“Toda
enfermedad es el resultado de la inhibición de la vida del
alma. Esto es verdad en las formas de todos los reinos.”
La enfermedad es el producto de tres influencias y está sujeta
a ellas.
Primero. El pasado del hombre, en el que paga el precio de antiguos
errores;
Segundo,
su herencia, donde comparte con todo el género humano las contaminada
energía de origen grupal;
Tercero,
su participación en todas las formas naturales de aquello que
el Señor de la vida impone a Su cuerpo.
Estas tres influencias son denominadas la Antigua Ley de participación
del Mal. Algún día ésta cederá su lugar
a la nueva Ley del Antiguo Bien Predominante que reside detrás
de todo lo que Dios ha creado. Esta ley debe ser puesta en vigencia
por la voluntad espiritual del hombre.
El cáncer es un legado de la humanidad atlante en el hombre
moderno y el flagelo de esta enfermedad fue el principal factor que
devastó a los habitantes de la antigua Atlántida. Las
raíces de este terrible mal está profundamente asentada
en la naturaleza emocional o de deseo, y cimentada en el cuerpo astral.
Hoy, debido a la enorme extensión del tiempo involucrado y
a las incalculables generaciones que han muerto sobre la tierra, los
gérmenes de la temida enfermedad del cáncer se hallan
en el mismo suelo en que vivimos, infectando al reino vegetal y también
a la familia humana. En el reino mineral existe una analogía
de las dolencias sifilíticas del hombre.
Los gérmenes son organismos vivientes grandes o pequeños.
Se introducen en el mecanismo humano por intermedio de la fuerza vital,
que a su vez utiliza al corazón como corriente sanguínea
y como agentes de distribuidores, de la misma manera que la energía
de la conciencia utiliza el sistema nervioso y al cerebro como agente
distribuidor.
El cuerpo astral es un conglomerado de fuerzas que penetra en la conciencia
en forma de DESEOS, IMPULSOS, ANHELOS, CAPRICHOS, DETERMINACIONES,
INCENTIVOS Y PROYECCIONES, sentando las bases para las verdades que
contienen las enseñanzas de la sicología moderna.
El uso y abuso de la vida emocional (principal factor que predispone
a la mala salud) inunda la naturaleza inferior con la energía
mal dirigida o desviada. En la correcta trasmutación reside
la cura del cáncer y con el tiempo eso será reconocido.
LAS PREOCUPACIONES Y LA IRRITABILIDAD son
peligrosas porque reducen la vitalidad del hombre que llega a ser
susceptible a la enfermedad.
Cuando el curador invoca, la energía concentrada seguirá
al pensamiento y así estimulará la zona que rodea al
cáncer (es decir, los tejidos sanos) para que sean absorbidos
los tejidos enfermos y débiles, por los tejidos sanos y fuertes.
Si la energía es dirigida directamente al cáncer la
condición cancerosa será estimulada y la dolencia se
multiplicará. La curación del cáncer en sus primeras
etapas se hace en dos etapas:
1. La estimulación de los tejidos sanos
2. La construcción de nuevos tejidos para reemplazar a los
enfermos, los
cuales son expulsados y absorbidos gradualmente.
Ninguna
persona integrada que funciona activamente, tiene predisposición
para contraer una enfermedad como el cáncer o cualquier otra
enfermedad, como sucede con las personas de tipo emocional. Una vida
plenamente activa impide una enfermedad como el cáncer, aunque
no siempre.
A medida que las fuerzas vitales circulan más lentamente y
se acerca a la vejez, a menudo aparece el cáncer.
Para
vitalizar el cuerpo vital, rayos solares, proteínas y vitaminas.
Evitar la fatiga y la preocupación. Una vida normal sensata,
regulada, es la mejor manera de lograr una mayor vitalidad.
Los
baños de mar tienen afecto definido en la sanidad del cuerpo
físico. El agua de mar incidentalmente absorbida por la piel
y la boca, tiene un efecto vitalmente profiláctico.
Texto
aportado por Enrique Guerrero
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