Autobiografía inconclusa

Por Alice A. Bailey

 

 

 


Prologo

Los cuatro primeros capítulos de esta Autobiografía fueron escritos en el año 1945. Los Capítulos Quinto y Sexto lo fueron en 1947. Estas fechas son significativas, en relación con los acontecimientos mundiales de esa época.

El primer original escrito a máquina fue copiado nuevamente en 1948, y leído y corregido por la señora Alice A. Bailey. En distintas oportunidades varias personas ayudaron a preparar el texto, y las copias de algunas partes fueron entregadas también a unas pocas, para su comentario. En algunos casos no fueron devueltas, pero de todas maneras resultaron incompletas, inexactas en ciertos detalles y, finalmente, no fueron aprobadas por ella.

Tenía proyectado escribir cuatro capítulos más de esta Autobiografía, pero nunca lo hizo. La creciente presión del trabajo mundial, de cuya organización era responsable la señora Bailey; las condiciones confusas y tensas en que se hallaba la humanidad, con la que ella estaba sensiblemente sintonizada; el sentido de futilidad y, por lo tanto, de negatividad de los hombres de buena voluntad de todas partes, actitud que ella procuró arduamente contrarrestar; la tensión que implicaba la falta de finanzas para la expansión del trabajo mundial, y la frustración y decepción causadas por la incapacidad para enfrentar las necesidades y, a menudo, la imposibilidad de aprovechar la oportunidad, por falta de recursos, fueron algunas de las tensiones que produjeron en ella un estado de total agotamiento. El vehículo físico no tenía descanso. El estado cardíaco y sanguíneo empeoraba constantemente.

 

Durante los dos últimos años de su vida luchó contra esas presiones y condiciones adversas, con una voluntad realmente férrea. Su personalidad de primer rayo, se irguió en un supremo esfuerzo por responder a la demanda de su alma. En 1946 tomó la decisión de imponerse a su invalidez. En consecuencia, según su costumbre, trabajaba diariamente hasta el límite de su capacidad física, sin preocuparse del dolor o la fatiga. Determinó pasar al más allá en plena actividad y ocupada en su tarea, y así lo hizo. Aún en sus Últimos días, 1949, internada en un hospital de Nueva York, recibía visitas, efectuaba reuniones con los miembros de la comisión directiva y escribía cartas.

A la hora de su muerte, su propio Maestro K. H. vino en su búsqueda, como se lo había prometido desde tanto tiempo.

A la mañana siguiente de su muerte, envié esta carta a sus miles de amigos y a los estudiantes de todo el mundo.

 

Estimado amigo:

Esta carta le anuncia el final de un ciclo y el comienzo de otro más útil y menos restringido, para nuestra mutua amiga Alice A. Bailey. Se liberó pacífica y felizmente, en la tarde del jueves 15 de diciembre de 1949.

Hablando juntos, esa su última tarde, me dijo: "Tengo mucho que agradecer. He vivido una vida rica y plena. Innumerables personas, en todo el mundo, han sido muy buenas conmigo".

Muchas veces había deseado abandonar este mundo, pero la retenía únicamente su fuerte voluntad de terminar su trabajo y el ardiente deseo de completar ciertos arreglos para el futuro de la Escuela Arcana, que nos ayudaría a usted y a mí, a ser mejores servidores de nuestros semejantes.

En el transcurso de los años, había ideado y modelado el plan para nuestra Escuela, con la precisión de su aguda mente, colmándolo con la potencia magnética de su gran corazón, que tanto había sufrido.

Algunos han preguntado el porqué de su sufrimiento –pues ella sufrió mental, emocional y físicamente. Sólo yo sé cuán triunfalmente se abría para recibir el impacto de diferentes tipos de fuerzas destructivas, tan prevalecientes en esta época de tumulto mundial, y cuán asombrosamente las trasmutaba, protegiendo a todos esos aspirantes luchadores y jóvenes discípulos, duramente presionados, que en el transcurso de los años llegaron a ella y a su Escuela.

La mayor parte del trabajo en su vida siempre fue subjetivo, y hemos visto y observado sus efectos objetivos en el ir y venir externos, la hemos ayudado y querido, criticándola a veces, que-jándonos otras, pero siempre seguimos adelante con ella y por ella, cada vez mejor y más arriba, lo cual no hubiera sido posible de otra manera. Todos somos muy humanos y ella también lo fue.

¿Por qué sufría? Porque eligió el sendero de los Salvadores del Mundo. Ahora ha retornado a su Maestro K. H., a fin de realizar juntos un trabajo más osado para Cristo.

Ella nos pide que mantengamos la Escuela Arcana limpia y brillante tal como es ahora, plena de ese poder salvador que emana de un grupo mundial de amorosos corazones, que en verdad es eso, y que procuremos servir verdaderamente.

Sinceramente suyo,

(firmado) FOSTER BAILEY

Nueva York, 16 de diciembre de 1949.

Introducción

Lo que finalmente me decidió escribir acerca de mi vida, fue una carta que recibí en 1941, de un amigo que estaba en Escocia, donde me decía que, según su modo de ver, podía prestar un gran servicio si explicaba a la gente cómo había llegado a lo que soy, siendo de utilidad saber de qué manera una activa y rabiosa cristiana ortodoxa llegó a convertirse en una muy cono-cida instructora esotérica. Las personas podrían aprender mucho descubriendo en qué forma una estudiante de la Biblia, teológicamente orientada, pudo llegar a la firme convicción de que las enseñanzas orientales y occidentales deben amalgamarse y fusionarse antes de que la verdadera religión universal –que todo el mundo espera— aparezca en la Tierra. Es de valor saber que el amor de Dios antecede al cristianismo y no reconoce fronteras. Esta fue la primera y más difícil lección que tuve que aprender y me llevó largo tiempo, así como a todos los fundamentalistas les cuesta aprender que Dios es amor; lo afirman, pero no lo ponen en práctica, me refiero a la práctica de Dios.

 

Entre otras cosas quisiera demostrar cómo el mundo de los seres humanos se abrió para recibir a una mujer inglesa, consciente de su clase social, y cómo un mundo de valores espirituales, con un gobierno directo, interno y espiritual, llegó a ser un hecho comprobado para una cristiana de mente excesivamente estrecha. Me vanaglorio con el nombre de cristiana, pero ahora pertenezco a la clase incluyente y no a la excluyente.

Una de las cosas que deseo destacar en esta narración es la realidad de la dirección interna de los asuntos mundiales, y así familiarizar paralelamente a más personas con la realidad de la existencia de Quienes son responsables (detrás de la escena) de la guía espiritual de la humanidad y también de la tarea de conducir a esa humanidad de la oscuridad a la Luz, de lo irreal, a lo Real y de la muerte a la Inmortalidad.

Quiero que los Discípulos de Cristo, los Maestros de Sabiduría, sean reales para las personas, como lo son para mí y para muchos miles de personas en el mundo. No me refiero a una realidad hipotética (si se me permite la frase) ni a un acto de fe y credulidad. Quiero presentarlos tal cual son, Discípulos de Cristo, hombres que están en la vida y son factores siempre presentes en los asuntos humanos. Éstas son las cosas que tienen importancia y no las experiencias terrenas, ni los acontecimientos y eventos en la vida de uno de Sus trabajadores.

He vivido muchas, encarnaciones en una. He tratado de avanzar constantemente, aunque con suma dificultad (tanto psicológica como material), hacia un campo de servicio cada vez más amplio. Quiero demostrar que en cada ciclo de experiencia he tratado sinceramente de seguir una guía interna, y cuando lo he hecho siempre ha significado un paso adelante en comprensión y progreso y una gran capacidad para ayudar. El resultado de este progreso aparentemente ciego (como cuando me casé y vine a vivir a los Estados Unidos) fue siempre una mayor oportunidad. He desempeñado diversos papeles en mi vida.

Fui una niña muy desgraciada, excesivamente desagradable, una joven de sociedad, de la alegre década (que para mí no lo era) de 1890, para convertirme después en una evangelista y trabajadora social del tipo predicador de "Billy Sunday". Repito: no era muy alegre, pero si joven y me interesaban grandemente todas las cosas. Más tarde me casé con Walter Evans y me encontré actuando como esposa del párroco de la Iglesia Episcopal Protestante de California y madre de tres niñas.

Esa variada experiencia de vivir y trabajar en Gran Bretaña, Europa, Asia y América, hizo cambiar fundamentalmente mi ac-titud hacia la vida y las personas. Permanecer estático en un solo punto de vista me parece poco inteligente. Significa llegar a un punto, en el propio desarrollo, en que dejamos de aprender y no podemos extraer el significado de los acontecimientos, de las corrientes del pensamiento y las circunstancias, quedando mentalmente pasivos frente a la vida. Esto es desastroso y malo. Sin duda ha de ser lo que se denomina infierno. Lo terrible del infierno (en el cual no creo desde el punto de vista ortodoxo) debe consistir en una eterna monotonía, en una forzosa incapacidad de cambiar las condiciones.

Después me convertí en una estudiante de esoterismo, una escritora cuyos libros lograron amplia y constante difusión, traducidos a muchos idiomas. Más tarde me encontré directora de una escuela esotérica (sin desearlo y sin la menor intención) y organizadora, con Foster Bailey, del Movimiento Internacional de la Buena Voluntad (no un movimiento pacifista), alcanzando tal éxito al estallar la guerra en 1939, que contábamos con centros en diecinueve países.

 

Por lo tanto no he sido inútil en lo que respecta al servicio mundial, pero no pretendo que mi éxito se deba únicamente a mi esfuerzo personal. Siempre he tenido la bendición de maravillosos amigos y colaboradores que –en el transcurso de los años— a pesar de todo lo que les hice, continuaron igualmente. He tenido muchísimos amigos y sorprendentemente muy pocos enemigos, los cuales no me causaron realmente daño alguno; quizás se deba a que nunca me fueron desagradables y siempre supe comprender por qué no les caí en gracia. Foster Bailey, mi esposo, facilitó mi trabajó durante más de veinticinco años. Creo que sin él, poco hubiera podido realizar. Cuando existe un amor profundo, leal y comprensivo, respeto y continua camaradería, en realidad podemos considerarnos ricos. Mi esposo ha constituido para mí una torre de fortaleza y "la acogedora sombra de una gran roca en una tierra sedienta". Hay cosas que al expresarlas en palabras pierden su significado y suenan a huecas y fútiles cuando las escribimos. Nuestra relación es una de ellas. Debemos haber vivido y trabajado juntos durante muchas vidas, y ambos esperamos seguir juntos otras tantas. Nada más diré sobre esto. Frecuentemente me he preguntado qué hubiera hecho yo sin la amistad comprensiva, el afecto y la firme colaboración de mis innumerables amigos y colegas, que durante años me apoyaron. No puedo nombrarlos, pero son las personas esencialmente responsables del éxito del trabajo que hemos realizado como grupo.

Esta autobiografía tiene, por lo tanto, un triple propósito, pues tres cosas deseo destacar, y espero hacerlo con claridad.

 

Primero, la realidad de la existencia de los Maestros de Sabi-duría, que actúan bajo la guía de Cristo. Quiero poner en claro la naturaleza de Su trabajo, y presentarLos al mundo tal cómo los conozco personalmente, pues en los años venideros otras personas darán testimonio de Su existencia y deseo allanarles el camino. Esto lo ampliaré más adelante y mostraré cómo llegué a conocer personalmente Su existencia. En la vida de cada uno de nosotros existen ciertos factores convincentes que hacen posible el vivir. Nada puede alterar la propia convicción interna. Los Maestros son para mí tal factor, y este conocimiento ha constituido un punto estabilizador en mi vida.

Segundo, quisiera señalar algunas de las nuevas tendencias en el mundo de hoy, que decididamente están ejerciendo influencia en el género humano y elevando la conciencia humana, y también puntualizar algunas de las ideas más nuevas que surgen en el mundo del pensamiento humano y provienen del grupo interno de Maestros, las cuales están introduciendo una nueva civilización y cultura y –incidentalmente desde el ángulo de la eternidad—destruyendo muchas de las viejas y queridas formas. Durante mi vida he visto, como lo ven las personas reflexivas, la desaparición de muchas cosas inútiles en el campo de la religión, de la educación y del orden social. Y eso es muy bueno.

Mirando retrospectivamente, no puedo imaginar nada más espantoso que la perpetuación de la era Victoriana, su fealdad por ejemplo, la afectación, el excesivo lujo de las denominadas clases altas y la terrible condición en que debía debatirse la clase trabajadora. En ese bien equipado, afectado y confortable mundo, viví mi niñez. No puedo imaginar algo más enfermizo para el espíritu humano, que la teología del pasado, que hacía resaltar la existencia de un Dios que salva a unos pocos presumidos y condena a la mayoría a la perdición. Tampoco puedo imaginar nada más conducente a la inquietud, a la guerra de clases, al odio y a la degradación, que la situación económica del mundo de entonces, que fue por muchas décadas grandemente responsable de la actual guerra mundial, (1914 1945).

A Dios gracias, vamos en camino hacia cosas mejores. El grupo que compartió nuestro trabajo, junto con otros grupos que responden a la misma inspiración de amor a la humanidad, habían desempeñado su pequeña parte para producir los tan necesarios cambios. La tendencia del mundo hacia el federalismo, hacia la comprensión y la colaboración y hacia todas las cosas que beneficiarán a todos y no a unos cuantos elegidos, es muy alentadora. Nos encaminamos hacia la fraternidad.

Tercero, deseo demostrar cuán maravillosos son los seres hu-manos. He vivido en tres continentes y en muchas naciones. He conocido a los muy ricos y a los muy pobres, íntimamente y desde el ángulo de la más estrecha amistad; los seres más encumbrados y los más desposeídos del mundo han sido mis amigos, y en todas las clases, naciones y razas, he encontrado la misma humanidad, la misma belleza de pensamiento, el mismo autosacrificio y el mismo amor por los demás, los mismos pecados y flaquezas, el mismo orgullo y egoísmo, la misma aspiración y objetivos espirituales y el mismo deseo de servir. Si pudiera presentar esto con la fuerza y claridad necesarias, ello sólo justificaría este libro.

En el amplio campo de la historia humana y al lado de los grandes personajes del mundo ¿quién es Alice Ann Bailey? Una mujer sin importancia que se vio obligada por las circunstancias (casi siempre contra su voluntad), por una conciencia que se entrometía activamente y por el conocimiento de lo que su Maes-tro quiso que hiciera: emprender ciertas tareas. Una mujer que siempre temió a la vida (quizás en parte, debido a la excesiva Protección durante la infancia), de naturaleza tan tímida que aún hoy tiene que armarse de valor para llamar a la puerta, si es invitada a un almuerzo; es muy hogareña, le gusta cocinar y lavar (sólo Dios sabe en qué medida ha hecho esto) y aborrece la publicidad.

Aunque nunca he sido robusta, poseo una vitalidad sorprendente. En el transcurso de mi vida me he visto obligada a perma-necer semanas y hasta meses en cama. En estos últimos ocho años, me he mantenido viva gracias a la ciencia médica, pero (y esto es algo de lo que me siento orgullosa) he seguido trabajando a pesar de todo. He considerado a la vida como algo muy bueno, aun en lo que la mayoría consideraría una época pésima. Siempre hubo mucho que hacer y mucha gente que conocer. Lo único que lamento es haberme sentido siempre cansada. En un viejo cementerio de Inglaterra, hay una lápida con una inscripción que puedo comprender muy bien.

"Aquí yace una pobre mujer que estuvo siempre cansada.
Vivió en un mundo que le exigió demasiado.
No lloren por mí, amigos, que al país donde voy
No hay que pasar el plumero, barrer ni coser.
No lloren por mí, amigos, aunque la muerte nos separe,
Nunca más haré nada."

Esto realmente sería el infierno y no deseo ir allí. Quiero tornar un cuerpo nuevo y más adecuado y regresar para retomar los antiguos hilos, encontrar el mismo grupo de colaboradores y continuar la tarea.

Si la historia de mi vida sirve de aliento a otra persona para seguir adelante, este libro será entonces de valor; si ayuda a quien aspira iniciar el impulso espiritual y obedecerlo, algo se habrá ganado, y si puede infundir ánimo y fortaleza y darles un sentido de la realidad a otros trabajadores y discípulos, no habrá sido escrito en vano.

Podrán ver que, como historia de una vida, la mía no tiene mucha importancia. Sin embargo, como medio para probar ciertos hechos, que tengo la certeza serán esenciales para la felicidad y progreso futuro de la humanidad –como la realidad de la existencia de los Maestros, el futuro desarrollo, del cual la guerra mundial que recién termina no es más que una etapa preparatoria, y la posibilidad de establecer contactos espirituales telepáticos directos— y para obtener conocimiento, todo lo que pueda decir será de utilidad. En el transcurso de las épocas, muchos místicos aislados, hombres y mujeres que son discípulos y aspirantes, han conocido todas estas cosas. Ha llegado el momento en que las masas deben también conocerlas.

He aquí la historia de mi vida. No se dejen engañar. No va a ser una exposición profundamente religiosa. Soy una persona algo jovial y humorista, y siempre estoy penosamente dispuesta a ver el lado cómico de las cosas. Confidencialmente diré que el profundo interés que demuestran las personas por sí mismas, por sus almas y todas las complejidades de las experiencias relatadas, casi me anonadan. Me entran ganas de sacudirlos y decirles: "Salgan y descubran su alma en los demás, y así descubrirán la propia". Tiene fundamental interés lo que sucede en el mundo y en las mentes y corazones de los hombres. El amplio alcance del progreso humano, desde las edades primitivas hasta el alba de la inminente nueva civilización, tiene gran interés e importancia espiritual. Las propias descripciones de los místicos medievales ocupan su lugar, pero pertenecen al pasado; las conquistas de la ciencia moderna (pero no el uso que el hombre hace de esas revelaciones) constituyen el principal factor moderno espiritual; la lucha que se está librando entre las ideologías políticas y entre el capital y el trabajo, además del derrumbe de nuestros antiguos sistemas educativos, indican un fermento espiritual y divino, que es la levadura de la humanidad. Sin embargo, el sendero místico de introspección y de divina unión debe preceder al método esotérico de conocimiento intelectual y percepción divina. Siempre ha sido así en la vida del individuo y en la de toda la humanidad. El sendero místico y ocultista y el camino del corazón y la cabeza deben fusionarse y mezclarse, entonces la humanidad conocerá a Dios y no "irá simplemente tanteando en pos de Él”.

Este conocimiento personal de Dios, llegará, no obstante, viviendo en forma normal y lo más bellamente posible, sirviendo e interesándose por los demás, a fin de descentralizarse. Esto se obtendrá por el reconocimiento del lado bueno de la vida, por la bondad que hay en todas las personas, por la felicidad y por la inteligente apreciación de la oportunidad –propia y ajena—. También se obtendrá llevando una vida plena y efectiva. En el camposanto donde mis padres están sepultados, había una lápida (que atraía la mirada, ni bien se atravesaban los portales) donde se leían las palabras: "Hizo todo lo que pudo". El epitafio de un fracasado siempre me pareció muy penoso. Por mi parte lamento no haber hecho todo lo que pude, pero siempre traté de hacerlo lo mejor posible. Trabajé. Cometí errores. Sufrí y gocé. Me divertí mucho viviendo y no tendré una muerte dolorosa.

 

 

 

 

 

 

 

MI TRABAJO

Por EL TIBETANO

En el mes de noviembre de 1919 me puse en contacto con Alice A. Bailey y le pedí que escribiera y publicara algunos libros que debían aparecer, con el fin de impartir la verdad en forma correlativa. Rehusó de inmediato, argumentando que no simpatizaba con la denominada literatura ocultista, difundida entre el público por los diversos grupos de esa índole; que nunca había escrito para el público y, además, que le desagradaba profundamente toda clase de trabajos y escritos psíquicos. Cambió de parecer al explicarle que la relación telepática era algo ya comprobado y un asunto de interés científico, que ella no era clarividente ni clariaudiente y que nunca lo sería y, sobre todo, que la prueba de la verdad es la verdad misma. Le dije que si aceptaba escribir durante un mes, el material trascrito le demostraría contener la verdad, pues enfocaba reco-nocimiento y comprensión intuitiva y abarcaba cuanto fuera de valor para la nueva e inminente era espiritual. Esto contribuyó a superar su aversión a tal tipo de trabajo, como también a las diversas e imperantes presentaciones ocultistas de la verdad; entonces estipuló que los escritos fueran publicados sin pretensiones de ninguna especie y que las enseñanzas demostrarían o no su valor, de acuerdo a sus propios méritos.

 

Los Libros

El primer libro publicado fue Iniciación Humana y Solar, resultado de su primer esfuerzo en este tipo de trabajo, base de los demás libros. Escribió para mí durante casi veinticinco años. Los libros se publicaron de acuerdo a un propósito profundo y subyacente que quizá deseen conocer y ha tenido amplia aceptación mundial.

En Iniciación Humana y Solar se trató de dar a conocer la realidad de la existencia de la Jerarquía, que H. P. B. ya había difundido mediante insinuaciones y enunciados, pero no en forma ordenada. La Sociedad Teosófica había enseñado la existencia de los Maestros, a pesar de que H. P. B. manifestara a la sección esotérica que lamentaba profundamente haberlo hecho. Estas enseñanzas fueron erróneamente interpretadas por los posteriores dirigentes teosóficos, quienes cometieron varios errores fundamentales.

La descripción que daban de los Maestros se caracterizaba por una imposible infalibilidad, olvidando que Ellos también evolucionan. La enseñanza impartida fomentó un creciente interés por el autodesarrollo y un intenso enfoque sobre la liberación y el desenvolvimiento personales, pues las personas consideradas como iniciados y discípulos avanzados, eran mediocres y sin mayor influencia fuera de la Sociedad Teosófica, exigiendo total devoción a los Maestros y a Sus personalidades.

Decían que estos Maestros interferían en la organización de esos grupos esotéricos que afirmaban trabajar bajo Su dirección. Se Les hacia responsables de los errores cometidos por los dirigentes de los grupos, los cuales se escudaban detrás de las siguientes declaraciones: “el Maestro me dio instrucciones para que dijera...”, “el Maestro desea que se haga el siguiente trabajo”, o “el Maestro quiere que los miembros hagan esto o aquello”. Quienes obedecían, eran considerados buenos y a los que no se interesaban ni obedecían, se los consideraba como renegados. Se infringía constantemente la libertad individual y se justificaban las debilidades y ambiciones de los dirigentes. A. A. B., en conocimiento de esto, rehusó tomar parte en tales actividades, pues ésta es la historia de la generalidad de todos los grupos esotéricos que atraen al público. Aunque yo hubiera querido trabajar en esas condiciones —algo que ningún miembro de la Jerarquía hace— ella no habría colaborado conmigo.

Luego escribió Cartas sobre Meditación Ocultista. Estas cartas proporcionaron, en cierta medida, un nuevo acercamiento a la meditación, basada en el reconocimiento del alma en cada persona y no en la devoción a los Maestros.

 

A éste siguió Tratado sobre Fuego Cósmico. Este libro constituye una ampliación (ampliación esperada) de las enseñanzas difundidas en el libro La Doctrina Secreta sobre los tres fuegos —fuego eléctrico, fuego solar y fuego por fricción; también presenta la clave psicológica de La Doctrina Secreta y deberá ser estudiado por los discípulos e iniciados al finalizar este siglo y comenzar el próximo, hasta el año 2025.

 

Después A. A. B. pensó que sería de valor para mí y el trabajo, escribir libros útiles para los estudiantes, además de la trascripción de mis escritos y apuntes, en el idioma original inglés, e ideamos hacerlo juntos, lo cual me incitó a pensar y transmitir ideas, que constituyo mi deber hacer públicas. El promedio general de los psíquicos y médium no poseen mayormente un alto grado de inteligencia; A. A. B. deseaba demostrar (para ayudar al trabajo del futuro) que puede hacerse un trabajo netamente psíquico e inteligente al mismo tiempo. Por esta razón escribió cuatro libros que son el producto de su propio esfuerzo:

La Conciencia del Átomo,
El Alma y su Mecanismo,
Del Intelecto a la Intuición,
De Belén al Calvario.

 

También escribió, con mi colaboración, un libro titulado La Luz del Alma, donde doy una paráfrasis en inglés, de los Aforismos sánscritos de la yoga de Patanjali, colaborando ella en los comentarios y consultándome ocasionalmente para estar segura del significado.

 

A éste siguió Tratado sobre Magia Blanca, escrito hace unos años, que en forma de capítulos enviaba a los estudiantes avanzados de la Escuela Arcana, únicamente como material de lectura. Es el primer libro publicado que trata del entrenamiento y control del cuerpo astral o emocional. Se han escrito muchos libros ocultistas sobre el tema del cuerpo físico y su purificación; también sobre el vehículo etérico o vital y la mayoría es recopilación de otros libros, antiguos y modernos. En este libro se intenta entrenar, al aspirante moderno, en el control de su cuerpo astral, con ayuda de la mente, a medida que es iluminada por el alma.

 

El siguiente fue Tratado sobre los Siete Rayos; es un libro muy extenso y aún no ha sido terminado. (En la actualidad ya está completa la serie de este tratado. Nota de los editores.) Consta hasta ahora de cuatro tomos, dos de los cuales ya fueron publicados; el tercero está por publicarse y el último está en preparación.

Los tomos I y II tratan sobre los siete rayos y sus siete tipos psicológicos, poniendo los cimientos para la nueva psicología, pues la psicología moderna, por más que sea materialista, ha establecido bases sólidas.

 

El tomo III está íntegramente dedicado al tema de la astrología esotérica y constituye en sí una unidad completa. Está destinado a difundir la nueva astrología, basada en el alma, no en la personalidad. El horóscopo confeccionado por la astrología ortodoxa predice la suerte y el destino de la personalidad, y cuando dicha personalidad está poco evolucionada o medianamente desarrollada, puede ser y con frecuencia es asombrosamente correcto. Sin embargo, en los casos de personas muy evolucionadas, aspirantes, discípulos e iniciados, que comienzan a controlar sus estrellas y por consiguiente sus acciones, no resulta tan exacto. Los sucesos y acontecimientos de sus vidas son impredecibles. La nueva y futura astrología se esfuerza por dar la clave del horóscopo del alma, condicionado por el rayo del alma y no por el rayo de la personali-dad. He impartido bastante como para capacitar a los astrólogos, que tengan interés y posean una nueva inclinación, a predecir el futuro desde el ángulo de este nuevo acercamiento. La astrología es una ciencia fundamental y necesaria. A. A. B. no es versada en ello ni sabe confeccionar un horóscopo, tampoco conoce los nombres de los planetas ni las casas que rigen. Por lo tanto, soy absolutamente responsable de lo que aparece en él y en todos mis libros, excepto, como ya he explicado, el libro La Luz del Alma.

 

El tomo IV versa sobre el tema de la curación y la construcción del puente, el antakarana, que elimina la separatividad existente entre la mónada y la personalidad. También se dan las Catorce Reglas que deben dominar quienes se preparan para la iniciación. (Posteriormente, El Tibetano y A. A. B. decidieron publicar estas reglas en un tomo aparte.

Por lo tanto, dentro de breve tiempo aparecerá el

tomo V de Tratado sobre los Siete Rayos).

Los Rayos y las iniciaciones

Quisiera llamar la atención acerca de este último tema, recordándoles que A. A. B. nunca hizo la menor alusión, pública o privada, de que es un iniciado. Sabe que ello es contrario a la Ley y oyó a muchas personas de escasa luz espiritual o capacidad intelectual, hacer tal afirmación, produciendo el consiguiente daño, menoscabando la idea de la Jerarquía y la naturaleza del adepto, ante los ojos del público observador.

Soy absolutamente responsable de las Catorce Reglas y de su elucidación y aplicación. A. A. B. nunca pretendió ser más que un discípulo activo ocupado en el trabajo mundial (lo cual no se puede negar) y ha reiterado constantemente que la legítima palabra “discípulo” no admite controversia, así como también es la más exacta para ser aplicada a las distintas categorías de trabajadores de la Jerarquía,

desde el discípulo probacionista, apenas afiliado a algunos discípulos de la Jerarquía, hasta la influencia misma de Cristo, el Maestro de Maestros e Instructor de ángeles y hombres. Constantemente se opone, con mi total aprobación, a la malsana curiosidad respecto de títulos y categorías, lo cual constituye una plaga en muchos grupos esotéricos y conduce a la competencia desmedida, envidia, críticas y pretensiones, que caracterizan a la generalidad de esos grupos ocultistas, inutilizando la mayoría de sus publicaciones e impidiendo al público recibir las enseñanzas en toda su pureza y sencillez. Estado y titulo, categoría y posición, nada significan. Lo que vale es la enseñanza, es decir, su verdad y su llamado intuitivo. Esto debe tenerse constantemente presente. Los discípulos aceptados, reconocen al Maestro internamente —lo cual puede ser corroborado por sus discípulos y utilizado por el Maestro como condición real—, lo conocen, aceptan Sus enseñanzas y es considerado por ellos como su Maestro, pero no lo hacen con el mundo externo.

Mis libros han sido publicados constantemente durante años. Cuando haya terminado el Tratado sobre los Siete Rayos y editado un pequeño libro titulado

Espejismo (Glamour) y también

EL Discipulado en la Nueva Era, A. A. B. habrá terminado su trabajo en colaboración conmigo, entonces podrá reasumir su tarea como discípulo en el Ashrama de su propio Maestro.

 

 

La Escuela

La siguiente fase del trabajo que procuraré ver realizado, funciona ordenadamente. Mi deseo (como también el de muchos que están asociados con la Jerarquía) fue establecer una escuela esotérica cuyos miembros tuvieran libertad, no se vieran obligados a hacer juramentos ni a contraer compromisos; se les proporcionara meditación, estudios y enseñanza esotérica, dándoles libertad para hacer sus propios ajustes e interpretar la ver-dad de acuerdo a su capacidad; presentándoles diversos puntos de vista y al mismo tiempo transmitirles esas verdades esotéricas más profundas que podrían reconocer, si en ellos despertara la idea de los misterios y, aunque leyeran u oyeran algo acerca de los mismos, no los perjudicara aunque carecieran de percepción para reconocer la verdad tal como es. Dicha escuela fue establecida en 1923 por Alice A. Bailey, con ayuda de Foster Bailey y de algunos estudiantes con comprensión y visión espirituales. A. A. B. estableció como condición, que yo no interviniera en la Escuela Arcana ni controlara sus planes y programas de estudio. En esto A. A. B. actuó en forma inteligente y correcta y apruebo plenamente su actitud. Tampoco fueron usados mis libros como texto. Sólo, durante los últimos años, uno de ellos, Tratado sobre Magia Blanca, fue adoptado como texto de estudio, ante los continuos requerimientos de muchos estudiantes. También fue utilizada durante dos años, en una sección del cuarto grado, la enseñanza sobre el antakarana (que aparecerá en el tomo V del Tratado sobre los Siete Rayos). Además se dio en otra sección como material de lectura, enseñanza sobre espejismo (glamour).

 

En la Escuela Arcana no se exige obediencia a nadie, ni tampoco “obediencia al Maestro”, pues ningún Maestro dirige la Escuela. En cambio se recalca la existencia del Maestro en el corazón, el alma, que es el verdadero hombre espiritual dentro de cada ser humano; tampoco se enseña teología ni se obliga al estudiante aceptar determinada interpretación o presentación de la verdad; un miembro de la Escuela puede aceptar o rechazar la existencia de los Maestros, de la Jerarquía, de la reencarnación o del alma y continuar siendo miembro de la misma. No se exige ni se pide lealtad a la Escuela ni a A. A. B. Los estudiantes pueden trabajar en cualquier grupo ortodoxo, ocultista, esotérico, metafísico o iglesia y ser no obstante miembro de la Escuela Arcana. Sólo se les pide considerar dichas actividades como campo de servicio, donde puedan proporcionar ayuda espiritual, obtenida a través de los estudios de la Escuela. Los dirigentes y colaboradores avanzados de muchos grupos esotéricos, también trabajan en la Escuela Arcana y, sin embargo, son totalmente libres para poder dedicar su tiempo, lealtad y servicio a sus propios grupos.

Después de veinte años, la Escuela Arcana entra ahora en un nuevo ciclo de crecimiento y utilidad —juntamente con toda la humanidad—, para lo cual se están haciendo los debidos preparativos. El principio fundamental es servicio basado en el amor a la humanidad. El trabajo de meditación está equilibrado y va paralelo al estudio y al esfuerzo de enseñar a los estudiantes a prestar servicio.

El Nuevo Grupo de Servidores del Mundo

Otro aspecto de mi trabajo se concretó hace más de diez años, cuando comencé a escribir ciertos folletos para el público, en los cuales llamaba la atención sobre la situación mundial y el nuevo grupo de servidores del mundo. Traté de introducir en la Tierra —si puedo utilizar tal expresión— una exteriorización o símbolo del trabajo de la Jerarquía. Esto constituyó un esfuerzo para unir, hasta donde fuera posible subjetiva y objetivamente, a todas las personas de propósitos espirituales y de profundo amor a la humanidad, o a quienes trabajaban activamente en muchas naciones, ya sea en organizaciones o individualmente. Éstos son legión. Unos pocos son conocidos por los trabajadores de la Escuela, por A. A. B. y F. B. Conozco a miles de éstos, pero ellos no los conocen. Todos trabajan bajo la inspiración de la Jerarquía y, consciente o inconscientemente, cumplen con sus funciones como agentes de los Maestros. Forman un grupo íntimamente unido en el aspecto interno, por la intención y el amor espirituales. Algunos son ocultistas que trabajan en diferentes grupos esotéricos; otros, místicos que trabajan con visión y amor; muchos pertenecen a religiones ortodoxas y, aún otros, no reconocen en absoluto a ninguno de los llamados grupos espiritualistas. Sin embargo, a todos les anima el sentido de responsabilidad por el bienestar humano y se han comprometido internamente a ayudar a sus semejantes. Este grupo es actualmente el Salvador del mundo y salvará al mundo e inaugurará la nueva era después de la guerra. Los folletos que he escrito (el primero de los cuales se titula Los Próximos Tres años, editado en 1932 con el titulo de El Nuevo Grupo de Servidores del Mundo), explican sus planes y propósitos y sugieren los modos y métodos para colaborar con dicho grupo, ya existente y activo en muchos campos.

Quienes son influidos por el nuevo grupo de servidores del mundo y tratan de trabajar con él como agentes del mismo, se denominan hombres y mujeres de buena voluntad. En 1936 hice un gran esfuerzo para ponerme en contacto con tales personas, cuando aún había una pequeña posibilidad de evitar la guerra. Muchos recordaron esta campaña y su relativo éxito. La palabra escrita y hablada, a través de la radio, llegó a millones de personas, pero no hubo un número suficiente que se interesara espiritualmente por dar los pasos necesarios y detener el odio, el mal y la agresión, que amenazaban envolver al mundo. La guerra estalló en 1939, a pesar de todos los esfuerzos de la Jerarquía y Sus trabajadores, paralizando el trabajo de buena voluntad. Esa parte del trabajo, en la que habían tratado de servir los miembros de la Escuela Arcana, y que trajo como resultado la formación de diecinueve centros de servicio, en diversas naciones, fue temporalmente abandonada —pero sólo temporalmente, hermanos míos, porque la buena voluntad y la expresión de la voluntad al bien es la “fuerza salvadora” que anima al nuevo grupo de servidores del mundo.

Quisiera puntualizar el hecho de que la tarea de introducir al nuevo grupo de servidores del mundo y organizar el trabajo de buena voluntad, no tiene en absoluto nada que ver con la Escuela Arcana, excepto en lo que se refiere a la oportunidad que se les dio a los miembros de la Escuela para ayudar en ese movimiento. Se les otorgó plena libertad de hacerlo o no. Un sinnúmero de ellos no hizo esfuerzo alguno, demostrando así que se valieron de la libertad que se les otorgó y enseñó.

Cuando estalló la guerra y el mundo estuvo envuelto en el consiguiente caos, horror, desastre, muerte y agonía, numerosas personas, espiritualmente orientadas, optaron por permanecer alejadas de la lucha. No era la mayoría, pero si una poderosa y ruidosa minoría. Consideraban cualquier actitud partidaria como una violación a la ley de fraternidad, y estaban dispuestas a sacrificar el bien de toda la humanidad por el sentimental anhelo de amar a la humanidad, en forma tal que no implicaba acción ni decisión de su parte. En vez de decir “defenderé a mi patria, tenga razón o no”, decían “defenderé a la humanidad, tenga o no razón

Cuando escribí el folleto titulado La Actual Crisis Mundial y sucesivamente artículos sobre la situación del mundo, expresé que la Jerarquía apoyaba la actitud y los objetivos de las naciones aliadas, que luchaban por la liberación de toda la humanidad y por el alivio de los pueblos sufrientes. Esto, lógicamente, obligó a la Jerarquía a no apoyar en forma alguna al Eje. Muchos de los colaboradores, en el trabajo de buena voluntad, y algunos miembros de la Escuela, interpretaron tal declaración como de carácter político y creyeron que la absoluta neutralidad, en lo que concierne al bien y al mal, era la actitud que debían mantener las personas con inclinaciones espirituales. No pensaron con claridad, y confundieron el amor fraternal con el hecho de abstenerse de tomar partido a favor de uno de los bandos, olvidando las palabras de Cristo: “El que no está conmigo, está contra mí”. Repetiré lo que he dicho con frecuencia: La Jerarquía y Sus miembros, incluyéndome, aman a la humanidad pero no desean apoyar el mal, la agresión, la crueldad y el aprisionamiento del alma humana. Con el fin de que todos avancen en el camino hacia la luz, defienden la libertad, la oportunidad, el bienestar del género humano y, sin discriminación, la bondad y el derecho de pensar, hablar y trabajar libremente, que cada hombre posee. Por lo tanto, no pueden apoyar a las naciones o a los habitantes de cualquier nación que vaya en contra de la libertad y la felicidad humanas. Saben que en su amor y comprensión de las circunstancias, en una vida o en vidas posteriores, la mayoría de quienes ahora son enemigos de la libertad humana, serán a su vez libres y hollarán el Camino Iluminado. Mientras tanto, toda la fuerza de la Jerarquía está de parte de las naciones que luchan por liberar a la humanidad y de aquellos que en cualquier nación trabajan en ese sentido, Si fuera en detrimento de los valores espirituales el estar a favor del bien y de la libertad, entonces la Jerarquía trabajaría para cambiar la actitud de los pueblos, respecto a lo que es espiritual.

Por ser responsable Alice A. Bailey de transcribir los folletos, y F. B. de su publicación y distribución, se ha encontrado ante la difícil posición de ser el blanco de la crítica y ataques. Sin embargo, ella sabe que el tiempo reajusta todas las cosas, y que el trabajo realizado, si está correctamente motivado, oportunamente probará su propio valor.

Por consiguiente, me he interesado en tres aspectos del trabajo: los libros, la Escuela Arcana y el nuevo grupo de servidores del mundo. Los impactos mundiales hechos por estos tres aspectos del trabajo, fueron efectivos y útiles. La parte útil del trabajo realizado es lo que interesa, no la crítica e incomprensión de quienes pertenecen al viejo orden y a la era pisceana, pues son incapaces de ver el surgimiento de las nuevas formas de vida y los nuevos acercamientos a la verdad.

Todo este tiempo he permanecido detrás de la escena. Soy responsable de los libros y folletos, que llevan la autoridad de la verdad —si la verdad existe en ellos—, pero no la autoridad de mi nombre, ni la categoría que puedan adjudicarme o que me otorgan los curiosos, los investigadores y los devotos. No he dictado ninguno de los programas de la Escuela Arcana ni he interferido en sus planes de estudio, y de ellos es responsable A. A. B. Mis libros y folletos fueron puestos a disposición de los estudiantes de la Escuela y del público.

He tratado de ayudar en el trabajo de buena voluntad, del cual es responsable Foster Bailey, sugiriendo e indicando cuál es la tarea que el nuevo grupo de servidores del mundo está tratando de realizar, pero no lo he hecho en forma autoritaria, ni jamás lo haré. Los resultados de estas actividades fueron buenos; ha habido poca incomprensión pues ella es inherente a las facultades y actitudes personales de quienes critican. La crítica es sana mientras no se torne destructiva.

 

El Entrenamiento Personal

Paralelamente a estas principales actividades, desde el año 1931 he estado entrenando a un grupo de hombres y mujeres, dispersos por todo el mundo, en la técnica del discipulado aceptado, entendido académicamente. De entre un grupo de muchos y posibles neófitos, señalé aproximadamente a 45 personas —algunas conocidas personalmente por A. A. B. y otras totalmente desconocidas— que habían demostrado disposición para el entrenamiento, y podía ser probada su aptitud para el trabajo grupal del nuevo discipulado. Estas personas recibieron directamente mis instrucciones personales y ciertas enseñanzas generales, aunque basadas lógicamente en las antiguas reglas, que involucraban el nuevo acercamiento a la Jerarquía y a la vida espiritual. Estas instruc-ciones estarán en breve a disposición del público, pero no se darán indicaciones acerca de las personas así entrenadas, ni se impartirá información al respecto; nombres, fechas y lugares serán cambiados, aunque las instrucciones permanecerán tal como fueron dadas.1

Estas personas comprobarán mi identidad, por haber mantenido contacto directo conmigo. Saben quien soy desde hace años, pero han conservado mi anonimato con gran cuidado y verdaderas dificultades, debido a que centenares de personas en el mundo han hecho conjeturas respecto a mi identidad y algunas han acertado quien soy. Actualmente, y a pesar de todo lo que A. A. B. y mis discípulos hicieron, se admite generalmente que soy un Maestro, y a tal efecto se me ha dado un nombre. Lo afirmé a mi grupo de aspirantes especialmente elegidos, cuando lo descubrieron internamente por sí mismos. Hubiera sido torpe e inútil no hacerlo, y al comunicarme con ellos y escribir instrucciones sobre el nuevo discipulado, ocupó lógicamente el lugar que me correspondía. Algunas de estas instrucciones fueron consideradas, por mí y A. A. B., como apropiadas y útiles para un uso más general, y luego incorporadas en una serie de escritos intitulados: Etapas del Discipulado, editados bajo mi nombre en la revista The Beacon. Fueron cuidadosamente revisados antes de su publicación, excepto uno, en el que A. A. B., bajo la presión del excesivo trabajo, omitió la supresión de un párrafo en el cual se refería a mí como Maestro. Este párrafo apareció en The Beacon en julio de 1943 y le produjo un gran disgusto. Cometió este descuido después de tantos años de ocultar mi identidad como Maestro, quedando así públicamente reconocida.

En relación con esto, hay tres puntos sobre los cuales deseo llamar la atención.

Hace años, manifesté en Tratado sobre Magia Blanca que era un iniciado de cierta categoría, pero que se debía mantener mi anonimato. Años más tarde, debido a aquel error de A. A. B., aparentemente me vi en la posición de contradecirme, y por lo tanto cambiar mi actitud, pero en realidad no hice tal cosa. La difusión de las enseñanzas alteran las circunstancias, y las necesidades de la demanda humana exigen a veces un cambio en el acercamiento. No hay nada estático en la evolución de la verdad. Desde hace tiempo intento hacer lo necesario para presentar al público, en forma más definida y atrayente, la existencia de la Jerarquía y Sus miembros.

Manifesté claramente a A. A. B., hace unos años (como lo hizo su propio Maestro), que su deber principal como discípulo era familiarizar al público con la verdadera naturaleza de los Maestros de Sabiduría, para contrarrestar la impresión errónea que el público había recibido. Lo logró hasta cierto grado, pero no en la amplitud esperada. A. A. B. se sintió cohibida ante esta tarea por el desprestigio en que había caído el tema debido a las falsas presentaciones de los diferentes instructores y grupos ocultistas, además de las ridículas explicaciones que daban los ignorantes acerca de nuestra identidad. H. P. B., su predecesora, manifestó en ciertas instrucciones enviadas a la sección esotérica de la Sociedad Teosófica, que lamentaba amargamente haber mencionado a los Maestros, dando Sus nombres y Sus funciones. La misma opinión sostuvo A. A. B. Los Maestros, tal como son presentados por la Sociedad Teosófica, tienen una vaga semejanza con la realidad. Ha traído mucho bien este testimonio de Su existencia, pero hicieron gran daño los torpes detalles a veces impartidos. Ellos no son como se Les describe: no dan órdenes a Sus seguidores (o mejor dicho devotos) para hacer esto o aquello o para formar ésta u otra organización; tampoco señalan a nadie como la encarnación de un personaje de suprema importancia, pues saben muy bien que los discípulos, iniciados y Maestros, son conocidos por su trabajo, sus obras y actos y no por sus palabras, y tienen que demostrar su categoría por el trabajo realizado.

Los Maestros trabajan en muchas organizaciones por medio de Sus discípulos; pero no exigen, por su intermedio, la total obediencia de los miembros de determinada organización, ni excluyen de las enseñanzas a quienes están en desacuerdo con las actividades de la organización o las interpretaciones de sus dirigentes. No son separatistas ni antagonizan con los grupos que trabajan bajo la dirección de distintos discípulos o Maestros. Cualquier organización por la que Ellos se interesen será incluyente y no excluyente. Tampoco promueven cuestiones respecto a las personalidades, apoyando a una y rechazando a otra, simplemente porque las opiniones de un líder sean o no apoyadas. No son personas extravagantes ni mal educadas, tal como las describen los dirigentes mediocres de muchos grupos; tampoco eligen, como discípulos consagrados y trabajadores prominentes, a hombres y mujeres de evidente inferioridad, desde el punto de vista mundano, ocupados en reivindicaciones y en el arte de atraer la atención sobre sí mismos. El discípulo en probación podrá ser un devoto, pero debe poner el énfasis sobre la purificación y la adquisición de una comprensión inteligente, respecto a la fraternidad y necesidad humana. Para ser un discípulo aceptado, que actúe directamente bajo la dirección de un Maestro y esté activo en el trabajo mundial, ejerciendo una creciente influencia, se requiere polarización mental, desarrollo del corazón y sentido de los verdaderos valores.

Los Maestros presentados al público por algunos movimientos como el “Yo soy”, constituyen una tergiversación de la realidad. Los distintos movimientos teosóficos (desde la época de H. P. B.) no han demostrado inteligencia ni buen criterio en la elección de quienes la organización proclama como iniciados o importantes miembros de la Jerarquía.

Habiendo conocido todo lo dicho y observado los malos efectos causados por la enseñanza impartida acerca de los Maestros, A. A. B. extremó Sus esfuerzos a fin de presentar la verdadera naturaleza de la Jerarquía, Sus metas y sus miembros; procuró poner el énfasis —como lo hace la Jerarquía— sobre la humanidad y el servicio prestado al mundo, y no sobre un grupo de instructores, que aunque trascendieron los habituales problemas y experiencias de la personalidad en los tres mundos, están aún en proceso de entrenamiento, preparándose (bajo la dirección de Cristo) para hollar “el Sendero de la Evolución Superior”, tal como se lo denomina. El nombre con que nos conocen algunos discípulos en el Tíbet, da un indicio de nuestra etapa de realización. Denominan a la Jerarquía la “sociedad de mentes iluminadas y organizadas” —iluminadas por el amor y la comprensión, por una profunda compasión e inclusividad, por el conocimiento del plan, a fin de captar el propósito, sacrificando su propio progreso inmediato para ayudar a la humanidad. Eso es un Maestro.

El segundo punto a tratar, lo expondrá en forma interrogativa: ¿Qué daño puede ocasionar el hecho de señalar con el dedo a un Maestro y reconocerlo como tal, siempre y cuando su comportamiento corrobore esta declaración y su influencia sea mundial?

¿Ha producido algún daño este inadvertido descuido de A. A. B., evidenciándome como Maestro? Mis libros, portadores de mi influencia, han llegado a los más lejanos lugares de la tierra y estimulan y ayudan. El trabajo de buena voluntad que he sugerido, y que F. B. está llevando a cabo voluntariamente, ha llegado literalmente a millares de personas por medio de folletos, la radio, el uso de la Invocación, los Triángulos, y mediante la palabra y el ejemplo de los hombres y mujeres de buena voluntad.

Durante los veinticinco años que A. A. B. trabajó conmigo en el campo esotérico, nunca trató de beneficiarse por el hecho de que yo soy uno de los numerosos Maestros, reconocido hoy por millares de personas. No se ha respaldado en mí, ni en su propio Maestro; no nos ha hecho responsables por lo que ella ha realizado; tampoco inició ni emprendió su trabajo sobre la base de que el Maestro “lo ordenó”. Sabe que la tarea del Maestro consiste en poner al discípulo en contacto con el Plan, y que por propia iniciativa y cierta medida de sabiduría y de amor, el discípulo se esfuerza inteligentemente para hacerse cargo de la parte que le corresponde en la materialización del Plan. Comete errores, y aunque no presenta quejas al Maestro, paga el precio, aprendiendo la lección. Cuando tiene éxito no acude al Maestro para que lo alabe, pues sabe que no lo hará. Lucha contra la mala salud, la envidia y el antagonismo de quienes tienen menos éxito o temen la competencia, y no acude al Maestro para recibir fuerza a fin de mantenerse firme. Trata de caminar a la luz de su propia alma y permanecer fuerte en su propio Ser espiritual, y así aprende a ser Maestro, aprendiendo.

El tercer punto sobre el que quisiera llamar la atención es, que el nuevo ciclo que vendrá al finalizar la guerra —la realidad de la existencia de la Jerarquía y el trabajo de los Maestros por intermedio de Sus discípulos—, debe ser llevado a conocimiento del público. Los discípulos de todas partes presentarán al mundo, acrecentadamente, el plan jerárquico para lograr la fraternidad, la vida y la inclusividad espirituales. Esto no lo realizarán apoyándose en las frases (tan prevalecientes entre los tontos), “el Maestro me ha elegido a mí”, o “el Maestro apoya mis esfuerzos”, o “soy el representante de la Jerarquía”, sino mediante una vida de servicio, recalcando que los Maestros existen y que son conocidos por muchas personas; que el Plan consiste en el desarrollo evolutivo y el progreso educativo hacia una meta espiritual inteligente; que la humanidad no está sola y que la Jerarquía existe; que Cristo está con Su pueblo; que el mundo está lleno de discípulos ignorados, debido a que trabajan silenciosamente; que existe el nuevo grupo de servidores del mundo; que los hombres y mujeres de buena voluntad se hallan en todas partes; que a los Maestros no les interesa absolutamente las personalidades, sino que utilizan a hombres y mujeres pertenecientes a todas las tendencias, creencias y nacionalidades, siempre que los aliente el amor, sean inteligentes, tengan mentes entrenadas y posean además influencia magnética y radiante, lo cual atraerá a las personas hacia la verdad y la bondad, pero no hacia el individuo, ya sea Maestro o discípulo. Los Maestros no se preocupan, en absoluto, por la lealtad personal; están exclusivamente dedicados a aliviar el sufrimiento, a promover la evolución de la humanidad y a indicar los objetivos espirituales. Ellos no esperan el reconocimiento de Su trabajo ni la alabanza de Sus contemporáneos, sino sólo el acrecentamiento de la luz en el mundo y el desenvolvimiento de la conciencia humana.

Agosto 1943.

 

 

LOS MÉTODOS APLICADOS EN LA RECEPCIÓN DE:

“TRATADO SOBRE FUEGO CÓSMICO“


Cuatro métodos han sido aplicados por El Tibetano para trasmitir esta enseñanza al público.

1. Clariaudiencia.
En las primeras etapas — durante los dos primeros años— el material contenido en los dos primeros libros fue dictado por El Tibetano a la señora Bailey mediante la clariaudiencia. En determinados y prefijados momentos, se establecía el contacto, mediante una vibración que ella aprendió a reconocer; luego oía clara y nítidamente su voz, que le dictaba palabra por palabra.

2. Telepatía.
A medida que la señora Bailey iba acostumbrándose a esta tarea, y producían efecto la disciplina y dieta necesarias, el trabajo fue cambiando gradualmente y el Tratado sobre Fuego Cósmico se trasmitió en forma telepática. La señora Bailey se ponía en contacto con El Tibetano en determinado momento y si Él estaba libre y disponía de tiempo, se comunicaba telepáticamente con ella. La información era impartida con gran rapidez y la detallada enseñanza se plasmaba con tal claridad en su conciencia, que podía escribirla sin cambiar una sola palabra. El libro se publicó tal como fue recibido, excepto leves cambios, a veces en el tiempo de un verbo, pues el inglés de El Tibetano, resulta un poco arcaico y desusado cuando quiere emplear Su propia redacción, y no permitía que la señora Bailey interpretara Sus pensamientos, como lo hace frecuentemente. Antes de recibirse la información y transcribirse adecuadamente, debía practicar cierto proceso de meditación, donde los temas particulares a tratar constituyeran los pensamientos simiente para el esfuerzo meditativo. Esto debe ser precedido por la adquisición de un conocimien-to sintético de todo cuanto se haya escrito previamente sobre el tema. La facultad mental, o cuerpo mental, debe ser por lo tanto amplia y altamente organizada, con gran acopio de material y controlada adecuadamente. Con esta base puede impartirse sin temor, un conocimiento que trasciende la experiencia personal o el conocimiento previo del receptor.

Éste es el método aplicado entre El Tibetano y la señora Bailey, lo cual evidencia que no se apreciará el verdadero valor del tratado hasta después de un profundo estudio y meditación y de muchas lecturas complementarias. Sin embargo, el lenguaje empleado es tan claro y lúcido y el material utilizado tan coordinado, que lleva adelante el razonamiento con lógica precisión, y cualquier persona inteligente, aún en la primera lectura, hallará una experiencia inspiradora, que iluminará ignotas regiones de la conciencia, incitando a estudios posteriores más profundos, lo cual es muy deseable.

Dicho tratado es un buen ejemplo del verdadero método telepático. Después de una cuidadosa lectura de los datos impartidos en él, evidentemente la señora Bailey no podía haber formulado esta enseñanza, porque se refiere a procesos cósmicos que lógicamente ignora. Su contribución al trabajo fue el gran interés inicial puesto en estos temas, durante veinte años de práctica de meditación, muchos años de estudio y reflexión y su dominio de un inglés claro y vigoroso.

 

3. Visión clarividente.
A la señora Bailey le fueron presentados los diversos símbolos que aparecen en los libros (y son muchos), que luego describió. Este proceso sólo es posible con la ayuda de un poderoso colaborador. El Tibetano plasmaba el símbolo o grabado deseado, sobre una de las sutiles diferenciaciones del éter, manteniendo al mismo tiempo la vibración de los vehículos del discípulo, en el grado requerido; entonces las imágenes aparecían claras y perfectas para ser estudiadas, en forma análoga a una exquisita obra maestra pictórica expuesta en alguna galería de arte. El cuadro no puede retirarse, pero el observador puede estudiarlo y describirlo y el artista copiarlo, aunque son imposibles de reproducir los efectos del color en la materia física densa.

A la señora Bailey le fueron también presentadas siete grandes figuras de Ángeles o Devas, correspondientes a los siete globos de la cadena terrestre, que quizá posteriormente sean incluidos en la segunda edición.

También se le presentaron extractos de antiguos manuscritos; se le permitió leer ciertas estanzas y se le mostraron los datos existentes en los archivos jerárquicos, que ella tradujo superficialmente, siendo corregidos por El Tibetano. No es necesario el conocimiento de las lenguas arcaicas para realizar este tipo de trabajo, pues los más antiguos manuscritos son ideográficos y simbólicos y, al haber suficiente estímulo, el observador se da cuenta del significado y puede transcribirlo.

4. La Recordación, al despertar, de lo visto u oído durante el sueño de la noche, cuando se está fuera del cuerpo físico.

Éste fue el método empleado en las estanzas que aparecen al final del libro, y también en los diagramas. Algunas de las definiciones que figuran en ese libro se obtuvieron de esta manera.

Extraído de la revista “The Beacon”, junio 1925.

¿QUÉ ES UNA ESCUELA ESOTÉRICA?

Por ALICE A. BAILEY

Existen en la actualidad muchas escuelas supuestamente esotéricas que son relativamente modernas y se establecieron durante los últimos sesenta años. No me refiero a esa Escuela Esotérica que siempre ha existido y está presente en todas partes del mundo. No posee un nombre determinado, tampoco está representada por organización exotérica alguna ni tiene directores. Esta única y verdadera escuela ha llenado siempre la necesidad de esos buscadores que —a través de las épocas— han solicitado ser admitidos en los misterios, y lo han logrado después de cumplir con los requisitos. Me refiero, en cambio, a las innumerables escuelas místicas, metafísicas, teosóficas, rosacruces y a las órdenes ocultas que existen en todas partes. Tales organizaciones están compuestas por personas que poseen una devota intención espiritual, animadas por grandes aspiraciones, reunidas alrededor de un instructor y de ciertas enseñanzas. El instructor imparte su interpretación personal de la enseñanza académica ocultista y acentúa la necesidad de hollar el sendero y lograr la pureza y formación del carácter, adoptando por lo general la posición de única y máxima autoridad.

Esta etapa, en la historia del esoterismo, ha sido un buen trabajo de preparación, porque presentó al público la naturaleza de la doctrina secreta, la enseñanza esotérica y el gobierno interno del mundo. La realidad de la existencia de los Maestros de Sabiduría —que trabajan con la Jerarquía planetaria bajo la dirección de Cristo— ha sido ampliamente difundida, ya sea en términos de la teosofía ortodoxa y de las conjeturas metafísicas hindúes, o bajo la terminología cristiana. Ya se ha impartido mucho conocimiento. El complicado proceso de la creación divina y la consiguiente manifestación de Dios, constituye un gran estimulo para el desenvolvimiento mental, pero con frecuencia trae muy poca comprensión. Las escuelas esotéricas se ocupan de desarrollar la comprensión. Han difundido últimamente ciertas reglas elementales destinadas, primeramente, a purificar la naturaleza emocional o de deseos; han tratado extensamente cuestiones como la diversidad de planos, los fuegos creadores y la diferenciación de la sustancia, así como también los diversos septenarios que condicionan la vida, la conciencia y la forma. Nada de esto es enseñanza esotérica. Han enseñado devoción a los Maestros, pero presentándolos en forma inadecuada. Expresan que tales Maestros se interesan especial-mente por el instructor del grupo, y a los amigos personales del instructor con frecuencia se les dice que el Maestro los ha aceptado en el circulo interno de sus discípulos. Dentro de estos grupos se erige, casi sin excepción, un círculo íntimo de adherentes, devotos del instructor, quienes obedecen ciegamente a él y a los supuestos mandatos del Maestro, tras-mitidos por su intermedio, violando así la ley oculta de que un Maestro no debe dar órdenes ni esperar obediencia. Por lo general los grupos esotéricos son hoy organizaciones herméticas, con miembros seleccionados; fomentan un malsano sentido de misterio y presentan únicamente a medias esas verdades, que sirven sólo al propósito de testimoniar la existencia de lo real.

Por lo tanto, no existe hasta ahora una verdadera escuela esotérica. Su formación es todavía una esperanza —esperanza que ha llegado a la etapa en que puede hacerse la debida preparación para su establecimiento.

Lo antedicho no constituye en manera alguna una condenación al servicio lealmente prestado, pero sin inspiración. Los estudiantes deben saber que las escuelas con las cuales estén familiarizados son de carácter preparatorio únicamente, adoleciendo de muchas fallas, basadas en la flaqueza o fortaleza de los instructores que las fundaron; en consecuencia, prepondera el énfasis sobre la personalidad, la demanda de lealtad y la errónea interpretación y aplicación de la enseñanza. No obstante ello, han sido jalones útiles para el futuro.

En verdad, no ha llegado aún el momento para establecer verdaderas escuelas esotéricas. La humanidad no está preparada. Sin embargo, en la actualidad, hay bastantes personas inteligentes que justifican la formación de escuelas más avanzadas de entrenamiento, las cuales sentarán las bases para las escuelas futuras, que irán apareciendo de acuerdo con la Ley de Evolución. Las escuelas esotéricas no son una excepción en el proceso evolutivo, y aparecen siempre en respuesta a la demanda del género humano y cuando su desarrollo mental lo requiere. En los próximos setenta años se fundarán las nuevas escuelas. Las actuales deben empezar a renovarse, abandonar lo no esencial y aislar las verdades realmente esotéricas, para tener una clara visión del objetivo del entrenamiento esotérico, lo cual aún no se ha hecho. Debe conocerse la disciplina a que se someterá el neófito en el futuro, y también impartirse las técnicas correctas; todo ello será elevado a un nivel superior al alcanzado en el presente. La enseñanza tiene que independizarse de su actual tendencia teológica y pronunciamiento autocráticos. Las numerosas escuelas ocultistas internas y diversas secciones esotéricas, han sido desgra-ciadamente culpables de los pronunciamientos dogmáticos.

Más adelante aparecerán instructores que tendrán una verdadera comprensión de la naturaleza espiritual de la autoridad, la cual no se basará en pretensiones ni en el misterio, sino en una vida vivida de acuerdo con los ideales más elevados y en la presentación de una enseñanza que evocará el respeto y la respuesta intuitiva del discípulo. El instructor del futuro señalará simplemente el camino, lo recorrerá con el discípulo y destacará las antiguas reglas, pero con una nueva interpretación, y no (corno sucede con frecuencia) colocándose entre el grupo y la luz, o entre el aspirante y el Maestro.

Estas escuelas preparatorias ya están en proceso de formación, y la fundación de la Escuela Arcana, en 1923, fue parte de este esfuerzo espiritual. A principios del próximo siglo surgirá, de dichas escuelas, la primera verdadera Escuela de Iniciación.

Hasta la fecha, las llamadas escuelas esotéricas se ocuparon de los aspirantes que están en el sendero de probación o purificación. Las que ahora se forman, como la Escuela Arcana, se ocupan de entrenar discípulos y prepararlos para hollar el sendero del discipulado y, en fecha posterior, ponerlos en contacto directo con los Maestros. Las nuevas escuelas que se establezcan en el próximo siglo admitirán y prepararán discípulos para hollar el sendero de la iniciación.

Tenemos así un esfuerzo unificado y gradual del cual son responsables los Maestros. Las escuelas que ahora están en formación para entrenar discípulos son de carácter intermedio y tienen por objeto establecer un puente entre las escuelas esotéricas del pasado y las verdaderas escuelas que aparecerán más adelante, lo cual podría resumirse así:

I. ESCUELAS ESOTÉRICAS DEL PASADO


Con éstas estamos muy familiarizados, y son las escuelas internas de los numerosos grupos teosóficos, las órdenes rosacruces y las incontables organizaciones místicas y metafísicas. Aunque de carácter definidamente esotérico, son útiles para despertar el interés del público. Proporcionan valiosa información respecto a los tres mundos de la evolución humana —físico, emocional y mental—, siendo exclusivamente para los neófitos que se hallan en el sendero de probación. Se ocupan del acercamiento a Dios por medio del corazón y también del profundo instinto humano, si el hombre puede descubrirlo.

II. ESCUELAS ESOTÉRICAS DEL PRESENTE

Las escuelas que se establecen ahora poseen un mayor conocimiento esotérico, que se está correlacionando y aplicando. Gran parte es todavía teórico, pero la teoría debe siempre preceder a la práctica. Dichas escuelas llevarán la enseñanza más allá del punto alcanzado en las primitivas escuelas, trasladándola de los tres mundos al reino del alma. Se ocuparán de los valores esotéricos y serán de naturaleza mental, poniendo el énfasis sobre el conocimiento de Dios y no sobre la idea de ir a tientas detrás de una divinidad presentida. Las mejores escuelas del pasado lograron la integración de la personalidad e hicieron realidad el dualismo esencial del místico. Las nuevas escuelas persiguen una fusión más elevada, la de la personalidad integrada y el alma. Revelan que detrás del dualismo del místico, etapa necesaria, existe la realidad oculta de la identificación con lo divino.

III. ESCUELAS ESOTÉRICAS DEL FUTURO

Estas escuelas serán verdaderamente esotéricas, porque para entonces la humanidad estará preparada. Evocarán y entrenarán la conciencia superior del discípulo, enseñándosele a trabajar conscientemente en niveles espirituales y a actuar como alma en los tres mundos de la evolución humana, por medio de una personalidad altamente inteligente. Los discípulos serán preparados para la iniciación, y los iniciados serán entrenados para iniciaciones mayores y superiores. Harán hincapié sobre el correcto manejo de las energías y fuerzas, sobre la sabiduría, como resultado del conocimiento aplicado, y sobre los planes y trabajos de la Jerarquía. Desarrollarán la intuición, y producirán una fusión aún más elevada entre el hombre espiritual y el Ser universal.

Dividiré en acápites lo que tengo que decir respecto a las escuelas:

• Algunas definiciones del esoterismo.
• Cómo se forma una Escuela Esotérica.
• Verdades fundamentales enseñadas en las nuevas escuelas.

El estudio de estos temas ayudará a conocer en qué consiste la enseñanza esotérica, y a trabajar como esoteristas, recibiendo el entrenamiento necesario y aprendiendo a hollar el CAMINO correctamente. Los dirigentes o instructores de las actuales seudo escuelas esotéricas deben enfrentar la realidad por dura que sea. Si son honestos y sinceros lo harán gustosamente, se adaptarán a las necesidades de la época, valorarán correctamente el lugar que ocupan en la escala de la evolución y decidirán hacia dónde deben dirigir sus esfuerzos. Nada puede detener los planes jerárquicos, tal como han sido delineados. Quienes no pueden enfrentarse a sí mismos, ni realizar un trabajo de verdadero valor, descubrirán que sus escuelas han caducado —esto ya sucede en todas partes. Los que se dan cuenta de la situación y pueden percibir el futuro, avanzan hacia una acrecentada utilidad, una reconstrucción vital y un servicio más amplio.

Algunas Definiciones del Esoterismo

Las palabras “esotérico” y “oculto” significan aquello que está escondido; indican lo que se halla detrás de las apariencias externas y señalan las causas que producen apariencias y efectos; se refieren al sutil mundo de energías y fuerzas, que todas las formas externas velan y ocultan, y a lo que debe conocerse antes de desarrollar la conciencia iniciática.

En el pasado se hicieron resaltar las fuerzas subjetivas, que no dejan de ser fuerzas materiales ocultas en el ser humano, y frecuentemente los poderes psíquicos, tales como la clarividencia y la clariaudiencia, que el hombre comparte en común con los animales. En las antiguas escuelas se ha acentuado de manera extraordinaria la pureza física y todo lo concerniente a la purificación de las formas, mediante las cuales el alma debe manifestarse. Esta purificación no es de carácter esotérico ni un indicio de desarrollo esotérico o espiritual, sino únicamente un paso preliminar muy necesario, pues hasta no emprender tal purificación es imposible realizar un trabajo más avanzado. Las disciplinas físicas son necesarias y útiles y deben aplicarse en todas las escuelas para principiantes, pues mediante ellas el neófito adquiere hábitos de pureza y construye el tipo de cuerpo que el discípulo necesita para iniciar el verdadero trabajo esotérico.

Este entrenamiento elemental permite al neófito transferir su conciencia, del mundo tangible del vivir cotidiano, a los mundos de las fuerzas más sutiles de su personalidad. Llega así a darse cuenta de las energías que debe manejar, y presiente vagamente lo que hay detrás de ellas —el alma en su propio mundo, el reino de Dios.

Ahora las nuevas escuelas se ocupan de los valores más esotéricos. Entrenan al discípulo para trabajar como alma, en los tres mundos, y lo preparan para actuar como discípulo aceptado, en el grupo de un Maestro. La mayoría de las escuelas del pasado han descuidado la etapa de integración de la personalidad y también el conocimiento de la vida en los tres mundos, sobre lo cual se debe instruir al principiante. En cambio han ofrecido la tentadora perspectiva de hacer contacto con un Maestro y con Su grupo, antes de ser el aspirante una personalidad coordinada, calificado como “inteligente”, y de haber establecido contacto con su alma. Se ha hecho y se hace hincapié sobre la devoción, devoción al instructor del grupo, a sus verdades enunciadas y al Maestro, además de la firme determinación de merecer el titulo de “discípulo”, para decir algún día “conozco a tal o a cual Maestro”. Mientras tanto, no se ha dado al principiante una verdadera idea del discipulado ni de sus responsabilidades. Las nuevas escuelas en formación imparten a sus estudiantes ideas muy diferentes y emplean técnicas de entrenamiento muy distintas.

1. Una escuela esotérica enseña la relación existente entre el alma, el hombre espiritual, y la personalidad. Ésta es para el estudiante la principal línea de acercamiento, constituyendo el contacto con el alma su primer gran esfuerzo. Llega a conocerse a sí mismo y se esfuerza por actuar conscientemente como alma y no sólo como personalidad activa. Aprende a regular y dirigir su naturaleza inferior mediante el conocimiento técnico de su constitución, y a hacer fluir la luz, el amor y el poder del alma. Por el alineamiento, la concentración y la meditación, establece contacto permanente con su ser espiritual interno y está bien encaminado para convertirse en un útil servidor de la humanidad.

2. Una escuela esotérica es la ampliación, en el mundo físico externo, del grupo interno o Ashrama de un Maestro. El discípulo individual aprende a considerarse un canal para el alma y una avanzada de la conciencia del Maestro; una verdadera escuela esotérica es además la avanzada de algún grupo subjetivo espiritual o ashrama, condicionado e impresionado por el Maestro, como el discípulo lo es por su alma. Por lo tanto, un grupo de esta naturaleza está en relación directa con la Jerarquía.

3. Una verdadera escuela esotérica trabaja en cuatro niveles de servicio y experiencia. Esto permite al discípulo acercarse a la humanidad y utilizar todas sus facultades. En las verdaderas escuelas espirituales, aprobadas y apoyadas por los Maestros, se enseña al discípulo a servir a la humanidad y no a ponerse en contacto con un Maestro, como ocurrió con la mayoría de las escuelas esotéricas del pasado. El contacto con el Maestro depende de la calidad del servicio que el discípulo presta a sus semejantes. Con frecuencia esto lo pasan por alto los instructores que acentúan el logro y el perfeccionamiento individuales. Las nuevas escuelas en formación tratan de entrenar a los hombres para satisfacer las necesidades del mundo y servir espiritualmente en los cuatro niveles de la actividad consciente, enumerados a continuación:

a. En el nivel del mundo externo se enseña al discípulo a vivir normal, práctica, efectiva y espiritualmente en el mundo de la vida cotidiana. Nunca debe ser extravagante ni raro.

b. En el nivel del mundo de significados se enseña al discípulo las causas que originan los hechos y circunstancias, individuales y universales. De esta manera se prepara al aspirante para actuar como intérprete de los acontecimientos y como portador de luz.

c. En el nivel del alma, su propio mundo, el discípulo se convierte en un canal para el amor divino, pues la naturaleza del alma es amor, inspirando y curando al mundo.

d. En el nivel del ashrama o grupo del Maestro, a medida que se le revela gradualmente el Plan jerárquico, aprende a colaborar con éste, adquiriendo el conocimiento que le permitirá dirigir algunas de las energías que producen los acontecimientos mundiales. Así lleva a cabo los propósitos del grupo interno al cual está afiliado. Inspirado por el Maestro y Su grupo de discípulos e iniciados activos, imparte a la humanidad conocimientos definidos acerca de la Jerarquía.


4. Una escuela esotérica entrena al discípulo para el trabajo grupal. Le enseña a abandonar sus planes personales en bien del propósito grupal —que está siempre dirigido a servir a la humanidad y a la Jerarquía. Sin perder nada de su identidad individual ni particular, se sumerge en las actividades grupales, contribuye con su dedicación al Plan, sin que ninguna idea proveniente del no-yo influya en su forma de pensar.

5. Una escuela esotérica no se funda en la autoridad de algún instructor ni en las exigencias de que se le reconozca y obedezca. No se basa en las pretensiones de personas generalmente mediocres que afirman ser iniciados, y que en virtud de ello hablan con autoridad dogmática. La única autoridad reconocida es la de la verdad misma, percibida intuitivamente y sometida al análisis mental y a la interpretación del discípulo. El discípulo (que trabaja con alguno de los Maestros) inicia una escuela esotérica sin ejercer ninguna autoridad, excepto la que le otorga una vida vivida lo más ajustadamente posible a la verdad, además de la medida de la verdad que puede impartir a su grupo. La obediencia que el dirigente del grupo debe inculcar a su grupo de estudiantes es el reconocimiento de la responsabilidad y lealtad conjuntas a las intenciones y propósitos grupales y —dados como sugerencias, no como órdenes. Las declaraciones o exigencias del instructor del grupo, para que se le reconozca autoridad y se le preste obediencia y lealtad incondicional, lo señalan como principiante y simple aspirante, aunque tenga buenas intenciones y sentimientos, e indica que no es un discípulo a cargo del trabajo de la Jerarquía.

6. Un grupo esotérico se preocupa del completo desarrollo del discípulo. La formación del carácter y la aspiración altruista se consideran ya existentes, pero no se les da gran importancia a las virtudes comunes, a una vida externa pura, a la bondad, al buen carácter, ni a la total carencia de auto imposición. Estas cualidades son consideradas esencialidades básicas y existentes en cierta medida, pero su mayor desarrollo es una cuestión personal del discípulo y no del instructor o del grupo. Se le da importancia al desarrollo mental, a fin de que el discípulo sea inteligente, analítico —pero no criticador— y posea un rico y bien organizado equipo mental. La cabeza y el corazón son considerados de igual importancia y similarmente divinos. La Jerarquía trabaja con los estados de conciencia de los hombres de cualquier clase, raza o nación. Los discípulos aprenden a trabajar en la misma forma, para llegar oportunamente a ser Maestros de Sabiduría. Esto lo obtienen superando todas las dificultades y obstáculos mediante el poder de sus propias almas. Así algún Maestro activo ahora en el mundo, queda libre para realizar un trabajo diferente y más elevado.

7. Una escuela esotérica es el medio por el cual la vida del discípulo se enfoca en el alma; los mundos físico, emocional y mental, no son para él la esfera principal de sus actividades. Estos mundos son meramente su campo de servicio, y la personalidad se convierte en aquello por cuyo medio su alma sirve. Aprende a trabajar totalmente desde niveles espirituales, y su conciencia está firmemente centrada en el alma y en el ashrama de su Maestro. La escuela esotérica le enseña cómo lograrlo, a establecer contacto con su alma, vivir como alma, reconocer al Maestro y a trabajar en el grupo de un Maestro. Aprende la técnica por la cual puede registrar impresiones del Maestro, responder a la in-tención del grupo y así ser cada vez más sensible al Plan, en el cual se han comprometido colaborar su Maestro y el Ashrama. Aprende a desempeñar su parto en la tarea de elevar la conciencia de la raza, empleando consciente y directamente la mente entrenada, la naturaleza emocional controlada y el cerebro receptivo. Entonces desempeña eficientemente la doble y difícil función del discípulo: vive como alma en la vida diaria y trabaja conscientemente en relación con la Jerarquía.

Hay muchas otras definiciones de lo que es una escuela esotérica, pero he elegido las más sencillas y las que se han de captar primero si se quiere lograr un correcto progreso. El discípulo es llevado paso a paso, por el sendero, hasta el momento en que está preparado para esos grandes desenvolvimientos de conciencia denominados “iniciaciones”. Entonces comienza a hollar conscientemente el sendero de iniciación, que las escuelas esotéricas harán conocer al público en el futuro.

La Escuela Arcana se esfuerza por cumplir con los siete requisitos de las escuelas esotéricas. No se ocupa, ni jamás se ha ocupado, de preparar a los discípulos para las iniciaciones. Procura que sus estudiantes establezcan los contactos preliminares y trabajen como verdaderos servidores en el mundo. Actualmente no existe ninguna verdadera escuela esotérica que entrene para la iniciación. Las que pretenden hacerlo engañan al público. Se puede dar entrenamiento acerca de la vida del discipulado, pero académicamente entendido. El entrenamiento en la vida del iniciado debe comprobarse individualmente y por medio de contactos en el mundo del ser espiritual.

Cómo se Forma una Escuela Esotérica

Una escuela esotérica no es creada por algún discípulo que recibió órdenes de su Maestro. El discípulo que inicia una escuela preparatoria de ocultismo lo hace por propia voluntad. Es su definida y auto elegida tarea. Sirvió lo mejor que pudo en el Ashrama de un Maestro; conoce las necesidades del mundo; ansía intensamente servir, y es consciente de que aprende continuamente y de los métodos por los cuales ha aprendido y progresado en el sendero. Por lo tanto, es un trabajador consciente de su deber como discípulo, está en contacto con su alma y es cada vez más sensible a la impresión del Maestro. Generalmente no proyecta iniciar una escuela esotérica; en su mente no se configura una definida y planificada organización; ansía simplemente satisfacer las necesidades que lo circundan. Debido a que está en contacto con su alma y —en el caso de discípulos más avanzados— con el Maestro y el Ashrama, su vida diaria llega a ser magnética, radiante y dinámica y, en consecuencia, atrae hacia él a quienes puede ayudar, reuniéndolos a su alrededor. Se convierte en el punto central de vida de un organismo viviente, y no en el dirigente de una organización. Tal es la diferencia entre el trabajo de un aspirante bien intencionado y la de un discípulo entrenado. El mundo está lleno de organizaciones, a cuyo frente hay alguien con móviles generalmente sanos, pero cuyos métodos y acercamientos hacia quienes trata de servir, son similares a los del mundo comercial; podrá crear una organización útil, pero no fundar una escuela esotérica. El discípulo se convierte en el centro de un grupo vital y radiante, que crece y alcanza sus objetivos, porque la vida en el centro se desarrolla de adentro a fuera. Por la fuerza de su vida logra el éxito, no por un sistema de propaganda. Raras veces o nunca, tiene éxito comercial.

La gente responde a la nota emitida y a las verdades que se enseñan, y la influencia del grupo aumenta constantemente hasta que el discípulo es responsable de un grupo de aspirantes. Según la medida de contacto con su alma, y su respuesta sensible a las sugerencias del Maestro y a las impresiones del Ashrama con el cual está afiliado, así será la fuerza y utilidad del grupo con el cual trabaja. Poco a poco irá reuniendo a su alrededor a quienes pueden ayudarlo en la enseñanza, según la sabiduría y el discernimiento que demuestre en la elección de sus colaboradores, será el éxito de su servicio. No asume autoridad alguna sobre el grupo ni sobre sus colaboradores, excepto la autoridad que le otorga su mayor conocimiento, sabiduría y luz; esto le hace un punto inconmovible de poder, contra el cual las interpretaciones insignificantes y métodos se estrellan y desaparecen. Enseñan ciertos principios ocultos, inalterables, que el grupo aceptará fácilmente y sin controversia, y precisamente esos principios son los que le llevaron a efectuar ese trabajo. Si en sus colaboradores observa signos de desarrollo espiritual los coloca en posiciones de responsabilidad, a medida que se van capacitando. Vive continuamente como aprendiz y condiscípulo, hollando con ellos el sendero. La tónica del verdadero dirigente esotérico es humildad, lo que indica visión y sentido de proporción, y le enseña que cada paso adelante en la vida espiritual revela las etapas que aún le quedan por dominar. La diferencia entre discípulo entrenado y principiante reside en que este último posee visión limitada y se inclina a creer que el camino es más fácil de lo que realmente es; entonces se sobrestima. En cambio, el discípulo tiene una amplia visión y sabe cuánto falta para convertirla en realidad.

Las escuelas esotéricas se pueden dividir en diferentes categorías, dependiendo del grado de evolución del instructor. La comprensión subconsciente al respecto, lleva al dirigente mediocre a tratar de imponer su trabajo y llamar la atención sobre sus esfuerzos, mediante ruidosas declaraciones, pretendiendo familiaridad con el Maestro y, a veces, con toda la Jerarquía, exigiendo así reconocimiento. Esto significa ser principiante, pues debe saberse que una verdadera escuela esotérica es iniciada siempre por un discípulo, y ésta es su tentativa de servicio y no el campo de expresión de un Maestro. El discípulo —no el Maestro— es el único responsable del éxito o fracaso de la escuela. Los Maestros no son responsables de las escuelas que hoy existen, ni de las que están en proceso de formación. Tampoco establecen normas ni solucionan problemas. En la medida en que el discípulo dirigente esté en contacto consciente y humilde con el Maestro y Su Ashrama, así afluirá a la escuela el poder del grupo interno; esto se manifestará como luz y sabiduría espirituales, no como dirección, mandato u órdenes concretas, ni como responsabilidad transferida del dirigente al Maestro. El discípulo toma sus propias decisiones, entrena a sus colaboradores, anuncia sus propias normas, interpreta la Sabiduría Eterna de acuerdo con la luz que hay en él, y supervisa el entrenamiento dado a los estudiantes. Cuanto más avanzado, menos hablará el discípulo de su Maestro, y señalará más eficazmente el camino hacia la Jerarquía, acentuando también la responsabilidad individual y los principios básicos ocultos.

Las escuelas que existen hoy en el mundo pueden dividirse en tres grupos:

1. Hay un sinnúmero de seudo escuelas esotéricas, iniciadas por aspirantes los cuales desean ayudar a sus semejantes, impulsados por amor a la enseñanza, cierta medida de amor a la humanidad y algo de ambición personal. En resumidas cuentas, sus métodos son exotéricos; la enseñanza que imparten se funda en lo que ya se ha dado y conoce; enseñan pocas novedades, aunque las disfracen con distintos grados y misterios. Emplean los libros comunes sobre ocultismo o recopilan de otros sus propios libros de texto, extrayendo frecuentemente los detalles espectaculares y sin importancia y omitiendo lo espiritual y esencial. Anuncian sus escuelas por cualquier medio, y con frecuencia hacen resaltar el aspecto comercial. Exigen obediencia; menosprecian y critican a otras escuelas; enseñan adhesión exclusiva al dirigente, y lealtad a su interpretación de la verdad; realizan un trabajo útil entre las masas, familiarizándolas con la existencia de los Maestros y la doctrina secreta, y brindándoles la oportunidad para el desarrollo espiritual. Ocupan un lugar definido en el plan de la Jerarquía; pero no son escuelas esotéricas, ni sus dirigentes discípulos, sino aspirantes en el sendero de probación, y no muy avanzados.

2. Existen también cierto número de escuelas esotéricas, iniciadas por discípulos, que están aprendiendo mediante el esfuerzo de ayudar a su grupo, la forma de enseñar y servir. Estas escuelas son pocas, comparadas con las del primer grupo, y numéricamente muy pequeñas, porque el dirigente se ajusta más a las reglas ocultas y se esfuerza por cumplir con los requisitos espirituales. Trata de enseñar humildemente y sin pretensiones; se da cuenta de que está alcanzando poco a poco el conocimiento del alma y que su contacto con el Maestro no es frecuente. Comúnmente presenta la verdad en forma académica y teológica, pero rara vez es personalmente autoritario. Su influencia y radiación aún no son muy potentes, pero es cuidadosamente vigilado por el Maestro, porque constituye un valor positivo en potencia y se confía en que aprenderá generalmente por sus errores. Atrae mucho menos público que el primero y ruidoso grupo, pero da un entrenamiento más sensato y prepara a los principiantes en los fundamentos de la Sabiduría Eterna. Su trabajo se halla entre los grupos del pasado y los que hoy se van formando.

3. Están apareciendo ya las nuevas escuelas esotéricas iniciadas por discípulos más avanzados. Lógicamente debe ser así, pues la tarea es más difícil, e involucra la enunciación de una nota tan clara que hará surgir nítidamente la diferencia entre lo nuevo y lo antiguo, y se darán ciertas verdades e interpretaciones nuevas. Esta presentación nueva y más avanzada se funda en antiguas verdades; pero se interpretarán diferentemente y despertarán antagonismo en las antiguas escuelas. Estos discípulos más avanzados emiten una radiación de mayor potencia; su influencia y trabajo mundial, mucho más amplios, evocan antagonismo y rechazo en los grupos del pasado, pero también respuesta de muchos que pertenecen a esos grupos que han superado los métodos antiguos, han esperado un nuevo acercamiento a Dios y están preparados para un llamado más espiritual. Ellos se convierten en puntos focales de actividad espiritual, en los antiguos grupos y en su medio ambiente, lo cual conduce a:

a. Que los grupos del pasado rechacen a quienes respondan a la nueva enseñanza esotérica, expulsándolos de su grupo.

b. Que las nuevas escuelas tomen forma, gracias a este rechazo, en respuesta a la enseñanza impartida por un discípulo más poderoso y desinteresado.

c. Que el público sea consciente del nuevo movimiento, surgiendo así un profundo interés por las cosas esotéricas relacionadas con la Jerarquía.

Estos discípulos, a quienes se les confía la difícil tarea de inaugurar las nuevas escuelas, son conocidos técnicamente como discípulos mundiales. Su influencia penetra en todas direcciones, quebrantando y perturbando las escuelas del pasado y liberando a quienes están preparados para las nuevas enseñanzas; crean nuevas escuelas intermediarias entre las antiguas y las futuras Escuelas de Iniciación; impresionan la con-ciencia de los hombres, ampliando el punto de vista del público en general y presentando a la humanidad nuevos conceptos y renovadas oportunidades. Esto ya está ocurriendo. Los investigadores, por lo tanto, deban aprender a diferenciar entre el trabajo de un aspirante bien intencionado, que funda una escuela de esoterismo para principiantes, el trabajo de un discípulo que está aprendiendo a ser instructor y el de los discípulos mundiales que están derribando los antiguos métodos e instituyendo nuevos y más adecuados, para la enseñanza de la verdad oculta. La Escuela Arcana es parte de este último esfuerzo mundial.

Existen también ciertas escuelas espúreas, bien conocidas y espectaculares, que atraen a los curiosos e ignorantes. Afortunadamente ejercen un breve ciclo de influencia. Causan temporalmente mucho daño, pues deforman la enseñanza y dan una idea falsa respecto a los Maestros y al sendero, pero su poder de perdurar es prácticamente nulo. Los otros tipos de escuela realizan un buen trabajo y satisfacen la necesidad de quienes responden a su tónica. Sin embargo, las escuelas antiguas están desapareciendo, las del segundo grupo se mantendrán activas aún durante largo tiempo, dando instrucción elemental, entrenando a discípulos en los métodos de trabajo y en la forma de servir. El último y nuevo, tipo de escuela acrecentará su poder y preparará a los discípulos de la nueva era para las futuras Escuelas de Iniciación.

Las Verdades que se Enseñan en las verdaderas Escuelas Esotéricas

Debe observarse que muchas de las verdades impartidas hasta ahora bajo el término “esotéricas”, no lo han sido, o son totalmente “exotéricas”. Las verdades esotéricas del pasado son fundamentalmente verdades exotéricas en el presente. Durante los últimos cien años, las doctrinas esotéricas y la enseñanza secreta de la Sabiduría Eterna —dadas al público frecuentemente bajo juramento de guardar secreto— han llegado a ser de propiedad pública. La naturaleza del hombre, según se enseñaba en las escuelas de misterios del pasado, es reconocida, entre otros, con el nombre de psicología moderna. Los misterios del cuerpo etérico, del astral y del mental, son tratados por nuestras universidades en cursos de psicología que se ocupan de la vitalidad, la naturaleza emocional y la mentalidad del ser humano. La creencia en los Maestros fue un secreto celosamente guardado, pero hoy se habla de Ellos en las tribunas públicas de nuestras grandes ciudades. La práctica de la meditación y sus técnicas eran temas cuidadosamente reservados, y al público se le decía que su enseñanza era peligrosa; hoy esta idea ha sido desvirtuada y gran número de personas meditan para lograr el alineamiento, establecer contacto con el alma y adquirir su conocimiento. La verdad también ha estado velada y oculta por un cúmulo de enseñanza secundaria que ha desviado el interés del investigador y concentrado su atención en los fenómenos, por la importancia que le atribuyen. La postura, el empleo de antiguas fórmulas, palabras y mántram, los ejercicios de respiración, las insinuaciones misteriosas para elevar el fuego kundalini, el despertar de los centros y otros aspectos atrayentes del ocultismo secundario, han llevado a las personas a perder de vista el hecho de que gran parte de lo dicho, por pertenecer al reino de los fenómenos, se relaciona con el cuerpo físico, con su correcto ajuste, su vitalización y energetización y, por lo tanto, con los efectos y no con las causas esenciales de dichos efectos. Todos estos resultados fenoménicos serán demostrados sin peligro, normal y sensatamente, así como automáticamente, cuando el hombre interno, emocional y mental, esté en armonía con el mundo espiritual y empiece a funcionar como ser espiritual. Este acercamiento secundario a la verdad ha hecho mucho daño a la causa del verdadero ocultismo y ha perturbado considerablemente las mejores mentes en el campo espiritual.

En las escuelas que están en formación se acentuará el conocimiento del alma, el conocimiento espiritual, la comprensión de las fuerzas superiores y el conocimiento directo de la Jerarquía espiritual que rige la vida de nuestro planeta, y la comprensión (desarrollada progresivamente) de la naturaleza divina y del Plan que, obedeciendo a la voluntad de Dios, condiciona cada vez más los asuntos del mundo. En dichas escuelas se estudiarán las leyes que rigen al individuo, a la humanidad y a los reinos de la naturaleza, y la Ciencia de las Relaciones (a medida que se va desarrollando en nuestro mundo evolucionante) será de interés práctico para el discípulo. Cuando éste establezca rectas relaciones consigo mismo, con el mundo del ser espiritual, con el mundo del vivir humano y con todas las formas de vida divina, automáticamente tendrá lugar el despertar de su propia naturaleza, sus centros se convertirán en fuentes vitales de poder espiritual y toda su constitución entrará en actividad rítmica y tendrá la consiguiente utilidad. Sin embargo, todo esto ocurrirá en virtud del correcto ajuste con Dios y con el hombre, su creciente comprensión del propósito divino y su conocimiento de las diversas técnicas y leyes científicas que condicionan todos los fenómenos, incluso al hombre.

Quisiera exponer con claridad que la Escuela Arcana, por ser una de las escuelas intermedias más nuevas, se ocupa de los fundamentos comunes de la doctrina secreta, pero sólo como base de la nueva enseñanza que se va desarrollando. Los ejercicios respiratorios se dan únicamente después de varios años de estudio, sin hacer resaltar su importancia, porque la respiración correcta —esotéricamente comprendida— no depende del control de los pulmones ni del aparato respiratorio, sino de la orientación correcta y del ajuste rítmico de la vida al orden espiritual y a las circunstancias.

Se estudia la psicología del hombre interno cuando condiciona los centros del cuerpo vital; sin embargo, se pone de relieve el aspecto psicológico y no los centros; éstos funcionarán correctamente cuando el pensamiento sea sano y el hombre viva con éxito la vida dual del discípulo: rectas relaciones con el mundo de las almas y la Jerarquía, y rectas relaciones con sus semejantes en la vida diaria.

Después de una enseñanza preliminar acerca de las bases generales, y de un período de comprobación del grado de comprensión del estudiante, además de algunas instrucciones básicas sobre la naturaleza de la meditación, las nuevas escuelas enseñarán las siguientes materias:

1. La Ciencia de Impresión. El estudiante aprende a ser sensible a las “impresiones” que llegan de su propia alma y, más tarde, del Maestro y del Ashrama. Se le enseña a interpretar correctamente tales impresiones a través de su mente entrenada e iluminada; aprenderá también a diferenciar entre lo que llega de su propio subconsciente, lo que registra telepáticamente como procedente del mundo del pensamiento y de las mentes de otros hombres, y lo que procede del mundo del ser espiritual.

2. La Ciencia de Unificación. El estudiante aprende la integración y coordinación, el contacto y la fusión entre el ama y la personalidad y, más tarde, la relación directa entre el aspecto espiritual más elevado y su yo personal. Esto lleva progresivamente al constante desarrollo de la conciencia, preparando al estudiante para aprovechar la enseñanza que recibirá en las Escuelas de Iniciación. Además, estudia la naturaleza de la iniciación como expresión de grandes expansiones de conciencia y resultado de la integración autodirigida.

3. La Naturaleza de la Jerarquía. El estudiante aprende que quien emprende el entrenamiento necesario y se disciplina, puede conocer a la Jerarquía y hacer contacto directo con ella. La disciplina debe ser auto impuesta y adaptada a la naturaleza y grado de desarrollo del discípulo individual. Se estudian los distintos grados de la Jerarquía, el carácter de las iniciaciones y el trabajo de Cristo, como Guía de la Jerarquía. De esta manera el discípulo tiene un cuadro preciso del grupo interno que constituye su meta.

4. La Ciencia de la Meditación. Esta ciencia y sus técnicas son dominadas gradualmente en sus distintas etapas: alineamiento, concentración, meditación, contemplación, iluminación e inspiración; al estudiante se le enseña el correcto empleo de la mente, el control del pensamiento y la correcta interpretación de los fenómenos espirituales. Aprende el significado de la iluminación en su siete etapas, y empieza a vivir, con acrecentada eficacia, la vida inspirada de un Hijo de Dios.

5. Las Leyes del Mundo Espiritual. El discípulo estudia estas leyes y las aplica en sí mismo, en los acontecimientos, en el mundo y en la humanidad, las cuales incluyen, entre muchas otras:

a. La Ley de Causa y Efecto.
b. La Ley de Renacimiento.
c. La Ley de Evolución.
d. La Ley de la Salud.

Conciernen a la manifestación del mundo de los valores e impulsos espirituales, a través del mundo de los fenómenos materiales.

6. El Plan. El estudiante recibe indicaciones sobre el Plan que custodia la Jerarquía y que subyace en todos los acontecimientos planetarios, desarrollando el propósito divino; estudia su actuación en el pasado, que ha llevado a la humanidad a su actual grado de desarrollo; interpreta los acontecimientos actuales en términos del Plan de Dios, investigándolos como preludio para el futuro; considera también profundamente el raso inmediato, invocando así su activa participación. Luego, cuando sea parte activa y consciente de la Jerarquía, estará familiarizado con los amplios delineamientos del propósito divino y podrá colaborar inteligentemente en la tarea inmediata.

7. Energías y Fuerzas. Éstas constituyen la sustancia misma de la creación y deben ser comprendidas y oportunamente controladas. El alumno aprende que todo cuanto se manifiesta sobre el planeta y en él, es sólo un conjunto de fuerzas que producen las formas, y que todo es movimiento y vivencia. Empieza aprendiendo la naturaleza de las fuerzas que hacen de él lo que es, como hombre; luego aprende a atraer una fuerza o energía de orden superior, la del alma, para controlar esas fuerzas. Después estudia la naturaleza del espíritu, del alma y de la materia, a las cuales generalmente denomine: vida, conciencia y forma; o vida, cualidad y apariencia. Así obtiene una vislumbre de la naturaleza de la Trinidad divina y de la naturaleza eléctrica de todos los fenómenos, incluyendo al ser humano.

8. Psicología Esotérica. Se la considera también de gran importancia. Señala el cambio de enfoque de la presentación material de las antiguas escuelas de esoterismo, con su énfasis puesto sobre los distintos planos, los procesos de desarrollo material y la constitución de las formas. En las nuevas escuelas se hará resaltar la naturaleza del alma que anima a las formas, y ese agente creador que actúa con el mundo material y en él. Se estudiarán los siete tipos principales de personas; se investigarán sus características, además de su relación con los siete grupos de que está compuesta la Jerarquía y con los siete grandes rayos o energías, emanaciones que la Biblia llama “los siete espíritus ante el trono de Dios”. Así se evidencia la síntesis en toda la manifestación, y puede verse con claridad el lugar que ocupa la parte dentro del todo.

Existen muchos estudios subsidiarios que el estudiante debe conocer antes de ingresar en las futuras escuelas de iniciación; pero lo antedicho dará una idea del programa general a que se ajustarán las nuevas escuelas. La Escuela Arcana procura dar una preparación general sobre tales fundamentos básicos, a fin de que el estudiante pueda aprovechar la riqueza de literatura y enseñanza que aparecerá en lo que reste del presente siglo.

El estudiante debe adquirir, ante todo, una idea general de la enseñanza esotérica, para saber cuál de las numerosas líneas seguirá; debe aprender a aplicar la enseñanza, en forma práctica, trasmutando la teoría en práctica y demostrando para sí la necesidad y posibilidad de llegar a vivir en el mundo de los significados. Entonces reconocerá la relación, en todos los acontecimientos individuales, humanos y planetarios, y por qué y cómo tienen lugar dichos acontecimientos. A medida que adquiere conocimiento de la psicología esotérica, y domina algunas de las técnicas de los procesos de meditación, podrá ubicarse en el peldaño que le corresponde en la escala de la evolución; entonces sabrá cuál es su paso inmediato, la siguiente meta de desarrollo, lo que tiene que dar como servicio a la humanidad y a quién podrá ayudar.

Empieza así a participar conscientemente en la gran escuela de la experiencia espiritual, donde hallará oportunamente respuesta a sus preguntas y solución a sus problemas. Descubrirá que los principales requisitos para desarrollar con éxito el trabajo esotérico son: paciencia, continuo esfuerzo, visión y sano juicio discriminativo. Poseyendo todo esto, más un sentido del buen humor, una mente abierta y sin fanatismos, el estudiante rápidamente progresará en el “Camino Iluminado”, como se lo denomine a veces al sendero. Finalmente se encontrará ante el portal de la iniciación, sobre el que están inscriptas las palabras de Cristo: “Pide y se te dará; busca y encontrarás; llama y se te abrirá.”

Enero 1944

PRINCIPIOS DE LA ESCUELA ARCANA

Por ALICE A. BAILEY

A quien ingresa en la Escuela Arcana y participa activamente en este grupo, deseamos exponerle ciertas ideas fundamentales o principios que rigen la enseñanza, pues de ello depende el éxito de su trabajo y el nuestro. Usted emprende una tarea para la cual su vida actual y las anteriores, lo ha preparado —si es que acepta la Ley de Renacimiento y las nuevas oportunidades. Lo que va a iniciar es de gran importancia. Implica probablemente reorientar su vida y sus métodos de vida; significa aprender las reglas que le permitirán realizar en el quinto reino los esfuerzos que realiza en el cuarto reino o humano. El quinto reino denominado a veces reino de Dios, otras la Jerarquía espiritual de nuestro planeta, es un reino de la naturaleza, tanto como lo son el humano y el animal. Recibirá también preparación para lograr esas grandes expansiones que trasformarán su conciencia y harán que sea constantemente consciente del TODO universal, en vez de identificarse con una diminuta fracción de ese Todo, lo cual le permitirá reemplazar la separatividad, característica del ser humano común, por la síntesis.

Al encarar esta nueva vida de entrenamiento y progreso, hacia una nueva vivencia espiritual, hay ciertas proposiciones y condiciones esotéricas esenciales que, una vez comprendidas, simplificarán su acercamiento a ese reino y a la verdad, y lo ayudarán a reconocer la sólida base en la que usted se apoya. Quizá esto hará que usted formule preguntas como las siguientes:

¿Cuál es la finalidad de la Escuela Arcana?
¿Cuál es la naturaleza de su enseñanza?
¿Cuáles son los principios que rigen el entrenamiento y la ayuda que presta?
¿Qué compromisos contraigo al ingresar en la Escuela Arcana?
¿Cuales son las características de toda verdadera escuela esotérica?
¿Se ajusta la Escuela Arcana a ellas?
¿Qué conceptos e ideas fundamentales rigen en la Escuela Arcana?

Los trabajadores y estudiantes de la Escuela Arcana deben ajustarse a siete principios u objetivos regentes. Un análisis de éstos facilitará en gran parte el trabajo futuro, pues responderá a todos los interrogantes y despejará el camino para un progreso comprensivo. Tales principios son inmutables y nunca se alteran; si llegaran a alterarse entonces la Escuela Arcana ya no cumpliría con su propósito original.

Métodos y técnicas podrán cambiar, dogmas y doctrinas aparecer y desaparecer, a medida que la Sabiduría Eterna se manifiesta generación tras generación y continúa la secuencia de revelaciones, de acuerdo a la demanda de las necesidades de la humanidad, pero el objetivo subyacente en todas las escuelas esotéricas (incluyendo a la Escuela Arcana) es siempre el mismo: revelar la divinidad en el hombre y en el universo, lo cual conduce inevitablemente al reconocimiento de Dios Trascendente y de Dios Inmanente. La terminología y la presentación de la verdad una, lógicamente, cambian de acuerdo a la época, satisfaciendo así la necesidad de los distintos pueblos del mundo, pero lo que trata de expresarse sigue siendo eternamente inalterable. Es de esperar que una década tras otra, cambien la técnica y los métodos de entrenamiento ofrecidos por la Escuela Arcana, en respuesta a las exigentes demandas de los aspirantes y al desenvolvimiento de la mente de la humanidad y, en consecuencia, al desarrollo de la cultura y civilización humanas. Sin embargo estos cambios no podrán conducir a la deformación de la enseñanza esotérica, ni se harán en desmedro de la verdad; tampoco deben asumir indebida importancia ni exageradas proporciones, anulando la realidad o velando la visión.

Los siete principios o proposiciones esenciales son:

1. La Escuela Arcana tiene por objetivo el entrenamiento de discípulos, no de discípulos en probación o aspirante devocionales.
2. La Escuela Arcana entrena a hombres y mujeres adultos, para dar el próximo paso en el sendero de evolución.
3. La Escuela Arcana reconoce la existencia de la Jerarquía espiritual del planeta e imparte instrucciones sobre la forma de acercarse y pertenecer a Ella.
4. La Escuela Arcana enseña que: “Las almas de los hombres son una”.
5. La Escuela Arcana no pretende tener poder, categoría ni posición espirituales. Destaca la necesidad de vivir una vida espiritual.
6. La Escuela Arcana es no-sectaria, apolítica y de alcance internacional.
7. La Escuela Arcana no tiene dogmas teológicos, sino que enseña las doctrinas fundamentales de la Sabiduría Eterna, tal como ha sido reconocida en todas partes, desde épocas remotas.

Analicemos cada uno de estos principios fundamentales a fin de extraer su significado y ver cómo se expresan los métodos y formas de trabajar de la Escuela Arcana.


1. La Escuela Arcana tiene por objetivo el entrenamiento de discípulos

Al finalizar la guerra mundial (1914-1945) la Escuela Arcana contaba casi con veinticinco años de existencia, y durante ese tiempo había servido a más de 20.000 estudiantes. Su programa de estudio es progresivo; paso a paso se profundizan los estudios y se intensifica la práctica de la meditación a medida que el estudiante pasa de un grado a otro. No imparte enseñanza para desarrollar poderes psíquicos ni enseña al estudiante la clarividencia y la clariaudiencia; tampoco lo entrena en la magia, en los rituales mágicos, ni en nada que se relacione con la magia sexual. Pone todo el énfasis sobre la vida espiritual, la captación mental de la enseñanza esotérica y las normas y procesos que contribuyen a establecer rectas relaciones con nuestros semejantes, con la propia alma, con la Jerarquía espiritual (de la cual el Cristo es el Guía Supremo) y con un Maestro y Su Ashrama o grupo.

Debido a que la Escuela Arcana está destinada únicamente al entrenamiento de personas que se convertirán en discípulos activos y conscientes, su programa de estudio es definidamente selectivo. El estudio que se exige al estudiante no es fácil ni intenta serlo. Las normas que sustenta son elevadas, y el trabajo está programado en tal forma, que aquellos cuyo haber mental y aspiración espiritual son inadecuados a los requisitos exigidos, automáticamente se eliminan; por sí solos se dan cuenta que no pueden cumplir con el programa de estudio. El estudiante nunca es obligado a continuar sus estudios si no demuestra aptitud, pues ello causa desaliento y un sentido de fracaso que redunda en perjuicio de todos.

El discipulado requiere un corazón amoroso y una mente aguda y alerta. Las iglesias y los grupos esotéricos hacen resaltar siempre “el corazón amoroso y la devoción”. Esto es una verdad y necesidad básicas, pero la mente entrenada, aguda y alerta, tiene igual importancia. Los Maestros llegan al mundo de los hombres por medio de Sus discípulos, pues es la forma en que han decidido trabajar. Por lo tanto, buscan personas inteligentes y autocontroladas, con visión y disciplina espiritual autoimpuesta, mediante las cuales el trabajo puede llevarse acabo. Por esta razón hemos hecho intencionadamente difícil el estudio y mantenido elevadas normas y requisitos, y sólo retenemos a esas personas que pueden utilizar sus mentes o que, por lo menos, demuestran disposición para emplear y desarrollar los procesos mentales. Las personas emocionales, aspiracionales y devocionales, pueden satisfacer sus necesidades en otros grupos y escuelas esotéricos.

En todo el programa de estudio de la Escuela Arcana el tema predominante es el servicio. El servicio al semejante es la característica del discípulo y la llave que le abre la puerta a la iniciación. Por lo tanto, a quienes ingresan en la Escuela Arcana e inician el nuevo ciclo de entrenamiento, les decimos: estudien, piensen, pruébense a sí mismos y compruébennos que han captado las enseñanzas, respondiendo a las lecciones; aprendan a meditar, para hacer contacto con su verdadero yo espiritual, el alma, y a prestar servicio como expresión de lo que aprenden. Estas tres cosas deben ser su principal preocupación espiritual, a medida que cursan los primeros grados. En el transcurso de los años hallarán que se acrecienta constantemente su conocimiento, relativo al camino hacia la Jerarquía, y que su vida adquiere un significado más pleno y rico, pues se logra penetrar en el mundo de los significados. Verán que los siguientes grados le abrirán sus puertas, porque habrán asimilado el trabajo preliminar necesario, obtenido cierta medida de conocimiento técnico y académico, establecido algunos contactos espirituales y alcanzado ciertos grandes reconocimientos.

2. La Escuela Arcana entrena a hombres y mujeres adultos, para dar el próximo paso en el sendero de evolución

Al ingresar en la Escuela Arcana usted toma parte en un nuevo experimento educativo para adultos, basado en tres requisitos; por lo tanto cada estudiante:

1. Se compromete a prestar obediencia esotérica.
2. Considera que tiene libertad para continuar o no, el programa de estudio de la escuela.
3. Se convierte, si lo desea, en parte de la Escuela Arcana.

En realidad ¿qué es un adulto? Desde nuestro punto de vista, es un hombre o mujer que ha alcanzado ciertas integraciones fundamentales o está tratando conscientemente de lograrlas. Ser adulto, en verdad, nada tiene que ver con la edad de la persona. Sostenemos —al igual que la psicología moderna— que el ser humano es una síntesis de la naturaleza física —actividad vital y suma total de los estados emocional, sentimental y mental. Frecuentemente estos diversos aspectos no se relacionan entre sí y, en la mayoría de los casos, están dominados por la naturaleza emocional, y la mente no tiene oportunidad de actuar. Sin embargo, cuando se ha logrado cierto equilibrio, cuando la mente, la naturaleza emocional y la persona física vital constituyen una unidad funcionante, puede decirse que el hombre es adulto. Puede clasificarse como “personalidad”, porque ha logrado internamente —como resultado del proceso evolutivo— una serie de integraciones.

Muchos estudiantes de la Escuela Arcana están abocados a la tarea de integrar la personalidad o de desarrollar la mente, para ejercer un control eficaz sobre la naturaleza emocional y dirigir las actividades del individuo en el plano físico. Otros han obtenido cierta integración de la personalidad y procuran alcanzar una síntesis más elevada, la del alma y la personalidad, o del yo superior y el yo inferior. Una vez lograda esta última integración, el hombre puede ser considerado como una “personalidad fusionada con el alma”. En este punto, o cuando está en proceso de realizarlo, puede convertirse en un discípulo aceptado, técnicamente entendido.

La obediencia esotérica a la cual nos referimos, es la obediencia del hombre —la personalidad— a su propia alma. No es la obediencia a un instructor o a un conjunto doctrinario. En ningún grado de la Escuela Arcana se exige al estudiante promesas o juramentos. Debido a que los estudiantes ingresan en la Escuela por su propia voluntad, presumimos que procurarán cumplir, también voluntariamente, con los requisitos. Sin embargo, esto nada tiene que ver con la obediencia esotérica; es simplemente cuestión de sentido común. La obediencia esotérica es la reacción espontánea de la mente a los deseos o a la voluntad del alma. Significa que el aspirante al discipulado se está entrenando para ser sensible a las impresiones provenientes del alma, que luego se apresura a obedecer. La finalidad de la meditación es ante todo, lograr esta sensibilidad y permitir al estudiante trabajar guiado por la luz de su alma. Por este medio, y siguiendo el sendero de la obediencia esotérica la personalidad se hará progresivamente más sensible a las impresio-nes del alma.

El personal y los secretarios de la Escuela nunca intervienen en la vida espiritual y esfuerzos del estudiante. La ayuda prestada en la práctica de la meditación y las sugerencias ofrecidas, respecto a la vida espiritual, son desinteresadas. Los requisitos nunca son impuestos; nos complace saber que el estudiante se beneficia por el estudio y la ayuda prestada; pero si no aprovecha las oportunidades ofrecidas es asunto suyo.

El objetivo fundamental de la Escuela Arcana es dejar completamente libre al estudiante. Esto es necesario si quiere aprender a manejarse a sí mismo inteligentemente y progresar espiritualmente; puede o no continuar con el estudio, pues es dueño de abandonar la Escuela si lo desea. Cuando el estudiante no estudia ni envía sus trabajos e informes de meditación regularmente, llegamos lógicamente a la conclusión de que no le interesan y que debemos eliminarlo de la lista de estudiantes activos. También nos reservamos este derecho cuando observamos que no aprovecha las enseñanzas.

La Escuela Arcana también tiene como norma no inmiscuirse en la vida privada del estudiante. No se impone disciplina física ni régimen vegetariano; tampoco se prohíbe fumar ni beber alcohol, como lo hacen a menudo otras escuelas esotéricas; eso lo considera de su propia incumbencia, pues cree que dada la correcta enseñanza, hará por sí solo los reajustes necesarios. Sabe que el alma impone su propia disciplina a su instrumento, la personalidad. La tarea de la Escuela Arcana consiste en enseñarle a conocer su propia alma y a obedecer sus requisitos. Por lo tanto, no impone al estudiante normas de vida ni se inmiscuye en sus asuntos privados. A medida que transcurre el tiempo, el alma impondrá al estudiante sus propias normas, si es sincero y está realmente interesado. Tampoco formula preguntas ni escucha habladurías. La Escuela sabe que todos debemos aprender a ser Maestros, aprendiendo, para que el Maestro en el corazón pueda asumir control. El objetivo de la Escuela consiste en ayudar al estudiante a controlarse, enseñándole las antiguas reglas que rigen el sendero del discipulado, adaptadas a las condiciones modernas y a la comprensión mental más avanzada del aspirante moderno.

También el estudiante es libre de servir cómo y dónde quiere. No se le obliga a emprender una u otra actividad, como hacen otros grupos esotéricos. Como organización no exige ser servida; no tiene logias ni centros, no obliga a asistir a reuniones y conferencias; el estudiante tiene plena libertad de trabajar en cualquier grupo, iglesia, organización y actividad social o benéfica. La Escuela sostiene que si imparte algo de valor espiritual, debe ser aprovechado y utilizado por el estudiante en el medio ambiente (cualquiera sea) que evoca su interés o demanda su lealtad. La plena libertad para trabajar y servir fuera de la Escuela Arcana, constituye la razón por la cual han ingresado tantos estudiantes, afiliados a otras Escuelas y asociaciones. En la Escuela Arcana hay muchos teósofos y rosacruces, lo mismo que muchos de la Christian Science (Ciencia Cristiana), eclesiásticos de todas las denominaciones, protestantes y católicos, y hombres y mujeres de diversas ideas religiosas y políticas, los cuales se sienten libres, y verdaderamente lo son.

Además los estudiantes de la Escuela Arcana pueden formar su propio grupo y dar expresión a sus propias ideas y modalidades de servicio, sin que la Escuela interfiera. Frecuentemente ellos lo hacen. Sin embargo, no asume responsabilidad por dichos grupos ni los considera como parte de la Escuela Arcana o afiliados a ella; tampoco los patrocina ni responde por lo que tales grupos imparten. En cambio aprobará todo esfuerzo que proporcione al estudiante un campo de servicio y su intento de difundir la Enseñanza de la Sabiduría Eterna. Considera que es indicio saludable cuando un estudiante trata de trabajar de esta manera, pues la necesidad de esta enseñanza en el mundo es muy grande y puede llegar a miles de personas.

Finalmente, este experimento en la educación del adulto, es excepcional, en el sentido de que los estudiantes más avanzados se convierten en colaboradores instructores de la Escuela y, como secretarios, supervisan el trabajo de los estudiantes menos avanzados. Todo estudiante puede ser secretario si ha captado la enseñanza, es inteligente y ama a sus semejantes. En 1947, había alrededor de ciento cuarenta secretarios de todas las nacionalidades, y su número aumenta a medida que la Escuela va creciendo, y lo hace con rapidez. Estos secretarios pertenecen a todas las nacionalidades. El estudio en los grados más avanzados es atendido por el grupo de la Sede.

3. La Escuela Arcana reconoce la existencia de la Jerarquía espiritual

La Escuela está libre de dogmas y doctrinas. No pide que el estudiante acepte ésta o aquélla verdad, y si éste rechaza lo que la Escuela cree y acepta, es asunto suyo. Ello no implica que exista diferencia alguna entre los trabajadores de las Sedes; es indiferente que un estudiante rechace la doctrina del renacimiento o se niegue a creer en la Jerarquía y en los Maestros de Sabiduría. Todo lo que se le pide es que investigue y analice las razones en favor o en contra de tales creencias, y luego se ajuste a lo que considera correcto. Sin embargo ciertas creencias de origen muy antiguo son generalmente aceptadas, ya sea como verdades conocidas, premisas fundamentales o hipótesis interesantes. Se le sugiere al estudiante mantener esta actitud o acercamiento a la verdad, pues la Escuela cree que deben considerarse las verdades presentadas como campo propicio de investigación honesta. Esto puede aplicarse también a la creencia en la existencia efectiva de la Jerarquía espiritual; esta verdad está encarada desde el ángulo del desarrollo evolutivo; se considera que el orden jerárquico de los Seres que forman la Jerarquía, constituye el quinto reino de la naturaleza, inevitable resultado de la experiencia de la vida en el cuarto reino, el humano. La enseñanza cristiana respecto al reino de Dios, se refiere a la Jerarquía espiritual. Si esta premisa es verdadera, la existencia de este reino puede considerarse científicamente como parte integrante del gran proceso evolutivo, en su sistema de seres vivientes que avanzan en ordenada progresión desde el átomo más diminuto hasta Dios mismo.

En los primeros grados de la Escuela se enseña muy poco sobre esto, excepto la consideración e interrelación de la existencia del Plan divino y el hecho del desarrollo de la conciencia en el hombre y en todas las formas. Posteriormente el estudiante dirige su atención hacia esos Seres que inspiran e imparten la verdad a la humanidad, y a ello se refiere el trabajo de meditación; no obstante, si no le atrae, se le proporciona como alternativa otra meditación, en la que es omitida toda referencia a la Jerarquía espiritual. En los grados superiores (en los cuales se ingresa por invitación) se supone que el estudiante cree en la existencia de los Maestros de Sabiduría, iniciándoselo en el entrenamiento elemental para el discipulado. Llegado a este punto, se analiza el trabajo realizado en los grados anteriores y, quienes pueden continuar, se clasifican en dos categorías:

1. Los que no dudan de la existencia de la Jerarquía espiritual, de la cual Cristo es el Guía.
2. Los que aún dudan, pero aceptan la enseñanza como hipótesis activa.

Entonces se les instruye sobre las reglas que rigen el sendero del discipulado; si son aceptadas y seguidas persistentemente, conducen a millares de personas de la “oscuridad a la luz” y del cuarto al quinto reino de la naturaleza. Se le enseñan las leyes y reglas del Ashrama de un Maestro. El Ashrama es ese centro de luz y poder espirituales donde el Maestro reúne a Sus discípulos para instruirlos sobre el Plan, del cual se convierten en agentes.

Discipulado es un término técnico que indica aptitud para la enseñanza, disposición para el desarrollo del Plan para la humanidad y un profundo amor hacia el semejante. El estudiante que aprende la aplicación de estas antiguas reglas a su vida cotidiana, adquirirá con el tiempo un conocimiento personal de la Jerarquía y del Plan, que Ella custodia. Dicho Plan, Dios Trascendente, se desarrolla mediante los procesos evolutivos, los cuales con el tiempo revelan la existencia de Dios Inmanente.

El estudiante no está obligado a aplicar estas reglas o a seguir el sendero del discipulado, sin embargo, sabemos por experiencia que al enfrentarse con la oportunidad ofrecida, acepta el entrenamiento o se retira de la Escuela, por lo menos temporalmente.

En los grados superiores de la Escuela Arcana se hace hincapié sobre la naturaleza del Plan, el nuevo ciclo evolutivo en el cual la humanidad está entrando ahora, y el inminente retorno de Cristo, según las enseñanzas de todas las religiones del mundo. Los cristianos esperan el advenimiento de Cristo, los judíos la venida del Mesías, los budistas la llegada del Boddhisattva, los hindúes el Avatar y los mahometanos la aparición de Iman Mahdi. La universalidad de esta enseñanza, más la expectativa general, representan el principal argumento de la naturaleza real de la verdad involucrada. La amplia aceptación de cualquier verdad, en cualquier civilización y cultura y en el transcurso de las épocas, indica un hecho espiritual divinamente presentado. En la actualidad, la atracción de estas verdades debe ser mental y científica, y no simplemente emocional y mística, como ha sucedido generalmente hasta ahora.

4. La Escuela Arcana enseña que “las almas
de los hombres son UNA”

Esta verdad surge normalmente de cualquier consideración del Plan evolutivo y demuestra ser una realización progresiva para quienes intentan llevar a la práctica las reglas de la vida espiritual, y así ajustarse a las leyes qué rigen el reino de Dios. Durante los últimos trescientos años se ha impartido mucha enseñanza acerca de la hermandad y de la relación fraternal entre los hombres. En la Escuela Arcana se estudian los fundamentos de esta creencia y la inclusividad de la Vida divina que anima a todos los reinos subhumanos, a la familia humana y a las vidas superhumanas, que se extienden más allá de lo estrictamente humano hasta la luz misma de la eternidad.

Esto se acepta prácticamente por el aspecto internacional en desarrollo de la Escuela Arcana. Sus estudiantes pertenecen a todas las naciones y religiones. Las lecciones y escritos de la Escuela están disponibles en inglés, francés, alemán, italiano, holandés, castellano, y se están traduciendo al polaco, griego, rumano y armenio. En este sentido se ha progresado mucho. Los secretarios de la Escuela pertenecen a todas las nacionalidades. Al estudiante se le asigna a veces un secretario de distinta nacionalidad, lo cual contribuye a fusionar a los hombres en una gran fraternidad espiritual, sin diferencia de raza, nación o religión. La Invocación que emplean los estudiantes diariamente, ha sido traducida a más de cincuenta idiomas y dialectos.

En la Escuela Arcana tratamos de contrarrestar la “gran herejía de la separatividad”, característica del pensamiento moderno, y de sentar las bases para ese nuevo mundo, del cual surgirá una civilización basada en la creencia de que “las almas de los hombres son Una”. El aislamiento, la desunión y el individualismo son expresiones de una arraigada separatividad, que desdichadamente ha caracterizado a la humanidad; esto subyace en el fondo de las diferencias religiosas, políticas e ideológicas y es la fecunda fuente de todas las guerras. La solución de este problema mundial reside en la aparición de un grupo espiritual (cuyos miembros pertenezcan a todas las razas y naciones) que se una con la finalidad de hollar el sendero del discipulado, de modo de traer a la manifestación el reino de Dios y expresar rectas relaciones humanas. Dicho grupo reconocerá a los grupos de ideales, origen y metas similares, y expresará una unidad espiritual fundamental. Los miembros de este grupo pondrán el énfasis sobre los puntos de contacto y no sobre las diferencias; procurarán colaborar con todos los grupos que poseen sana visión y objetivo espiritual, sin perder a la vez su individualidad e integridad.

Por esta razón la Escuela Arcana no forma grupos o logias, ni organiza reuniones en las diversas poblaciones del mundo, donde residen sus estudiantes. No desea erigirse en una organización que compita con los demás movimientos de esta índole. Como ya se ha dicho, los estudiantes tienen libertad para trabajar en otras organizaciones y no se espera adhesión a nadie en la Escuela Arcana. Al estudiante se le enseña a comprender que las almas de los hombres son una y a vivir y aplicar el poder que otorga esta verdad fundamental. Se le alienta a desarrollar tal actitud, resumida en las siguientes líneas, constituyendo el anteproyecto sobre el cual se le pide que amolde su vida:

Los hijos de los hombres son uno y yo soy uno con ellos.
Trato de amar y no odiar;
Trato de servir y no exigir servicio;
Trato de curar y no herir.
Que el dolor traiga la debida recompensa de luz y amor.
Que el alma controle la forma externa,
La vida y todos los acontecimientos,
Y traiga a la luz el amor
Que subyace en todo cuanto ocurre en esta época.
Que venga la visión y la percepción interna.
Que el porvenir quede revelado.
Que la visión interna sea demostrada.
Que cesen las divisiones externas.
Que prevalezca el amor.
Que todos los hombres amen.

5. La Escuela Arcana no pretende tener poder, categoría
ni posición espirituales

En el mundo, muchas personas se autoproclaman discípulos, iniciados y Maestros; en todas partes se elevan voces que demandan atención; estas pretensiones personales engañan a mucha gente. Falsos Maestros existen en muchos países donde se engaña al pueblo y se prostituye públicamente la Divina Ciencia de los Iniciados; iniciados espurios e impostores dan conferencias por todo el mundo; falsos Cristos surgen en ambos hemisfe-rios, corroborando la exactitud de las profecías de Cristo, expuestas en San Mateo 24. Es fácil engañar a la gente que ansía grandemente ser ayudada, porque reconoce instintivamente que existe cierto grado de desarrollo espiritual en la humanidad. Las masas poseen la inherente creencia en la Jerarquía espiritual, y precisamente es lo que los falsos profetas explotan intencionadamente.

A los estudiantes de la Escuela se les enseña la verdad (tal como fue dada por Cristo) de que “por sus frutos los conoceréis”; y se acentúa el hecho de que tales pretensiones, constituyen un engaño.

Ningún Maestro o iniciado verdadero lo proclama, ni trata de atraer la atención; en cambio se ocupa intensamente de las “cosas del reino de Dios”, pues no dispone de tiempo para imponerse a la conciencia de los hombres.

Maestro es quien ha logrado liberarse del control de la personalidad o yo inferior; por lo tanto, no desea imponerse ni exigir reconocimiento. Prefiere trabajar tranquila y silenciosamente detrás de la escena, ocupándose de la verdad y de la necesidad humana, impulsando a los hombres en la búsqueda del Maestro en sus propios corazones.

Los trabajadores de la Escuela Arcana trabajan porque están orientados espiritualmente y no porque desean ser reconocidos como iniciados. Sólo aspiran a hollar el sendero del discipulado, única y legítima aspiración que puede tenerse; pretender ser Maestro o iniciado indica engaño y crasa ignorancia. Por lo tanto, nadie que trabaja en la Escuela Arcana (incluso la señora y el señor Bailey y el personal de la Sede) puede asignarse una elevada categoría espiritual; si alguien procediera así, dejaría automáticamente de ser un trabajador de la Escuela. Podrá decir que es un discípulo, pero no un iniciado o Maestro.

6. La Escuela Arcana es no-sectaria, apolítica
y de alcance internacional

La Escuela Arcana está preparada para ayudar a todo hombre o mujer, cualquiera sea su punto de vista religioso o político, ideología o nacionalidad. Si es verdad (e indudablemente lo creemos así) “que las almas de los hombres son UNA”, sostenemos que los conceptos y aceptaciones de la mente consciente del estudiante, no interfieren en realidad su capacidad de captar este hecho espiritual ni evitan que haga contacto con su alma. Sólo pedimos al estudiante que mantenga una mente abierta y esté dispuesto a ver la vida y los acontecimientos mundiales como un todo; que considere los asuntos mundiales, políticos, religiosos, sociológicos o económicos, como un vasto método o campo de experiencia, por medio del cual y en el cual, el propósito divino se desarrolla lentamente; que investigue de qué manera su creencia particular se ajusta a ese programa mundial, y si es excluyente o incluyente en su acercamiento.

Debido a esta actitud de la Escuela Arcana, hay estudiantes que responden actualmente a todas las tendencias políticas y pertenecen a todas las religiones. No deben existir barreras y muros separatistas entre ellos. En realidad ¿cómo podría haberlos? El fondo religioso y la ideología política de un hombre son determinados generalmente por su lugar de nacimiento, trasfondo nacional y tradición. En la Escuela estudian ecle-siásticos de todas las denominaciones y personas espirituales que no pertenecen a ninguna iglesia, y además miembros de todos los partidos políticos e ideologías. Estudiamos unidos, respetando los puntos de vista de los demás, y no entramos en discusiones o controversias. A los secretarios no se les permite discutir cuestiones políticas o religiosas con los estudiantes a su cargo. Sólo se trata de indicar la meta común, el campo universal de servicio y los antiguos métodos por los cuales los seres humanos pueden pasar de lo irreal a lo real.

Durante la guerra (1914-1945) la Escuela Arcana estuvo de acuerdo con el propósito de las naciones aliadas y en firme oposición con las que combatían a las Fuerzas de la Luz; esto no fue en forma alguna un movimiento político; se basó en la convicción espiritual de que el propósito de las Potencias del Eje contrariaba el Plan de Dios y se oponía a la Jerarquía espiritual del planeta y al bienestar general de la humanidad. La política del Eje se fundaba en una perversa separatividad y odio. La decisión de no permanecer neutrales coincidió con la voluntad de la mayoría de los estudiantes. Hay quienes sostienen que el esoterista debe mantenerse alejado de los acontecimientos mundanos, y que el estudiante esotérico no debe tomar parte en los asuntos de la humanidad, sino estar activo en los reinos espiritual y mental. Si los asuntos del plano físico están fuera de la esfera de influencia de la vivencia espiritual, hay algo fundamentalmente erróneo en la interpretación de la verdad; si el objetivo de nuestro esfuerzo espiritual es establecer el reino de Dios en la Tierra, entonces los acontecimientos del plano físico deben convertirse en la preocupación de las personas espirituales. ¿No será verdad que debido a esta antigua división, entre la vida espiritual y la acción material, las iglesias de todos los países y la vida política y económica del mundo, han degenerado hasta llegar a la terrible situación que la humanidad del siglo XX tiene que enfrentar?

A los estudiantes de la Escuela Arcana se les alienta a llevar su conocimiento, energía y comprensión espirituales, a los asuntos humanos, y hacerlo en el nivel físico de la existencia. Pedimos a los estudiantes de cada nación que estudien el desarrollo efectivo del Plan y su propósito espiritual, en todos los aspectos de la actividad humana, y que relacionen la palabra “espiritual” con todas las actividades de la vida cotidiana, y no sólo, como sucede frecuentemente, con los grupos religiosos existentes, con la aspiración, la práctica de la meditación y el estudio esotérico.

Quien firmemente crea que las “almas de los hombres son UNA”, se verá obligado a poner en práctica tal concepto en la vida diaria; de lo contrario será un mero teórico, un idealista o un místico impráctico. La aplicación diaria de la verdad espiritual y esotérica hace práctico, útil e interesante el trabajo de la Escuela.

Por esta creencia el factor dinero adquiere mucha importancia. El dinero domina todos los aspectos de nuestra vida en el plano físico; siendo el factor predominante y controlador de nuestra civilización actual, muy poco se ha hecho hasta ahora en el mundo para emplear el dinero con fines verdaderamente espirituales. Mucho dinero se ha inver-tido en propósitos filantrópicos y humanitarios; gran parte de éste se halla en manos de los teólogos de las distintas iglesias, pero la contribución intencional de fondos dedicados a la obra de los Maestros y a la ayuda de los planes de la Jerarquía espiritual, es prácticamente nula. Los conceptos incluyentes de la Sabiduría Eterna y el conocimiento del Plan divino, requiere dinero para que llegue a las multitudes, pues es precisamente lo que la humanidad espera en la actualidad. Los místicos, los profesionales espirituales y los esoteristas del mundo, que consideran el dinero como algo maligno, con el cual no deben asociarse, son en gran parte culpables. Mucho daño han hecho las Escuelas de pensamiento que consideran maléfico, perjudicial y erróneo, el deseo de dinero, aún para llevar a cabo la obra de los Maestros, afirmando que el hombre verdaderamente espiritual no debe solicitar dinero ni orar para obtenerlo. Una de las mayores necesidades de hoy es crear grandes fondos para la obra de Cristo y sus discípulos y para preparar las mentes de los hombres para Su advenimiento. Es necesario reorientar la tendencia material del dinero y ponerlo a disposición del trabajo de los Maestros. Ésta es una de las tareas nuevas e inmediatas de los discípulos mundiales y trabajadores espirituales, y se pide a los estudiantes de la Escuela Arcana que consideren y reflexionen sobre ello. La Escuela Arcana, por ejemplo, no establece cuotas por el servicio que presta; la obra se lleva a cabo con contribuciones voluntarias; anualmente se envía a los estudiantes el balance para informarlos del monto de la financiación de la Escuela. Cuando surgen necesidades, se pide a los estudiantes satisfacerlas en lo posible, habiendo demostrado su amplia generosidad en el transcurso de los años. La Escuela Arcana no tiene subsidios, ni donantes generosos que aportan en forma regular y constante. El personal de las Sedes tiene un salario mínimo, lo cual es parte de su contribución voluntaria a la obra.

 

 

7. La Escuela Arcana enseña las doctrinas fundamentales
de la Sabiduría Eterna.

Presenta las enseñanzas para que el estudiante las acepte o rechace, de acuerdo a su modo de pensar o deseo. Como bien se sabe, no hay imposición oficial dogmática ni teológica de la verdad.

Desde el punto de vista de la Escuela Arcana. ¿Cuáles son los principios esenciales? ¿Qué enseñanzas se consideran necesarias?

1. Que el reino de Dios, la Jerarquía espiritual de nuestro planeta, puede materializarse, y se materializará en la tierra. Creemos que ya está presente y que, más tarde, será reconocida como el reino culminante de la naturaleza.

2. Que en el transcurso de las edades ha continuado la revelación, y que ciclo tras ciclo Dios se ha revelado a la humanidad.

3. Que Dios Trascendente es también Dios Inmanente, y que por medio de los seres humanos, que en verdad son hijos de Dios (si las palabras de Cristo y de todos los instructores del mundo significan algo), los tres aspectos divinos —conocimiento, amor y voluntad— pueden ser expresados.

4. Que existe únicamente una vida divina que se expresa por medio de múltiples formas en todos los reinos de la naturaleza, y por eso los hijos de los hombres son UNO.

5. Que en cada ser humano hay un punto de luz, una chispa de la Llama Una. Creemos que el alma es el segundo aspecto de la divinidad, referido por San Pablo al hablar de “Cristo en ti esperanza es de gloria”. Nuestra meta es demostrar la vivencia divina en cada persona, y el discipulado es un paso hacia esa realización.

6. Que es posible alcanzar una última perfección, aunque relativa para el aspirante individual y la humanidad como un todo, mediante la acción del proceso evolutivo. Tratamos de estudiar este proceso para reconocer las miríadas de vidas en desarrollo, cada una en su lugar en el esquema, desde el átomo más humilde, ascendiendo desde los cuatro reinos reconocidos de la naturaleza hasta el quinto reino, del cual Cristo es el Guía Supremo, y hasta las excelsas esferas en las que el Señor del Mundo desarrolla el Plan divino.

7. Que existen ciertas leyes inmutables que rigen el universo, de las cuales el hombre se da cuenta progresivamente a medida que evoluciona. Estas leyes son expresiones de la voluntad de Dios.

8. Que la ley fundamental de nuestro universo se observa en la manifestación de Dios como Amor.

Sobre estos ocho principios fundamentales descansa toda la enseñanza esotérica. Existen factores subsidiarios y otras enseñanzas que se pide al estudiante considerar, pudiendo o no aceptarlas, según su criterio. Estas enseñanzas son: la reencarnación, regida por la Ley de Renacimiento, la naturaleza cíclica de toda manifestación, la naturaleza y finalidad del proceso evolutivo, la existencia de la Jerarquía espiritual, la existencia de los Maestros y Su trabajo y la naturaleza de la conciencia en sus distintas etapas de conciencia individualizada —la autoconciencia y conciencia espiritual—, que se manifiesta en el Sendero de Evolución y culmina en el Sendero de Iniciación.

Son presentadas para su aceptación, las mayores y grandes verdades, porque existen como verdades fundamentales en todas las religiones del mundo y han evocado reconocimiento universal; el hombre las conoce instintivamente, ya sea como hipótesis activa, que no son contrarias, o bien las acepta como realidades, de acuerdo a su grado de evolución. Las verdades menores se ofrecen simplemente para su consideración, y también como aspectos o detalles, que complementan o surgen del conjunto de verdades más fundamentales que, aunque debatibles, millones de personas creen en ellas.

Por lo tanto, estos siete factores rigen el trabajo de la Escuela Arcana. En consecuencia, pedimos a los estudiantes analizarlos y aceptarlos mientras estén con nosotros. Han ingresado voluntariamente y pueden retirarse cuando deseen. No es un camino fácil. Todos tenemos nuestros momentos de desaliento; ninguno de nosotros ve el mundo perfecto, aunque esperamos que lo será algún día; tampoco nos vemos perfectos a nosotros mismos como desearíamos serlo; pero podemos trabajar y percibir muchas y grandes mejoras, tanto en nosotros como en el mundo. La visión siempre se halla delante; si no fuera así no habría nada que nos alentara en nuestro esfuerzo. Sin embargo, es de valor comprender, por lo menos, que parte de nuestra visión puede convertirse en realidad y que trabajamos para lograrlo.

 

Año 1947

LA ESCUELA ARCANA, SU ORIGEN
Y PROPÓSITOS ESOTÉRICOS

Por FOSTER BAILEY

Éste es el momento propicio para considerar la relación de la Escuela Arcana con algunos aspectos inmediatos, en los planes de la Jerarquía. Comprendemos que poseemos un conocimiento muy limitado de esos planes, pero también nos damos cuenta que, como resultado del trabajo realizado durante 30 años por El Tibetano, en colaboración con Alice A. Bailey (a la que nos referimos como A. A. B.), ha sido puesta a nuestra disposición, especialmente durante los últimos dieciocho años, información que no había llegado antes a la mayoría de los aspirantes y discípulos sinceros y sensatos del mundo. Nuestro conocimiento trae responsabilidad. Nuestra posición privilegiada nos ofrece una oportunidad extraordinaria. En la actualidad, la situación de la familia humana nos pone frente a una necesidad mundial mucho más crítica de lo que somos capaces de comprender la mayoría de nosotros.

La Escuela Arcana fue fundada en 1923 por la señora Bailey. Han transcurrido veintiocho años y constituimos hoy un grupo de servidores bien organizados, que lleva a cabo ciertos proyectos espirituales, para los cuales hemos asumido la responsabilidad. Por lo tanto, es fácil determinar con cierta exactitud nuestra posición, debido a que todos reconocemos que enfrentamos un nuevo ciclo en la vida del grupo, lo cual justifica que tratemos de definir cuáles son nuestro origen y propósitos esotéricos.

Constituimos un grupo esotérico acuariano, es decir, somos un grupo de discípulos y aspirantes al discipulado, que está tratando de ayudar a la humanidad en relación consciente con lo más elevado que se conoce del trabajo jerárquico. Por lo tanto, procuramos ocuparnos de las causas en vez de neutralizar los efectos desafortunados. Tratamos de comprender los significados espirituales más profundos que subyacen en los sucesos mundiales y nos esforzamos por vivir en tal forma, que debiéramos ejemplificar acrecentadamente cualidades espirituales esenciales.

El hecho de que estamos verdaderamente relacionados con la Jerarquía, no sólo justifica nuestra existencia como grupo espiritual en el mundo, sino que es el factor esencial en todas nuestras futuras empresas. Sin esta relación jerárquica, conscientemente reconocida y constantemente mantenida, en los días venideros seríamos menos merecedores que todo el cúmulo de movimientos mundiales de beneficencia y actividades surgidas espontáneamente en todas partes, que no han obtenido conscientemente vínculo espiritual.

Durante toda su vida A. A. B. evitó cualquier afirmación o acción que pudiera interpretarse como una adjudicación de derechos, respecto a su estado espiritual personal. Esto lo sabemos muy bien. El trabajo poderoso y sorprendentemente efectivo y fructífero que realizó, trajo, sin embargo, el reconocimiento inevitable de que realmente era un esforzado discípulo de los Grandes Seres, que alcanzó un estado adecuado a su tarea y que, por su intermedio, el impacto directo de la fuerza espiritual, tal como la maneja la Jerarquía, fue puesto a nuestra disposición.

Retrocedamos a esa época, previamente a la manifestación externa de nuestro grupo, en el plano físico, de los primeros días de la niñez de la señora Bailey. Siendo una adolescente, cuando actuaba en Londres en los círculos aristocráticos, poseedora de una considerable fortuna, cumpliendo con las actividades y obligaciones sociales, como correspondía a esas damas jóvenes, se le apareció su Maestro. Su círculo era de un conservadurismo extremo; su comprensión de la religión y su fidelidad a la Iglesia Anglicana era cerrada, rígida y dogmática. Su conocimiento del mundo, fuera de su pequeño círculo de experiencia, era terriblemente escaso.

La visita del Maestro tuvo el propósito de implantar en la conciencia de su cerebro físico los puntos esenciales del diseño de su vida, tal como debían desarrollarse. Suficientemente fuerte como para conocer el programa de servicio al que estaba dedicada y consagrada en el plano interno, los puntos esenciales fueron elegidos por su propia alma.

En aquella época era un discípulo avanzado en el Ashrama del Maestro K. H. (un ashrama puede ser considerado como un centro de energía espiritual viviente en la vida grupal de la Jerarquía). A medida que transcurrían los años aprendí a beneficiarme de las enseñanzas que recibí personalmente de ella, llegando a comprender mejor lo que invo-lucra necesariamente una posición avanzada en el ashrama. Tal posición es la clave de todo el trabajo que ella realizó. Hay muchos factores involucrados, sobre algunos de los cuales puedo hablar ahora. A través de las enseñanzas de El Tibetano, innumerables personas han aprendido mucho acerca de tales cosas, y otras comparten conmigo el cono-cimiento de ciertos puntos esenciales, que constituyen nuestro trasfondo como grupo esotérico.

Cuando nos referimos habitualmente a El Tibetano, sabemos que en realidad es uno de los Maestros de la Sabiduría, conocido por algunos de sus asociados como el Maestro Djwal Khul. Se le confió a D. K., especializado en filosofía esotérica y ley cósmica, la tarea de proporcionar en nuestra época esa enseñanza de enlace, necesaria para guiar a los muy apremiados discípulos de los Grandes Seres, y especialmente proveer el conocimiento necesario de las realidades espirituales, que deberá ponerse a disposición de la humanidad durante el periodo crítico de nuestra historia mundial actual, al pasar de la era pisceana a la acuariana. D. K. trabajó con ese gran discípulo a quien conocemos como H. P. B. Sus escritos, y especialmente La Doctrina Secreta, fueron un valiente esfuerzo precursor que irrumpió en los primeros días, que facilitó la realización de lo que ahora hacemos, que de otro modo no hubiera sido posible. Había llegado el momento para la siguiente expansión de la enseñanza. D. K. permanecía cerca de K. H., de quien había sido discípulo durante mucho tiempo. Era lógico que buscara y hallara al colaborador necesario, en ese grupo de discípulos que estaban en su mismo ashrama.

D. K. debía encontrar algún osado y consagrado discípulo, disponible en el plano físico, para realizar este trabajo, pero lógicamente tenía otras responsabilidades y actividades, de las cuales poco sabemos. Además, había llegado el momento en que debía producirse la expansión planificada, con la consiguiente reorganización de la Jerarquía, y formarse los ashramas adicionales, buscando y entrenando al personal para los mismos.

Esta ardua empresa constituye en muchas maneras, una tarea difícil como es de imaginarse, y la Escuela Arcana ha ayudado a proporcionar el material utilizable. Por lo tanto, El Tibetano se ha ocupado, en parte, de la fundación de su propio Ashrama (que ahora se está consolidando y expandiendo rápidamente), de impartir las enseñanzas contenidas en dieciocho volúmenes, y de la inauguración de ciertas actividades espi-rituales en el mundo, acordes con el plan de operaciones tal como es desarrollado por la Jerarquía, en un esfuerzo por acelerar la reaparición de Cristo. En los últimos años hemos llegado a comprender que el retorno de Cristo ha sido en realidad la nota clave y el objetivo culminante de todo lo realizado.

Es característico de las fuerzas verdaderamente espirituales y constructivas, que su expresión activa trae siempre como resultado beneficios definidos. Tal es la potencia de la fuerza espiritual. El trabajo que El Tibetano ha hecho en los últimos treinta años, demuestra esta cualidad enormemente significativa y alentadora. Lo mismo tiene vigencia en la vida de todo discípulo, en proporción a la importancia de su categoría y a la cantidad de fuerza espiritual que contiene.

Es privilegio y programa inevitable de todo discípulo avanzado, iniciar en cada encarnación alguna actividad que sirva al Plan jerárquico y ayudar especialmente en esa parte del Plan, para lo cual su propio ashrama ha aceptado la responsabilidad. Por esta razón, antes de su última encarnación física, A. B. proyectó establecer, en el momento apropiado, una escuela esotérica. Cuando un discípulo presenta y propone una línea de acción, es aprobada si ello ayuda efectivamente al trabajo ashrámico y si las circunstancias hacen factible su cumplimiento razonable. Pero, en todo caso, el discípulo está libre de probar y mientras sea constructivo y útil, y ayude verdaderamente al Plan, tendrá disponible para su propósito toda la energía ashrámica que el discípulo individual sea capaz de asimilar. Si se aleja de su destino espiritual, estas fuerzas no están ya disponibles. La tentativa en este caso se marchita, y muere en la mayoría de los casos antes de que el discípulo desaparezca, o inevitablemente, no mucho después. Raros son en el mundo los movimientos de naturaleza espiritual que sobreviven a los rigores y confusión de la segunda generación, y tal supervivencia es la verdadera señal de su genuino origen espiritual.

Nos hallamos hoy frente a la oportunidad de emplear en tal forma las fuerzas espirituales disponibles en la Escuela Arcana, como resultado de treinta años de trabajo, que los frutos alcanzados serán más de lo que sabemos, sólo la parte más pequeña del resultado benéfico final. Esta rica recompensa nos fue dada por A. A. B. y la recibimos quienes hemos tenido la buena fortuna de poder acompañarla a través de los años y llevarla a una utilidad viviente, manteniéndola fiel a la visión. En efecto, su éxito en crear la conciencia y acción grupales, produjo al final un sentimiento de responsabilidad mutua y estableció una interdependencia, lo cual ha hecho que la realización grupal sea nuestra y de ella. La conciencia grupal adquirida, es la mayor garantía de que actuaremos exitosamente en los días venideros.

La Escuela Arcana fue proyectada por A. A. B., como un esfuerzo para ayudar a satisfacer ciertas necesidades definidas en el campo esotérico. Primero, existía la real necesidad de un creciente número de discípulos activos en el mundo, que estuvieran dispuestos a llevar adelante los planes de la Jerarquía. Una escuela esotérica podría proporcionar esas personas que recibirían entrenamiento preliminar, lo cual resolvería el problema del personal para el ashrama. Segundo, era necesario un experimento esotérico para la enseñanza de segundo rayo, que trataría de impartir algo de la creciente cualidad acuariana. Esto exigía un nuevo énfasis sobre la responsabilidad grupal y servicio mundial, como esencial del verdadero discipulado en el futuro. A. A. B. logró, en forma remarcable, impregnar a su escuela de las cualidades necesarias y, por lo tanto, satisfacer esta exigencia. Este factor dio, a nuestro trabajo organizado en el mundo, un aspecto precursor, haciéndonos cada vez más conscientes de que, en medida considerable, todo el asunto era experimental.

Otra necesidad real en el campo esotérico fue establecer, para el discipulado, un tipo de enseñanza y acción que ayudara a contrarrestar la cristalización de las escuelas esotéricas establecidas en la era pisceana que está pasando. Estos errores y aspectos desafortunados fueron, en cierto sentido, inevitables, y no justifican la crítica de algún grupo o trabajo esotérico. Sin embargo, existieron y fueron un obstáculo, evitando la recepción de las nuevas formas de expresión espiritual. A. A. B. vio esto claramente y trabajó con persistencia, teniéndolo siempre presente. Este esfuerzo, entre otros, está ejemplificado por su insistencia en lograr una relación colaboradora con el trabajo de la Jerarquía, en contraposición con la actitud del devoto que actúa sobre el principio de obediencia, en forma infantil. Insistió en llevar una vida de servicio altruista como factor muy importante, donde las disciplinas del plano físico, particularmente la dieta y la frecuente y fanática obediencia a las intercaladas citas de Hatha y Laya Yoga, aparecidas en el mundo occidental y tan prevalecientes entre los esotéricos, estaban ampliamente fuera de moda y, por lo tanto, eran obstáculos limitadores.

Además, insistió sobre la libertad y polarización mentales y la adquisición de una mente entrenada y bien equipada, para considerar inteligentemente, y con sentido común, las condiciones mundiales. Sabía que ello reemplazaría al idealismo místico y a menudo impráctico, de las primeras etapas del entrenamiento espiritual, de carácter básicamente más emocional, que conduce frecuentemente a la separatividad y al egoísmo espirituales. Esta posición es bien conocida por todos nosotros y, en el caso de nuestra propia vida grupal, tuvo su origen en la sabiduría de A. A. B., en un esfuerzo por satisfacer esta tercer necesidad.

Lo que antecede, sugiere sólo algunos factores útiles en el proyecto, tal como ella lo concibió originalmente. Otra consideración que ha afectado a toda la actuación, ha sido la regla de que el trabajo realizado en la vida de todo discípulo avanzado, no sólo debe ser objetivamente útil a la Jerarquía y al Ashrama, y tener un efecto práctico en el mundo, sino ofrecer una oportunidad adecuada para adquirir esa experiencia propia del discípulo individual, si quiere desempeñar su parte en el trabajo de equipo, planificado para la siguiente encarnación. La fundación, la conducción y el perfeccionamiento de la Escuela Arcana fue, en efecto, parte del entrenamiento de A. A. B., en la realización de su tarea, de la cual ya se liberó. Este hecho no implica un menor interés o apoyo en su trabajo inaugurado en esta vida, pues ella está tan profundamente preocupada como nunca lo estuvo antes.

Sin duda la señora Bailey, se halla, en la actualidad, subjetiva y telepáticamente, en relación con un gran número de amigos y estudiantes. Quienes son sensibles, a veces registran impresiones; sin embargo, no se ocupa de ir detrás de individuos, diciéndoles qué deben hacer o qué quiere ella que hagan. A. A. B. y El Tibetano establecieron defi-nidamente que después de su muerte, él no seguiría actuando por intermedio de ningún canal como lo hizo con ella; tampoco ella trataría de controlar a la Escuela Arcana ni dirigir sus asuntos o alguna de las actividades de servicio, con mensajes de ninguna naturaleza.

La humanidad está pasando por la crisis espiritual más grande, en la larga historia de este planeta. Las implicaciones son demasiado profundas para nuestra comprensión. Las selecciones que la humanidad ha estado haciendo en los recientes años, y que aún debe hacer en los pocos que tiene por delante, son de significado más profundo de lo que podemos imaginar. Se nos ha enseñado, y lógicamente será verdad, que la Jerarquía de Maestros no es todopoderosa, de lo contrario habría poca libertad humana y estaríamos destinados a ser “robots” espirituales. Ella depende de cómo respondemos a los estímulos espirituales en los momentos de crisis. Evidentemente el Plan de Dios consiste en que la humanidad logre su propio destino, a la luz de su propia alma, por el poder de su propia capacidad intelectual en desarrollo y por su profunda percepción y consagración al cumplimiento de su destino divino.

En esta luz podemos comprender por qué, desde el ángulo de un mayor conocimiento y sabiduría de la Jerarquía, se sabe que ciertas cosas son inevitables para la familia humana y otras están sujetas a nuestra respuesta a los acontecimientos. Lo que denominamos segunda guerra mundial, no fue de hecho kármicamente necesaria y se habría evitado la guerra en el plano físico si se hubieran alcanzado ciertas realizaciones. Este desarrollo del Plan, por la Jerarquía, durante los últimos doce años, incluía esa actividad que fue imposible iniciar, porque la humanidad decidió precipitar la segunda fase del gran conflicto mundial, en el plano físico, desatando una verdadera guerra.

Esto explica muchas cosas. Significa que el trabajo efectivo de muchos miembros del nuevo grupo de servidores del mundo, fue grandemente demorado. La posibilidad de un trabajo efectivo en el campo de la buena voluntad, fue completamente destruida durante casi un ciclo. Por lo menos hasta terminar la lucha en el plano físico externo se evitó momentáneamente que los discípulos y los estudiantes diseminados por todo el mundo, en contacto con la Escuela Arcana, no pudieran ingresar en nuestras filas. El desarrollo del programa que solucionaría el problema de la correcta relación del dinero con el trabajo jerárquico, cesó totalmente. La construcción de la Red de Luz y Buena Voluntad, estableciendo el movimiento de los Triángulos, fue casi completamente frustrada. La posibilidad de llevar la Gran Invocación a todo el mundo, como se hace ahora, no pudo realizarse.

En los oscuros días de 1939, cuando pareció que todo se derrumbaba y que los esfuerzos heroicos de muchos discípulos, para ayudar a evitar la guerra, eran inútiles, resultó un poco difícil vislumbrar cómo podría iniciarse el trabajo, reorganizarse, refinanciarse y volver a activarlo eficientemente. En esa época, por la bondad de su corazón y para mi estímulo, El Tibetano me aseguró que terminado el holocausto de la guerra, se descubriría que los cimientos tan bien y verdaderamente asentados para todo nuestro trabajo, estarían no sólo intactos, sino que serían muy adecuados para erigir la estructura necesaria de nuestro futuro trabajo. Esto me parecía increíble en esa época, porque era profundamente consciente de las desastrosas consecuencias de la segunda guerra mundial, pero la afirmación hecha demostró ser verídica: actualmente estamos en una posición más fuerte y trabajamos y servimos más eficazmente de lo que la mente finita, en aquel entonces, podía razonablemente creer.

Ahora, nuestro grupo está lleno de luz, amor y poder. Hoy, la Escuela Arcana, grupo del cual formamos parte, está funcionando como una gran estación de luz en el cuerpo del nuevo grupo de servidores del mundo. Somos un punto focal magnético en ese cuerpo, llevándole potencia y ayudándolo para que su trabajo sea exitoso. Ésta es nuestra posición alcanzada y constituye para nosotros el hecho más significativo de la hora presente. No estamos solos. Nuestros esfuerzos se justifican por las relaciones mantenidas con todos los discípulos activos en todas partes que, consciente o inconscientemente, integran ese grupo mundial de servidores, traídos a la existencia por la misma Jerarquía, como parte de la gran aventura de las nuevas técnicas acuarianas. En efecto, el nuevo grupo de servidores del mundo es un proyecto sintetizador del campo combinado de operaciones en los planes de la Jerarquía, involucrando un nuevo tipo de discipulado mundial en acción grupal. Nuestro verdadero lugar en el esquema de las cosas puede ser comprendido sólo en términos de nuestra participación en esta vida grupal mayor.

(Charla dada a los estudiantes en la Conferencia Anual de la Escuela Arcana, Nueva York, mayo 1950.)

Notas:
1. Las Instrucciones están disponibles en los Tomos I y II de El Discipulado en la Nueva Era (ed. en inglés.)

 

 

 

 

 

 

 

Desde el punto de Luz en la mente de Dios.
Que afluya luz a las mentes de los hombres;
Que la Luz descienda a la Tierra.

Desde el punto de Amor en el Corazón de Dios,
Que afluya amor a los corazones de los hombres;
Que Cristo retorne a la Tierra.

Desde el centro donde la Voluntad de Dios es conocida,
Que el propósito guíe a las pequeñas voluntades de los hombres;
El propósito que los Maestros conocen y sirven.

Desde el centro que llamamos la raza de los hombres,
Que se realice el Plan de Amor y de Luz,
Y selle la puerta donde se halla el mal.

Que la Luz, el Amor y el Poder restablezcan el Plan de la Tierra.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

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