Espejismo

Alice Bailey-Maestro Djwhal Khul

(Extracto)

 

 

 

 

 

 

 

www.maestrotibetano.es

 

 

a. La Disipación del Espejismo Individual

Consideraremos, ante todo, la forma en que el aspirante individual puede lograr disipar los espejismos que durante épocas han condicionado su vida en los tres mundos.

 

Ha sido dominado por el deseo durante las cuatro quintas partes de sus encarnaciones.

 

Ha empezado a transmutar el deseo en aspiración y a buscar –con toda la devoción, la emoción y el anhelo de que es capaz— la realización.

 

Entonces se hace consciente de la aterradora naturaleza de los espejismos entre los cuales camina automática y normalmente.

 

 

 

El espejismo surgió cuando el hombre reconoció y registró, como incentivo, el deseo, demostrando así su humanidad y su diferencia con el animal, pues la mente revela la existencia del deseo. El esfuerzo instintivo para satisfacer el deseo innato –inherente a la naturaleza inferior— dio lugar a esfuerzos planeados para satisfacer el deseo, implicando el empleo rector de la mente.

 

De esta manera, la línea de demarcación entre lo animal y lo humano fue cada vez más evidente, apareciendo hace eones la primera y básica expresión del puro egoísmo.

 

Más tarde, a medida que prosiguió la evolución y el deseo era transferido de una satisfacción a otra, empezó a asumir un aspecto menos físico, y el hombre buscó el placer en la experiencia emocional y en su dramatización; esto condujo al drama como primera expresión artística, por cuyo intermedio en el transcurso de las épocas, el hombre ha tratado de colmar la vida emotiva y dramática individual, sumergiéndose en el drama a fin de exteriorizarse complementando sus dramas, deseos y objetivos personales con los desarrollados por la imaginación creadora, sentando la base para el reconocimiento, inteligente y real, de la parte en relación con el todo.

 

Así se estableció en las primeras épocas de la raza Atlante la base para desarrollar el sentido de dualidad mística, pasando por las diferentes etapas del reconocimiento antropomórfico de la deidad hasta lograr el reconocimiento de lo real en el hombre; finalmente llegamos al problema que enfrenta el discípulo.

 

Luego, el Morador en el Umbral se enfrenta con el Ángel de la Presencia y tiene lugar el último y principal conflicto.

Esta conciencia dual culmina durante la tercera iniciación cuando se libra la última batalla entre los pares de opuestos y el Ángel logra su triunfal victoria la personificación de las Fuerzas del Bien en el individuo, en el grupo y en la humanidad.

 

 

Entonces no desaparece uno mismo (identificado con el Todo) sino la dualidad y el deseo por lo material, lográndose la unidad y la "vida más abundante".

 

 

El proceso seguido por el discípulo que trabaja conscientemente para disipar el espejismo en su vida, puede ser dividido en cuatro etapas, de las cuales pueden darse las siguientes definiciones:

1. Reconocimiento del espejismo o espejismos que velan lo Real, los cuales dependen, en cualquier crisis de vida, del rayo de la personalidad.

2. Enfoque de la conciencia del discípulo en el plano mental, concentrando la luz en ese punto de enfoque para iluminar con claridad y ver con nitidez el trabajo a realizar y dirigir el faro de la mente sobre el espejismo que se ha de disipar.

 

3. Orientación, lo cual implica la constante afluencia de luz orientada inteligentemente hacia los lugares oscuros del plano astral, recordando que la luz permitirá al discípulo hacer dos cosas:

a. Disipar el espejismo una experiencia satisfactoria.
b. Ver lo Real una experiencia terrible.

4. Identificación con lo Real cuando se hace contacto con ello después de haber disipado el espejismo. Entonces se dispondrá de más luz y se reconocerán espejismos más sutiles que también deben ser disipados.

Este proceso de reconocimiento, centralización, disipación y consiguiente revelación prosigue continuamente desde el momento en que el discípulo huella el Sendero del Discipulado aceptado, hasta llegar a la tercera iniciación.

La clave del éxito en este proceso está relacionada, por lo tanto, con la meditación y con el proceso de mantener la mente firme en la luz. Sólo por medio de la perseverancia puede formarse, intensificarse, enfocarse y proyectarse el haz de luz y luego –en el momento oportuno— ser retirado.

 

No puedo dilucidar aquí el proceso de la meditación, basado en la correcta comprensión de la naturaleza de la concentración. Ya he escrito mucho sobre el tema, y la disciplina del Raja Yoga es muy conocida. La concentración y el control mental es tema corriente en todas las instrucciones dadas por los educadores y los padres iluminados.

 

En la actualidad, a la persona común le resulta difícil comprender que existió una época en que frases tales como "emplee la mente" o "si sólo pensara" o “si controlara un poco su mente sería más útil" eran totalmente desconocidas, puesto que la mente estaba poco desarrollada, Entonces sólo la conocían como factor funcionante aquéllos que poseían conciencia iniciática.

 

El Sendero de Evolución es, en realidad, el Sendero de los reconocimientos, que conduce a la revelación:

Todo el proceso de la evolución es de carácter iniciático y lleva de una expansión de conciencia a otra, hasta que los mundos de lo sin forma y de la forma queden revelados por la luz que genera el iniciado, y en la cual camina.

 

Estas luces son variadas y diversamente reveladoras. Tenemos:

1. La luz de la materia que se halla en todo átomo de sustancia.

2. La luz del vehículo vital o etérico –reflejo de la Luz Una, porque unifica los tres tipos de luz dentro de los tres mundos.

3. La luz del instinto.

4. La luz del intelecto o del conocimiento.

5. La luz del alma.

6. La luz de la intuición.

Vamos de una luz a otra y de una revelación a otra, hasta que salimos del reino de la luz y entramos en el reino de la vida que es, todavía para nosotros, plena oscuridad.

Es evidente que esta acrecentada luz, trae consigo una constante serie de revelaciones que, como todo lo demás en el mundo de la experiencia humana, despliega ante los ojos, primero, el mundo de las formas, luego el mundo de los ideales y después la naturaleza del alma, de las ideas y de la divinidad.

 

He elegido unas pocas palabras que encierran la revelación y simbolizan su carácter. Pero todas estas revelaciones constituyen una gran reve-lación unificada que va abriéndose lentamente ante los ojos de la humanidad. La luz del yo inferior personal revela al hombre el mundo de las formas, de la materia, del instinto, del deseo y de la mente; la luz del alma revela la naturaleza de la relación que existe entre estas formas de vida y el mundo de lo amorfo, y el conflicto entre lo real y lo irreal. La luz de la intuición despliega, ante la visión del alma, dentro de la personalidad, la naturaleza de Dios y la unidad del Todo. La inquietud que proporciona el deseo por lo material, tratando de ser satisfecho en los tres mundos, cede su lugar oportunamente a esa aspiración para establecer contacto con el alma y lograr la vida del alma.

 

A su vez, esto es reconocido como un paso dado hacia esas grandes experiencias fundamentales que denominamos las cinco iniciaciones mayores, las cuales revelan al hombre el hecho, hasta entonces ignorado, de su inseparabilidad y de la relación de su voluntad individual con la voluntad divina.

 


 

 

 

 


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