El Reino humano y la Jerarquía planetaria

TRATADO SOBRE LOS SIETE RAYOS, Astrología Esotérica, TOMO 3

 

ALICE A. BAILEY- MAESTRO TIBETANO

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

El Cuarto Reino y la Jerarquía del Planeta

“El estudiante ocultista común que haya reflexionado detenidamente sobre esta enseñanza, habrá captado y comprendido ciertos hechos. Se habrá dado cuenta que la conjunción de Espíritu-materia y mente o manas, se efectuó durante la tercera raza raíz, y que la familia humana se hizo presente definitivamente en la tierra desde esa época. Sabe que esto se produjo por el advenimiento, en Presencia corpórea, de ciertas grandes Entidades; ha aprendido que vinieron desde la cadena venusina, que lograron la necesaria conjunción, se hicieron cargo del gobierno del planeta, fundaron la Jerarquía oculta y, aunque algunas permanecen en la cadena, las restantes han vuelto a Su fuente de origen. Esto puede, en muchos sentidos, resumir todo el conocimiento actual. Vamos a ampliarlo brevemente, a corregir ciertas interpretaciones erróneas y a comprobar uno o dos hechos nuevos.

 

 

 

Podemos clasificar esto de la manera siguiente:

Primero, el estudiante de ocultismo debe tener presente que:

d. Este advenimiento significó que el Logos planetario adoptaría un vehículo físico, lo cual constituyó, literalmente, la venida del Avatar.

e. Dicho advenimiento fue consecuencia de un alineamiento definido del sistema, que implicó:

Al esquema venusino del sistema;
A la cadena venusina del esquema terrestre;
Al globo venusino de la cadena terrestre.

 

 

 

 

f. El Logos planetario no vino del esquema venusino, sino de la cadena venusina de Su propio esquema, el terrestre.

 

 

 

Debido al alineamiento del sistema, el kundalini logoico pudo circular por un determinado triángulo, del cual Venus y la Tierra fueron dos de sus vértices. Esto hizo acelerar la vibración y permitió al Hombre celestial de nuestro esquema recibir una iniciación menor, y comenzar Sus preparativos para una iniciación mayor.

Segundo, se ha de recordar también que, al considerar esta materia, debemos cuidar de visualizarla no sólo en lo que afecta a nuestro globo y a su humanidad actual, sino también desde el punto de vista del cosmos y del sistema, y su importancia para un Logos planetario y un Logos solar. De allí la veracidad de que este acontecimiento no sólo fue el resultado de que nuestro Logos terrestre recibiera una iniciación menor, sino que el esquema venusino se destacó por haber recibido una iniciación mayor, el Logos planetario de Venus, durante Su quinta cadena. En lo que respecta a un Logos solar esto sucedió después de ser estimulado uno de Sus centros, debido a la progresión geométrica del fuego al circular a través del Triángulo ya mencionado.

Se ha afirmado que ciento cuatro Kumaras vinieron de Venus a la Tierra; literalmente el número es ciento cinco, si a la Unidad sintetizadora, el Señor del Mundo, se la cuenta como uno. Permanecen aún con El los tres Buddhas de Actividad. Quisiera llamarles la atención sobre el doble significado de este nombre “Buddhas de Actividad”, pues confirma la realidad de que las Entidades que se hallan en Su grado de evolución son amor-sabiduría activos, y personifican, en Sí Mismas, los dos aspectos. Los tres Buddhas de Actividad corresponden a las tres personas de la Trinidad”. F. C. 326-128.

“El Logos planetario de este esquema es denominado ‘Primer Kumara’. el Único Iniciador, y se afirma que vino de Venus a este planeta; Venus es el ‘primario de la Tierra’. Es necesario dar alguna explicación sobre esto, aunque sólo es permitido hacer muy pocas insinuaciones acerca de la verdad. Es una de las cosas que guarda el mayor misterio acerca del desarrollo de nuestro esquema y oculta el enigma de este ciclo mundial. No es fácil impartir la verdad, porque las palabras ocultan y velan.

Quizás podría darse un indicio, si decimos, que existe una analogía entre la entrada, en pleno auge del Ego, y el dominio que éste ejerce durante ciertos períodos en la vida del ser humano. Se dice que a los siete años y también en la adolescencia, el Ego ‘se aferra’, y a los veintiún años ese aferramiento es cada vez mayor. Análogamente. a medida que pasan las vidas, el Ego (en relación con un ser humano) se aferra a sus vehículos y los doblega a su propósitos en forma más eficaz y plena. El mismo procedimiento puede observarse en relación con el Hombre celestial y Su cuerpo de manifestación, un esquema. Se ha de recordar que cada esquema tiene siete cadenas, cada cadena siete globos, totalizando cuarenta y nueve globos; que cada globo es ocupado por la vida del Logos durante lo que llamamos siete rondas, textualmente, trescientas cuarenta y tres encarnaciones o renovados impulsos para manifestarse. Hemos de agregar a estas manifestaciones mayores otras menores, como las llamadas razas raíces, subrazas y ramificaciones de razas, y nos hallamos con una complejidad capaz de aturdir al estudiante común. La rueda planetaria de la vida hace girar, en escala menor, la rueda de la vida del pequeño peregrino denominado hombre; a medida que gira, impele la vida del Logos planetario evolucionante a nuevas formas y experiencias, hasta que el fuego del Espíritu quema todos los fuegos menores.

Como se indicó anteriormente, cada Hombre celestial está vinculado a uno de Sus Hermanos, bajo la Ley de Atracción Mutua, la cual todavía se manifiesta en forma muy degradada en el plano físico, por medio de la vida del ente humano, aprisionada en la forma física. Síquicamente, el vínculo es de naturaleza distinta; dicho vínculo existe entre el Logos planetario del esquema denominado Venus y el Logos de nuestro esquema. Esta interacción síquica tiene su flujo y reflujo cíclicos, así como fluye y refluye toda la fuerza de la vida. En la época lemuriana hubo un período de íntima interacción que produjo, en el planeta físico, la encarnación del Logos de nuestro esquema, el Guía de la Jerarquía, el Único Iniciador. Esto no hubiera ocurrido si el Logos planetario del esquema de Venus no hubiese estado en situación de vincularse íntimamente con el nuestro”. F. C. 312-313.

“El Cosmos. Nuestro sistema solar con las Pléyades y una de las estrellas de la Osa Mayor forman un triángulo cósmico, o conjunto de tres centros en el Cuerpo de Aquel del Cual Nada Puede Decirse. Las siete estrellas de la constelación de la Osa Mayor constituyen las analogías de los siete centros de la cabeza, en el cuerpo de dicho Ser, mayor que nuestro Logos. Asimismo otros dos sistemas, al vincularse con él sistema solar y las Pléyades, constituyen un cuaternario inferior, que con el tiempo se sintetizan en los siete centros de la cabeza, como ocurre similarmente en el ser humano después de la cuarta iniciación”. F. C. 170.

“La frase ‘Venus es el primario de la Tierra’ encierra un indicio que lleva a una correcta comprensión. No puede decirse mucho acerca del misterio de que ‘Venus es el alter ego de la Tierra, y tampoco es aconsejable, pero pueden sugerirse ciertas ideas que, si se reflexiona sobre ellas, darán una comprensión más amplia de la belleza que encierra la síntesis y la maravillosa correlación de todo cuanto evoluciona en la naturaleza.

Quizás se obtenga una idea a este respecto si recordamos que, en sentido oculto, Venus es para la Tierra lo que el Yo superior para el hombre.

La llegada a la Tierra de los Señores de la Llama estuvo regida por la ley y no fue exactamente un acontecimiento accidental y afortunado, sino una cuestión planetaria que tiene su analogía en el vínculo que existe entre la unidad mental y el átomo manásico permanente. Repito, así como el hombre individual construye el antakarana entre estos dos puntos, el hombre colectivo de este planeta construye un canal que llega hasta su primario, Venus.

Con respecto a estos dos planetas debe recordarse que Venus es un planeta sagrado y la Tierra no lo es. Esto significa que ciertos planetas son, con respecto al Logos, lo que los átomos permanentes con respecto al hombre. Personifican los principios. Algunos planetas proporcionan sólo temporariamente hogares para dichos principios; otros permanecen durante todo el mahamanvantara. Venus es uno de éstos”. F. C. 261-262.

“Será conveniente elucidar un poco más la conexión que existe entre Venus y la Tierra, insinuada en algunos libros ocultistas y considerada brevemente en este tratado. He dicho que la interacción entre los dos esquemas se debe, en gran parte, a su polaridad positiva y negativa; he indicado que una relación similar subyace entre las Pléyades y los siete esquemas de nuestro sistema solar, y entre Sirio y el sistema mismo. Esto, por lo tanto, pone en estrecha interacción a tres grandes sistemas:

1. El sistema de Sirio.
2. El sistema de las Pléyades.
3. El sistema del cual nuestro Sol es el punto focal,

formando, como se habrá observado, un triángulo cósmico. Dentro de nuestro sistema tenemos varios de esos triángulos, que varían en distintas etapas; de acuerdo a la relación que existe entre ellos, la fuerza diferenciada de los distintos esquemas puede pasar de un esquema a otro, y, de esta manera, las unidades de vida que pertenecen a corrientes de fuerza de distintos rayos, se entremezclan momentáneamente. En dichos triángulos (cósmico, del sistema, planetario y humano), dos puntos del triángulo representan una polaridad diferente, y el tercero, el punto de equilibrio, de síntesis o de fusión. Esto se debe tener en cuenta al estudiar los centros macro y microcósmicos, porque explica la diversidad de la manifestación en las formas y en la cualidad.

También puede indicarse aquí una analogía, que podría servir para iluminar a quienes tengan ojos para ver: “El esquema venusino, por hallarse en la quinta ronda desarrolló y coordinó el principio manas, sintetizado en los cuatro aspectos manásicos menores, proporcionándole al aspecto búdhico un instrumento para expresarse por medio del quinto aspecto perfeccionado. Nuestro Hombre celestial, en la quinta ronda, habrá alcanzado un punto paralelo de evolución, y el quinto principio, como ya se ha dicho, no será objeto de Su atención en lo que atañe a los entes humanos”. F. C. 319-320.

“Así como Venus constituye el polo negativo para el esquema terrestre, las siete estrellas de las Pléyades son los polos negativos de nuestros siete esquemas.

Cabría formularse una pregunta muy atinada. Se podría justamente preguntar (en conexión con el punto en el cual Venus está negativamente polarizado y análogamente las Pléyades) ¿por qué se los califica como negativos si son dadores y no receptores, puesto que ser negativo es, lógicamente, ser receptivo? Así es, en efecto, pero el interrogante surge en nuestra mente debido a la falta de información y a la consiguiente incomprensión. Venus habrá tenido mucho que ver con el estímulo que trajo como resultado grandes acontecimientos en la Tierra, por medio de la cadena venusina de nuestro esquema, pero en forma misteriosa nuestro esquema dio más de lo que recibió, aunque lo dado no haya sido de la misma naturaleza. El advenimiento de la influencia venusina a nuestra cadena y a nuestro planeta, y el consiguiente estímulo ejercido sobre ciertos grupos de la cuarta Jerarquía creadora, la humana, produjo un acontecimiento paralelo de magnitud aún mayor en el esquema venusino, que afectó a la sexta Jerarquía, una de las Jerarquías de los devas que moran en el esquema de Venus. Este estímulo emanó a través de nuestra sexta cadena (o segunda, según el punto de vista) que afecté> a la correspondiente cadena del esquema venusino. La magnitud de la diferencia podemos verla en el hecho de que en nuestro caso, solamente un globo fue afectado mientras que la influencia de nuestra esquema sobre el venusino fue tal, que toda una cadena quedó estimulada. Esto se produjo gracias a la polaridad positiva del Hombre celestial del esquema terrestre”. F. C. 321.

“La afirmación de que el gran Kumara o el Único Iniciador vino a este planeta desde Venus, es veraz hasta donde se personifica. Su llegada a este planeta denso (el cuarto) durante la cuarta cadena desde ese cadena de nuestro esquema denominada ‘venusina’, la cual es la segunda. Vino por conducto del segundo globo de nuestra cadena; Su vibración fue apenas perceptible (esotéricamente percibida) en la segunda ronda; pero únicamente en la tercera raza raíz de la cuarta ronda las condiciones permitieron que encarnara físicamente y que viniera como el Avatar. Con toda reverencia podría decirse que las primeras tres rondas y las dos razas raíces subsiguientes de esta cadena corresponden al período prenatal; Su llegada a esta cuarta ronda, con el consiguiente despertar de manas en los entes humanos, tiene su analogía en el despertar del principio vida en el cuarto mes de la criatura nonata”. F. C. 316.



 


 

 

 

 


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