está regido por Venus.


3. El sistema endocrino está regido por Saturno.


4. La corriente sanguínea está regida por Neptuno.

 

Estos cuatro sistemas son en realidad la manifestación de los cuatro aspectos de la materia en su expresión inferior o estrictamente física. Hay otros aspectos de expresión de la sustancia fundamental, pero estos cuatro son los de mayor importancia.

 

Cada uno de ellos es esencialmente dual, y cada dualidad corresponde al rayo del alma o al de la personalidad, por lo tanto cada uno es positivo y negativo, y pueden ser descritos como una unidad de resistente fuerza y de energía dinámica; cada uno es una combinación de ciertos aspectos de la materia y de la sustancia, siendo la materia el aspecto relativamente estático y la sustancia el agente relativamente fluido que la dota de cualidad.

 

Su interacción, relación y función unificadas, constituyen la expresión del Principio de la Vida una, y cuando han alcanzado un punto de fusión perfecta, síntesis o actividad coordinada, entonces aparece “esa vida más abundante” de que Cristo hablara y de la cual nada sabemos.

Los cuatro aspectos de la materia constituyen también la analogía de los cuatro atributos divinos, lo mismo que de los tres aspectos divinos.

 

La analogía de este dualismo básico de toda la manifestación también se mantiene, constituyendo así el nueve de la iniciación -los tres, los cuatro y los dos. Esta analogía del proceso iniciático es sin embargo lo opuesto, porque significa iniciación en el tercer aspecto creador, el aspecto materia y el mundo de la actividad inteligente.

 

No es iniciación en el segundo aspecto o aspecto alma, como sucede con las iniciaciones jerárquicas, para las cuales el discípulo se prepara. Es la iniciación del alma en la experiencia de la encarnación física, en la existencia del plano físico y en el arte de funcionar como ser humano. La puerta que conduce a esta experiencia es el “Portal de Cáncer”.

 

La iniciación en el reino de Dios se hace a través del “Portal de Capricornio”. Estos cuatro atributos y los tres aspectos de la materia, más su actividad dual, son la analogía de los cuatro aspectos de la personalidad y de la Tríada espiritual y su dual relación activa. En esta declaración se halla oculta la clave de la liberación.


Los Siete Centros Principales

Sería de valor aquí si consideramos por un momento la naturaleza de los centros, resumiendo parcialmente la enseñanza dada en mis otros libros, así podré presentar una clara imagen del cuerpo de energía que subyace en el vehículo físico denso.

Existen muchos puntos focales de fuerza dentro del cuerpo, pero sólo me ocuparé de los siete principales que controlan en cierta medida a los demás. De esta manera no habrá lugar a confusión.

Consideraremos los cinco centros que se hallan en la columna vertebral y los dos que están ubicados en la cabeza.

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1. El centro en la cabeza, está situado en la cima de la cabeza. Se lo denomina a veces “el loto de mil pétalos”’ o el Brahmarandra.


a. Corresponde al sol espiritual central.


b. Entra en actividad funcionante después de la tercera iniciación y es el órgano para la distribución de la energía monádica y el aspecto voluntad de la divinidad.


c. Está vinculado a la triple personalidad por medio del antakarana, que los discípulos e iniciados están en proceso de construir, y alcanza su plena utilidad sólo después de la destrucción del cuerpo causal, en la cuarta iniciación.


d. Es el centro Shamballa en el cuerpo físico y el agente del Padre o del primer aspecto divino.


e. Registra el propósito, corresponde al “fuego eléctrico” del sistema solar, y es de cualidad dinámica.


f. La glándula pineal ubicada en la cabeza es su exteriorización física.

Está activa durante la infancia hasta que la voluntad de ser esté suficientemente desarrollada a fin de que la persona se arraigue firmemente en la encarnación física.

En las últimas etapas de la expresión divina en el hombre, vuelve a entrar en actividad y a ser de utilidad como agente para cumplir en la tierra la energía volitiva del Ser.


g. Es el órgano de síntesis, porque después de la tercera iniciación y antes de la destrucción del cuerpo causal, reúne en sí la energía de los tres aspectos de la vida manifestada.

En lo que concierne al hombre significa las energías de la Tríada espiritual, del triple loto egoico y de la triple personalidad, formando nuevamente el nueve de la iniciación.

Las energías así sincronizadas y enfocadas en la cabeza, alrededor y encima de ella, son de gran belleza, de amplia radiación y de efectividad dinámica.

 

Sirven para relacionar al iniciado con todas las partes de la vida planetaria, con el Gran Concilio de Shamballa y con el Señor del Mundo, el ultérrimo Iniciador -por intermedio de Buda y uno de los tres Budas de Actividad.

 

El Buda, en un sentido muy peculiar, relaciona al iniciado con el segundo aspecto de la divinidad -el del amor- y en consecuencia con la Jerarquía; los Budas de Actividad lo relacionan con el tercer aspecto de la divinidad, el de la inteligencia activa.

Entonces la energía de la voluntad, de la conciencia y de la creatividad se reúnen en él, proveyendo la síntesis de los aspectos divinos.

 


h. Éste es el único de los siete centros que en el momento de la perfecta liberación mantiene la posición de un loto invertido, con el tallo del loto (en realidad el antakarana) ascendiendo hasta “el séptimo Cielo”, vinculando al iniciado con el primero y principal centro planetario, Shamballa.

 

Los demás centros, desde el principio, están invertidos, con los pétalos hacia abajo, en dirección a la base de la columna vertebral; todos, durante el proceso de le evolución despliegan gradualmente sus pétalos, entonces lentamente se dan vuelta hacia arriba “hacia la cúspide del cetro”, tal como se lo denomina en El Antiguo Comentario.

Lo antedicho es un dato informativo de poco valor, excepto que presenta una verdad, completa un cuadro y da al estudiante una idea simbólica de lo que es esencialmente un agente distribuidor de la energía volitiva de la Deidad.

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2. El Centro Ajna. Ubicado entre las cejas, en la región de la cabeza, está justamente arriba de los dos ojos, desde donde “actúa como pantalla para la radiante belleza y gloria del hombre espiritual”.


a. Corresponde al sol físico y es la expresión de la personalidad, integrada y funcionante, ante todo como discípulo y finalmente como iniciado. Esta es la verdadera persona o máscara.


b. Adquiere plena actividad funcionante cuando se recibe la tercera iniciación. Recordaré que la Jerarquía considera esta iniciación como la primera y principal iniciación, algo que ya he comunicado. Es el órgano para la distribución de la energía del tercer aspecto, la energía de la inteligencia activa.


c. Está relacionado con la personalidad, mediante el hilo creador de la vida, por lo tanto está estrechamente vinculado con el centro laríngeo (centro de la actividad creadora), así como el centro coronario está relacionado con el centro de la base de la columna vertebral.

 

El establecimiento de una activa interacción entre el centro ajna y el laríngeo produce una vida creadora y una manifiesta expresión de la vida divina por parte del iniciado. Análogamente la interacción activa entre el centro coronario y el de la base de la columna vertebral produce la manifestación de la voluntad o propósito divino.

Cuando las fuerzas de los centros ajna y laríngeo se combinan, producen la más alta manifestación del “fuego por fricción”, tal como las energías del centro coronario y del centro básico producen el “fuego eléctrico” individual que, cuando se expresa plenamente, lo denominamos fuego kundalini.


d. Es el centro a través del cual la cuarta Jerarquía creadora, en su propio plano, halla expresión; aquí también se fusionan y mezclan esta Jerarquía y el cuarto reino de la naturaleza, la familia humana.

 

El centro coronario relaciona la mónada y la personalidad;

 

el centro ajna relaciona la Tríada espiritual (la expresión de la mónada en los mundos amorfos) con la personalidad.

Reflexionen sobre esta afirmación, porque aquí tenemos -en el simbolismo del centro coronario, físicamente considerado- el reflejo de atma, la voluntad espiritual, y de budi, el amor espiritual.

 

También tiene cabida aquí la enseñanza sobre la ubicación de los ojos, en el desarrollo de la expresión consciente, llevando a cabo creadoramente el propósito divino.

El tercer ojo el centro coronario Voluntad. Atma


El ojo del Padre, la Mónada. SHAMBALLA


El primer aspecto de la voluntad o poder y propósito.


Relacionado con la glándula pineal.

 

El ojo derecho el centro ajna Amor. Budi
El ojo del Hijo, el Alma. JERARQUÍA
El segundo aspecto de amor-sabiduría.
Relacionado con el cuerpo pituitario.

 

El ojo izquierdo el centro laríngeo Inteligencia Activa.
El ojo de la Madre, la personalidad. HUMANIDAD
El tercer aspecto de la inteligencia.
Relacionado con el ganglio o la glándula carótida.

 

Cuando los tres ojos funcionan y “ven” simultáneamente, se tendrá la percepción interna del propósito divino (el iniciado), visión intuitiva del plan (el discípulo) y dirección espiritual de la actividad creadora resultante (el Maestro).

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e. El centro ajna registra o enfoca la intención de crear.

No es un órgano de creación en el mismo sentido que el centro laríngeo, sino que contiene la idea que está detrás de la creatividad activa, el consiguiente acto de creación que oportunamente produce la forma ideal para la idea.


f. El cuerpo pituitario constituye su exteriorización física densa; los dos lóbulos de esta glándula corresponden a los dos pétalos múltiples del centro ajna. Expresa las dos formas mas elevadas de la imaginación y del deseo, siendo ellos los factores dinámicos que subyacen en toda la creación.

 


g. Es el órgano del idealismo, y -en forma peculiar- está estrechamente relacionado con el sexto rayo, así corno el centro coronario lo está esencialmente con el primer rayo.

El sexto está curiosamente vinculado con el tercer rayo y el tercer aspecto de la divinidad, y también con el segundo rayo y al segundo aspecto. Fusiona, arraiga y expresa. En mis otros escritos no había acentuado este hecho.

El centro ajna es el punto de la cabeza que simboliza la naturaleza dual de la manifestación en los tres mundos.

Fusiona las energías creadoras de la garganta y las energías sublimadas del deseo o el verdadero amor del corazón.


h. Este centro, teniendo sólo dos pétalos, no es un verdadero loto en el mismo sentido que los demás centros. Sus pétalos están compuestos de 96 pétalos menores o unidades de fuerza (48 + 48 = 96) pero éstos no tornan la forma de flor de los otros lotos. Se abren, como las alas de un avión, a la derecha y a la izquierda de la cabeza y simbolizan el sendero de la derecha y el de la izquierda, los caminos de la materia y del espíritu.

 

Constituyen, por lo tanto, simbólicamente, los dos brazos de la Cruz, en la cual el hombre está crucificado, dos corrientes de energía o de luz, cruzadas oblicuamente a través de la corriente de vida que desciende de la mónada a la base de la columna vertebral, pasando a través de la cabeza.

La idea de la relatividad se debe tener presente cuando el estudiante trata de comprender los centros, internamente vinculados en el cuerpo etérico, relacionados también con los cuerpos sutiles, los estados de conciencia, similares a los estados de ser y de expresión, las energías de rayo, las condiciones ambientales, los tres vehículos periódicos (como H. P. B. denomina a la personalidad, a la triple alma y a la Tríada espiritual), con Shamballa y con la totalidad de las Vidas manifestadas.

 

La complejidad del tema es muy grande, pero cuando el discípulo o iniciado actúa en los tres mundos de las diversas energías del completo hombre quedan “aferradas” en el hombre atado a la tierra, entonces el asunto se esclarece. Empleo la palabra “aferradas” en su verdadero y correcto sentido, no para describir al hombre que ha abandonado su cuerpo físico, como lo expresan los espiritistas. Entonces son posibles ciertos reconocimientos en tiempo y espacio; pueden observarse algunos efectos, y ciertas influencias de rayo parecen más dominantes que otras, y aparecen ciertos “cánones de ser”. En cierta etapa de la experiencia consciente surge con toda claridad la expresión de un Ser espiritual, entonces puede ser diagnosticado espiritualmente.

 

Sus aspectos y atributos, sus fuerzas y energías pueden ser determinados en ese momento, para darle una expresión de la vida especialmente creada. Se ha de tener presente esto y el estudiante no debe permitir que sus pensamientos divaguen, sino concentrarlos sobre la apariencia del hombre (él mismo, u otro) y sobre la cualidad emergente. Si el estudiante es un iniciado o discípulo podrá también estudiar el aspecto vida.

 

Sin embargo nuestro estudio será algo diferente, pues trataremos de descubrir las enfermedades y dificultades incidentales a la estimulación de la energía o a la falta de estimulación de los centros, y así descubrir algunos de los efectos que esta afluencia de energía y el conflicto con las fuerzas producirán.

 

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3. El Centro Laríngeo. Se halla en la parte posterior de la nuca, extendiéndose hacia arriba hasta la médula oblongada, involucrando a la glándula carótida, y hacia abajo, hasta los omóplatos.

Es un centro extremadamente poderoso y bien desarrollado, en lo que a la humanidad común concierne. Resulta interesante observar a este respecto que:

 

 

a. El centro laríngeo está regido por Saturno, así como los dos centros de la cabeza están regidos respectivamente por Urano (rige el centro coronario) y Mercurio (rige el centro ajna).

Esto, sólo en lo que concierne al discípulo. El regente cambia después de la tercera iniciación o antes de la primera.

Estos tres planetas constituyen un interesante triángulo de fuerzas, y en las siguientes triplicidades y sus inevitables interrelaciones tenemos -siempre en el caso de los discípulos- una maravillosa historia gráfica o símbolo de la nonuplicidad de la iniciación:

 

1. El centro coronario
El centro ajna
El centro laríngeo

2. El tercer ojo
El ojo derecho
El ojo izquierdo

3. La glándula pineal
El cuerpo pituitario
La glándula carótida,

presentando así el mecanismo a través del cual la Tríada espiritual, el Alma y la Personalidad actúan.

La clave para comprender correctamente el proceso se halla en la relación de los tres planetas, Urano, Mercurio y Saturno, cuando derraman sus energías a través de esos nueve “puntos de contacto espiritual” en el plano físico, la “esfera de luz y poder aferrada a la tierra, el hombre en tiempo y espacio”.

 

b. Este centro está relacionado con la primera iniciación y desarrolla gran actividad cuando ha logrado esa etapa de experiencia, así como la han alcanzado la vasta mayoría de los hombres, actualmente aspirantes y discípulos probacionista del mundo. (No olviden que, técnicamente hablando, la primera iniciación mayor desde el ángulo jerárquico es la tercera.

Los Maestros consideran la primera iniciación como que significa su admisión en el Sendero. La humanidad la denomina iniciación, porque en los días de Lemuria la primera iniciación significaba lograr el completo control físico).

Es el órgano para la distribución de la energía creadora, la energía del tercer aspecto, que emplean las almas que se hallan en esa etapa de evolución.

 

Existen tres centros en el ser humano, que están relacionados y son la principal expresión del tercer rayo o aspecto, en las diferentes etapas de desarrollo en el sendero:

 

1. El centro sacro para el hombre común y no evolucionado.
2. El centro laríngeo para el aspirante y el discípulo probacionista.
3. El centro ajna para los discípulos e iniciados.

 

Aquí tenemos una gran triplicidad de energías de gran poder actualmente, debido a que la expresión del tercer aspecto de la inteligencia activa ha alcanzado esas alturas por medio de la conciencia y desenvolvimiento humanos.

 

c. Está relacionado con la personalidad por el hilo creador, con el alma por el hilo de la conciencia y con la mónada por el sutratma o hilo de vida.

 

No está relacionado con ninguno de los aspectos divinos por medio del antakarana, pues ese hilo que une directamente la mónada y la personalidad (y por último separado del alma) introduce sencillamente la expresión monádica de la vida en la cabeza, el centro coronario.

 

Entonces se establece la conciencia directa entre la mónada y la personalidad y viene a la existencia una gran dualidad. Vida, Conciencia y Forma se enfocan entonces creadora y activamente en la cabeza, y su actividad es dirigida desde la cabeza por intermedio de los dos centros de la misma.

 

El centro ajna sólo entra en actividad creadora cuando se ha construido el antakarana.

 

En las primeras etapas el centro laríngeo es el agente creador, y el centro sacro está activo en los períodos primitivos. Aquí hay algo muy interesante que recordar.

 

 

La construcción del antakarana sólo llega a ser genuinamente posible cuando la vida creadora del aspirante cambia desde el centro sacro al laríngeo y se hace activa y expresiva.

 

La nuca es el símbolo de este “puente” vinculador, pues relaciona la cabeza -sola y aislada- con el torso dual, que incluye lo que está arriba del diafragma y lo que está abajo -simbolizando el alma y la personalidad unidas, fusionadas y mezcladas en una. La cabeza es el símbolo de lo que Patanjali describe como el estado de “unidad aislada”.

 

d. Es el centro por el cual el aspecto inteligente de la humanidad se enfoca creadoramente y por el que fluye la energía creadora de ese gran centro planetario denominado humanidad.

 

Los tres centros mayores planetarios son Shamballa, Jerarquía y Humanidad.

 

Cuando se haya alcanzado la perfección, entonces la energía de la voluntad, del poder y del propósito de Shamballa, afluirá libremente a través del centro coronario;

 

las energías de amor-sabiduría de la Jerarquía afluirán a través del centro cardiaco,

 

y la energía de la humanidad se enfocará a través del centro laríngeo, actuando el centro ajna como agente de las tres.

Entonces tendrá lugar una nueva actividad por parte de la humanidad, que consiste en relacionar los tres reinos superhumanos con los tres suhhumanos, estableciendo así la nueva tierra y el nuevo cielo. Entonces la humanidad habrá culminado su meta evolutiva en esta Tierra.

 

 

e. El centro laríngeo es específicamente el órgano de la PALABRA creadora.

Registra la intención o propósito creador del alma, trasmitido por la afluencia de energía desde el centro ajna; la fusión así realizada de las dos energías conducirá a algún tipo de actividad creadora.

Ésta es la analogía superior de la creatividad del centro sacro.

En ese centro se encierran las energías creadoras negativa y positiva, personificadas independientemente en los organismos masculino y femenino, los cuales se ponen en relación por un acto creador, conscientemente realizado, aunque todavía sin un propósito muy definido.

 

f. La glándula tiroides es la exteriorización física densa de este centro.

A esta glándula se la considera hoy de suprema importancia para el bienestar del ser humano común. Su propósito es resguardar la salud, balancear el equilibrio corpóreo en algunos aspectos importantes de la naturaleza física, y simboliza el tercer aspecto de la inteligencia y de la sustancia impregnada por la mente.

En realidad, tiene vinculación con el Espíritu Santo o el tercer aspecto divino en manifestación, “influyendo” (como La Biblia lo expresa) sobre la Madre, la Virgen María.

 

Las paratiroides simbolizan a María y José y su relación con el influyente Espíritu Santo.

 

Oportunamente se llegará a determinar que existe una estrecha relación fisiológica entre la glándula tiroides y la pineal, entre la paratiroides y los dos lóbulos del cuerpo pituitario, lo cual convierte a la zona de la garganta y de la cabeza en un solo sistema relacionado.

 

g. Así como la cabeza simboliza la naturaleza esencialmente dual de Dios manifestado, así el centro laríngeo simboliza la triple naturaleza de la divina expresión.

 

La naturaleza dual aparece como fusionada y mezclada en la cabeza por la relación que existe entre los dos centros y sus dos reflejos físico densos.

Las tres grandes energías puestas en acción durante la actividad creadora divina realizan una actividad unificada por la plena expresión de la energía que fluye a través del centro laríngeo, del órgano de la palabra y de los dos pulmones.

 

En esta relación tenemos: la vida o el aliento, la palabra o el alma, y el centro laríngeo de la sustancia en actividad.

 

 

h. Este loto de la garganta está invertido en las primeras etapas de la evolución, y sus pétalos se extienden hacia los hombros, e incluyen los dos pulmones o parte de ellos.

 

Durante el ciclo de la vida del alma, lentamente se da vuelta, y sus pétalos se extienden hacia arriba hasta las dos orejas, e incluyen a la médula oblongada y a la glándula carótida. Esta glándula está más estrechamente relacionada con la glándula tiroides que con las otras dos glándulas de la cabeza.

En consecuencia será evidente de qué manera zonas enteras del organismo físico pueden ser llevadas a un funcionamiento activo y correcto, y también vitalizadas y conservadas en buena y verdadera condición, por algún tipo de actividad del centro más cercano a la zona del cuerpo en consideración. Será también evidente que las deficiencias y la enfermedad pueden ser el resultado de la inactividad de un centro.

 

 

 

 

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