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TRATADO SOBRE MAGIA BLANCA

O

EL CAMINO DEL DISCÍPULO

ALICE BAILEY-MAESTRO TIBETANO (DJWHAL KHUL)

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REGLA ONCE 1/3

Aquel que trabaja con la ley tiene ahora que llevar a cabo Tres cosas: Primeramente, descubrir la fórmula que confine las vidas dentro de la muralla esferoidal; luego, pronunciarlas palabras que le expresen a esas vidas qué deben hacer y dónde llevar lo que ha sido hecho; finalmente, pronunciar la frase mística que lo salvaguardará de su trabajo.

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ANÁLISIS DE LAS TRES FRASES

Esta regla es, como ya saben, la última de las que rigen el trabajo en el plano astral, y la tarea mágica de motivar esas formas mentales que serán la expresión de algún tipo de energía. Hemos considerado las diferentes energías con las cuales trabajan los hombres, y el poder que un hombre puede ejercer mediante la construcción. de formas mentales. Vimos también cómo un hombre puede manipular los diversos grados de materia hasta revestir de materia mental y astral la idea incorporada. Por lo tanto, es una entidad vital, a punto de materializarse en el plano físico. Debería observarse que nada puede ya evitar que surja a la objetividad, excepto el acto expresado, por la voluntad de su creador, porque siendo la forma vitalizada por su creador, está siempre sujeta a su voluntad, hasta que él se desconecta de ella mediante la pronunciación de la "frase mística". Se supone que su decisión es que surja a la existencia efectiva y que el trabajo creador sea llevado adelante.

Debe tenerse en cuenta que este trabajo puede ser consciente o inconsciente. En la construcción inconsciente de formas mentales, como en el caso del hombre común, muchas personas nunca producen lo efectos deseados en el plano físico, fracasando en su propósito. Sin embargo, esto es algo benéfico mientras el hombre esté animado por el egoísmo y el odio. Afortunadamente para la raza humana, pocas personas trabajan con materia mental. La generalidad trabaja con materia astral o de deseos, y estas formas son fluidas y variables, y sólo poderosas por lo persistentes. Existe una base oculta en la afirmación de que al desear una cosa durante un prolongado período de tiempo se la llega a poseer. Ésta es la ley que rige el retorno a la reencarnación del hombre término medio. Faltando la unidad de enfoque de la materia del plano mental, a medida que es influenciado por la mente concentrada, estas formas de deseos no hacen el daño que de otra manera harían. Su efecto es ampliamente sentido por el creador de estas formas kamamanásicas y no por quienes lo rodean. Desde el momento que entra el factor mente y llega a ser dominante, entonces el hombre se hace peligroso o útil según el caso –peligroso no sólo para él mismo sino también para quienes lo rodean, o útil para realizar el plan de la evolución. Entonces él puede crear formas mentales, capaces de obtener resultados que se manifiestan externamente y producir efectos tangibles. Teniendo aspiración e impulsos espirituales, un hombre se puede convertir en verdadero ocultista y producir resultado organizados y organismos que actúen en el plano físico. Empleo premeditadamente la palabra "organismo", pues servirá para comunicar la idea de que cualquier forma mental es considerada por nosotros como una entidad subjetiva y existente, revestida de materia sutil y capaz de manifestarse. Esto es lo que comúnmente se llama "elaborar una idea", o "llevar a cabo un proyecto"; a veces es llamado un "descubrimiento", una "invención", o algo similar. Durante todo el tiempo y sin darse cuenta, el hombre habla en términos ocultistas, evidenciando una apreciación interna de los métodos por los cuales todo lo que ha sido pensado (por Dios o por el hombre) viene a la existencia,.

La idea encarnada o el pensamiento (siendo la primera potencialmente mucho más efectiva que el segundo), se ha encaminado hacia el margen de la manifestación física. Su creador, que en el caso de un "mago blanco" no está centralizado emo-cionalmente, es llevado conscientemente a la etapa en la que su propósito y plan internos pueden ser demostrados. Él mantiene la forma mental en su conciencia y le da forma y energía mediante el poder de su propio enfoque mental centralizado.

 

maestro tibetano, magia blanca

En la regla que estamos considerando, se dice que el aspirante debe realizar tres cosas:

1. Averiguar la fórmula que cristalizará esa forma que él ha construido en modo muy similar a como los arquitectos, o constructores de puentes, reducen la forma empleada a una fórmula matemática.

2. Pronunciar ciertas palabras que darán vitalidad a la forma y de esa manera conducirla al plano físico.

3. Expresar la frase que separe la forma mental de su aura y así evitar el drenaje de sus energías.

Se observará que la fórmula tiene relación con la forma mental, las palabras de poder con el objetivo para el cual la forma ha sido construida, y la frase mística concierne al corte del eslabón magnético que une al creador con su creación. Por lo tanto una corresponde a la forma, otra al alma incorporada en la forma (cuya característica inferior es deseo, el reflejo del amor) y la última al aspecto vida con el cual el creador dotó a su creación. Por consiguiente enfrentamos nuevamente las eternas triplicidades espíritu, alma y cuerpo. Debería recordarse que las Reglas de la Magia, según las entiende el verdadero esoterista, son tan verdaderas, respecto a un universo creado, un sistema solar o un planeta, como lo son respecto a una diminuta creación mental de un chela o aspirante.

La primera reacción de un estudiante común al leer el párrafo anterior, es pensar inmediatamente en la naturaleza del cuerpo, cuando expresa algún tipo de energía. De modo que lo que se observa es la dualidad, y eso que utiliza la cosa está presente en su mente. Sin embargo, una de las principales necesidades ocultistas en la actualidad, es esforzarse por pensar en términos de la Realidad una, que es la Energía misma, y en nada más. Por eso es de valor recalcar en nuestras discusiones sobre este tema tan abstruso, el hecho de que espíritu y energía son términos sinónimos e intercambiables. Sólo cuando esto sea comprendido podremos llegar a una reconciliación entre ciencia y religión, y a una verdadera comprensión del mundo de fenómenos activos que nos rodea y en el cual nos movemos.

Los términos orgánico e inorgánico, son en gran parte responsables de la gran confusión y la marcada diferencia que existe en las mentes de muchas personas, entre cuerpo y espíritu, vida y forma, y han conducido a negar la identidad esencial de la naturaleza de ambos. El mundo en que vivimos es considerado por la mayoría como realmente sólido y tangible, pero poseyendo algún poder oculto que está dentro de él, que produce movimiento, actividad y cambio. Está expresado con crudeza, ló-gicamente, pero es suficiente para resumir esta actitud ignorante.

El científico ortodoxo se ocupa mucho de las estructuras, relaciones, composición de las formas y de la actividad de las partes componentes de las formas y sus interrelaciones y dependencias. Los elementos y productos químicos, las funciones y partes que desempeñan y sus mutuas interacciones al componer las formas en todos los reinos de la naturaleza, son el tema de sus investigaciones. La naturaleza del átomo, de la molécula y de la célula, sus funciones, las cualidades de sus manifestaciones de fuerza y sus diversos tipos de actividad, la solución del problema referente al carácter y naturaleza de sus energías –enfocadas o localizadas en diferentes formas del mundo natural o material—, requieren la consideración de las mentes más capaces en el mundo del pensamiento. Sin embargo, los interrogantes ¿qué es la Vida? ¿qué es la Energía? o ¿cuál es el proceso de Ser y la naturaleza del Ser?, permanecen sin respuesta. El problema del por qué y para qué, es considerado como infructuoso y especulativo, casi insoluble.

Sin embargo, para la razón pura y mediante el correcto funcionamiento de la intuición, estos problemas pueden ser resueltos y estas preguntas contestadas. Su solución es una de las revelaciones comunes y uno de los logros de la iniciación. Los únicos verdaderos biólogos son los iniciados en los misterios, porque tienen una comprensión de la vida y su propósito, y están tan identificados con el principio vida, que piensan y hablan en términos de energía y sus efectos, y todas sus actividades, en conexión con el trabajo de la Jerarquía planetaria, están basadas en unas pocas fórmulas fundamentales que conciernen a la vida, cuando se hace sentir a través de sus tres diferenciaciones o aspectos: energía, fuerza, materia.

Debería observarse aquí que tal como el hombre se comprende a sí mismo, puede alcanzar una comprensión de aquello que es la suma total de lo que llamamos Dios. Esto es una gran verdad oculta, pero cuando es llevada a la acción, conduce a una revelación que hace que el actual "Dios desconocido" sea una realidad reconocida. Permítaseme ilustrar:

El hombre se conoce a sí mismo como un ser viviente y llama muerte a ese proceso misterioso, cuando se retira ese algo que comúnmente se designa como el soplo de vida. Cuando éste se retira, la forma se desintegra, La coherente fuerza vitalizante se ha retirado y esto produce la separada disgregación de los elementos esenciales de lo que hasta entonces había sido considerado como el cuerpo.

Este principio de vida, la esencia básica del ser y factor misterioso y elusivo, es la correspondencia en el hombre de lo que llamamos espíritu o vida en el macrocosmos. Así como la vida mantiene unida la forma en el hombre, la anima, la vitaliza y la impele a la actividad y hace de él un ser viviente, así la vida de Dios –como la llama el cristiano— efectúa el mismo propósito en el universo y produce ese coherente, viviente y vital conjunto que llamamos sistema solar.

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Este principio vida en el hombre se manifiesta en forma triple:

1. Como voluntad directiva, propósito e incentivo fundamental. Ésta es la energía dinámica que pone al ser en funcionamiento, lo trae a la existencia, fija el término de su vida, lo conduce a través de los años y se abstrae al final de su ciclo de vida. Es el espíritu manifestándose en el hombre como la voluntad de vivir, de ser, de actuar, de proseguir, de evolucionar. En su aspecto inferior trabaja a través del cuerpo o na-turaleza mental, y en conexión con el físico denso se hace sentir a través del cerebro.

2. Como fuerza coherente. Es esa cualidad esencial y significativa que hace ser diferente a cada hombre, y produce esa manifestación compleja de disposiciones de ánimo, deseos, cualidades, complejos, inhibiciones, sentimientos y características, que producen la psicología especial de un hombre. Es el resultado del intercambio entre el aspecto espíritu o energía, y la naturaleza material o corporal. Constituye el hombre distintivo subjetivo, su colorido o nota individual, que es lo que fija el grado de actividad vibratoria de su cuerpo, produce su particular tipo de forma y es responsable de la condición y naturaleza de sus órganos, de sus glándulas y su aspecto externo. Esto es el alma y –en su aspecto inferior— actúa mediante su naturaleza emocional o astral, y en conexión con el físico denso, mediante el corazón.

3. Como actividad de los átomos y células de que está compuesto el cuerpo físico. Es la suma total de esas pequeñas vidas que componen los órganos humanos y comprende a todo el hombre. Éstos tienen vida propia y una conciencia que es estrictamente individual e idéntica. Ese aspecto del principio vida actúa por medio del cuerpo etérico o vital, y en conexión con el mecanismo sólido de la forma tangible mediante el bazo.

No es posible, por supuesto, dar las palabras y frases mántricas mencionadas en esta regla. Serían profundamente incomprensibles para todos, excepto para los iniciados, y por lo tanto no es necesario que ocupen nuestra atención. Debe tenerse en cuenta que mucho de lo que se da en estas instrucciones se anticipa al pensamiento moderno, y tanto estas instrucciones como las del Tratado sobre Fuego Cósmico, serán plenamente comprendidas a fines de este siglo.

Consideremos esta regla, frase por frase, para llegar a una de las interpretaciones más fáciles para el aspirante común. Todas estas reglas pueden ser leídas desde el punto de vista del hombre inteligente y le significarán muy poco; pueden ser leídas desde el punto de vista del aspirante y entonces trasmitirán ciertas ideas prácticas que serán susceptibles de aplicación diaria y podrán ser elaboradas en el crisol de la experiencia de la vida. Llegarán a tener sentido a medida que el aspirante aprenda a manipular las energías, a trabajar en la materia mental y a colaborar creativamente con el Propósito subyacente en el plan evolutivo. Desde el punto de vista del discípulo, estas reglas contienen ciertas poderosas instrucciones y lo conducirán a una comprensión del proceso del trabajo creador en la naturaleza, que está necesariamente oculto para la mente del aspirante. Con respecto a la comprensión del iniciado, estas palabras llevan órdenes definidas que sólo pueden ser interpretadas correctamente por su intuición iluminada. De los grados más elevados de inteligencias no es necesario que nos preocupemos. Por lo tanto, consideraremos esta regla únicamente desde el punto de vista del aspirante común, dejando otras interpretaciones para los individuos cuyo equipo interno les permita comprender.

I. Averiguar la fórmula que confine las vidas dentro de su muralla esferoidal.

Como ya se sabe, todas las formas en la naturaleza están compuestas de miríadas de diminutas vidas, teniendo cierta medida de percepción, ritmo y coherencia, de acuerdo con la fuerza de la Ley de Atracción, utilizada por el constructor de la forma. Esto es verdad tanto respecto al Macrocosmos como al infinito mundo de vidas microcósmicas contenidas dentro del gran todo. Sistemas solares embrionarios, que vienen al ser mediante el impulso del pensamiento divino, primero son fluidos y nebulosos, de contornos cambiantes y se mantienen débilmente unidos por el núcleo central de energía –otro modo de expresar la idea encarnada. A medida que transcurre el tiempo adquieren otras condiciones, toman formas más definidas, entran en relación peculiar con formas similares adyacentes, y se ajustan a variables relaciones de naturaleza interna, con esas formas de imposible realización en las etapas primitivas. Eventualmente hallamos un sistema solar como el nuestro y miríadas de otros –un sistema solar que actúa como un sol con sus planetas que giran y rotan manteniendo sus diferentes órbitas, sus señaladas y relativas posiciones, activos como organismos independientes e interdependientes, y sin embargo presentando al ojo del astrónomo una coherencia, una unidad y una estructura, única en cada caso y no obstante funciona de acuerdo a la ley cósmica. Se ajusta a un vasto propósito concebido y mantenido firmemente en la Mente universal, que es a su vez un aspecto de esa entidad consciente de grupo y autoconsciente, autora de su ser y creadora de su forma.

Puede afirmarse que esta Vida inteligente crea en su meditación (o meditaciones, si se prefiere, pues qué importan las palabras cuando son inútiles para expresar la realidad tal como es) y por consiguiente en su mente reflexiva, lo que llamamos una forma mental.

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Esta forma mental tiene cuatro características principales:

1. Es traída a la existencia mediante, el uso consciente de la Ley de Atracción.

2. Es formada por un infinito número de entidades vivientes que son atraídas por la mente del divino Creador, entrando en relación entre sí.

3. La forma es la exteriorización de algo que su Creador:

a. Ha visualizado.

b. Ha construido inteligentemente, "matizado" o "calificado", a fin de cumplir el propósito para el cual estaba destinado.

c. Ha vitalizado con la potencia de su deseo y la fuerza de su pensamiento viviente.

d. Ha mantenido formado durante el tiempo necesario para efectuar su trabajo específico.

e. Ha conectado en sí mismo, por un hilo magnético, el hilo de su propósito viviente y la fuerza de su voluntad dominante.

4. Este propósito interno, que se ha revestido de sustancia mental, astral y vital, es potente en el plano físico mientras:

a. Permanece conscientemente en el pensamiento de su Creador.

b. Conserva "su distancia", en sentido esotérico, de Su Creador. Muchas formas mentales son inútiles por estar "demasiado cerca" de su Creador.

c. Pueden ser dirigidas en cualquier dirección deseada, y de acuerdo a la ley de menor resistencia pueden encontrar su propio lugar, ejecutar su función deseada y llevar a cabo los propósitos para los cuales fueron creadas.

Por lo tanto la "fórmula" puede ser considerada como la idea que emana del divino Pensador; podría ser definida como el propósito dinámico, la "cosa" como la ve el Pensador y la exterioriza en su mente y la visualiza como portadora de su intención. Las matemáticas que subyacen en la construcción de un puente, como los puentes de gran envergadura que señalan las hazañas humanas, nada expresan para el no iniciado, pero para quienes saben y comprenden, son el puente mismo, reducido a sus términos esenciales. Son el puente en latencia, y en estas fórmulas matemáticas subyace oculto el propósito, la calidad, la forma completa de la estructura y su utilidad eventual. Así sucede con los conceptos y las ideas que dan nacimiento a una forma mental. Estas fórmulas ocultas existen en el plano arquetípico que (para el aspirante) es el plano de la intuición, aunque en realidad es un estado de conciencia mucho más elevado. Estas fórmulas son la razón fundamental de un mundo de formas y deben ser conocidas por quienes están debidamente equipados para trabajar bajo el Gran Arquitecto del Universo. Simbólicamente hablando, hay tres grandes libros de fórmulas. Obsérvense las palabras "simbólicamente hablando" y no las olviden. Tenemos primero el Libro de la Vida, leído y eventualmente dominado por los iniciados de todos los grados. Existe luego el Libro de la Sabiduría Divina, leído por los aspirantes de todos los grados, llamado a veces el Libro de la Experiencia Conocedora, y también el Libro de las Fórmulas, que es lectura obligatoria para todos aquellos cuya inteligencia va despertando a la actividad funcionante. Ahora consideraremos el Libro de las Fórmulas.

 

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Pantajali habla de "la nube de cosas cognoscibles” que el alma percibe conscientemente. El aspirante, cansado del eterno divagar de sus propios pensamientos inútiles y sin importancia, procura extraer de los recursos de esa "nube" y así precipitar sobre la tierra algunos de los pensamientos de Dios. Trata de trabajar para promover la manifestación de las ideas del Creador. Para hacer esto debe cumplir ciertos requisitos iniciales, que pueden ser resumidos brevemente de la manera siguiente:

1. Conocer el verdadero significado de la meditación.

2. Alinear con facilidad el alma, la mente y el cerebro.

3. Contemplar o funcionar como alma en su propio plano. Entonces el alma puede actuar como intermediario entre el plano de las ideas divinas y el plano mental. Se verá aquí que tal participación en el proceso divino creador actúa como objetivo de todo verdadero trabajo de meditación.

4. Registrar la idea recibida intuitivamente por el alma y reconocer la forma que debe tomar. Estas últimas seis palabras son de vital importancia.

5. Reducir la vaga y nebulosa idea a sus esencialidades, eliminando las vagas imaginaciones y las formulaciones de la mente inferior, capacitándose así para lanzarse a la actividad y, mediante la constancia en la contemplación, recibir con exactitud la visión de la estructura interna o del armazón subjetivo, si puedo emplear este término, de la forma tal como será.

6. Cuando el alma registra en forma consciente esto en la mente, también lo registra conscientemente la mente, la cual se mantiene firme en la luz y puede considerarse como la reducción de la fórmula al anteproyecto. No es la fórmula misma, sino el proceso secundario. De acuerdo a la fuerza, simplicidad y claridad de la incorporación de la fórmula en una estructura sencillamente esbozada, así será finalmente el edificio completo y la consiguiente forma, que confinará dentro de la periferia externa de la forma misma, las vidas utilizadas en su construcción.

Esto, en realidad, se asemeja a la etapa de la concepción. Latente dentro del germen (resultado de la interrelación femenina y masculina) se hallan todas las potencias y capacidades del producto final. Latente en la idea que materialmente ha sido concebida, pero que fue inspirada por el aspecto espíritu, están ocultas en potencia las formas mentales completadas. El aspecto materia, representado por la mente, ha sido fecundado por el aspecto espíritu, y la triplicidad será eventualmente completada por la forma creada. Pero en las primeras etapas existe sólo la "fórmula" –la idea concebida, el concepto latente aunque dinámico. Tiene suficiente potencia para atraer a sí misma lo esencial para su crecimiento y forma, pero ¿quién podrá decir si será un aborto, un producto débil y mediocre, o una creación de verdadera belleza y valor?

Cada idea exteriorizada posee, por lo tanto, forma, está animada por el deseo y creada por el poder de la mente. En el plano del deseo la mente impone sus concepciones a fin de producir la “idea encarnada", revistiéndola con la forma. Es, por consiguiente, el campo de gestación. La mente ha sido previamente el receptor de la idea arquetípica, tal como la ha captado y visualizado el alma. A su vez el alma es el receptor de la fórmula, según le fue presentada en el mundo de las ideas. Tienen así la “idea presentada", la "idea percibida", la “idea formulada" y la idea desarrollándose en la manifestación.

Es conveniente tener en cuenta los siguientes factores que rigen la idea cuando surge de la Mente Universal y va al mundo, de las formas tangibles. Éstas son:

1. Las energías que emanan desde el plano arquetípico. Este plano es el foco de atención del grupo de Inteligencias más elevadas de nuestro planeta. Sus conciencias pueden responder y ser incluyentes en esa esfera de actividad en que la Mente de Dios se expresa, libre de las limitaciones de lo que entendemos por forma. Son los custodios de la fórmula, son los matemáticos que preparan los anteproyectos del gran Plan, calculan los efectos de las fuerzas con las cuales el trabajo se lleva a cabo, y de las energías que deben ser manipuladas; tienen en cuenta los esfuerzos y las tensiones a las que deben estar sujetas las formas bajo el impacto de la fuerza de la vida; tratan con los impulsos cíclicos a los cuales deben responder los procesos evolutivos; conciernen a la relación entre el aspecto forma y el impulso de la vida.

2. El estado intuitivo de percepción. En este nivel de conciencia hallamos a los Maestros de Sabiduría efectuando Su trabajo, y en esta esfera de influencia trabajan con tanta comodidad y facilidad, como un hombre de inteligencia normal lo hace en el plano físico. Sus mentes están constantemente en contacto con las mentes arquetípicas, custodias de las fórmulas, y Ellos, tomando los anteproyectos (hablo nuevamente en forma simbólica), tratan con las especificaciones, buscan a esas personas adecuadas para controlar el trabajo y reúnen al personal necesario. Descubren entre Sus discípulos al más apto para servir de punto focal de información en el plano físico, o al grupo más apropiado para llevar a la manifestación la parte deseada del Plan. Trabajan con quienes han sido elegidos, impresionando en sus mentes esa eterna triplicidad de idea cualidad forma, hasta que empiezan a surgir los detalles y puede seguir adelante el trabajo, que es literalmente una "precipitación".

3. La actividad del estado mental de la conciencia. En el plano mental es donde necesariamente se ha hecho gran parte de este trabajo y hay una razón suficiente para el desarrollo, en lo que al aspirante concierne, de un intelecto entrenado. La "nube de cosas cognoscibles" se precipita ante todo en el plano mental, y una precipitación posterior se produce cuando discípulos y aspirantes son receptores. Estos últimos, a su vez, procuran impresionar y guiar a los trabajadores y aspirantes menores que, kármicamente o por elección, se hallan dentro de su radio de influencia. De ese modo la "idea" presentada es captada por muchas mentes y el aspecto fórmula del gran trabajo ha desempeñado su parte.

Puede verse que este trabajo es esencialmente trabajo grupal, y por lo tanto, sólo posible para quienes hayan dominado en parte el proceso de meditación y pueden "mantener la mente firme en la luz". En realidad esta luz emana de la Mente Uni-versal, es de diversas clases, fue generada (esotéricamente hablando) en un sistema solar anterior y debe utilizarse y desarrollarse en el actual.

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Con las palabras "la luz de la intuición" se imparte a nuestras mentes el tipo de energía que encarna el propósito, la voluntad de Dios, el Plan, tal como lo consideramos. En las palabras "la luz del alma", tenemos la expresión que resume el propósito, el plan, la voluntad, de esas entidades que, encarnadas en la forma humana, actuando a veces fuera del cuerpo, tienen la responsabilidad de materializar los divinos conceptos en los cuatro reinos de la naturaleza. El reino humano es, por exce-lencia, el medio de expresión de la Mente Universal, y cuando los hijos de Dios sean humanamente perfectos, los problemas del mundo natural serán resueltos en gran parte. Los hijos de Dios plenamente conscientes, conscientes de sí mismos mientras es-tán en la forma humana (pero aún son muy pocos), constituyen el cerebro de la vida planetaria.

Hay una verdadera significación oculta en las palabras "arrojar luz" sobre un problema, una condición o una situación. En su significado esencial quiere decir la revelación de la idea presentada, del principio que subyace en la manifestación externa. El reconocimiento de la realidad espiritual interna produce la forma externa visible. Ésta es la nota clave de todo el trabajo simbólico. La tarea de comprobar las fórmulas y trazar los planos o diseños subjetivos de impresión intuitiva, más la intensa actividad en el plano mental, es exclusiva de la jerarquía planetaria organizada. La segunda fase del trabajo es llevada adelante por aquellos trabajadores que, colaborando conscientemente con la Jerarquía, demuestran la realidad de ese trabajo en los tres mundos de la evolución humana. Llevan el germen de la idea y el concepto embrionario a una externa y completa existencia, mediante el proceso del correcto pensar, el despertar del anhelo y el fomento de la correcta opinión pública. Así se efectúa la necesaria actividad física.

Aspirantes, dirigentes de grupos y pensadores de todas partes del mundo, pueden estar dispuestos para este trabajo siempre que sus mentes estén abiertas y enfocadas. De acuerdo a la sencillez de su acercamiento a la verdad, la claridad de su pensamiento, su influencia grupal y su estado de percepción incluyente, y a su poder de soportar el prolongado esfuerzo, así se asemejará la forma externa a la idea interna y a la realidad espiritual subjetiva.

Trato de poner de manifiesto que el lector común de estas instrucciones nada tiene que hacer con las fórmulas. Captadas y comprendidas por los grandes Conocedores que están tras el proceso evolutivo, son responsables de su actividad funcional. La Jerarquía de Maestros, los iniciados mayores y los discípulos, prosiguen firmemente con ese trabajo; pero de acuerdo a la Ley ello depende de quienes deben producir las formas externas en el plano físico. Si fracasa la respuesta, habrá demora o construcción incorrecta; si cometen errores, habrá pérdida de tiempo y de energía, y nuevamente demora; si pierden interés y dejan de trabajar o se interesan principalmente en sus propios asuntos y personalidades, el Plan tendrá que esperar, y la energía disponible para resolver los problemas humanos y guiar a la humanidad, deberá encontrar salida en otras direcciones. Nada es estático en el proceso creador; la energía que fluye en el palpitar de la Vida una, y en su rítmica y cíclica actividad –que nunca finaliza ni descansa—, es utilizada en alguna parte y halla su camino en al-guna dirección, a menudo (cuando el hombre falta a su deber) con resultados catastróficos. El problema de los cataclismos, la causa del constante y acrecentado peligro de los insectos, por ejemplo, se relaciona con el influjo de energía no utilizada ni reconocida, factible de correcta orientación y propósito, y sirve al progreso del Plan si los aspirantes y discípulos del mundo asumen sus responsabilidades grupales, sumergen sus personalidades y logran verdadera realización. La humanidad debe ser más activa e inteligente en el cumplimiento de su verdadero destino y obligaciones kármicas.

 

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Cuando los hombres estén universalmente en armonía con los custodios del plan, y sus mentes y cerebros sean iluminados por la luz de la intuición, del alma y de la mente universal, y cuando puedan entrenarse a sí mismos para responder inteligentemente a los impulsos oportunos que cíclicamente emanan del aspecto interno de la vida, entonces habrá un constante ajuste entre la vida y la forma y un rápido mejoramiento de las condiciones mundiales. Es interesante recordar que el primer efecto de la respuesta a las fórmulas, de los hijos más avanzados de los hombres, según traducidas y trasmitidas por los Conocedores, será el establecimiento de correctas relaciones entre los cuatro reinos de la naturaleza, y también entre unidades y grupos de la familia humana. Se está dando un paso en esta dirección. Las relaciones entre las cuatro esferas de actividad que llamamos humana, animal, vegetal y mineral, no están actualmente bien ajustadas, porque la energía de la materia es principalmente el factor regente. En el reino humano la actuación de esta energía se manifiesta en lo que llamamos egoísmo. En el reino animal se demuestra en lo que llamamos crueldad, y no se puede criticar allí donde sólo existe el sentido instintivo y temporario de responsabilidad. En el reino vegetal estos ajustes equívocos se demuestran durante el período planetario de abuso y enfermedad.

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¿Les sorprende esto? La enfermedad tiene sus raíces principalmente en los desajustes y en las fuerzas mal dirigidas del reino vegetal; éste afecta a los reinos animal y mineral y por consiguiente al humano. La demostración de esto se halla aún muy lejana, pero cuando sea comprendido, los investigadores deberán enfocar la atención en ese reino de la naturaleza y la extirpación de las enfermedades encontrará eventualmente su solución.

 

 

 



 

 

 

 


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