ETAPAS DEL DISCIPULADO, 1

ALICE ANN BAILEY- MAESTRO TIBETANO

(Djwhal Khul)  

Extractos del libro Discipulado en la Nueva Era, Tomo I

 

 

 

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LAS SEIS ETAPAS DEL DISCIPULADO

NOTAS DE INTRODUCCIÓN


1. La etapa en que el Maestro hace contacto con el discípulo en el plano físico por intermedio de otro discípulo, es la etapa del "Discipulado Primario".

 

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2. La etapa en que un discípulo avanzado dirige al discípulo desde el nivel egoico, es la etapa del "Discípulo que está en la Luz".

 

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3. La etapa en que, de acuerdo a la necesidad, el Maestro establece contacto con el discípulo mediante:

a. Un vívido sueño.
b. Una enseñanza simbólica.
c. La forma mental de un Maestro.
d. El contacto en la meditación.
e. Una entrevista en el Ashrama del Maestro, recordada nítidamente.

Ésta es definidamente la etapa del Discípulo que ha sido Aceptado.

 

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4. La etapa en que, habiendo demostrado su sabiduría en el trabajo y su comprensión del problema del Maestro, se le enseña al discípulo (en casos de emergencia) cómo atraer la atención del Maestro, extraer de Su fuerza, conocimiento y consejo. Este acontecimiento es instantáneo, y el Maestro no pierde prácticamente tiempo. A esta etapa se le aplica el peculiar nombre de "Discípulo que está en el sutratma o hilo".

 

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5. La etapa en que se le permite al discípulo conocer el método por el cual puede iniciar una vibración y un llamado que le permite entrevistarse con el Maestro. Esto se otorga únicamente a esos discípulos a quienes se les puede confiar que utilizarán el conocimiento sólo para las necesidades del trabajo; ninguna razón o dificultad de la personalidad los impulsará a emplearlo. A esta etapa se la denomina "Discípulo dentro del aura".

 

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6. La etapa en que el discípulo puede hablarle al Maestro en cualquier momento, por estar siempre en estrecho contacto con Él. En esta etapa se le prepara definidamente para una iniciación inmediata, o habiéndola recibido, se le confía un trabajo especializado en colaboración con su Maestro. A esta etapa se la denomina "Discípulo dentro del corazón de su Maestro".

 

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7. Hay una etapa posterior de más estrecha identificación, donde se produce una mezcla de Luces, pero no hay términos apropiados para denominarla. Las seis etapas mencionadas fueron parafraseadas para la comprensión occidental y no deben considerarse como traducciones de antiguos términos.

 

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SEIS PALABRAS PARA LOS DISCÍPULOS

1. La Recapitulación, da por resultado la concentración.
2. La Respuesta, da por resultado la interacción entre lo superior y lo inferior.
3. La Radiación, da por resultado la enunciación.
4. La Respiración, da por resultado el trabajo creador.
5. La Reunión, da por resultado la unificación.
6. La Reorientación, da por resultado la clara visión del Plan.

 

 

 

LA SUBLIMACIÓN DE LAS CINCO ETAPAS HUMANAS

Etapa I

La vida ha ascendido la empinada escala, empleando diariamente la forma. A través de los tres menores, progresando lentamente, fue recorrido el largo sendero. Otra puerta se ha abierto. Se emiten las palabras: "Entra en el camino del verdadero deseo".

La vida que sólo se conoce como forma se reviste de rojo vívido, el rojo del conocido deseo, y, a través del rojo, las ansiadas formas se aproximan, son captadas y retenidas, utilizadas y descartadas, hasta que el rojo cambia en rosa, el rosa en rosado pálido y el pálido rosado en blanco. Luego florece la pura y blanca flor de la vida.

Se ve el capullo de la pequeña rosa de la viviente vida, pero no la flor totalmente abierta.

 

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Etapa II

La imagen cambia de forma. Una voz que viene de muy cerca pronuncia otra frase. La vida continúa su camino. "Entra en el campo donde juegan los niños y únete a sus juegos". Al despertar en el juego de la vida, el alma atraviesa el portal.

En la amplia extensión del verde campo las innúmeras formas de la única Vida activa se divierten; en la danza de la vida tejen las numerosas formas que adopta Dios. El alma entra en el campo de juego del Señor" y juega hasta ver la estrella de cinco puntas brillantes, y exclama: "Mi Estrella".

 

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Etapa III

Fracasa el rojo deseo. Pierde su atracción. El campo de juego de los hijos de Dios ya no atrae. La voz surgida dos veces desde el mundo de la forma, habla ahora dentro del corazón. Pronuncia un desafío: "Pone a prueba tu propia valía. Posesiónate de la esfera anaranjada de tu centralizado propósito". En respuesta a la palabra pronunciada, el alma viviente, sumergida en la forma, emerge de las numerosas formas y se abre camino adelante. Aparece el camino del destructor, el constructor, y nuevamente el del que destruye las formas. Las quebrantadas formas no tienen el poder de satisfacer. La propia forma del alma constituye ahora el gran deseo y así se entra en el campo de juego de la mente.

En estos sueños y fantasías, se tiene a veces una visión –la visión de una flor de loto cerrada, de apretados pétalos, herméticamente sellados, sin aroma, aunque bañados en una fría luz azul.

Los colores anaranjado y azul se mezclarán en una época distante, pero el día está aún muy lejano. Su fusión baña de luz al capullo y trae su futura apertura. Que brille la luz.

 

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Etapa IV

La vida continúa en la oscuridad. Surge una voz distinta. "Entra en la caverna y descubre a los tuyos; camina en la oscuridad y lleva sobre tu cabeza una lámpara encendida". La caverna es oscura, solitaria; es fría y un lugar de numerosos sonidos y voces. Las voces de los innumerables hijos de Dios que permanecieron en el campo de juego del Señor, demandan luz. La caverna es larga y estrecha. El aire está invadido por la niebla. El ruido del agua que corre se une al impetuoso silbido del viento y al frecuente retumbar del trueno.

A lo lejos, confusa y casi imperceptiblemente, aparece una abertura ovalada de color azul. Abarcando ese espacio azul se ve una cruz de color rosa y, en el centro de la cruz, donde se unen los cuatro brazos, hay una rosa. Sobre el brazo superior fulgura un vibrante diamante, dentro de una estrella de cinco puntas.

El alma viviente arremete adelante hacia la cruz que le impide su camino hacia la vida, revelado y conocido.

Aún no ha ascendido a la cruz, por lo tanto, no la dejó atrás. Sigue avanzando el alma viviente con los ojos fijos en la cruz, y el oído atento a los quejumbrosos lamentos de las almas hermanas.

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Etapa V

¡Afuera hay vida y luz radiante! La caverna ha quedado atrás; la cruz fue derribada; el camino queda expedito. La palabra se oye con claridad dentro de la cabeza y no dentro del corazón. "Entra nuevamente en el campo de juego del Señor, pero esta vez dirige los juegos". El camino de la segunda hilera de peldaños se ha cerrado por un acto de la propia alma. El rojo deseo ya no rige la vida, pero la clara llama azul arde fuertemente. En el primer peldaño del camino cerrado él se vuelve atrás y desciende por la escalera que va al campo de juego, hallando los cascarones muertos que ha construido en una etapa anterior; pisa las formas descartadas y destruidas y tiende las manos en señal de ayuda. Sobre sus hombros se posa el ave de la paz; sus pies calzan las sandalias del mensajero.

¡Aún no ha alcanzado la plena gloria de la vida radiante! ¡Aún no ha entrado en la paz eterna! Pero debe trabajar y elevar a los pequeños.

 

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EL DISCIPULADO Y EL DOLOR

"Los hijos de Dios, que saben, ven y oyen (y sabiendo, saben que saben), sufren el dolor de la limitación consciente. En las más recónditas honduras del ser consciente, corroe profundamente el encono por la libertad perdida. Dolor, enfermedad, pobreza y pérdida son vistos tal como son, por lo cual se revela todo hijo de Dios. Sabe que en sí mismo, antes de ser prisionero en la forma, no conocía el dolor. Enfermedad y muerte, corrupción y dolor no le llegaban. Las riquezas del universo eran suyas, no sabía de pérdidas.

"Las vidas que entran en la forma juntamente con las vidas autoconscientes, las vidas dévicas que construyen las formas habitadas por todos los hijos de Dios, no conocen dolor, pérdida o pobreza. Una forma se descompone, otras formas se retiran y carecen de lo necesario para nutrir y mantener fuerte lo externo. Pero al carecer de voluntad e intención planificada, no se sienten incómodos ni demuestran una definida rebeldía“.

Cabe aquí una palabra respecto al dolor, aunque nada abstruso diré sobre la evolución de la jerarquía humana a través del dolor. Los devas no sienten el dolor como el género humano. La frecuencia de su ritmo es más constante, aunque está de acuerdo a la ley. Aprenden dedicándose al trabajo de construcción, incorporándose a la forma de lo que construyen. Crecen apreciando las formas construidas, y gozan de ellas y del trabajo realizado. Los devas construyen y la humanidad destruye, y en el descontento el hombre aprende mediante la destrucción de las formas. Así llega a conocer el trabajo de los grandes Constructores. El dolor de la lucha ascendente, a través de la materia, conduce al hombre hasta los Pies del Logos; el dolor se produce cuando sigue la línea de mayor resistencia, alcanzando así la cima de la montaña; el dolor es la destrucción de la forma y la obtención del fuego interno; el dolor es el frío del aislamiento que conduce al calor del Sol central; el dolor es quemarse en la hoguera para conocer finalmente la frescura del agua de la vida; el dolor es el viaje al país lejano, que da por resultado la bienvenida al Hogar del Padre; el dolor es la ilusión de haber sido desheredado por el Padre, que impele al Hijo Pródigo directamente al corazón del Padre; el dolor es la cruz de la pérdida total que devuelve las riquezas de la abundancia eterna; el dolor es el acicate que impele al esforzado constructor a llevar la construcción del Templo a la total perfección.

El dolor se aplica de muchas maneras y conduce al alma humana de la oscuridad a la luz, de la esclavitud a la liberación, de la agonía a la paz. Esa paz, esa luz y esa liberación, dentro de la armonía ordenada del cosmos, pertenecen a todos los hijos de los hombres.

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EXTRAÍDO DEL ANTIGUO COMENTARIO

"Las sedantes aguas refrescan. Lentamente traen alivio, abstrayendo la forma de todo lo que puede ser tocado. El calor febril estremecedor del deseo largamente reprimido, cede al fresco trago. El agua y el dolor se anulan recíprocamente. Largo es el trago refrescante.

"El fuego ardiente libera de todo lo que obstruye el camino de la vida. Llega la bienaventuranza, le sigue el fuego, como fuego sobre las aguas. El agua y el fuego se mezclan y producen la gran Ilusión. La niebla es el producto de la bruma, y el vapor y el ruido, que velan la luz, ocultan la verdad e interceptan al Sol.

"El fuego arde vorazmente. Desaparecen el dolor y las aguas. Aparecen el frío, el calor, la luz del día, la radiación del sol naciente y el perfecto conocimiento de la Verdad.

"Éste es el sendero para todos los que buscan la Luz. Ante todo, la forma y todos sus anhelos. Luego el dolor. Después las aguas sedantes y el surgimiento de un pequeño fuego. Aumenta el fuego, el calor está activo y dentro de la pequeña esfera realiza su ígneo trabajo. También se ve la humedad; a la densa niebla y al dolor se añade una penosa confusión, porque quienes emplean el fuego de la mente durante la primera etapa, están perdidos dentro de una luz ilusoria.

"Aumenta terriblemente el calor; luego se pierde la capacidad de sufrir. Cuando se trasciende esta etapa llega directamente el brillo del Sol y la clara y brillante luz de la Verdad. Éste es el sendero de retorno hacia el centro oculto.

"Aplica el dolor. Pide fuego, oh Peregrino, en un país extraño y desconocido. Las aguas limpian el barro y el limo de la naturaleza. Los fuegos consumen las formas obstaculizadoras que tratan de retener al peregrino, trayendo la liberación. Como si fuera un río, las aguas vivientes arrastran al peregrino hacia el Corazón del Padre. El fuego destruye el velo que oculta el Rostro del Padre".

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EL DISCIPULADO Y SU FINALIDAD

Existe un curioso y antiguo canto atlante que no se entona ya, pero en tiempos lejanos lo entonaba el iniciado que recibía la tercera iniciación -la culminante iniciación de ese período. La traducción de los símbolos en que fue escrito perdió lógicamente su ritmo y su poder. Reza así:

"¡Permanezco entre el Cielo y la Tierra! Visualizo a Dios; veo las formas que Dios tomó. Odio a ambos. Nada significan para mí, porque al primero no lo puedo alcanzar y no amo a las segundas.

"Me siento atormentado. No puedo conocer el Espacio y su Vida, de modo que no lo deseo. Conozco demasiado bien el tiempo y sus miríadas de formas. Pendo entre ambos y no deseo ninguno.

"Dios habla desde los cielos. Se produce un cambio. Escucho con oído atento, y escuchando vuelvo la cabeza. Aquello que visualizo y, aunque lo visualice, no lo puedo alcanzar, está más cerca de mi corazón. Los antiguos anhelos vuelven y mueren. Las viejas cadenas del espejismo se rompen. Me precipito hacia delante.

"Miríadas de voces hablan y detienen mis pasos. El tronar de los sonidos de la tierra apagan la voz de Dios. Me doy vuelta en el camino y visualizo nuevamente los prolongados goces de la tierra, de la carne y de los seres queridos. Pierdo la visión de las cosas eternas. La voz de Dios se desvanece.

"Nuevamente estoy atormentado, pero sólo por poco tiempo. Mi pequeño yo, oscila adelante y atrás, así como un ave vuela en el aire y se posa nuevamente en el árbol. Sin embargo, Dios, en su lugar elevado, supera a la pequeña avecilla. Así sé que Dios saldrá victorioso y que más tarde esclavizará a mí y a mi mente.

"Escuchen el alegre himno que canto; el trabajo fue realizado. Mi oído está sordo a los llamados de la tierra, excepto a esa pequeña voz de todas las almas ocultas en las formas externas, porque son como yo y con ellas estoy unificado.

"La voz de Dios es oye con claridad y, en sus tonos y sobretonos, las ínfimas voces de las pequeñas formas se esfuman y desvanecen. Habito un mundo de unidad. Sé que todas las almas son una.

"Me arrastra la Vida universal, y al precipitarme en mi camino -el camino de Dios- veo desaparecer las energías menores. Soy el Uno; yo, Dios. Soy la forma en la que todas las formas están sumergidas. Soy el alma en la que todas las almas están fusionadas. Soy la Vida, y en esa Vida todas las pequeñas vidas permanecen

Estas palabras entonadas en las antiguas fórmulas, en peculiares y seleccionadas notas, fueron muy poderosas y trajeron resultados definidos en ciertas antiguas ceremonias que desde hace mucho desaparecieron.

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PRIMERA PARTE

El mundo pasa hoy por un período de preparación y un intervalo de adaptación al nuevo mundo y nuevo orden que están viniendo a la existencia. Este nuevo mundo es en verdad una nueva creación, y los Maestros desempeñan sus actividades trabajando siempre por intermedio de Sus discípulos. En este período de preparación Ellos se ocupan actualmente entre otras cosas, de preparar discípulos para el trabajo constructor a fin de que presten servicio y reciban eventualmente la iniciación. Por lo tanto, se ocupan de formar nuevos grupos de discípulos que puedan integrarse gradualmente en los grupos existentes y estar a disposición del servicio mundial. Se proyectó hacer esto en amplia escala debido a la necesidad mundial y a la disposición de los aspirantes del mundo a enfrentar riesgos personales, incidentales al trabajo preparatorio.

 

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Existen reglas muy simples a las cuales me referiré, y constituyen la base de las verdades que ustedes aceptaron como necesarias para todo progreso espiritual. Los maestros aceptan estos requisitos y reconocen que los poseen todos aquellos que toman bajo Su tutela y los fusionan en sus grupos para prestar servicio, y son:

 

 

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1. La reconocida necesidad de sintonizarse, hasta donde le es posible al aspirante individual, con la necesidad mundial, a medida que aparece gradualmente. Debe tenerse en cuenta que los requisitos, para quienes desean trabajar y traer a la existencia el nuevo mundo, serán muy distintos de los del pasado. No debe olvidarse esto. La necesidad mundial debe ser encarada mental y espiritualmente, no emocionalmente. Muchos aspirantes y seudo-discípulos son emocionales, evitan enfrentar los hechos existentes y abordan los problemas con sus propias ideas preconcebidas de servicio y con sus propios idealismos establecidos.

 

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2. La adquisición de un sentido más sutil de los valores. Descanso, ocio, diversión, discusiones y críticas, no tienen cabida en la vida de un discípulo durante los próximos años. Se requerirá un sensato manejo del mecanismo físico, más una divina indiferencia a todo sentimiento personal y a las reacciones de la salud. Completa dedicación a satisfacer la necesidad humana; total consagración al Plan; colaboración inteligente con aquellos que reconocen que son discípulos avanzados; precaución adecuada para emprender una acción correcta en cualquier circunstancia, a fin de no perjudicar su eficiencia; conservación de la energía por el silencio, y constante radiación, basada en el olvido de sí mismo -eso es lo que hoy se exige al discípulo en el mundo, y es lo que la Jerarquía espera y lo que eventualmente abrirá la puerta de la iniciación. Esa puerta deben abrirla hoy con más amplitud los discípulos aceptados del mundo, para que los miembros de la raza humana puedan entrar con mayor facilidad. No la abrirá el interés en sí mismos.

 

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3. El desarrollo de una mente fluida y una actitud que reconozca el hecho de que -aunque el Plan permanece- las técnicas, las presentaciones, los idealismos y los métodos, deben necesariamente cambiar. Esto no es fácil. El Plan, tal como lo he delineado en el pasado, sólo era un delineamiento estructural y simplemente una estructura básica subyacente. Constituyó el armazón de acero para el venidero nuevo mundo, en lo que respecta a esa parte del mismo que ustedes podrían ayudar a materializar.

No es fácil para la persona común ser flexible y cambiar detalles y métodos en relación con lo enseñado en el pasado, y sobre lo cual ha desarrollado ideas definidas y características. Por lo tanto, ¿están dispuestos a arrojar las ideas por la borda y trabajar para satisfacer la necesidad del nuevo mundo bajo las nuevas y entrantes influencias?

 

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El Maestro puede depender y confiar más en el discípulo que -en los períodos de cambio- mantiene lo bueno y fundamental, mientras rompe con el pasado y le agrega lo que es de utilidad inmediata en el presente. La actitud de la contemporización espiritual es correcta, necesaria y muy rara de encontrar. La mayoría de las cosas sobre las cuales discuten y argumentan los discípulos, concierne a los métodos y eventos relativamente no esenciales; se ocupan de cuestiones de organización, las cuales no son tan importantes como la unidad interna de visión y la capacidad de aceptar las cosas cuando nada malo está involucrado y un colaborador no tiene el mismo punto de vista. Los discípulos no deben constituirse en obstáculos mediante la autoafirmación o la imposición de sus propias ideas o autoritarismos, basados en procedimientos antiguos. Reflexionen sobre esto. El buen trabajo puede verse grandemente obstaculizado por el discípulo que siempre está seguro de tener razón y considera infaliblemente correcta su interpretación respecto a la necesidad, y que los demás deben también amoldar su colaboración a los procedimientos que él ha planeado. La tarea del discípulo moderno es sentir la necesidad y luego satisfacerla, siendo, además, parte de la nueva y emergente técnica de la invocación y evocación.

 

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La vida del discípulo es un gradual y firme avance hacía el centro, pues los discípulos aceptados son definidamente parte de la Jerarquía. La Jerarquía es un lugar de fusión de todas las almas, en los niveles superiores del plano mental y progresará hacia el centro de fusión en la medida en que una persona sea impresionada y controlada por el alma y luego se identifique con ella. A medida que se acreciente su amor por la humanidad y disminuya el interés en sí mismo, así progresará hacia ese centro de luz y amor, donde los Maestros residen como seres espirituales.

 

 

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Más adelante consideraremos las diversas etapas del discipulado, pero mientras tanto sería de valor que enfocaran su atención sobre la relación de la Jerarquía con todos los discípulos aceptados. Les interesa profundamente el tema porque son simplemente aspirantes. El principiante hace todo tipo de preguntas sobre cualquier tema concebible. El discípulo entrenado se preocupa mucho del Plan y está tan imbuido de amor por sus semejantes, que dedica toda su atención a servir al Plan y no a su progreso individual o al Maestro. Cuanto más se acerca al centro y al Maestro, menos atención le presta el Maestro, ni él se preocupa de pensar en el Maestro. En las primeras etapas pensará mucho, lógicamente, sobre su relación con la Jerarquía, con el Maestro y con su propia alma. En la etapa intermedia, tratará de lograr un sentido de proporción y un correcto ajuste interno, de manera que "enfrenta dos caminos, y en cada uno ve la misma visión". En las etapas finales, la conciencia del discípulo, que es a la vez Maestro, es absorbida en la Voluntad del Creador; su actitud es de amor inalterable y su trabajo de radiación -radiación que evoca actividad en los demás y respuesta en sus semejantes-, lo cual lleva al Plan un paso adelante y satisface la necesidad inmediata de la humanidad.

 

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En este trabajo creador, al cual me acabo de referir y al que todos los discípulos pueden contribuir, la obra y tarea de los Maestros consiste en proyectar en el mundo esos pensamientos e ideas divinos y esos conceptos y significaciones que representan, en cualquier momento, el Plan inmediato para la humanidad. Por lo tanto, el Maestro busca esas mentes sensibles al Plan. No busca personas seudo-buenas. El olvido de sí mismo y la bondad directa significan siempre inofensividad, que significa el máximo bien. Busca a las personas que pueden responder al unísono a ese aspecto del Plan del cual el Maestro es responsable, y a quienes se les puede enseñar a subordinar la personalidad a sus exigencias, que no tienen propósitos egoístas y nada desean, sino ayudar al Maestro y a los discípulos avanzados que trabajan bajo Su supervisión, en algún aspecto del Plan. Implica, como ya señalé, enseñarles a adaptarse y a reconocer los verdaderos valores, que tengan ideas fluidas y trabajen altruistamente para sus semejantes.

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En el grupo de un Maestro no se enseña a los discípulos a reajustar la personalidad y hacer contacto con el alma; tampoco se impone la disciplina del carácter, ni se establecen rectas relaciones entre los miembros de un grupo menos avanzados y otro de discípulos más avanzados. Las reglas para que el alma controle son antiguas y bien conocidas, y deben ser practicadas durante largos períodos antes de alcanzar la etapa del discipulado aceptado. La contienda entre la naturaleza inferior y el desarrollo de las cualidades necesarias, que son esenciales para el trabajador del mundo, constituyen el tema común en la experiencia de la vid a, por consiguiente, la humanidad, en los niveles inteligentes, lleva a cabo constante y firmemente este entrenamiento. La capacidad de trabajar en colaboración con otros en un trabajo dirigido, forma parte del proceso evolutivo y es inevitable. Quiero dejar debidamente aclarado que las prácticas de índole purificadora y el desarrollo de hábitos mentales correctos, constituyen la mayor empresa en la vida de un aspirante y no en la del discípulo.

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Son consideradas incidentales y fundamentales y conciernen al manejo del yo personal, y es la tarea del alma individual llevada a cabo bajo la supervisión del alma y no de un Maestro. ¿Cuál es, por lo tanto, la contribución y el trabajo que debe hacer el discípulo?

El grupo de cada Maestro se caracteriza por su contenido mental, al cual contribuyeron los discípulos, y el Maestro lo emplea en su trabajo para la humanidad. Por lo tanto, la vida mental de todo discípulo debe estar condicionada por tres factores:

1. Por su poder, el cual depende de su correcto instinto espiritual, correctas comprensión e interpretación de las ideas y la debida formulación de las mismas.

2. Por su pureza, la cual se desarrolla en forma natural por la creciente capacidad de amar sin límites ni separaciones, por la clara visión e ininterrumpida afluencia de la fuerza del alma.

3. Por su correcta precipitación, precipitación del pensamiento, debido a la intención claramente dirigida y a la comprensión del propósito para el cual existe un grupo de discípulos, y la acrecentada participación inteligente en la actividad creadora del Maestro.

 

 

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El grupo de un Maestro es un foco de poder, construido por Él de acuerdo a tres métodos:

1. Por la potencia de Su propia vida mental, evocada por Su respuesta al unido propósito jerárquico y su creciente capacidad de responder a Shamballa.

2. Por Su capacidad de integrar el centro de poder (grupo del cual se hizo responsable) en la actividad inmediata de la Jerarquía.

3. Por Su sabiduría al elegir los colaboradores. Su grupo de discípulos será eficiente en su servicio mundial y útil a Sus superiores, en la medida del criterio que emplea para reunir personas a las cuales está preparando para la iniciación.

 

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Aplico aquí la palabra "iniciación", porque quiero que todos los discípulos que leen mis palabras comprendan que la iniciación no es algo por lo que ellos pasan como resultado de algún entrenamiento que pueden recibir de un Maestro, o porque llegaron a cierta etapa de evolución avanzada. Es un proceso de continua integración en centros de fuerza, es decir, en el grupo de un Maestro y, conscientemente, en la Jerarquía como un todo y -cuando los discípulos llegan a ser adeptos- en Shamballa. Por lo tanto, como podrán ver, un Maestro puede ser grandemente obstaculizado o ayudado en el trabajo que realiza para la humanidad, por los discípulos que ha elegido. Deben reflexionar sobre este hecho, porque al hacerlo se desarrollará más rápidamente el proceso de descentralización, aumentará en consecuencia su amor y servicio y obtendrán paralelamente mayor certeza y seguridad.

 

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Quisiera que todos los discípulos captaran esto con claridad y que introduzcan en sus conciencias la idea de contribución, vigilando cuidadosamente su vida mental, de modo que contenga lo que pueda acrecentar el poder y la pureza del ideal que en determinado momento predomine en el grupo, y que sea de tal calidad que precipite ese "depósito de pensamiento" con el cual todos los discípulos pueden estar en armonía y tengan el derecho a utilizarlo.

 

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Quisiera también recordarles que el grupo de un Maestro es un centro de energía donde el discípulo es precipitado, y el efecto sobre él, como personalidad, es eliminador y evocador. Ambas palabras abarcan la vida de todo discípulo. Describen singularmente lo que está aconteciendo en la humanidad, a medida que prosigue lentamente el proceso (predicho tanto tiempo) de la exteriorización de la Jerarquía y el restablecimiento de los Misterios en el plano externo. La Jerarquía constituye esencialmente el grupo del Señor del Mundo, es Su Ashrama. Esta declaración enuncia una verdad relativamente nueva en lo que al conocimiento humano concierne. Antes de que la Jerarquía pueda trabajar más abiertamente y obtener un mayor reconocimiento del género humano, debe eliminarse el odio y todo sentimiento de separatividad y evocarse la buena voluntad y las rectas relaciones humanas, como resultado de la actividad de todos los discípulos. El amplio reconocimiento del mal de la guerra actual y de los errores en toda política nacional, quizás produzca eventualmente una actitud general, que aclarará el camino para los necesarios y correctos reajustes. El proceso del despertar y de la consiguiente lucha que experimentan los discípulos en sus vidas individuales, los prepara para entrar en la etapa de discípulo aceptado.

El vórtice de fuerza en el cual el discípulo es sumergido (en virtud de su propio esfuerzo y por decisión de su Maestro) necesariamente lo entrena para manejar esas energías, que son la sustancia de toda creación, permitiéndole contribuir a la creación del nuevo mundo. Hay siempre un nuevo mundo en proceso de formación; la nota clave para el trabajo de todo discípulo puede ser resumida con palabras familiares: "He aquí, hago todas las cosas nuevas.

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SEGUNDA PARTE

Cuando se discurre sobre la etapa del discipulado surgen siempre dos preguntas: el problema de la obediencia oculta y la naturaleza de la visión. Quisiera ocuparme de éstas desde el comienzo, antes de prestarles ayuda. ¿Cuál es esa obediencia oculta que se supone exige el Maestro? Actualmente los Maestros se ocupan de los discípulos de mentalidad superior, que creen en la libre voluntad y conciencia humanas y se resisten a la imposición de cualquier supuesta autoridad. El hombre intelectual no acepta que se infrinja su libertad y, básicamente, tiene razón. Objeta tener que obedecer, lo cual hoy es axiomático. De esta cuestión fundamental derivan otras secundarias, que quisiera citar. El discípulo ¿debe obedecer a la menor insinuación que haga el Maestro?; ¿Cumplir cualquier requisito y sugerencia?; ¿aceptar como cierto e infaliblemente correcto todo cuanto el Maestro dice?, o ¿comete un error cuando se niega a aceptar el punto de vista y las declaraciones que el Maestro pueda hacer? El hecho de ser un discípulo aceptado ¿limitará su libertad de opinión o de elección, coartará su razonamiento y lo convertirá en una simple réplica mental de las ideas del Maestro? Estas preguntas son muy importantes.

 

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Lo que se requiere es obediencia al Plan, no obediencia al Maestro, por más que lo enseñen las escuelas ocultistas de tipo antiguo. La obediencia que se pide está basada en el creciente reconocimiento del Plan para la humanidad, tal como surge en la conciencia de cada uno a través del proceso de meditación y el servicio definido, basado en un creciente amor hacia sus semejantes. La obediencia que se solicita es la de la personalidad al alma, a medida que el conocimiento, la luz y el control del alma se hacen cada vez más potentes en la mente y en las reacciones cerebrales del discípulo.

 

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Este problema de la obediencia oculta no surgiría si la relación entre alma y personalidad, o entre discípulo y Maestro, fuera completa y sólidamente establecida. Todo el asunto consiste en la ceguera y la falta de conocimiento del discípulo. A medida que se afirma la relación, no pueden surgir divergencias fundamentales de opinión; las metas del alma y de la personalidad se mezclan y fusionan; los objetivos ante el discípulo y el Maestro son los mismos, y la vida grupal condiciona el servicio que ambos prestan. Las limitaciones del discípulo despiertan por lo tanto la duda y el temor de que el Maestro y su alma le exijan demasiado ¿no es verdad, hermano mío? Lo que hace vacilar ante la palabra obediencia, es el aferramiento a las interpretaciones, deseos e ideas de la personalidad. Lo que impide aceptar inmediatamente las sugerencias de los Maestros, literal y efectivamente, es el amor a sí mismos y a sus propios puntos de vista. Quisiera recordarles que el Maestro sólo hace sugerencias al discípulo, aunque puede hacer afirmaciones positivas acerca de los asuntos humanos. Estas afirmaciones podrán ser totalmente correctas, sin embargo, el neófito está generalmente enceguecido o influido por su propio punto de vista para aceptarlas. Sólo se puede obedecer cuando se ha desarrollado cierta comprensión y se posee visión incluyente; si se carece de ellas, con el transcurso del tiempo se hará lo que el Maestro solícita.

 

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Esto nos lleva al asunto de la visión, su naturaleza y amplitud. La visión que debe poseer el discípulo antes de ingresar en el grupo de un Maestro, ¿debe ser un proceso de gradual desenvolvimiento o el recuerdo inconsciente de algo sentido y visto anteriormente? He aquí el nudo del problema. Permítanme dar una explicación. La visión es una manera simbólica de experimentar la revelación. El desarrollo gradual de cada uno de los cinco sentidos trajo el constante surgimiento de la revelación del mundo de Dios y la continua expansión de la visión. El desarrollo de la vista produjo una aptitud sintética para enfocar los resultados de todas las visiones menores, llevadas al punto de revelación por los otros cuatro sentidos. Luego le sigue la visión revelada por el "sentido común" de la mente. En su estado más desarrollado se presenta como percepción mundial, en lo que a los asuntos humanos concierne y produce frecuentemente los vastos planes personales de los dirigentes mundiales en los distintos campos del vivir humano. Pero la visión a que me refiero consiste en llegar a ser conscientes de lo que el alma conoce y ve, empleando la clave que abre la visión del alma, la intuición, que debe aplicarse inteligente y conscientemente sólo cuando los asuntos de la personalidad van quedando bajo el umbral de la conciencia.

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Quisiera preguntarles: ¿En qué grado la actual denominada visión depende de lo que otros han visto, y de cuanto han descubierto por sí mismos, ascendiendo ardua y empeñosamente al Monte de la Visión y (desde esa cima alcanzada por sí mismos) viendo más allá del horizonte la siguiente cumbre de realización para la humanidad? Un discípulo llega a ser aceptado cuando comienza su ascenso hacia la visión, hacia la cima de la montaña y, también, cuando puede registrar conscientemente lo que ha visto y comienza a hacer algo constructivo para materializarlo. Esto ya comenzaron a hacerlo muchos. Un hombre llega a ser un discípulo mundial, en sentido técnico, cuando la visión es para él un factor importante y determinante en su conciencia, a lo cual subordina todos sus esfuerzos diarios. No es necesario que alguien le revele el Plan. Él sabe. Ajusta su sentido de proporción a la revelación, y su vida está dedicada a traer a la existencia efectiva la visión, en colaboración con su grupo.

 

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Por lo tanto es un proceso que se desarrolla gradualmente, hasta llegar a cierta etapa. Una vez alcanzada la visión ya no es un factor dominante, sino el campo de la experiencia, del servicio y de la realización. Reflexionen sobre esto. Algún día comprenderán. Una desviación inconsciente nos aparta de la visión y una orientación consciente nos lleva hacia ella. Hay un aspecto de la visión que frecuentemente lo olvidan muchos discípulos. Ésta es la necesidad -inherente a la justa apreciación de la visión misma- que registran todos aquellos que se convierten en "dadores de la visión". En el momento en que esto sucede toda la situación cambia. En la mente de los principiantes surge la idea de ir detrás de la visión, descubrirla, capacitarse para hacer contacto con ella y con frecuencia la distorsionan, describiéndola en términos de verdades ya impartidas. La actitud del neófito se basa, por lo tanto, en la necesidad de alcanzar la visión para satisfacer las necesidades individuales y personales. Pero (en el sendero del discipulado aceptado) el discípulo debe abandonar esa actitud para estar en el sendero del auto-olvido espontáneo e inconsciente. Una vez percibida la visión se hace tan importante que todo sentimiento y adhesión a la misma desaparece aparentemente. Así es absorbido en la visión, y esta absorción tiene lugar en el plano físico. Tanto la mente como el cerebro se preocupan de lo que el alma sabe y, para la personalidad, eso es siempre visión.

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Anteriormente me referí a la existencia de los discípulos y de los discípulos mundiales. Discípulo mundial es el hombre o mujer que lograron un verdadero ajuste entre lo particular y lo universal, entre lo específico y lo general y entre las propias condiciones de su esfera ambiental y el mundo externo de almas necesitadas. El problema que encaran estos discípulos no es de ajustar las relaciones entre el hombre espiritual interno, el alma, y su instrumento, el yo inferior personal, sino cumplir las obligaciones inmediatas de la personalidad y, al mismo tiempo, producir un efecto en el mundo circundante de los hombres, debido a un fuerte impulso interno y a la necesidad que sienten de hacerse cargo del servicio y de las responsabilidades de su Maestro y de su grupo. Estos hombres y mujeres son siempre discípulos aceptados en el sentido académico del término, y pueden ser receptores de la impresión espiritual, haciéndolo, si quieren, a voluntad. Son personas integradas desde el punto de vista de la personalidad, susceptibles en todo momento de establecer contacto con el alma. No alcanzaron la perfección porque aún no son Maestros; tienen por delante la cuarta iniciación, pero sus propias imperfecciones no constituyen el principal punto de ataque del alma ni su mayor preocupación; la necesidad y demanda mundiales de ayuda espiritual y psíquica, imperan en su conciencia. Poseen una clara visión respecto a las personas, pero básicamente no critican; reconocen automáticamente la imperfección, pero poseen comprensión amorosa y están dispuestos a ayudar en cualquier nivel donde la necesidad es grande.

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Los discípulos mundiales piensan en términos grupales, aumentando constantemente la inclusividad. Consideran a su propio grupo, circulo de colaboradores y campo de servicio, en su correcta proporción, porque no están desligados del Todo circundante. Son puntos focales activos para las Fuerzas de la Luz en los tres mundos del esfuerzo humano, y se encuentran en todo campo y escuela de pensamiento.

No definiré al discipulado activo, tal como se lo entiende comúnmente. Todo estudiante esotérico conoce su significación e implicaciones y sus responsabilidades. Trato de desarrollar en ustedes ese sentido de la necesidad mundial y esa utilidad que hará de cada uno que lee y comprende mis palabras, un discípulo de verdad y de hecho. La tarea primordial del Maestro `consiste en desarrollar en Sus discípulos ese sentido mundial que les permitirá ver la situación inmediata que se destaca del trasfondo del pasado, iluminado por la Luz del conocimiento del Plan, que siempre concierne al futuro -excepto para esos raros espíritus que siempre piensan en términos del Todo. El anteproyecto del plan inmediato está en manos de los discípulos mundiales; la elaboración de estos planes bajo la inspiración y ayuda de los discípulos mundiales, está en manos de los discípulos aceptados de todas partes. Ni los discípulos mundiales ni los discípulos aceptados son místicos visionarios o vagamente idealistas, sino hombres y mujeres que tratan inteligente y prácticamente de trasformar el plan ideal en un experimento factible y triunfal en la Tierra. En esta tarea todos tienen la oportunidad de ayudar. La capacidad para llegar a ser discípulos mundiales depende eventualmente de la capacidad de descentralizarse y olvidarse de sus personalidades. Este olvido no involucra únicamente sus propias personalidades, sino también las personalidades de sus condiscípulos y colaboradores y de todos aquellos con quienes entran en contacto. Además, significa que en el futuro prestarán mayor servicio, impulsados a ello, porque sienten en sus corazones un ardiente amor por sus semejantes.

El factor que debe considerarse aquí, es que los discípulos se obstaculizan con frecuencia a sí mismos, porque no han aprendido a olvidar sus personalidades, se preocupan demasiado de sus fracasos y son conscientes de una verdadera ineptitud. Se preocupan excesivamente de los miembros del grupo y no del alma del grupo. Ustedes, como discípulos, también se preocupan en demasía de las relaciones interpersonales, por no estar suficientemente enfocados en el alma del grupo y en el Maestro, centro y foco de energía del grupo. Si dejaran de lado toda crítica, cultivaran la alegría de la relación y trataran siempre de participar juntos en toda bendición espiritual impartida para ayudar al mundo; si procuraran, como grupo, hacer contacto con el Maestro, y estuvieran en condiciones de conocer su grupo, eliminando toda ansiedad por el éxito o no, del servicio designado, ayudarían grandemente en la tarea que enfrenta el Maestro de cualquier grupo. La fusión necesaria siempre puede tener lugar entre los discípulos, cuando se unen en el nivel del alma y cuando el factor dominante es el servicio que se debe prestar y no cómo prestarlo, de lo cual es responsable cada discípulo independientemente.

 

 

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El Maestro no entrena a un grupo de hombres y mujeres para ser buenos y obedientes, cumplir Sus deseos y llevar a cabo Sus propósitos, sino para que se inicien y lleguen a ser Maestros, objetivo que nunca pierde de vista. Por lo tanto, como discípulos deben aprender a manejar fuerzas y a llevar energías a una esfera determinada de servicio, y este hecho deben tenerlo constantemente presente. Los discípulos son elegidos por el Maestro, pues, a pesar de todas las limitaciones personales y de acuerdo a su capacidad, responden individualmente a la visión inmediata de la unida Jerarquía y a los métodos que Ella se propone emplear para materializar esta visión. La visión jerárquica (hasta donde puedan comprenderla) es la respuesta de los Maestros a la impresión superior, a la cual están sometidos y a la que dan Su asentimiento de acuerdo al rayo y no a la etapa de desarrollo. El Maestro reconoce a quienes reconocen el Plan y tratan (con total y calificada dedicación) de ayudar a llevarlo a cabo. Luego los estimula grupalmente por tener idéntica visión y dedicación, lo cual les permite, bajo ese estímulo e inspiración, ser más efectivos en la línea de servicio elegida (auto-elegida). Por eso quisiera que reflexionen cuidadosamente sobre los siguientes reconocimientos.

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1. El reconocimiento de la visión.
2. El reconocimiento del Plan, porque visión y Plan no son la misma cosa.
3. El reconocimiento que el Maestro acuerda al grupo de aspirantes dedicados, cuando los acepta como Sus discípulos.
4. El reconocimiento de las ideas del Maestro, como metas para sus futuros esfuerzos.
5. El mutuo reconocimiento de ustedes, como almas y servidores.

 

Cuando se comprendan debidamente estos reconocimientos, la Jerarquía reconocerá eventualmente a un grupo de discípulos que podrá ser utilizado como canal, por el cual afluirá energía, luz y amor espirituales, a un mundo necesitado y agonizante. Entonces será dotado del poder de servir, pero no se lo otorgará el Maestro, sino que el grupo mismo engendrará ese poder, poder que manejan los discípulos y se obtiene como respuesta a una vida correctamente vivida y un amor plenamente ofrendado. Hay una gran ley contenida en las palabras: "a quienes todo lo dan, todo les será dado". Esto es verdad respecto al discípulo individual y al grupo de un Maestro. Muchos aspirantes al discipulado no conocen ni comprenden actualmente esta ley; tampoco se entregan plena ni libremente al trabajo de la Jerarquía, ni a quienes están necesitados. Mientras no lo hagan, limitarán su efectividad y cerrarán la puerta de la provisión, no sólo para sí mismos sino para el grupo servidor al cual están afiliados. Tal es la responsabilidad. La clave para la provisión es la inofensividad de la personalidad y la dedicación de todos los recursos individuales al servicio de los Grandes Seres, sin restricciones y con espontaneidad. Como discípulos, traten de vivir inofensivamente, en pensamiento, palabra y acción, y cuando material, emocional o temporalmente, nada se escatime y se aplique la fuerza física, y se donen los recursos con alegría, entonces el discípulo tendrá todo lo necesario para llevar a cabo el trabajo; esto atañe también a los grupos activos de servidores. Tal es la ley. Es innecesario decir que la perfección no es posible todavía, pero sí debe haber un mayor esfuerzo de los discípulos para dar y servir.

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Por lo tanto, llegará infaliblemente el día en que, como individuos y como parte del grupo de un Maestro, subordinarán sus vidas personales a la necesidad de la humanidad y a la intención del Maestro. Entonces serán y no lucharán tanto por llegar a ser; darán y no combatirán constantemente la tendencia a no dar; olvidarán sus cuerpos físicos y no les prestarán tanta atención (y el resultado será mejor salud); pensarán y no vivirán tan profundamente en el mundo de los sentidos; antepondrán sensata e inteligentemente y como un procedimiento normal, el trabajo del Maestro y el servicio a los demás.

¿Cuál es ese trabajo? Constituir un grupo activo, inteligente y consagrado de servidores por el cual los planes jerárquicos puedan llevarse a cabo y constituir en el plano físico un foco de energía espiritual. Entonces podrá ser empleado por la Jerarquía para ayudar a toda la humanidad, particularmente en esta época de crisis. Los planes de la Jerarquía, así como encarnan la voluntad de Shamballa, pueden ser llevados a cabo y lo son; sin embargo, el proceso puede ser, en forma consciente o inconsciente, una respuesta masiva a la impresión. Entre los discípulos del mundo, la respuesta y consiguiente actividad es hecha en forma consciente, lo cual conduce a empresas inteligentes.

La tarea del Maestro consiste en evocar en sus discípulos tal profundo y consagrado amor, más la comprensión de la oportunidad actual, que desaparecerán de sus conciencias los aspectos personales de sus vidas, y su principal preocupación será: ¿Cuál debe ser mi servicio actual? ¿Cuáles son las cosas no esenciales de la vida, a las que no debo prestar atención? ¿Cuál es la tarea que debo realizar? ¿A quiénes puedo ayudar? ¿A qué aspecto del trabajo del Maestro debo prestar máxima ayuda? Todos estos interrogantes deben ser contestados con equilibrio, inteligencia y sin fanatismo.

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TERCERA PARTE

Al considerar el tema sobre el discipulado quisiera recordar les ciertas cosas. Si reflexionan sobre ellas cambiarán sus ideas respecto a lo que constituye el discipulado, a la vez que se enriquecerá el concepto general en lo que a este tema respecta.

El primer punto que quisiera aclarar es que los discípulos aceptados se entrenan para la iniciación. Si no logran captar este hecho al acercarse al sendero del discipulado y no prestan amplia colaboración, postergan el momento de la iniciación. Si lo captan lo demostrarán en la intensificación del servicio que prestan. El servicio planificado es una de las formas de entrena miento. Los discípulos, en las primeras etapas de su trabajo, tienden principalmente a interesarse en sí mismos y en sus re acciones y actitudes hacia el Maestro, pues consideran de máxima importancia el hecho de trabajar en el grupo de un Maestro.

 

El segundo punto que quisiera hacer resaltar es la gran diferencia que existe entre el grupo de un Maestro y Su Ashrama. Pocas veces lo comprenden. Muchos pueden pertenecer al grupo de un Maestro, pero el personal de Su Ashrama es extraído de ese grupo. En un grupo, el Maestro es consciente del discípulo aspirante y está en contacto con él; éste ha establecido un definido vínculo con el Maestro, pero ha involucrado la relación de la personalidad y también la del alma. En el Ashrama y dentro de la esfera de su influencia, sólo se hallará lo que pertenece al alma. Nada de lo personal puede entrar, pues en el Ashrama nunca llegan las reacciones, defectos, limitaciones y pensamientos de la personalidad, ni lo material y relacionado con la naturaleza inferior. Por lo tanto, en las primeras etapas del trabajo y durante largo tiempo, probablemente el discípulo poco o nada podrá contribuir. Sólo lo intuido en forma positiva y las impresiones e impulsos definidos, provenientes del alma, que pudo haber evocado el discípulo (por la meditación y la creciente pureza de intención), contribuirán en parte a la vida del Ashrama. En consecuencia, hay una ley que protege al Ashrama de las limitaciones del discípulo. He empleado la palabra "ashrama" en forma bien definida, para que puedan discernir entre un grupo y un ashrama, el cual está formado básicamente por aquellos que a través del conocimiento, devoción y servicio, se abrieron camino desde un grupo a un centro interno, donde la energía, sabiduría y esfuerzo de un Maestro están fácilmente disponibles. Para abrirse camino desde el grupo al ashrama, los discípulos deben saber discernir muy cuidadosamente entre las inclinaciones de sus personalidades de alta calidad, sus respuestas a la verdad e ideales y las verdaderas reacciones del alma, la sabiduría espiritual y la percepción intuitiva.

El tercer punto concierne a los discípulos que, formando parte de un Ashrama, son sometidos a una presión muy acrecentada y están en situación de participar más ampliamente que hasta ahora en la distribución de la energía. Hoy, a medida que Aquél Que Viene se acerca a la Tierra, y también a la humanidad, y a medida que aumenta la afluencia de energía espiritual desde Shamballa al Centro jerárquico, se produce una gran sutilización de la receptividad humana, teniendo lugar un acrecentado estímulo de diversos efectos. Esto implica aspiración intensificada y determinación espiritual, además de una oportunidad sin precedentes.

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Se dice que cuando Buda vino y actuó en la Tierra, numerosos aspirantes ingresaron en las filas de los discípulos aceptados y muchos de ellos recibieron alguna de las iniciaciones mayores. Por lo tanto, se produjo un definido traslado de los miembros de la Jerarquía y una gran expansión hacia Shamballa, y al mismo tiempo hacia la humanidad. Cuando el Cristo apareció en la Tierra, un esfuerzo análogo y de mayor intensidad culminó con el ingreso de discípulos en los Ashramas internos del Maestro. Hasta entonces los Ashramas estaban reservados para quienes habían recibido la primera iniciación. Antes de la era de Cristo, únicamente formaban el ashrama los que habían recibido la primera iniciación y los que eran iniciados. Sin embargo, debido a la creciente sensibilidad de la humanidad, se decidió aceptar discípulos en los Ashramas, a fin de que estuvieran mental y astralmente en armonía con el grupo interno y comenzaran a formar parte de la esfera de influencia que el Maestro dirige.

La misma oportunidad se les presenta ahora a los aspirantes y discípulos en probación. Este esfuerzo puede ser considerado como la exteriorización del ashrama. Se dice que la intención de la Jerarquía es restaurar los misterios en la Tierra, siendo éste el primer paso hacia tal objetivo. Si se logra tal exteriorización embrionaria y si los que participan en este nuevo esfuerzo son capaces de trabajar unidos con amor y comprensión, y llegan a ser tan fuertes como para resistir todas las fuerzas desintegradoras, entonces será posible más adelante acrecentar el número de miembros y el poder y la dimensión de cada ashrama. Esto queda totalmente en manos del grupo. Cada individuo que se pone en contacto con el Ashrama, el grupo debe llegar a ser definidamente responsable de él. El trabajo de integración y absorción corresponde al ashrama y no al individuo. Esto no se evidencia fácilmente hasta que los discípulos son aceptados y forman parte integrante del ashrama. Éstos constituyen un definido problema.

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Surge aquí una pregunta: ¿Cómo forma y organiza el Maestro Su ashrama o grupo interno, cuyos miembros son extraídos del grupo externo de aspirantes? Evidentemente un Maestro al formar Su ashrama, procede tan automáticamente como el Creador. Por consiguiente, medita, visualiza, habla y, lo que trata de crear y materializar, de acuerdo con el Plan jerárquico, comienza a tomar forma. Mediante el poder de Su pensamiento enfocado y dirigido, atrae hacia Sí a aquellos cuya mente está sincronizada con la Suya, debido al rayo, a las relaciones kármicas, a la etapa de evolución y al amor a la humanidad. En las palabras enfoque y dirección reside la clave de toda técnica o método, para aportar algo de lo que aquí podría denominarse reserva de pensamientos, pues un ashrama es eso. Un sostenido enfoque, además de una dirección dinámica, hace que esta reserva de pensamientos contribuya al servicio mundial y sea efectivamente creadora. Lo importante es que el discípulo aceptado capte lo que está tratando de realizar el Maestro a través de Su grupo, e implica por último, que el discípulo se interrogue mentalmente si piensa, se enfoca y actúa en líneas análogas a las del Maestro. ¿Qué similitud existe entre los pensamientos del discípulo y los del Maestro? La ley oculta impide al Maestro ejercer presión o poder sobre las mentes de quienes Él influye, para que piensen al unísono con la Suya. No puede imponer Su voluntad sobre el discípulo; Sus deseos, aspiraciones y anhelos no deben constituirse en agentes rectores y obligatorios en la vida de aquellos con quienes entra en contacto. Puede plasmar en sus mentes lo que Él cree necesario durante los períodos de crisis mundial y expresarles lo que siente que debe hacerse, pero quien debe decidir y comprobar es el discípulo. Los discípulos están en el grupo de un Maestro debido a la similitud de ideas, aunque sientan y expresen tales ideas con menos claridad que Él y vean la visión a través de un vidrio oscuro. No obstante, sus convicciones innatas son fundamentalmente las mismas y su tarea consiste en descubrir los puntos de contacto, o un análogo idealismo para dedicarle el esfuerzo grupal y, luego, sumergir todas sus vidas y actividades individuales en ese reconocido esfuerzo, detrás del cual se halla el Maestro, centro iniciador y distribuidor de poder.

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Cada ashrama o grupo interno es esencialmente un depósito de pensamiento, que tiene como venero o fuente, ideas, sueños, visiones y aspiraciones del Maestro; todo ashrama es impulsado por la potencia monádica de su Maestro, influido por Aquel que a su vez es Su Maestro y se desarrolla y nutre por Su experiencia, desarrollada a medida que aumentó Su sabiduría y Su capacidad se consagró, utilizó y acrecentó para desarrollar el Plan jerárquico. Entonces se convierte en un límpido lago de ideas, aumentado y nutrido por los veneros de muchas vidas y por la visión pura y los sueños consagrados de muchos discípulos.

A cada discípulo consagrado se le pide contribuir a esa reserva de pensamiento puro, y si puede hacerlo, permitirá al ashrama satisfacer la necesidad y ayudar a todo aspirante a salir del sendero de probación y entrar en el sendero del discipulado aceptado. Todo centro o foco de poder tiene una definida esfera de influencia, pues el ashrama real y activo es una fuerza positiva dentro del centro que llamamos humanidad.

El discípulo, natural y razonablemente, se preguntará, ¿qué relación tienen el poder mental y el instinto espiritual, y cómo pueden actuar constructivamente y demostrar su interdependencia? No sé si podré aclarar esta idea. Les llamaré primero la atención sobre el hecho de que el instinto impulsa al discípulo a responder al llamado o nota del Maestro, a Su vibración y a Su grupo. Instinto es el nombre que en las primeras etapas se da a la reacción al mundo material circundante -los tres mundos de la evolución humana-, evocada en el mecanismo material. Después en la escala evolutiva aparece la mente como agente interpretador y se va comprendiendo lentamente la naturaleza del mecanismo y del medio ambiente, a la vez que se aclaran las relaciones. El instinto espiritual es la capacidad del alma para registrar contacto con la Jerarquía, de la cual el alma es parte inherente, así como en el cuerpo físico las respuestas instintivas y mecánicas en el hombre, sus reacciones y reflejos, son parte integrante del mecanismo material. En el instinto espiritual la intuición interpreta e ilumina la mente. El poder del pensamiento, tal como se emplea en el trabajo del ashrama, depende del poder del discípulo para enfocar y elevar la mente en forma consciente, ponerse en contacto con el alma y evocar la intuición. Una vez logrado tenemos la unión de los tres factores: iluminación mental, impulso del alma y percepción intuitiva. Esta triple combinación producirá ese tipo mental que desarrollará una actividad efectiva y productiva del Plan, conducirá al altruismo y estará motivado por el amor.

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De acuerdo a la capacidad del entero grupo para actuar, impelido por el instinto espiritual, así será el éxito del Maestro para llevar a cabo Sus planes por medio del grupo. De acuerdo a la ley divina no puede ni debe trabajar solo, pero puede inspirar, enseñar, pedir colaboración y guiar sobre el trabajo necesario. Ningún Maestro debe ir más allá. En este ciclo mundial el trabajo de la Jerarquía está condicionado por los discípulos, por lo tanto podrán comprender por qué las últimas cadenas que rompe el Maestro son las de la irritabilidad. Ningún iniciado puede formar un verdadero ashrama hasta no haber descartado de sí mismo toda incomprensión, irritabilidad y crítica. Si el poder mental de un Maestro es mal utilizado, podría ser una poderosa fuerza destructora. Debe ser capaz de confiar en Sí Mismo, antes de que Su ashrama actúe en forma correcta y sin peligro.

En este trabajo de reunir el necesario poder mental para el trabajo constructivo, está implicada definidamente la red etérica, lo cual conduce a la reorganización de la red. Las explicaciones académicas no ayudan al estudiante a comprender esto. Cuando la mente (el instrumento del pensamiento) es el vehículo de la vida, de la luz y del amor del alma, y la red etérica responde a la afluencia de energía proveniente de la mente, entonces tiene lugar la reorganización de la red etérica individual. El cuerpo etérico individual es sólo una parte, un aspecto de la red etérica de la humanidad; la constante reorganización de las distintas partes trae consigo una transformación del todo, cuando haya transcurrido el tiempo suficiente.

El medio por el cual esto tiene lugar es la mente. La mente crea o formula esas formas mentales o energías personificadas que expresan en el plano mental el grado de comprensión del discípulo acerca del plan y su capacidad de llevar la energía mental al cuerpo etérico -sin impedimento de la naturaleza emocional o cualquier deseo inferior emergente.

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El cuerpo etérico es una red de energías de luz, impulsada o motivada por el tipo o cualidad de las energías a las que responde, de acuerdo al desarrollo evolutivo. Se puede afirmar que:

1. El hombre no evolucionado o salvaje, responde simplemente al prana o energía física, vitalizando los apetitos de la naturaleza inferior, desarrollando los instintos y sentando las bases para un vehículo físico que será la vestimenta externa del alma. En esta etapa el intelecto es embrionario; los apetitos físicos y los cinco sentidos son factores dominantes, todo lo cual se debe a la actividad del prana a medida que afluye a través del cuerpo etérico o vital.

2. El hombre común es impulsado por el deseo, energía que emana del deseo mundial y que -al desarrollar u organizar el cuerpo astral- genera energía-deseo. Afluye al cuerpo vital y energetiza al hombre físico para que inicie esas actividades que lo conducirán a la satisfacción del deseo. Éste es un proceso paralelo al trabajo que hace el prana que impulsa a la naturaleza instintiva animal a la actividad, yendo necesariamente a la par y produciendo conflicto -el primer choque (dentro del hombre) de los pares de opuestos. Gradualmente la energía pránica se convierte en actividad automática, el traslado de la conciencia es hacia el cuerpo astral o de deseos, y la actuación de la naturaleza instintiva desciende bajo el umbral de la conciencia. Entonces el hombre concentra su vida en el vehículo astral y su cuerpo etérico es animado por la potente afluencia de la energía-deseo.

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3. El hombre evolucionado, que posee una personalidad integrada, somete gradualmente el cuerpo etérico al control de la energía mental y su actividad en el plano físico no está complementada por el instinto o el deseo, sino por la energía del pensamiento, la cual está dedicada a los planes del hombre y a expresarlos. Este plan indica acrecentadamente su deseo inteligente -egoísta en las primeras etapas, complejo y dualista en las intermedias, pero responde lentamente al plan mundial y a la intención divina para la humanidad.

4. Finalmente, cuando el poder de los Triángulos -nombre espiritual que se da al alma en La Doctrina Secreta- es impuesto a la personalidad, entonces su energía reemplaza a las otras energías y la personalidad -centrada ahora en la mente, respondiendo a la impresión del alma- expresa en el plano físico, por medio del cerebro y el cuerpo físico, la intención, el poder y la naturaleza del alma omnincluyente.

 

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La red etérica individual energetiza al automático cuerpo físico para que entre en actividad. Las cuatro energías mencionadas controlan el cuerpo físico mediante la red etérica. El conflicto de la conciencia cerebral del ser humano en evolución, asume importancia en cuanto el hombre comienza a reconocer las energías controladoras, su origen y sus efectos.

Por lo tanto, resulta evidente que casi todo el trabajo del discípulo se efectúa en el reino de las energías y fuerzas. El estudio del ocultismo es el estudio de las fuerzas, su origen y efectos. Un ashrama es un lugar donde el estudio entra en su fase experimental o de laboratorio. Se supone que el discípulo está en proceso de llegar a ser consciente de las fuerzas y energías que lo condicionan como individuo, las cuales se originan en él y producen cambios y efectos específicos en la expresión de su vida en el plano físico. Cuando se reconoce a sí mismo como "la Vida y las vidas" -según lo expresa La Doctrina Secreta-, la suma total de fuerzas y una energía controladora, entonces puede ser un discípulo mundial y trabajar significativamente en un ashrama.

Por consiguiente, se evidencia que cuando un discípulo entra en un ashrama y trabaja en relación más íntima con Su Maestro, comienza en lo posible a colaborar con sus condiscípulos; entonces tenemos (en términos ocultistas) una repetición de la relación entre la Vida del grupo -en este caso el Maestro- y las "vidas" -en este caso los discípulos- de la energía central, y de las fuerzas que responden. Desde el punto de vista del Maestro, en lo que al problema grupal concierne, la dualidad tiene cabida en la expresión grupal. Él, la energía central, tiene que trabajar por medio de las fuerzas. Desde el punto de vista del discípulo, una fuerza -él mismo- es puesta en relación con otras fuerzas que al mismo tiempo deben responder a una energía, la del Maestro. Esta respuesta llega por el reconocimiento de que el propósito, el origen y la naturaleza son idénticos, pero no es idéntico el campo de expresión. Por lo tanto, podrán ver que un ashrama en realidad es un vórtice de fuerza puesto en movimiento por los diferentes tipos de energías dentro del círculo infranqueable del Ashrama. Estos principios básicos del dualismo se hacen sentir a medida que la energía del espíritu hace impacto sobre la fuerza del alma y de la personalidad. Recuerden que un Maestro manifiesta energía monádica, mientras que los discípulos en Su grupo, tratan de manifestar energía del alma y realmente lo hacen en cierta medida, por su amor y servicio. A la energía del alma agregan la fuerza de la personalidad, que surge de su ser, por estar centrados todavía en la vida de la personalidad, aunque aspiran a obtener la conciencia del alma. En esto reside su utilidad desde el punto de vista de un Maestro y también su dificultad y, a veces, su fracaso.

Los discípulos dentro del grupo del Maestro o ashrama del Maestro, ejercen un poderoso efecto entre sí, porque todo se acentúa en su naturaleza. El Maestro debe procurar cuidadosamente no estimular en forma indebida los vehículos del discípulo, debido a Su relación con ellos.

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El discípulo individual debe cuidar el efecto de los tres grupos de energías que hacen impacto sobre él:

1. Las energías de su propia naturaleza -física, emocional y mental- y las que provienen de su propia alma.

2. Las energías que hacen impacto en él, cuando provienen de otros miembros del ashrama o grupo. Este efecto dependerá del desapego en lo que a él concierne y, por consiguiente, puede responder a lo que proviene de ellos. La ley oculta dice que "cuanto más se ama más se puede responder e incluir el punto de vista, la naturaleza y la fuerza de sus semejantes". Esto también es vitalmente cierto respecto a un grupo de discípulos. Lo que protege de una excesiva sensibilidad a la mayoría de los discípulos es su preocupación por sí mismos y su propio desarrollo.

3. Las fuerzas trasmutadas que le llegan al discípulo desde el Maestro, o que le son definidamente trasmitidas por Él.

La meta del trabajo que realizan los discípulos en forma grupal o en el ashrama, es la manifestación, dentro del grupo, del proceso causal creador. Esto está resumido en las palabras que ya cité: "La Vida y las vidas". Tienen aquí una idea análoga y sus efectos correlativos, cuando se comprende que el Maestro -espíritu o mónada- se refleja en el discípulo (alma) o lo inspira, permitiéndosele manifestar la actividad del alma en el plano físico.

Quisiera tratar con mayor detalle la naturaleza del grupo de un Maestro denominado a veces Ashrama. Sería de valor si me esforzara por definir un ashrama y darles una clara idea acerca de la diferencia entre el grupo particular de un Maestro y los numerosos grupos externos que, aunque actúan bajo Su inspiración y de acuerdo al Plan, no constituyen definida ni técnicamente Su ashrama.

Un ashrama es la fusión subjetiva de individuos y no de personalidades, reunidos con el propósito de prestar servicio. Es la fusión de la actividad individual en un todo -un todo unido por lo objetivo y la visión, pero que puede aplicar (y frecuentemente aplica) diferentes métodos y técnicas. El trabajo del ashrama es especialmente la presentación al mundo de estos propósitos de servicio, llevados a cabo como mejor le parece al discípulo individual, de acuerdo a "la impresión del Maestro" y con la colaboración de Su grupo. Un grupo de discípulos no está obligado a hacer un mismo tipo de trabajo, del mismo modo y al mismo tiempo. Se comprometen a trabajar bajo la inspiración de sus almas, tal como sus almas pueden dirigir o dictaminar, fortalecidos por el contacto con el Maestro y entre sí. Los relaciona la identidad de visión y de vibración, más un respeto mutuo y plena libertad -particularmente esto último.

Al reflexionar sobre el particular, les pediría que comprendan que un ashrama no es un grupo de personas que actúa bajo la tutela de un Maestro. Esto es algo importante y debe recordarse. Como ya dije, es un punto magnético de tensión, una fusión de energías dirigidas hacia un centro común, y encierra dos factores magnéticos:

1. El anhelo conjunto para formar grupos en el plano mental. Ésta es la analogía superior del instinto de rebaño en el mundo animal y en el de los hombres, pero es de naturaleza espiritual, aunque con diferentes móviles. El instinto inferior de rebaño está mayormente motivado por el instinto de autoconservación, y el superior por el reconocimiento de la naturaleza inmortal del alma y por el instinto de servir hasta el propio sacrificio. Controla la ley de "morir para entrar en la vida". Cuando la atracción magnética del grupo es suficientemente fuerte sobreviene la muerte de la vida de la personalidad. Por lo tanto, hasta que el grupo de discípulos no exprese en todas sus partes este exteriorizado anhelo de sacrificarse, no es un Ashrama.

2. La atracción magnética del centro positivo, en el mismo corazón del grupo, la atracción magnética del Maestro. Como bien saben, por lo menos teóricamente, en el centro del Ashrama se halla siempre un Maestro, un iniciado o un discípulo mundial. Su tarea es mezclar y fusionar las energías presentadas y ofrecidas por el grupo -de acuerdo al impulso de servir- e indicar el campo de servicio. La modalidad de esta actividad instintiva se denomina obediencia oculta y se ofrece voluntariamente, siguiéndosela en forma unida. Cuando un grupo -que actúa regido por un Maestro- es activado por el impulso espiritual y funciona a través de una firme organización (como electrones alrededor del núcleo positivo de un átomo), entonces y no antes, la potencia del grupo se hace inmediatamente efectiva.

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Puntualizaré que el así llamado Ashrama interno es para el grupo externo lo que el alma y su visión para el discípulo individual, actuando en los vehículos de su personalidad. Es el refugio interno. Por lo tanto, los discípulos pueden percibir el progreso de su fusión como ashrama (en proceso de exteriorización física), mediante el reconocimiento espiritual de la potencia grupal interna y la facilidad para ponerse en contacto con el Maestro como individuos o grupo.

Una de las cosas que un Maestro debe hacer es enseñar a Sus discípulos a estudiar y registrar verazmente su punto habitual de enfoque diario. Esto constituye el verdadero entrenamiento introspectivo, y si es seguido con cordura e inteligentemente, conduce a la comprensión del verdadero y persistente nivel interno de conciencia; también fomenta un reconocimiento de la necesidad de sobreponerse a las limitaciones (no las limitaciones percibidas habitualmente) y la necesidad de derribar las barreras impuestas por la personalidad. Este proceso puede ser resumido en las siguientes palabras: El propósito del Ashrama y el entrenamiento que imparte, es permitir al discípulo vivir realmente en cada uno de los planos que ha abierto en su conciencia. Es importante recordar que nadie se integra en un ashrama hasta no haber pasado más allá de los límites puramente personales de lo niveles de la conciencia; hasta no ser sensible al rayo y a la cualidad del Maestro del Ashrama, y hasta no ser normalmente consciente del alma. El logro de esto encierra gran responsabilidad; el cumplimiento de esta responsabilidad constituye los primeros indicios de lo que puedo denominar "conciencia ashrámica" -conciencia desprovista de interés en sí mismo y siempre preocupada por lo esencial de la vida espiritual.

La preocupación primordial de los discípulos, en el comienzo de su entrenamiento técnico, es de variada naturaleza y la vida del ashrama, por lo general, un trasfondo interesante para la experiencia diaria y no el factor de importancia que debería ser, ni de interés principal en el primer plano de la conciencia. Las necesidades de la vida diaria, los muchos y diversos contactos familiares, los resentimientos contra la vida y sus impactos, el desagrado de ser criticado e incomprendido, los numerosos problemas del carácter, los apremios del desarrollo psíquico y las pequeñeces de las circunstancias, frecuentemente parecen tan grandes que la percepción del ashrama y su vida constituyen una inspiración ocasional en vez de un hábito establecido en la vida. La capacidad de hacer comparaciones en perjuicio de otros (particularmente de los propios condiscípulos o circunstancias), el temor de dedicarse totalmente y poner cuanto uno es y posee en la vida del ashrama, los presagios respecto al futuro y una hueste de formas mentales, más la indebida atención a la vida cíclica del cuerpo físico, presentan al Maestro un cuadro impresionante de las dificultades que debe enfrentar. La actitud del Maestro es muy fácilmente olvidada por los discípulos, por estar fundamentalmente interesados en sí mismos y en sus reacciones y problemas.

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Como observarán, los discípulos de un ashrama se ocupan principalmente de los asuntos mundiales. Como grupo se han comprometido para el servicio mundial y como individuos están aprendiendo a trabajar de ese modo. Los seudo-discípulos deben diferenciar entre el efecto (magnético y dinámico) del grupo y el esfuerzo consciente que el grupo realiza bajo el deseo unido, dirigido por el Maestro, para llegar a las mentes de quienes dirigen los asuntos y acontecimientos mundiales. Los acontecimientos externos son, hasta cierto punto, predecibles; constituyen efectos precipitados de causas ocultas que subyacen profundamente en la subconsciencia de la humanidad, y pueden ser observados y -hasta cierto punto- contrarrestados o estimulados, por el poder grupal. Ésta es una de las tareas principales de la Jerarquía. Los Maestros trabajan en la luz y en el reino de las causas. Los discípulos están implicados, lógicamente por ahora, en el mundo de los efectos y, en consecuencia, de la ilusión. Trabajar predominantemente con los puntos focales de la energía espiritual en el plano externo, involucra inmediatamente ciertos factores:

1. Un profundo e indesviable amor que "ve" en la luz. El amor es verdaderamente el revelador.

2. El poder de abstraerse totalmente, como individuo y grupo, del mundo de las reacciones físicas e inclinaciones emocionales, y trabajar exclusivamente en niveles mentales. Allí el discípulo está centrado en su mente inferior, pero conscientemente orientado hacia el alma, y es cada vez más sensible a la intuición, a la visión y al Plan, así como también al alma grupal y al Maestro -todo en orden de respuesta.

3. Luego sigue el poder, como grupo, de formular el deseado efecto mental, en tal forma que llegue a la mente o al alma de aquellos con quienes ustedes como discípulos tratan de hacer contacto, proyectando la forma mental construida con el tipo y la cualidad necesarios para evocar respuestas y satisfacer la necesidad de aquellos a quienes el discípulo trata de ayudar y fortalecer. La forma mental proyectada incorporará la luz y el amor, y también la idea del grupo, de acuerdo a la visión grupal.

¿Cuántos pueden hacer este tipo de trabajo? No muchos, todavía. Los discípulos generalmente se ocupan más del deseo de ayudar que de las técnicas científicas para ayudar. Deben considerar el deseo de ayudar como algo lógico, y luego olvidarlo. Desearía pedirles a todos los discípulos que hagan un mayor esfuerzo para ver con claridad la visión; reconocer y conocerlos por lo que son, a quienes ocupan una posición elevada, guían a la humanidad y tienen la responsabilidad de sacarla de la esclavitud y llevarla a la liberación. Ayúdenlos con amor, porque se hallan donde están, debido al destino individual y a la guía de sus almas. La vida debe ser considerada y enfrentada como es, no en forma realista desde el punto de vista mundano, sino en forma realista desde el punto de vista del alma, cuya visión es amplia e incluyente y ve la vida tal cual es.

Uno de los primeros deberes de los discípulos es aceptar los hechos como son. En la tarea de ayudar a la humanidad, como parte del grupo o Ashrama de un Maestro, una de las primeras cosas que deben saber es que han sido ubicados hombres y mujeres en posiciones de poder para llevar a cabo el Plan divino. Esto debe hacerse sin críticas, evitando el constante reconocimiento de sus limitaciones, comprendiendo sus problemas, percibiendo el llamado de estas almas a las de ustedes y enviándoles una constante corriente de "comprensión amorosa". Ellos son discípulos más avanzados que ustedes, aunque no lo comprendan. Consciente o inconscientemente se hallan bajo la "impresión" de los Maestros; muy poco puede hacer el discípulo común para moldear sus pensamientos o configurar sus decisiones. Me refiero, desde luego, a los conductores de las Fuerzas de la Luz en el plano físico externo. Pero los discípulos y aspirantes pueden rodearlos de una barrera protectora de luz y de amor; deben abstenerse de obstaculizarlos con la crítica mental que puede aumentar la oleada de murmuraciones que las mentes mundanas vierten sobre ellos. Además les pediría que no traten de llegar hasta los conductores de las Fuerzas del materialismo e influir sobre ellos. Esto puede hacerse más fácilmente, pues la personalidad del discípulo proporcionará una puerta abierta para el acercamiento, pero por ser esas fuerzas mucho más fuertes que las del discípulo común, la tarea sería extremadamente peligrosa.

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En la era de Acuario (que hablando relativamente está muy cerca) se exteriorizará el ashrama interno en el plano externo. Se unirán por primera vez como discípulos en la historia de la humanidad, los discípulos, iniciados y discípulos mundiales, reconociéndose mutuamente y reconociendo al Maestro de su grupo. El ashrama interno es un foco de almas, libres e ilimitadas; el ashrama externo -de acuerdo al futuro experimento acuariano- estará compuesto de un foco de personalidades y de almas. Por lo tanto habrá limitaciones; la responsabilidad requerirá un reconocimiento consciente, pero habrá lógicamente una lenta y necesaria disminución de la acción y de la percepción en el mundo externo del espacio-tiempo.

El verdadero Ashrama (del que los futuros ashramas externos no serán más que reflejos) no puede ser descrito por la mente inferior concreta. Es un punto focal de recepción; abarca el esfuerzo para establecer contacto mutuo, mediante el reconocimiento, la naturaleza de las energías que tratan de expresarse en el leyes que rigen la acción. Sin embargo, no es un lugar para desarrollar procesos prolongados y silenciosos de meditación, por ser un punto de tensión donde se tratan esos aspectos más esotéricos de la Sabiduría Eterna, donde se reconocen las relaciones del alma y se llevan a cabo conscientemente la fusión de las auras y la interfusión de los "Triángulos". El Ashrama es el estado mental de un grupo espiritual, un lugar de pensamiento unido; un centro para la clarificación de la visión y no donde se aplican los métodos de trabajo del plano físico. A medida que los discípulos aprenden a integrarse en el ashrama de un Maestro, descubren ante todo que deben establecer una armonía básica entre ellos y sus discípulos y reforzar el contacto entre sus propias almas, el grupo ashrámico y el Maestro. Entonces aprenden a comprender, por medio de la discusión y el experimento, la naturaleza de las energías que tratan de expresarse en el mundo, y la naturaleza de las fuerzas que deben ser reducidas a la impotencia, para que las nuevas energías entrantes sean eficaces y produzcan los cambios deseados de acuerdo al Plan.

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Aprenden también que en ellos, como individuos, no hay debilidad ni fortaleza que no pueda ser sometida a la mirada del grupo; así llegan a desprenderse de todos los "velos" que impiden brillar la clara luz del alma. La meta del trabajo que se realiza en todas los ashramas de los Maestros es llegar a la Verdad -en todos los niveles y en todo momento. A medida que los discípulos aprenden a trabajar así, desde el punto o centro de luz, comprensión y verdad, donde se están integrando constantemente, aumentará grandemente su utilidad exotérica y servicio eficaz; sabrán, como grupo, lo que debe hacerse y eventualmente descubrirán que ha sido realizado.

La principal tarea de un Maestro en las primeras etapas del entrenamiento de Su discípulo, es dar término al período de intensa preocupación en sí mismo, en su servicio, en sus reacciones al Maestro o en la promesa de un contacto futuro con Él, en sus propias ideas acerca del discipulado y en sus interpretaciones personales de la verdad. El Maestro toma un grupo de personas que poseen ideas fijas (las cuales están plenamente seguras que sus ideas son correctas por ser las mejores y más elevadas que han podido captar hasta la fecha) y están convencidas que llegaron a una etapa en que registraron ciertos valores y conceptos espirituales, desarrollaron sus propias formulaciones de la verdad y demandaron ansiosamente dar el segundo paso. Por lo tanto, lo primero que Él debe hacer es (empleando una frase fuerte y quizás poco común), sacudirías, darles un profundo sentido de inseguridad, respecto a las fórmulas y símbolos de la mente concreta inferior, y prepararlas para la recepción de nuevos y más elevados acercamientos a la verdad. Esto se obtiene con frecuencia forzándolas a poner en duda todas las conclusiones del pasado.

Nosotros -discípulos e iniciados de todos los grados- tenemos que entrar en el lugar secreto de la iniciación, con la sensación de ceguera (o desorientación), y con un sentimiento de absoluta indigencia. El discípulo debe tener presente que debe convertirse en un "punto movible y, por consiguiente, en una línea", ascender a la Jerarquía y asumir la correcta actitud espiritual, pero al mismo tiempo descender a lo que erróneamente considera la profundidad de las dificultades y las iniquidades humanas (si es necesario), conservando siempre la integridad espiritual, pero aprendiendo tres lecciones importantes:

1. El reconocimiento de que comparte todas las tendencias humanas, buenas y malas, y por eso puede prestar servido.

2. El descubrimiento de que lo que más desprecia y teme, es lo más fuerte que hay en él, pero aún no lo reconoce, y también que debe explorar y conocer esas zonas de conciencia despreciadas y temidas, para que constituyan oportunamente un haber en vez de algo que debe evitarse. Aprende a no temer nada; aprende que él es todas las cosas, un ser humano pero también un místico, un ocultista, un psíquico y un discípulo. Y, por todos estos estados de conciencia adquiridos, llegará a ser, con el tiempo, un Maestro, llegando a "dominar" todas las etapas y estados de conciencia.

3. La inutilidad de mantener actitudes antiguas y modalidades dogmáticas al observar la vida y las personas (basadas por lo general en la tradición y las circunstancias), cuando éstas lo apartan de sus semejantes.

Cuando realmente ha aprendido estas tres cosas, es un iniciado.

 

 

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