TRATADO SOBRE LOS SIETE RAYOS, ASTROLOGÍA ESOTERICA

ALICE A. BAILEY- MAESTRO TIBETANO

 

 

 

 

 


 

 

CAPITULO IV

 

LOS PLANETAS SAGRADOS Y LOS NO SAGRADOS

 

Como se han de imaginar, poco puedo decir sobre este tópico, pues concierne a uno de los grandes y principales misterios de la iniciación. Trata y se relaciona con el estado espiritual de los Logos planetarios, esos grandes Seres en quienes todas las formas de vida de los planetas viven, se mueven y tienen su ser. Se ocupa de Sus estados evolutivos, de Sus metas y objetivos en el Sendero cósmico y de la iniciación, para la cual Ellos -en su vivencia incomparable e incomprensible- se están preparando.

 

Puede decirse fundamentalmente que un planeta es considerado sagrado cuando la Vida espiritual que lo anima ha recibido cinco iniciaciones cósmicas mayores y se considera no sagrado aquel cuyo Logos planetario no ha recibido tales iniciaciones. Esta definición es inadecuada y sólo podrán comprenderla si tienen presente que la iniciación es el proceso por el cual se desarrolla la inclusividad.

 

1. El Hombre está llegando a ser incluyente en sentido planetario; las cinco iniciaciones mayores oportunamente lo llevan a un campo de percepción, infinitamente más allá de todo lo que él puede concebir en la actualidad. Estas iniciaciones le otorgan la “libertad en el planeta”. Entonces, responde a todos los estados de conciencia dentro del círculo infranqueable planetario, llegando a ser sensible a la percepción extraplanetaria.

 

 

2. El Logos de un planeta no sagrado está llegando a ser incluyente en Su conciencia, respecto a todo lo que se halla dentro del “círculo infranqueable” solar. Está estableciendo una “relación comprensiva” esotérica con todo lo que vive dentro del cuerpo de manifestación de un Logos solar y también expresando una respuesta sensible a la cualidad de la Vida que anima al Sol Sirio. El Logos ha recibido tres iniciaciones cósmicas.

 

 

3. El Logos de un planeta sagrado trasciende los conocimientos, las reacciones y las respuestas que son estrictamente las del sistema solar; es consciente de, y responde vitalmente a la vida de Sirio, y comienza a responder conscientemente a las influencias vibratorias de las Pléyades. En conexión con esto es necesario tener en cuenta que las Pléyades -aunque se considera que personifican el aspecto materia de la manifestación- son en realidad y literalmente la expresión de ese Principio de la Vida que llamamos vitalidad, prana en sus diferentes etapas o grados, éter o sustancia. El Logos de un planeta sagrado ha recibido cinco iniciaciones cósmicas.

 

 

4. El Logos de un sistema solar es denominado esotéricamente el “Triángulo Sagrado de Omnincluyente Fuerza”, porque este gran Ser incluye dentro de Su enfocada percepción los campos de expresión de la Osa Mayor, las Pléyades y Sirio, que son para Él, lo que los centros cardíaco, coronario y laríngeo son para el iniciado avanzado de este planeta. Ha recibido esas iniciaciones sobre las cuales ni el iniciado más avanzado de nuestra Tierra tiene el menor concepto. Recuerden que en otra parte he dicho que hay aspectos y características divinas que aún no han sido totalmente revelados ni a la más avanzada humanidad. Ningún ser humano que no haya recibido la tercera iniciación puede percibir tenuemente y difícilmente reaccionar a estos factores que subyacen en la existente manifestación divina. Hoy apenas ha empezado a comprender la significación de la voluntad y su diferencia con la determinación, la fortaleza y la intención fija. Así como no tendría ningún significado explicarle al salvaje, en lo más oscuro de las zonas no desarrolladas del mundo, qué es la intuición, o la naturaleza de la revelación eterna; tampoco tendría significado para ustedes explicarles qué son estos desconocidos atributos divinos. Todo lo que pueden llegar a comprender (y eso con la máxima dificultad) son los tres aspectos divinos -voluntad, amor e inteligencia. Existen otros, porque nuestro Logos es un Ser séptuple y los cuatro aspectos restantes no han sido revelados todavía a la humanidad, aunque sí, sentidos por la Jerarquía. Estos son “objetivos de la espiritual atención esotérica” de los Logos, dentro de Su “círculo infranqueable”.

 

 

Por lo tanto, verán que este capítulo que ahora emprendemos, será necesariamente breve, porque consideraremos factores que deben continuar siendo incomprensibles.

 

Por consiguiente, sería pérdida de tiempo tratar extensamente este tema, tanto para ustedes como para mí.

 

 

Podrán obtener alguna comprensión de la diferencia que existe entre un planeta sagrado y otro no sagrado, si se dan cuenta de que existe una analogía paralela entre la conciencia del iniciado (hasta la tercera iniciación inclusive) y la conciencia del Logos de un planeta no sagrado.

 

 

Alma y cuerpo, conciencia y forma, se mezclan, teniendo lugar una definida fusión. Dos aspectos divinos están en proceso de relacionarse íntimamente. El discípulo efectúa esta relación dentro de su pequeño sistema, y el Logos planetario lo hace en una escala mucho mayor dentro de su campo de influencia y control. Durante este proceso lleva consigo los cuatro reinos de la naturaleza.

 

Para ambas vidas -micro y macrocósmica- esta fusión trae la Transfiguración, la tercera iniciación.

 

 

 

 

El Logos de un planeta sagrado ha continuado el trabajo divino y se ocupa de sintetizar la tarea en un solo ente que responde y actúa conscientemente sobre el aspecto superior divino, el de la Mónada, el aspecto voluntad.

 

 

Cuando esto se realiza, la voluntad, el amor y la inteligencia, están fusionados, y el espíritu, el alma y el cuerpo, se han unificado. Entonces la cualidad de la divina expresión constituirá el propósito divino, impulsado por la voluntad, motivado por el amor y llevado adelante por la inteligencia.

 

 

 

 

Los astrólogos deberían observar que, en su trabajo, no han considerado debidamente (al tratar con las doce casas o mansiones del alma) si el planeta es sagrado o no. El efecto de las influencias de un planeta sagrado es muy distinto del de las de un planeta no sagrado, pues uno afectará principalmente la vida en los tres mundos, mientras que un planeta sagrado será de valor en los procesos que afectan la fusión del cuerpo y del alma, de la conciencia y de la forma, y también activará la intuición (el alma espiritual), aspecto inferior de la Mónada. Como bien saben, los planetas sagrados son siete:

 

 

1. Vulcano
2. Mercurio
3. Venus
4. Júpiter
5. Saturno
6. Neptuno
7. Urano

Los planetas no sagrados son cinco:

1. Marte
2. La Tierra
3. Plutón.
4. La Luna, que oculta un planeta.
5. El Sol, que vela un planeta.

 

 

 

Resulta interesante observar aquí, que los planetas no sagrados rigen las casas primera, cuarta, quinta y octava, en el zodíaco menor. La Tierra es también un planeta no sagrado. Por lo tanto, ‘existen cuatro planetas no sagrados que controlan o rigen a un quinto planeta no sagrado -analogía de los cuatro aspectos del hombre inferior.

 

 

Tenemos así, primero, el cascarón físico externo, el cuerpo etérico o vital, el cuerpo astral y el cuerpo mental, más una fusión con el quinto cuerpo, la personalidad. Se evidencia con claridad la tarea de nuestro Logos planetario y la de los seres humanos avanzados.

 

Considerado desde una actitud más amplia y sintética, tenemos cuatro reinos de la naturaleza, más el quinto reino oculto, el reino de Dios. Desde otro ángulo tenemos:

 

Aries-regido por Marte.
Cáncer-regido por la Luna, que oculta un planeta sagrado.
Leo-regido por el Sol, que vela un planeta sagrado.
Escorpio-regido por Plutón.

 

 

Observarán que menciono aquí a Plutón y no a Marte, como planeta no sagrado que rige a Escorpio. La razón estriba en que hay una relación entre Marte y Plutón, análoga a la de Venus y la Tierra. Hablando esotéricamente, Marte es el alter ego de Plutón; la actividad de Plutón en la actualidad y en este ciclo mundial menor es muy importante debido a su acercamiento esotérico a la Tierra, impelido a ello porque su vida ha sido vivificada por un despliegue de energía marciana.

 

 

 

La Tierra, Marte y Plutón forman un triángulo interesante, teniendo a Venus detrás de la escena, actuando como lo hace el alma impelente hacia una personalidad que se integra rápidamente. Cuando se confecciona el horóscopo, debe recordarse que este triángulo indica una relación y una posibilidad que puede constituir (aunque no a menudo) un importante factor determinante, antes de entrar en el sendero de probación. Las cuatro casas, regidas por los cuatro planetas no sagrados (sin contar al Sol), son “casas de la personalidad, orientadas mundanamente”, y la razón de esto no está muy lejos. Las siete casas restantes, regidas por los siete planetas sagrados no son tan estrictamente materialistas ni están tan exotéricamente orientadas, aunque las doce indican limitación, o lo que impide que el Morador de la mansión expanda su conciencia, si se deja aprisionar por ellas. Por otra parte, ofrecen una oportunidad si está orientado hacia la vida superior.

 

 

Quisiera señalar nuevamente que Marte es el transmisor de la fuerza de sexto rayo y esto hace que la primera casa de actividad que corresponde al cuerpo físico sea la del devoto que lucha por lo que desea o aspira. El guerrero, consagrado a una causa, viene a la existencia en el campo de acción, la Tierra, que es en sí misma una expresión del tercer Rayo de Actividad Inteligente. Aries, la primera casa, Marte y la Tierra, inician el conflicto, enfocado en una forma.

 

 

Repito, la Luna es el regente de Cáncer, está relacionada con el cuarto rayo y rige la cuarta casa. He aquí una idea de que la forma custodia la esencia espiritual viviente, el hogar, aunque el hogar sea el cuarto aspecto inferior de la personalidad, el cuarto reino de la naturaleza, pero todos regidos por el cuarto Rayo de Armonía a través del Conflicto -armonía que debe lograrse dentro de la forma, en la Tierra.

 

 

El Sol, el transmisor de la energía de segundo rayo, rige la quinta casa o mansión del alma, el cuerpo causal en este caso; la fuerza de Leo está también implicada, la fuerza del alma autoconsciente. El hombre espiritual, consciente de su identidad en esta casa expresa: “Soy la causa eterna de toda relación. Soy y existo”. El hombre comprende el dualismo del segundo rayo, el personificado quinto principio, primero en la quinta casa.

 

 

 

Plutón, que trasmite energía de primer rayo, rige a Escorpio, el signo del discipulado, del hombre preparado para la fusión, obtenida mediante la influencia de los planetas sagrados, y rige la casa de las principales separaciones y de la muerte. “La flecha de Dios perfora el corazón y tiene lugar la muerte”. A este respecto debe recordarse que la muerte es producida definitivamente por el alma. El alma lanza la flecha de la muerte. (La flecha que apunta hacia arriba es el símbolo astrológico de Plutón).

 

 

Sólo en el ciclo actual el Sol y la Luna “velan” a ciertos planetas y son los símbolos exotéricos de ciertas fuerzas esotéricas.

 

 

A medida que sigue la evolución, los planetas no estarán velados ni sus influencias serán tan remotas. En la actualidad, el mecanismo de la mayoría de la familia humana no está sintonizado con la recepción de los rayos desde Vulcano, Urano y Neptuno, mientras que Plutón actualmente, sólo evoca respuesta. de los grupos, o esos discípulos que están suficientemente evolucionados como para responder correctamente.

 

 

 

 

Los tres planetas velados -Vulcano, Urano y Neptuno-, son sagrados y personifican las energías de los rayos primero, séptimo y sexto. Vulcano no es un regente exotérico, y únicamente entra en actividad cuando un hombre se halla en el sendero, mientras que Urano y Neptuno son regentes de las casas undécima y duodécima y rigen a Acuario y a Piscis. Creo que las implicaciones son claras.

 

 

 

No intento considerar las casas en detalle. Los astrólogos modernos lo han hecho en forma relativamente satisfactoria, pues las casas se refieren a la prisión del alma y a sus limitaciones, y con éstas hay una amplia familiaridad. Como saben, me ocupo de la astrología del alma y de las influencias de los planetas esotéricos. Sin embargo, haré tres sugerencias:

 

 

1. Si el astrólogo investigador sustituye los planetas exotéricos ortodoxos (que ya enumeré en conexión con estos signos del zodíaco) por los esotéricos, obtendrá gran información instructiva y (si persevera) verificará mis ideas.

 

 

2. Si distingue los efectos entre los planetas sagrados y los no sagrados, hallará que los planetas sagrados se esfuerzan por fusionar la personalidad y convertirla en el instrumento del alma y que los planetas no sagrados influyen más específicamente sobre la naturaleza forma; entonces podrá afluir mucha luz sobre la atracción de los pares de opuestos.

 

 

3. Si estudia la “zona fluida” donde los planetas velados por el Sol y la Luna entran en juego, y comprende que él debe decidir (por el estudio del mapa del sujeto y cualquier conocimiento que pueda tener) cuál es el punto alcanzado en la evolución y cuál de los tres planetas velados es el regente, obtendrá mucha comprensión intuitiva. Hallará que es capaz de arrojar mucha luz sobre el problema del discípulo en probación, cuando considera la influencia de los regentes exotéricos y los. problemas de los discípulos al tratar los regentes esotéricos.

 

 

Si el astrólogo considera estos tres puntos y está dispuesto a experimentar con ellos, habrá dado un gran paso en la revelación de la astrología del alma. También será útil establecer las analogías superiores de las realidades materiales representadas por las casas.

 

 

Proporcionaré alguna idea sobre las analogías relacionadas con las dos primeras casas:

 

Primera Casa:
Cuerpo físico o forma. - El cuerpo causal del alma.
Apariencia o manifestación. - El surgimiento del alma.
La cabeza. El cerebro. - El centro coronario.
Actividad personal. - Expresión del alma.
Modalidades, etc. - Tipos y cualidades de rayo.

Segunda Casa:
Finanzas. - Intercambio monetario. - Prana.
Gastos. - Empleo de energía.
Posesiones. - Control de la forma.
Pérdidas. - Abandono de la materia.
Ganancias. - Adquisición de poderes espirituales.

 

 

 

 

Ustedes pueden establecer las otras diez casas por sí mismos. Resulta interesante observar, por ejemplo, en relación con la segunda casa (y la misma idea puede ser aplicada a todas) que Tauro, la madre de la iluminación, y Venus, que otorga la mente -más el alma ya incorporada, están relacionados y activos en esta casa. La luz de la materia y la luz del alma están implicadas en el empleo de la energía y en el problema de lo que se desea, o lo que se considera perdido y el objetivo alcanzado. Por lo tanto, es la casa de los valores espirituales o materiales.

 


 

 

 

 


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